“Alejandro Magno increpaba a un pirata que había capturado echándole en cara su profesión. Soy pirata –se oyó responder– porque no tengo más que un barco. Si tuviera una flota, sería un conquistador. Alejandro le dejó en libertad.”

Carlos Fisas


"El 4 de mayo de 1570 casaba Ana por poderes con su real novio. La boda se celebró en Praga, en el castillo que domina la ciudad. Representó al novio el archiduque Carlos, hermano del Emperador. La novia vestía un traje de raso carmesí bordado en oro, plata y pedrerías, con las mangas de tela de plata adornadas en oro y, después de la ceremonia, se aceleró una recepción en la que Ana estuvo sentada en el estrado a la misma altura que sus padres, pues ya era reina como ellos.
Sólo a finales de junio, casi dos meses después de la boda, empezó el viaje de la nueva reina hacia España llegando a Segovia el 14 de noviembre siguiente. En el Alcázar tuvo lugar la misa de velaciones siendo de notar que el archiduque Wenceslao de Austria, hermano de la reina, que la había acompañado durante todo el viaje y que actuaba como padrino, vistió de negro como homenaje a Felipe II. Doña Ana se dio cuenta en seguida de que su cometido no era el de hacer olvidar al rey a su anterior esposa, sino el de provocar en su real consorte un nuevo amor, lo que dice mucho del tacto e inteligencia de la nueva reina.
De Segovia pasaron los reyes al palacio de Valsaín, y el 26 de este mismo mes de noviembre hacen los reyes su entrada en Madrid.
Allí esperaban a la reina las infantas Isabel Clara Eugenia, de cuatro años, y su hermana Catalina Micaela, de tres, a las que se les había dicho que su madre iba a volver del cielo. En cuanto vio Isabel Clara Eugenia a doña Ana se echó a llorar diciendo:
—Ésta no es mi madre, ésta tiene el pelo rubio.
Con habilidad, Ana de Austria se inclina hacia las pequeñas y les dice que efectivamente no es su madre, pero que iba a quererlas tanto como si lo fuese.
Y, en efecto, fue así, pues puso en las infantas un cariño maternal al que correspondieron ellas con afecto verdaderamente filial."

Carlos Fisas
Historia de reyes y reinas


"El que ama de verdad no es el que enciende el fuego, sino el que lo conserva."

Carlos Fisas



“El vicio es una cuestión de educación; la naturaleza lo ignora.”

Carlos Fisas
 Historias de la historia, Cuarta serie, 1986




"La emperatriz Elisabeth devolvió estas cartas acompañadas de una fotografía de Mayerling, en la que una de las ventanas había sido marcada con una cruz en tinta negra. El último mensaje de Rodolfo a su madre había sido esta fotografía acompañada de unas pocas palabras: «Cuando recibas esto estaré muerto.»
El suicidio de Mayerling ha dado lugar a múltiples explicaciones. Por un lado la versión más romántica es la del suicidio por amor. Es sin duda la que ha dado lugar a múltiples novelas y películas. Pero el caso es que se dijo que Rodolfo había pasado la noche anterior en casa de una cortesana vienesa de lujo, llamada Mizzi Kaspar, a la que había ofrecido incluso que le acompañase a un centro de recreo llamado Pabellón de los Húsares para suicidarse con él.
Se dijo también que no había tal suicidio, sino que había sido un asesinato de tipo político organizado por los elementos más ultraconservadores de Austria, alarmados por las ideas cada vez más liberales del príncipe. En este caso ¿para qué y por qué asesinar a la Vetsera? ¿Cómo explicar entonces las cartas de María?
Más novelesca y fantástica es una tercera versión. Según ella Rodolfo había deshonrado a la hermana de un noble vienés amigo suyo. Éste le había provocado a un duelo a muerte, pero como era impensable que el príncipe heredero de Austria se batiese en duelo, se había acordado jugar una partida de cartas y quien perdiese debía suicidarse en el plazo de tres meses. Perdió Rodolfo. Como se ve, esta explicación parece algo fantástica.
El cadáver de la Vetsera fue enterrado sin ceremonia alguna, casi a escondidas.
El de Rodolfo fue trasladado a la capilla del Hofburg. Francisco José le acompañaba y su rostro era impenetrable. En cuanto a la emperatriz, dejo la palabra a Ballester Escalas:
«La emperatriz ocultó lo mejor que pudo su negra desesperación; pero estalló de un modo siniestro, novelesco, al anochecer de aquel día, cuando se presentó en el convento de los capuchinos con la pretensión de que "la dejasen a solas con su hijo" bajo las sombrías bóvedas del panteón imperial. Los frailes no pudieron menos de complacerla; pero apenas se habían retirado, dejando tras sí la reja que daba entrada a la fúnebre sala, oyeron gritar dos veces a la emperatriz el nombre de Rodolfo. Luego no se oyó ni un sollozo. Silencio, el silencio de la tumba, en cuyo seno tal vez la madre pudiese escuchar, ella sola, una respuesta misteriosa, inaudible, "las palabras sin sonido" a que alude Heine, esa sutil y secreta respuesta de los muertos. Momentos después la emperatriz salió y se retiró por el claustro, juvenil todavía, con su paso rápido y elástico de amazona.»
Un siglo después de la muerte de Rodolfo y María Vetsera, el misterio sigue intacto. "

Carlos Fisas
Historias de las historias de amor


“La fuerza hidráulica más poderosa del universo, es la lágrima de una mujer.”

Carlos Fisas



“Las conferencias deben ser como las faldas de las mujeres: suficientemente largas para contener algo y suficientemente cortas para despertar el interés.”

Carlos Fisas