"Así que me tragué el opio. No creo que hubiera bastante como para perjudicarme, y como además el señor de Sainte-Croix se abalanzó sobre mí, más de la mitad se cayó al suelo. Todo el mundo se asustó. Me hicieron tomar ácidos para contrarrestar el efecto del opio. Hice todo lo que me pidieron con docilidad, no porque tuviese miedo, sino porque habrían insistido, y me habría resultado molesto resistirme. Cuando digo que no tenía miedo, no es porque supiese que había poco peligro. Yo no conocía en absoluto los efectos que producía el opio, y me los imaginaba mucho más terribles. Pero de acuerdo con mi dilema, me era completamente indiferente el resultado. No obstante, mi docilidad en dejarme suministrar todo aquello que podía impedir el efecto de lo que acababa de hacer, debió de persuadir a los espectadores de que aquella tragedia no tenía nada de serio.
No ha sido la única vez en mi vida que, después de un acto grandioso, me ha fastidiado de repente la solemnidad que habría sido necesaria para mantenerlo, y por puro aburrimiento he deshecho mi propia obra. Después de administrarme todos los remedios que se pensó útiles, se me soltó un pequeño sermón, medio compasivo, medio doctoral, que escuché con aire compungido; Mademoiselle Pourras apareció, pues no estaba presente mientras yo hacía todas aquellas locuras por ella, y tuve la inconsecuente delicadeza de secundar a su madre en sus esfuerzos para que la hija no se diera cuenta de nada. Mademoiselle Pourras iba arreglada para la ópera, donde estrenaban Tarare, de Beaumarchais. Madame Pourras me propuso acompañarlas y acepté, de modo que mi envenenamiento terminó, para que todo acabara siendo tragicómico en aquel asunto, con una velada en la ópera. Estuve incluso muy alegre, ya fuera porque el opio había producido en mí aquel efecto, o, cosa que me parece más probable, porque quisiese olvidar todo lo lúgubre que había pasado y necesitase divertirme.
Al día siguiente, Madame Pourras, que vio la necesidad de poner término a mis extravagancias, tomó como excusa mis cartas a su hija, que fingió no conocer hasta aquel día, y me escribió que había abusado de su confianza al proponer a su hija que se fugase mientras yo era recibido en su casa. Por consiguiente, me anunciaba que no me recibiría más, y para quitarme toda esperanza y todo medio de continuar con mis tentativas, hizo llamar al señor de Charrière, a quien rogó que preguntara a su hija lo que sentía por mí. Con total sinceridad, Mademoiselle Pourras respondió al señor de Charrière que yo jamás le había hablado de amor, que le habían sorprendido mucho mis cartas, que jamás había hecho ni dicho nada que pudiera autorizarme a semejantes proposiciones, que no me amaba en absoluto, que estaba muy contenta con el matrimonio que sus padres proyectaban para ella y que aprobaba encantada todas las decisiones de su madre a mi respecto. El señor de Charrière me contó aquella conversación, añadiendo que, si él hubiera notado en la joven el menor interés por mí, habría intentado inclinar a la madre a mi favor.
Y así terminó la aventura. Aunque no puedo decir que sintiese una gran pena. Había estado obnubilado durante algunos momentos; la irritación ante el obstáculo me había inspirado una especie de obstinación; el miedo a ser obligado a volver con mi padre me había hecho perseverar en una empresa desesperada; mi mala cabeza me había hecho elegir los medios más absurdos, a los que mi timidez había vuelto todavía más absurdos. Pero creo que nunca hubo amor en el fondo de mi corazón. Lo único que sé es que al día siguiente de renunciar a aquel proyecto estaba completamente consolado."

Benjamin Constant
El cuaderno rojo


“Cuando la edad de las pasiones ha pasado ¿qué otra cosa podemos desear si no es evadirnos de la vida con la menor cantidad posible de dolor?”

Paul Henri Benjamin Balluet d´Estournelles de Constant 


“Debemos decidir, actuar y ser silenciosos.” 

Benjamin Constant



"El amor crea un pasado como por encantamiento y nos rodea de él. Nos da, por así decirlo, la conciencia de haber vivido durante años con un ser que no hace mucho nos resultaba casi extraño. El amor es sólo un punto luminoso, y sin embargo parece apoderarse del tiempo. Hace unos días no existía, pronto dejará de existir; pero mientras existe expande su luz tanto sobre la época que lo ha precedido como sobre la que debe seguirlo."

Benjamin Constant
Adolphe


“Es duro, es doloroso, no ser amado cuando se ama todavía, pero es bastante más duro ser todavía amado cuando ya no se ama.” 

Benjamin Constant




“Horrible desgracia es amar sin ser amado, pero más horrible es aún ser amado cuando ya no se ama.” 

Benjamin Constant



“La diversidad es la vida, la uniformidad es la muerte.” 

Benjamin Constant



“La gratitud tiene poca memoria.” 

Benjamin Constant


"La libertad individual es la piedra angular del sistema político-constitucional."

Benjamin Constant




“La libertad no es otra cosa que aquello que la sociedad tiene el derecho de hacer y el estado no tiene el derecho de impedir.”

Benjamin Constant



“La meditación fortifica a los fuertes y debilita a los débiles.” 

Benjamin Constant



“La naturaleza vive de transacciones, de transiciones y de conciliaciones: imitémosla.” 

Benjamin Constant



“Lo arbitrario no sólo es funesto cuando se utiliza para el crimen. Empleado contra el crimen, también es peligroso.” 

Benjamin Constant



“Somos criaturas tan tornadizas que acabamos por experimentar los sentimientos que fingimos.”

Benjamin Constant

"Todo impuesto es un mal necesario; pero como todos los males necesarios, hay que reducirlo lo más posible. Cuantos más medios se dejan a disposición de la industria, más prospera un Estado. El impuesto, aunque sólo sea porque le quita una porción cualquiera de esos medios a la industria, es dañino."

Benjamin Constant
Principios de política