Amor prohibido

"¡Subes centelleante de labios y de ojeras!
Por tus venas subo, como un can herido
que busca el refugio de blandas aceras.

Amor, en el mundo tú eres un pecado!
Mi beso en la punta chispeante del cuerno
del diablo; mi beso que es credo sagrado!

Espíritu en el horópter que pasa
¡puro en su blasfemia!
¡el corazón que engendra al cerebro!
que pasa hacia el tuyo, por mi barro triste.
¡Platónico estambre
que existe en el cáliz donde tu alma existe!

¿Algún penitente silencio siniestro?
¿Tú acaso lo escuchas? Inocente flor!
… Y saber que donde no hay un Padrenuestro,
el Amor es un Cristo pecador!"

César Abraham Vallejo mendoza


“…Anoche, unos abriles granas capitularon
ante mis mayos desarmados de juventud…”

César Vallejo



"Aquella noche de setiembre, fuiste tan buena para mí... ¡Hasta dolerme!"

César Vallejo


Ausente

"Ausente! La mañana en que me vaya
más lejos de lo lejos, al Misterio,
como siguiendo inevitable raya,
tus pies resbalarán al cementerio.

Ausente! La mañana en que a la playa
del mar de sombra y del callado imperio,
como un pájaro lúgubre me vaya,
será el blanco panteón tu cautiverio.

Se habrá hecho de noche en tus miradas;
y sufrirás, y tomarás entonces
penitentes blancuras laceradas.

Ausente! Y en tus propios sufrimientos
ha de cruzar entre un llorar de bronces
una jauría de remordimientos!"


César Vallejo




“… ¡Ay, yo que sólo he nacido solamente!…”

César Vallejo

“…¿Batallas? ¡No! Pasiones. Y pasiones precedidas
de dolores con rejas de esperanzas,
de dolores de pueblos con esperanzas de hombres!…”


César Vallejo




Bordas de hielo

Vengo a verte pasar todos los días,
vaporcito encantado siempre lejos…
Tus ojos son dos rubios capitanes;
tu labio es un brevísimo pañuelo
rojo que ondea ¡en un adiós de sangre!

Vengo a verte pasar; hasta que un día,
embriagada de tiempo y de crueldad,
vaporcito encantado siempre lejos,
la estrella de la tarde partirá!

Las jarcias; vientos que traicionan; vientos
de mujer que pasó!
Tus fríos capitanes darán orden;
y quien habrá partido seré yo.

César Vallejo



“Casi toqué la parte de mi todo y me contuve
con un tiro en la lengua detrás de mi palabra…”


César Vallejo



Considerando en frío, imparcialmente...

Considerando en frío, imparcialmente,
que el hombre es triste, tose y, sin embargo,
se complace en su pecho colorado;
que lo único que hace es componerse
de días;
que es lóbrego mamífero y se peina…

Considerando
que el hombre procede suavemente del trabajo
y repercute jefe, suena subordinado;
que el diagrama del tiempo
es constante diorama en sus medallas
y, a medio abrir, sus ojos estudiaron,
desde lejanos tiempos,
su fórmula famélica de masa…

Comprendiendo sin esfuerzo
que el hombre se queda, a veces, pensando,
como queriendo llorar,
y, sujeto a tenderse como objeto,
se hace buen carpintero, suda, mata
y luego canta, almuerza, se abotona…

Considerando también
que el hombre es en verdad un animal
y, no obstante, al voltear, me da con su tristeza en la cabeza…

Examinando, en fin,
sus encontradas piezas, su retrete,
su desesperación, al terminar su día atroz, borrándolo…

Comprendiendo
que él sabe que le quiero,
que le odio con afecto y me es, en suma, indiferente…

Considerando sus documentos generales
y mirando con lentes aquel certificado
que prueba que nació muy pequeñito…

le hago una seña,
viene,
y le doy un abrazo, emocionado.
¡Qué mas da! Emocionado… Emocionado…

César Vallejo


"(...) desgraciadamente,
el dolor crece en el mundo a cada rato,
crece a treinta minutos por segundo, paso a paso,
y la naturaleza del dolor, es el dolor dos veces
y la condición del martirio, carnívora, voraz,
es el dolor dos veces
y la función de la yerba purísima, el dolor
dos veces
y el bien de ser, dolernos doblemente.
Jamás, hombres humanos,
hubo tanto dolor en el pecho, en la solapa, en la cartera,
en el vaso, en la carnicería, en la aritmética!
Jamás tanto cariño doloroso,
jamás tan cerca arremetió lo lejos,
jamás el fuego nunca
jugó mejor su rol de frío muerto!
Jamás, señor ministro de salud, fue la salud
más mortal
y la migraña extrajo tanta frente de la frente!
Y el mueble tuvo en su cajón, dolor,
el corazón, en su cajón, dolor,
la lagartija, en su cajón, dolor."

César Vallejo



Desnudo en barro

Como horribles batracios a la atmósfera,
suben visajes lúgubres al labio.
Por el Sahara azul de la Sustancia
camina un verso gris, un dromedario.

Fosforece un mohín de sueños crueles.
Y el ciego que murió lleno de voces
de nieve. Y madrugar, poeta, nómada,
al crudísimo día de ser hombre.

Las Horas van febriles, y en los ángulos
abortan rubios siglos de ventura.
¡Quién tira tanto el hilo: quién descuelga
sin piedad nuestros nervios,
cordeles ya gastados, a la tumba!

¡Amor! Y tú también. Pedradas negras
se engendran en tu máscara y la rompen.
¡La tumba es todavía
un sexo de mujer que atrae al hombre!

César Vallejo



"(...) El carnicero piensa en ti, palpando el hacha en que están presos el acero y el hierro y el metal: jamás olvides que durante la misa no hay amigos."

César Vallejo



"El literato de puerta cerrada no sabe nada de la vida. La política, el amor, el problema económico, el desastre cordial de la esperanza, la refriega directa del hombre con los hombres, el drama menudo e inmediato de las fuerzas y las direcciones contrarias de la realidad, nada de esto sacude personalmente al escritor de puertas cerradas."

César Vallejo


Ello es el lugar donde me pongo...

Ello es que el lugar donde me pongo
el pantalón, es una casa donde
me quito la camisa en alta voz
y donde tengo un suelo, un alma, un mapa de mi España.
Ahora mismo hablaba
de mí conmigo, y ponía
sobre un pequeño libro un pan tremendo
y he, luego, hecho el traslado, he trasladado,
queriendo canturrear un poco, el lado
derecho de la vida al lado izquierdo;
más tarde, me he lavado todo, el vientre,
briosa, dignamente;
he dado vuelta a ver lo que se ensucia,
he raspado lo que me lleva tan cerca
y he ordenado bien el mapa que
cabeceaba o lloraba, no lo sé.

Mi casa, por desgracia, es una casa,
un suelo por ventura, donde vive
con su inscripción mi cucharita amada,
mi querido esqueleto ya sin letras,
la navaja, un cigarro permanente.
De veras, cuando pienso
en lo que es la vida,
no puedo evitar de decírselo a Georgette,
a fin de comer algo agradable y salir,
por la tarde, comprar un buen periódico,
guardar un día para cuando no haya,
una noche también, para cuando haya
(así se dice en el Perú —me excuso);
del mismo modo, sufro con gran cuidado,
a fin de no gritar o de llorar, ya que los ojos
poseen, independientemente de uno, sus pobrezas,
quiero decir, su oficio, algo
que resbala del alma y cae al alma.

Habiendo atravesado
quince años; después, quince, y, antes, quince,
uno se siente, en realidad, tontillo,
es natural, por lo demás ¡qué hacer!
¿Y qué dejar de hacer, que es lo peor?
Sino vivir, sino llegar
a ser lo que es uno entre millones
de panes, entre miles de vinos, entre cientos de bocas,
entre el sol y su rayo que es de luna
y entre la misa, el pan, el vino y mi alma.

Hoy es domingo y, por eso,
me viene a la cabeza la idea, al pecho el llanto
y a la garganta, así como un gran bulto.
Hoy es domingo, y esto
tiene muchos siglos; de otra manera,
sería, quizá, lunes, y vendríame al corazón la idea,
al seso, el llanto
y a la garganta, una gana espantosa de ahogar
lo que ahora siento,
como un hombre que soy y que he sufrido.

César Vallejo




“… en este viernes tibio que anda
a cuestas bajo el sol:
¡por qué se habrá vestido de suertero
la voluntad de Dios!…”


César Vallejo




"¿Es para eso que morimos tanto? ¿Para sólo morir, tenemos que morir a cada instante?"

César Vallejo



Esto...

Esto
sucedió entre dos párpados; temblé
en mi vaina, colérico, alcalino,
parado junto al lúbrico equinoccio,
al pie del frío incendio en que me acabo.

Resbalón alcalino, voy diciendo,
más acá de los ajos, sobre el sentido almíbar,
más adentro, muy más, de las herrumbres,
al ir el agua y al volver la ola.
Resbalón alcalino
también y grandemente, en el montaje colosal del cielo.

¡Qué venablos y harpones lanzaré, si muero
en mi vaina; daré en hojas de plátano sagrado
mis cinco huesecillos subalternos,
y en la mirada, la mirada misma!
(Dicen que en los suspiros se edifican
entonces acordeones óseos, táctiles;
dicen que cuando mueren así los que se acaban,
¡ay! mueren fuera del reloj, la mano
agarrada a un zapato solitario)

Comprendiéndolo y todo, coronel
y todo, en el sentido llorante de esta voz,
me hago doler yo mismo, extraigo tristemente,
por la noche, mis uñas;
luego no tengo nada y hablo solo,
reviso mis semestres
y para henchir mi vértebra, me toco.

César Vallejo


"Evadirse de la prisión de la forma poética y de la sintaxis."

César Vallejo



"Hay soledad en el hogar sin bulla, sin noticias, sin verde, sin niñez."

César Vallejo




Hoy me gusta la vida mucho menos

"Hoy me gusta la vida mucho menos,
pero siempre me gusta vivir: ya lo decía.
Casi toqué la parte de mi todo y me contuve
con un tiro en la lengua detrás de mi palabra.

Hoy me palpo el mentón en retirada
y en estos momentáneos pantalones yo me digo:
¡Tanta vida y jamás!
¡Tantos años y siempre mis semanas!…
Mis padres enterrados con su piedra
y su triste estirón que no ha acabado;
de cuerpo entero hermanos, mis hermanos,
y, en fin, mi ser parado y en chaleco.

Me gusta la vida enormemente
pero, desde luego,
con mi muerte querida y mi café
y viendo los castaños frondosos de París
y diciendo:
Es un ojo éste; una frente ésta, aquélla… Y repitiendo:
¡Tanta vida y jamás me falla la tonada!
¡Tantos años y siempre, siempre, siempre!

Dije chaleco, dije
todo, parte, ansia, dice casi, por no llorar.
Que es verdad que sufrí en aquel hospital que queda al lado
y que está bien y está mal haber mirado
de abajo para arriba mi organismo.

Me gustará vivir siempre, así fuese de barriga,
porque, como iba diciendo y lo repito,
¡tanta vida y jamás y jamás! ¡Y tantos años,
y siempre, mucho siempre, siempre siempre!"


César Vallejo



"Hoy no ha venido nadie y hoy he muerto qué poco en esta tarde."


César Vallejo

“Importa que el otoño se injerte en los otoños,
importa que el otoño se integre de retoños,
la nube, de semestres; de pómulos…”


César Vallejo



"¡La tumba es todavía un sexo de mujer que atrae al hombre!"

César Vallejo

“Linda Regia! Tus venas son fermentos
de mi no ser antiguo y del champaña
negro de mi vivir!…”


César Vallejo



"¡Llegué a confundirme con ella, tanto! Por sus recodos espirituales, yo me iba jugando entre tiernos fresales, entre sus griegas manos matinales."

César Vallejo



"Los golpes de Massis y sus amigos contra el Oriente y contra los orientalistas, más o menos francos o disimulados, tales como Lenin, Curtius, Keyserling, Spengler, son golpes defensivos. Massis no quiere dominar el Oriente, sino defender a Europa de lo que él llama "el peligro oriental”. En cambio, los golpes de Massignon y de los demás orientalistas de la en cuesta, son golpes ofensivos o, por lo menos, violentas demandas por delitos de cultura y humanidad, que ellos se encargan de denunciar y precisar uno por uno. Europa desconoce totalmente el Oriente. Se ha explotado las riquezas orientales sin medida ni moral alguna. Existía en el pasado del Oriente muchas cosas interesantes y los europeos las han hecho desaparecer por completo. En fin, la acción europea ha producido la debacle de la vida y de la cultura del Oriente. Es hora, pues, de que el Occidente rinda cuenta de esta ruina absoluta del espíritu oriental...
Entonces, todo el mundo se pregunta: ¿Los pueblos del Oriente son capaces de organizarse económicamente fuera de Europa y contra Europa?
Solamente el Japón posee industria. La India, el Egipto, la Turquía, empiezan recién a organizar la suya y sus fábricas están todavía en embrión.
En el Oriente musulmán no hay todavía nada. Pero la impotencia actual contribuirá allí a aumentar el odio, ese odio con el que aquellos pueblos nos empiezan a conminar al juicio de la historia.
Y el mismo señor Massignon se encarga de definir este juicio, con las siguientes palabras de conciencia: ‘'Desde Cristóbal Colón, todos los europeos cargamos los pecados de la mala colonización. Hemos arruinado las filosofías y las religiones del Oriente. Los orientales no creen ya en nada.
Un vacío inmenso se ha producido en la vida del Oriente y allí sólo cabe la anarquía o el suicidio. Una gran desgracia les aflige: han perdido su alma y la han perdido por nosotros. Ahora la reclaman de Europa y tal es la terrible cuenta que tenemos que rendir ante el Oriente..." Palabras ti emendas son éstas; voces apocalípticas, corneta de juicio final. Porque estas afirmaciones salen de la conciencia honrada de un hombre insospechable y sabio en la materia. M. Louis Massignon, que es el Profesor del Colegio de Francia, ha vivido largos años en Marruecos, en Egipto, en Bagdad, en Constantinopla, en Jerusalén, en los Dardanelos, en Siria. Sus declaraciones acerca del Oriente nada tienen de literarias y diplomáticas, como las de Paul Morand, ni de eclesiástica cortesana, como las de Tagore.
M. Massignon que no sirve los intereses de ninguna cancillería ni felicita con voz de pastor alemán a los reyes y dictadores europeos, es un escritor libre. No es siquiera un apóstol ni un correo de gabinete. M. Massignon habla solamente como un hombre."

César Vallejo
Desde Europa


Los heraldos negros


"Hay golpes en la vida, tan fuertes… ¡Yo no sé!
Golpes como del odio de Dios; como si ante ellos,
la resaca de todo lo sufrido
se empozara en el alma… ¡Yo no sé!

Son pocos; pero son… Abren zanjas oscuras
en el rostro más fiero y en el lomo más fuerte.
Serán tal vez los potros de bárbaros atilas;
o lo heraldos negros que nos manda la Muerte.

Son las caídas hondas de los Cristos del alma,
de alguna fe adorable que el Destino blasfema.
Esos golpes sangrientos son las crepitaciones
de algún pan que en la puerta del horno se nos quema.

Y el hombre… Pobre… pobre! Vuelve los ojos, como
cuando por sobre el hombro nos llama una palmada;
vuelve los ojos locos, y todo lo vivido
se empoza, como charco de culpa, en la mirada.

Hay golpes en la vida, tan fuertes… ¡Yo no sé!"

César Vallejo




"Me gustará vivir siempre, así fuese de barriga, porque, como iba diciendo y lo repito, ¡tanta vida y jamás! ¡Y tantos años, y siempre, mucho tiempo, siempre, siempre!"

César Vallejo


Me moriré en París con aguacero,
un día del cual tengo ya el recuerdo.
Me moriré en París –y no me corro–
tal vez un jueves, como es hoy de otoño.
(...)

César Vallejo


Me viene, hay días, una gana ubérrima, política...

Me viene, hay días, una gana ubérrima, política,
de querer, de besar al cariño en sus dos rostros,
y me viene de lejos un querer
demostrativo, otro querer amar, de grado o fuerza,
al que me odia, al que rasga su papel, al muchachito,
a la que llora por el que lloraba,
al rey del vino, al esclavo del agua,
al que ocultóse en su ira,
al que suda, al que pasa, al que sacude su persona en mi alma.
Y quiero, por lo tanto, acomodarle
al que me habla, su trenza; sus cabellos, al soldado;
su luz, al grande; su grandeza, al chico.
Quiero planchar directamente
un pañuelo al que no puede llorar
y, cuando estoy triste o me duele la dicha,
remendar a los niños y a los genios.

Quiero ayudar al bueno a ser su poquillo de malo
y me urge estar sentado
a la diestra del zurdo, y responder al mudo,
tratando de serle útil en
lo que puedo, y también quiero muchísimo
lavarle al cojo el pie,
y ayudarle a dormir al tuerto próximo.

¡Ah querer, éste, el mío, éste, el mundial,
interhumano y parroquial, provecto!
Me viene a pelo,
desde el cimiento, desde la ingle pública,
y, viniendo de lejos, da ganas de besarle
la bufanda al cantor,
y al que sufre, besarle en su sartén,
al sordo, en su rumor craneano, impávido;
al que me da lo que olvidé en mi seno,
en su Dante, en su Chaplin, en sus hombros.

Quiero, para terminar,
cuando estoy al borde célebre de la violencia
o lleno de pecho el corazón, querría
ayudar a reír al que sonríe,
ponerle un pajarillo al malvado en plena nuca,
cuidar a los enfermos enfadándolos,
comprarle al vendedor,
ayudarle a matar al matador —cosa terrible—
y quisiera yo ser bueno conmigo
en todo.

César Vallejo



"¡Melancolía, deja de secarme la vida y desnuda tu labio de mujer!"


César Vallejo


“… Mi corazón es tiesto regado de amargura;
hay otros viejos pájaros que pastan dentro de él…”


César Vallejo

Avestruz


"Mi dolor es el viento del norte y del viento del sur."

César Vallejo



“… Mi madre me ajusta el cuello del abrigo, no porque empieza a
nevar, sino para que empiece a nevar…”


César Vallejo




“…muchos días el viento cambia de aire,
el terreno, de filo,
de nivel el fusil republicano.
Varios días España está española…”


César Vallejo




"Muchos teatros rusos han eliminado completamente el telón. El primero en dar el ejemplo fue el teatro Mayerhold. Ello obedece a un imperativo de mayor verismo escénico. Así la representación pierde en ilusión, pero gana en realismo. El telón es infantil y propicia el ensueño, la fantasía. El telón es la tapa del cofre mágico. Contiene un elemento de pueril y suma convención. Sugiere las ideas de escamoteo, de truco, de añagaza. Recuerda esos juegos de niños en que uno de éstos tiene que darse vuelta a fin de no ver los medios y la forma de que se sirve el otro para concertar el misterio o sorpresa que le prepara. El espectador, que ya no es un niño —por mucho que se esfuercen los estetas burgueses en hacer del arte un simple juego infantil—, ha renunciado al regalo de hadas que supone el telón y pide verlo todo con sus propios ojos materiales. Esta preferencia se manifiesta particularmente en los países donde el drama social de la Historia ha sido o es más descarnado y entrañable. Contra lo que quisieran sostener los artistas y críticos idealistas, la tragedia económica de hoy no tiene seguramente nada de ilusorio, de sueño ni de juego infantil. Este debate y conflicto dramáticos de nuestra época son de un realismo crudo y exento de ficciones. Más aún: la tragedia social de hoy está determinada por factores y hechos consumados e irrefragables de la Historia, que ninguna convención o voluntad pueden ahora desestimar ni destruir. Del mismo modo, el arte que se haga cargo de esa tragedia, también ha de tratarla y recrearla sujetándose en lo posible al mismo realismo y al mismo determinismo del conflicto. Por consiguiente, el elemento convencional del teatro —ya que este arte reposa más que ningún otro en la ficción— debe ser el mínimo posible y lo menos convencional. La concepción soviética del arte no admite la teoría de ciertas capillas literarias burguesas, según la cual las leyes artísticas son totalmente distintas de las leyes de la vida. Esta fórmula, aparte de ser arbitraria, es delicuescente y casuística, y expresa la manía cerebralista morbosa de las estéticas capitalistas.
Sin embargo, el teatro de la Unión Profesional conserva aún el telón, Al levantarlo, irrumpe en la escena un estridente ruido de calderería. La acción de la pieza pasa en un taller de mecánica para transportes. El decorado es de una fuerza y de una originalidad extraordinarias. Mientras los demás teatros del mundo no salen de los consabidos decorados a base de residencias burguesas, castillos condales o, a lo sumo, de alquerías pastoriles, he aquí que los regisseurs rusos movilizan en la escena, por primera vez en la Historia, las fábricas e instalaciones electromecánicas, es decir, la atmósfera más pesada y a la vez más fecunda del trabajo moderno. Hela aquí, en su auténtica y maravillosa realidad, con todos sus resortes estéticos y su dinámica creadora. Es la mise en scène del trabajo. El aparato de la producción. La emoción que despierta el decorado es de una grandeza exultante. De las poleas y transmisiones, de los yunques, de los hilos conductores, de los motores, brota la chispa, el relámpago violáceo, el zig-zag deslumbrante, el tranquilo isócrono, los tic-tacs implacables, el silbido neumático y ardiente, como de un animal airado e invisible. No estamos ante una calderería simulada, fabricada de cartón y sincronizada con sones de añagaza. Es éste un taller de verdad, una maquinaria de carne y hueso, un trozo palpitante de la vida real. Los obreros se agitan aquí y allá, a grandes y angulosos movimientos, como en un gran aguafuerte. El diálogo es errátil y geométrico, como un haz de corrientes eléctricas. Los circuitos del verbo proletario y los de la energía mecánica del taller se forman y se rompen, superponiéndose y cruzándose a manera de aros de un jongleur invisible, Yo, que ignoro completamente el ruso, me atengo y me contento con sólo la fonética de las palabras. Esta sinfonía de las voces ininteligibles mezcladas a los estallidos de las máquinas, me fascina y me entusiasma extrañamente. Podría seguir oyéndola, al par que, viendo el movimiento del taller, indefinidamente."

César Vallejo
Reflexiones al pie del Kremlin


“…¡Muerte y pasión guerreras entre olivos, entendámonos!
Tal en tu aliento cambian de agujas atmosféricas los vientos
y de llave las tumbas en tu pecho,
tu frontal elevándose a primera potencia de martirio….”


César Vallejo




"¡Oh! Botella sin vino ¡Oh! ¡Vino que enviudó de esta botella!"

César Vallejo


"¡Oh! Escándalo de miel de los crepúsculos. Oh, estruendo mudo."


César Vallejo


"Pero para las lágrimas de amor, los luceros son lindos pañuelitos lilas, naranjos, verdes, que empapa el corazón."


César Vallejo


Piensan los viejos asnos

Ahora vestiríame
de músico por verle,
chocaría con su alma, sobándole el destino con mi mano,
le dejaría tranquilo, ya que es un alma a pausas,
en fin, le dejaría
posiblemente muerto sobre su cuerpo muerto.

Podría hoy dilatarse en este frío,
podría toser; le vi bostezar, duplicándose en mi oído
su aciago movimiento muscular.
Tal me refiero a un hombre, a su placa positiva
y, ¿por qué no? a su boldo ejecutante,
aquel horrible filamento lujoso;
a su bastón con puño de plata con perrito,
y a los niños
que él dijo eran sus fúnebres cuñados.

Por eso vestiríame hoy de músico,
chocaría con su alma que quedóse mirando a mi materia...

¡Mas ya nunca veréle afeitándose al pie de su mañana;
ya nunca, ya jamás, ya para qué!

¡Hay que ver! ¡qué cosa cosa!
¡qué jamás de jamases su jamás!

César Vallejo



"Pienso en tu sexo, surco más prolífico y armonioso que el vientre de la Sombra."


César Vallejo



"Pues de resultas del dolor, hay algunos que nacen, otros crecen, otros mueren, y otros que nacen y no mueren, otros que sin haber nacido mueren y otros que no nacen ni mueren (son los más)."

César Vallejo



"¡Pupitre, sí, toda la vida; púlpito, también toda la muerte!"

César Vallejo


"¿Quién no habla de un asunto muy importante muriendo de costumbre y llorando de oído?"


César Vallejo



“… ¿Quién va, bajo la nieve? ¿Están matando? No
Precisamente, va la vida coleando, con su segunda soga…”


César Vallejo




“… quisiera en sustancia ser dichoso,
obrar sin bastón, laica humildad, ni burro negro…”


César Vallejo






"Reanudo mí día de conejo, mi noche de elefante en descanso."

César Vallejo


"Saber más es ser más libre."

César Vallejo


"¡… Se amarán todos los hombres
y se comerán tomados de la punta de vuestros pañuelos tristes
y beberán en nombre
de vuestras gargantas infaustas!"


César Vallejo





“… si no veis a nadie, si os asustan
los lápices sin punta, si la madre
España cae —digo, es un decir—,
salid, niños, del mundo; id a buscarla!…”


César Vallejo



"Simplificado el corazón, pienso en tu sexo, ante el hijear maduro del día."

César Vallejo



Sombrero, abrigo, guantes

"Enfrente a la Comedia Francesa, está el Café
de la Regencia; en él hay una pieza
recóndita, con una butaca y una mesa.
Cuando entro, el polvo inmóvil se ha puesto ya de pie.

Entre mis labios hechos de jebe, la pavesa
de un cigarrillo humea, y en el humo se ve
dos humos intensivos, el tórax del Café,
y en el tórax, un óxido profundo de tristeza.

Importa que el otoño se injerte en los otoños,
importa que el otoño se integre de retoños,
la nube, de semestres; de pómulos, la arruga.

Importa oler a loco postulando
¡qué cálida es la nieve, qué fugaz la tortuga,
el cómo qué sencillo, qué fulminante el cuánto!"

César Vallejo

“Tal la tierra oirá en tu silenciar
cómo nos van cobrando todos
el alquiler del mundo donde nos dejas…”


César Vallejo





"Tus fríos capitanes darán orden;
y quien habrá partido seré yo."

César Vallejo
Bordas de hielo

"¡Tus pies son dos heráldicas alondras que eternamente llegan de mi ayer!"

César Vallejo


“… Vámonos! Vámonos! Estoy herido;
Vámonos a beber lo ya bebido,
Vámonos, cuervo, a fecundar tu cuerva.”


César Vallejo



"Y en esta hora fría, en que la tierra trasciende a polvo humano y es tan triste, quisiera yo tocar las puertas, y suplicar a no sé quién, perdón, y hacerle pedacitos el pan fresco aquí en el horno de mi corazón..."

César Vallejo



"Y hembra es el alma de la ausente. Y hembra es el alma mía."

César Vallejo



"¡Ya no llores, Verano! En aquel surco muere una rosa que renace mucho…"


César Vallejo




“Yo amo a las plantas por la raíz y no por la flor.”

César Vallejo


“Yo nací un día que Dios estuvo enfermo.”

César Vallejo