“A través de la poesía me explico a mí mismo, y también me explico ante los otros. Pero, en primer lugar, me explico ante mi mismo.” 

Ángel González


“Ahora andará por otras tierras,
llevando lejos luces y esperanzas,

aventando bandadas de pájaros remotos,
y rumores, y voces, y campanas…”

Ángel González Muñiz





“Aquel tiempo
que dejamos por muerto volvió en sí,
y me hirió mortalmente por la espalda.”

Ángel González Muñiz



“Aquí no pasa nada,
salvo el tiempo.” 

Ángel González



Así nunca volvió a ser

Como llevaba trenza
la llamábamos trencita en la tarde del jueves.
Jugábamos a montarnos en ella y nos llevaba
a una extraña región de la que nunca volveríamos.
Porque es casi imposible abandonar
aquel olor a tierra de su cabello sucio,
sus ásperas rodillas todavía con polvo
y con sangre de la última caída
y, sobre todo,
la nacarada nuca donde se demoraban
unas gotas de luz cuando ya luz no había.
Allí me dejó un día de verano
y jamás regresó
a recoger mi insomne pensamiento
que desde entonces vaga por sus brazos
corrigiendo su ruta, terco y contradictorio,
lo mismo que una hormiga que no sabe salir
de la rama de un árbol en el que se ha perdido.

Ángel González



"Cuando tengas dinero regálame un anillo, cuando no tengas nada dame una esquina de tu boca, cuando no sepas qué hacer vente conmigo, pero luego no digas que no sabes lo que haces."

Ángel González Muñiz





"En este instante, breve y duro instante, ¡cuántas bocas de amor están unidas!"

Ángel González Muñiz
En este instante



En ti me quedo

 Estoy aquí,
donde yo siempre estuve,
donde apenas hay sitio para mantenerse erguido.
La soledad es un farol certeramente apedreado:
sobre ella me apoyo.
La esperanza es el quicio de una puerta
de la casa que fue desarraigada
de sus cimientos por los huracanes:
quicio-resquicio por donde entro y salgo
cuando paso del nunca (me quisiste) al todavía (te odio),
del tampoco (me escuchas) al también (yo me callo),
del todo (me hace daño) al nada (me lastima).
No importa, sin embargo.
(…)
Así,
en ti me quedo,
paseo largamente tus piernas y tus brazos,
asciendo hasta tu boca, me asomo
al borde de tus ojos,
doy la vuelta a tu cuello,
desciendo por tu espalda,
cambio de ruta para recorrer tus caderas,
vuelvo a empezar de nuevo,
descansando en tu costado,
miro pasar las nubes sobre tus labios rojos,
digo adiós a los pájaros que cruzan por tu frente,
y si cierras los ojos cierro también los míos,
y me duermo a tu sombra como si siempre fuera
verano,
amor,
pensando vagamente
en el mundo inquietante
que se extiende —imposible— detrás de tu sonrisa.

Ángel González Muñiz



Epílogo

Me arrepiento de tanta inútil queja,
                                                                       de tanta
tentación improcedente.
Son las reglas del juego inapelables
y justifican toda, cualquier pérdida.
Ahora
sólo lo inesperado o lo imposible
podría hacerme ll0rar:

una resurrección, ninguna muerte.

 Ángel González Muñiz

 

Eso era amor

Le comenté:
-Me entusiasman tus ojos.
Y ella dijo:
               -¿Te gustan solos o con rimel?
-Grandes, 
                    respondí sin dudar.
Y también sin dudar
me los dejó en un plato y se fue a tientas.

 Ángel González Muñiz

 

Esperanza

Esperanza,
araña negra del atardecer.
Tu paras
no lejos de mi cuerpo
abandonado, andas
en torno a mí,
tejiendo, rápida,
inconsistentes hilos invisibles,
te acercas, obstinada,
y me acaricias casi con tu sombra
pesada
y leve a un tiempo.
Agazapada
bajo las piedras y las horas,
esperaste, paciente, la llegada
de esta tarde
en la que nada
es ya posible...
Mi corazón:
tu nido.
Muerde en él, esperanza.

Ángel González Muñiz



“… Hostil y sometido,
entregado y violento,

éste es el escenario y el soporte
del hombre…”

Ángel González Muñiz




"Largo es el arte; la vida en cambio corta como un cuchillo."

Ángel González Muñiz




“… —Míralo todo bien;
eso que pasa

no volverá jamás
y es ya igual que si nunca hubiese sido…”

Ángel González Muñiz




“Mis miedo más grande es perder amigos y gente querida.” 

Ángel González Muñiz


Muerte en el olvido

Yo sé que existo
porque tú me imaginas.
Soy alto porque tú me crees
alto, y limpio porque tú me miras
con buenos ojos,
con mirada limpia.
Tu pensamiento me hace
inteligente, y en tu sencilla
ternura, yo soy también sencillo
y bondadoso.
Pero si tú me olvidas
quedaré muerto sin que nadie
lo sepa. Verán viva
mi carne, pero será otro hombre
oscuro, torpe, malo
el que la habita. 

Ángel González Muñiz



"… Música que rechazan las paredes:
sólo soy eso."

Ángel González Muñiz




"Ninguna era tan bella como tú durante aquel fugaz momento en que te amaba: mi vida entera."

Ángel González Muñiz


Palabra muerta, palabra perdida

Mi memoria conserva apenas solo
el eco vacilante de su alta melodía:
lamento de metal, rumor de alambre,
voz de junco, también
latido, vena.
Recuerdo claramente su erre temblorosa,
su estremecida erre suspendida
sobre un abismo de silencio y ámbar,
desprendiéndose casi
de la música oscura que por detrás la asía,
defendiéndose apenas
del cálido misterio que la alzaba en el aire
creando un solo cuerpo de luz y de belleza.
Luminosa y precisa,
yo la sentía en mi ser profundamente,
sabía su sentido,
descifraba sin llanto su mensaje,
porque acaso ella fuese
-o sin acaso: cierto-
la única palabra irrefrenable
que mi sangre entendía y pronunciaba:
una palabra para estar seguro,
talismán infalible
significando aquello que nombraba.
Como un perfume que lo explica todo,
como una luz inesperada,
su presencia de viento y melodía
hería los sentidos, golpeaba
el corazón,
estremecía la carne
con el presentimiento verdadero
de la honda realidad que descubría.
Pronunciarla despacio equivalía
a ver, a amar, a acariciar un cuerpo,
a oler el mar, a oír la primavera,
a morder una fruta de piel dulce.
Todo ocurría así, hasta que un día
la dije bien, y no entendí su cántico.
La grité clara, la repetí dura,
y esperé ávidamente,
y percibí, lejano,
un eco inexplicable, infiel
reflejo
que en vez de iluminar, oscurecía,
que en vez de revelar, cubrió de tierra
la imprecisa nostalgia de su antiguo mensaje.
Cuando un nombre no nombra, y se vacía,
desvanece también, destruye, mata
la realidad que intenta su designio.

Ángel González Muñiz


Palabra sobre palabra

Si yo fuese Dios
y tuviese el secreto,
haría un ser exacto a ti;
lo probaría
(a la manera de los panaderos
cuando prueban el pan, es decir:
con la boca),
y si ese sabor fuese
igual al tuyo, o sea
tu mismo olor, y tu manera
de sonreír,
y de guardar silencio,
y de estrechar mi mano estrictamente,
y de besarnos sin hacernos daño
—de esto sí estoy seguro: pongo
tanta atención cuando te beso—;
                                entonces,
si yo fuese Dios,
podría repetirte y repetirte,
siempre la misma y siempre diferente,
sin cansarme jamás del juego idéntico,
sin desdeñar tampoco la que fuiste
por la que ibas a ser dentro de nada;
ya no sé si me explico, pero quiero
aclarar que si yo fuese
Dios, haría
lo posible por ser Ángel González
para quererte tal como te quiero,
para aguardar con calma
a que te crees tú misma cada día
a que sorprendas todas las mañanas
la luz recién nacida con tu propia
luz, y corras
la cortina impalpable que separa
el sueño de la vida,
resucitándome con tu palabra,
Lázaro alegre,
yo,
mojado todavía
de sombras y pereza,
sorprendido y absorto
en la contemplación de todo aquello
que, en unión de mí mismo,
recuperas y salvas, mueves, dejas
abandonado cuando —luego— callas...
(Escucho tu silencio.
                     Oigo
constelaciones: existes.
                        Creo en ti.
                                    Eres.
                                          Me basta).

Ángel González Muñiz


“Para vivir un año es necesario
morirse muchas veces mucho.” 

Ángel González




"Pero si tú me olvidas quedaré muerto sin que nadie lo sepa. Verán viva mi carne, pero será otro hombre, oscuro, torpe, malo, el que la habita."

Ángel González Muñiz




"Pétalo a pétalo, memorizó la rosa.
Pensó tanto en la rosa,
la aspiró tantas veces en su ensueño,
que cuando vio una rosa verdadera
le dijo
desdeñoso,
volviéndole la espalda.
-mentirosa."

Ángel González




"Si yo fuera Dios y tuviese el secreto, haría un ser exacto a ti."

Ángel González Muñiz



“Te llaman porvenir porque no vienes nunca.” 

Ángel González 



“Y sonrío y me callo porque, en último extremo,
uno tiene conciencia
de la inutilidad de todas las palabras.” 

Ángel González



"Yo, cuando cierro los ojos, no veo nada."

Ángel González




“Yo sé que existo
porque tú me imaginas.”

Ángel González