“Aquel que ama, el mismo se ata y se mata, y se hace de señor siervo, en tanto que todos cuantos ve se piensa que le usurpan su amor, y con muy poca superstición todo en su corazón se perturba y se le revuelve de dentro.”

Alfonso Martínez de Toledo


“Aunque mucho son parleras, de sus secretos muy bien son calladas”.  (…) “La mujer es murmurante e detractora, regla general le es de ello (…) el callar le es muerte muy áspera.”

Alfonso Martínez de Toledo



"-De la calidad del hombre malencónico-
Hay otros hombres que son malencónicos: a estos corresponde la tierra, que es el cuarto elemento, la cual es fría y seca. Estos tales son hombres muy irados, sin tiento ni mesura. Son muy escasos en superlativo grado; son incomportables donde quiera que usan, mucho riñosos y con todos rifadores. No tienen templanza en cosa que hagan, sino dar con la cabeza a la pared. Son muy inicuos, maldicientes, tristes, suspirantes, pensativos; huyen de todo lugar de alegría; no les place ver hombre que tome solaz con un papelote. Son sañudos, y luego las puñadas en la mano, porfiados, mentirosos, engañosos; e innumerables otras tachas y males tienen. Son podridos, gargajosos, ceñudos y crueles sin mesura en sus hechos. Esto todo susodicho se entiende de las complexiones de cada una de las dichas calidades en él más predominantes. Empero, si otra complexión mejor ayudase a la mala en cantidad mayor que ella, hará a la persona perder la propia y allegarle a la que le ayuda, y será demudado en la mejor complexión. Y por el contrario eso mismo. Ejemplo: el flemático puede ser tanto de la sangre ayudado que le hará ser muy mejor que flemático; y esto es de todas las complexiones. Y por el contrario también, aunque, como dije, el hombre de todas cuatro es complexionado; pero la que más reina, aquella le tira a su calidad en mucho o en poco, en bien o en mal, según su reinar. Son de sus predominaciones tres signos: Tauro, Virgo y Capricornio. Reinan estos tres signos al mediodía. Color tienen de cetrinos."

Alfonso Martínez de Toledo
Corbacho o reprobación del amor mundano