“… Acércate.
Junto a la noche te espero.
Nádame…”

Carmen Conde Abellán


Amante

"Es igual que reír dentro de una campana:
sin el aire, ni oírte, ni saber a qué hueles.
Con gesto vas gastando la noche de tu cuerpo
y yo te transparento: soy tú para la vida.

No se acaban tus ojos; son los otros los ciegos.
No te juntan a mí, nadie sabe que es tuya
esta mortal ausencia que se duerme en mi boca,
cuando clama la voz en desiertos de llanto.

Brotan tiernos laureles en las frentes ajenas,
y el amor se consuela prodigando su alma.
Todo es luz y desmayo donde nacen los hijos,
y la tierra es de flor y en la flor hay un cielo.

Solamente tú y yo (una mujer al fondo
de ese cristal sin brillo que es campana caliente),
vamos considerando que la vida…, la vida
puede ser el amor, cuando el amor embriaga;
es sin duda sufrir, cuando se está dichosa;
es, segura, la luz, porque tenemos ojos.

Pero ¿reír, cantar, estremecernos libres
de desear y ser mucho más que la vida…?
No. Ya lo sé. Todo es algo que supe
y por ello, por ti, permanezco en el Mundo."

Carmen Conde



“Cada palabra lleva consigo una vida, un estado, un sentimiento.” 

Carmen Conde



"Cuando eres, como ahora, hermoso y fuerte,
yo te amo.
Cuando el viento se doblega para ti,
cuando a la tierra tú la rindes, yo te amo.
Yo te amo por osado,
y te amo por heroico, por audaz y porque ofreces
tu hermosura y tu valor. Por derramado.
Firme tú sobre las nubes, navegando los espacios.
Duro tú sobre las aguas, descollante tu estatura
en lo azul del océano… Hombre joven que lo afrontas
cual un elemento más, siendo tú el lazo
de elementos de creación. Yo así te amo..."

Carmen Conde

"Desnuda y adherida a tu desnudez. Mis pechos como hielos recién cortados, en el agua plana de tu pecho. Mis hombros abiertos bajo tus hombros. Y tú, flotante en mi desnudez."

Carmen Conde



"El lenguaje es lo más humano que existe. Es un privilegio del hombre... Cada palabra lleva consigo una vida, un estado, un sentimiento." 

Carmen Conde




El universo tiene ojos

"Nos miran;
nos ven, nos están viendo, nos miran
múltiples ojos invisibles que conocemos de antiguo,
desde todos los rincones del mundo. Los sentimos
fijos, movedizos, esclavos y esclavizantes.
Y, a veces, nos asfixian.

Querríamos gritar, gritamos cuando los clavos
de las interminables vigías acosan y extenúan.
Cumplen su misión de mirarnos y de vemos;
pero quisiéramos meter los dedos entre sus párpados.

Para que vieran,
para que viéramos frente a frente,
pestañas contra pestañas, soslayando el aliento
denso de inquietudes, de temores y de ansias,
la absoluta visión que todos perseguimos.

¡Ah, si los sorprendiéramos, concretos,
coincidiendo en la fluida superficie del espejo!

Nos mirarán eternamente,
lo sabemos.
Y andaremos reunidos, sin hallarnos como mortales
en tomo a la misma criatura intacta
que rechaza a los ojos que ha creado.
¿Para qué, si no vamos a verla, aunque nos ciegue,
hizo aquellos y estos innumerables ojos?"

Carmen Conde


"En el sueño todo es más fluido, menos concreto; sobrevienen episodios no vividos y afloran vivencias depuradas, aéreas. En un espejo inmenso, tal un lago desierto, Laura busca su rostro sin encontrárselo. Ello le produce angustia y desasosiego. Se sabe ella y no consigue enfrentarse con sus ojos ni con su boca ni con su frente... Alguien grita desde lejos un nombre que tampoco logra descifrar y, sin embargo, conoce ese nombre, sabe que es suyo aunque no lo perciba con claridad.
En determinado punto todo su pasado se vuelca a ese espejo en el que no halló su imagen. Sobresaltada, y hasta consciente como si estuviera despierta, reconoce la no corta trayectoria de su existencia... En el fondo del bosque fluctúa una joven indecisa cuyos brazos se tienden hacia... ¿quién?... Tampoco la evidencia, tampoco la precisión. Laura vive y la que duerme está soñando.
Le gustaría arrancarse del trémulo vaivén del sueño oscuro que agujerea imágenes que son ella aunque ella no se consiga ver, comprobar que es. Una reversión incomprensible la hace ella y la hace otra a la cual se afana en reconocer, en reincorporarse... Gime, alarga las manos para agarrarse al brocal del pozo en que se sabe inmersa.
[...]
La carretera fluye y refluye quietamente, como si no se la pisara. Madrid, a dos horas de buen correr. Se pasan volando y la ciudad abre sus anchos brazos reconciliantes. Más se tarda en atravesar la ciudad que en hacer el último tramo del viaje. La calle, próxima a la ciudad universitaria. El garaje, las maletas con su inútil contenido. Todo sobró. Apenas se vistió la dueña como no fuera de lo somero para la playa. Y no leyó tanta grata lectura escogida para aquella estancia.
La espera lo que tanto tardó en conocer: la soledad. Laura vive sola y no lo rechaza. A todo hay que aprender. A estar solo es lo menos fácil, pero se aprende también. Mira su mundo doméstico y no puede remediar pensar que María habría estado bien aquí. Fuera, insidiosos recuerdos sin contenido. ¡Fuera, lo que no cabe en la soledad!"

Carmen Conde
Creció espesa la yerba


"Encerrarte en palabras... ¡Que tú, tú, quepas en verbos, nombres, y adjetivos intactos! Que yo lo pueda decir todo: lo nuestro, esto que hacemos y estaremos haciendo siempre, eternísimamente: hablar, callar, ser tú y yo siéndonos nuestros. Yo no te pregunto adónde me llevas. Ni por qué. Ni para qué. ¿Tú quieres caminar? , pues yo te sigo." 


Carmen Conde


"Esperar es peor que nacer, porque solamente espera el que se muere de esperar sin hacerse con la vida otra cosa que esperar."

Carmen Conde


“Esta civilización de hombres nos ha llevado a la ruina. Y las mujeres no hemos contribuido a ella. Ninguna mujer es responsable de los últimos descubrimientos, porque una mujer no inventa ni descubre algo que mata.” 

Carmen Conde


"He venido a quererte, a que me digas tus palabras de mar y de palmeras." 


Carmen Conde


“He vuelto por el camino sin hierba.
Voy al río en busca de mi sombra…”

Carmen Conde


"Inmerso en mi silencio eres el cielo que sostiene un arroyo, que levanta un árbol. En que un lucero corta su voz de eternidad." 


Carmen Conde




“La poesía es el sentimiento que le sobra al corazón y te sale por la mano.” 

Carmen Conde


"Llegó a mi noche y la removió con sus alas espesas. Entonces quedó partida en dos: una suya y otra desvelada. Estos ojos por los que nunca cruzaron mejores pájaros, se abrieron para coger su figura; pero él no estaba fuera de la vigilia; así que los cerré –viéndole- en un resplandor que olía a hierba soleada.
(...)
Nada me anunció; fue conmigo al hallazgo lúcido de las cosas. Y en la primera oscuridad madura, hermanos ya nuestros cabellos, me reveló su figura; el cuerpo perfecto de tácita forma. Por ello amo la noche, cima donde se me da su gracia. Ni desnudez ni ropaje. El llega a las cuevas de mi corazón alargando las galerías redondas de mis ojos. Yo le penetro como espada suya a cambio de la claridad con que él me traspasa."

Carmen Conde
El Arcángel


"Me abandono en tu mar, me dejo tuya como darse hay que hacerlo para serte."

Carmen Conde



"¡Momento agotado del mundo, éste en que te sé lejos de mí!" 

Carmen Conde



"No se acaban tus ojos; son los otros los ciegos."

Carmen Conde


"No sé si he nacido ahora, o si es que acabo de morirme. Porque siento un dolor tan enorme en los vacíos de mi alma, que si Dios me los llenara de Sí, ¡cuánta fertilidad de amor pondría en este duelo! Me caigo de angustia, y no comprendo para qué me alzaron los horizontes como a sol, si la antorcha de que me vi llevadora no venía de ninguno peor, ni a otro mejor se la he de dar yo.
¿Cómo entender el trajín de mi sangre, Señor? Todo nace con un fin y una aspiración que cumple. Yo vine con verbo, y por él quise que atravesaran ríos y selvas, ¡y ya sabes Tú con qué apremiante amor un día quise la voz de un hijo!; pero mi voz clama entre mis brazos, inútil voz de soledad más sola que el vencido, sin que otro se la ciña al cuello vistiéndoselo de fuerza.
No abras, Dios, mi fosa en las nubes. Ábrela aquí, entre los que ni escuchan ni aman lo celeste, lo tuyo uno y desdichado, loco de frenesíes por tus criaturas que no se me dan como el pan y el agua; como yo las quiero: sustancia mía para nutrirte a Ti en este pobre rincón de mi cuerpo."

Carmen Conde
Mientras los hombres mueren


"Por ello amo la noche, cima donde se me da su gracia. Ni desnudez ni ropaje. El llega a las cuevas de mi corazón alargando las galerías redondas de mis ojos. Yo le penetro como espada suya a cambio de la claridad con que él me traspasa."

Carmen Conde




"¡Qué mío tu vivir y qué mía tu muerte viniéndote de mí, muriéndome contigo!" 

Carmen Conde



“…Qué soledad de agua sin sirenas rojas.

Qué soledad de pinos ácidos errantes…
Voy a recoger mis ojos
abandonados en la orilla.”

Carmen Conde

"¡Qué sorpresa tu cuerpo, qué inefable vehemencia! Ser todo esto tuyo, poder gozar de todo sin haberlo soñado."

Carmen Conde





"¿Reír, cantar, estremecernos libres de desear y ser mucho más que la vida? No. Ya lo sé. Todo es algo que supe y por ello, por ti, permanezco en el mundo."


Carmen Conde


“…Sé que vienen jardines. Sé que brincan corceles.

Aprender todo eso me ha costado la vida.
Y os la dejo en el mármol, por si alguno la hallara
y quisiera saber cómo se olvida tanto.”

Carmen Conde


"¡Tú no te acabas nunca, tú no te apagas nunca! Aquí tenéis la lumbre, la que lo coge todo para quemar el cielo subiéndole la tierra." 

Carmen Conde


"Tu pecho, el que suspira, ajeno, estremecido de cosas que tú ignoras, de mundos que lo mueven..."

Carmen Conde


"Tus ojos son las fuentes donde beben los tigres, que cuando tienen sed no respetan las selvas."

Carmen Conde



Yo sólo sé del amor
que me tuvo enamorada

Carmen Conde




"Yo soy más fuerte que tú, porque me apoyo en ti."

Carmen Conde