"¡Ah! Los pobres muertos abandonados, ¡cuánto frío deben pasar en su tumba casual!"



Alphonse Daudet
La agonía del "semillante"




“¡Cuánta gente sobre cuya biblioteca se podría escribir: “para uso externo”, como sobre los frascos de farmacia!”

Alphonse Daudet



"El adjetivo debe ser la amante del sustantivo y no la mujer legítima. Entre palabras van bien ligámenes pasajeros y no matrimonios eternos. De esto se desprende si un escritor es original."

Alphonse Daudet



“El odio es la cólera de los débiles.”

Alphonse Daudet


"El regimiento estaba en batalla sobre un repecho de la vía férrea, sirviendo de blanco a todo el ejército prusiano amontonado en frente, bajo el bosque. Se fusilaban a ochenta metros. Los oficiales no cesaban de gritar: "¡acostaos!" pero ningún soldado quería obedecer y el fiero regimiento seguía de pie, agrupado alrededor de una bandera. En ese gran horizonte de sol poniente, de trigos en espiga y de pastos de ganado, aquella masa de hombres, atormentados y envueltos en el manto inmenso de la humareda confusa, tenía el aspecto de un rebaño sorprendido a campo raso en el primer torbellino de un huracán formidable. El hierro caía como una lluvia sobre el repecho en donde no se oía sino la crepitación de la fusilería, el ruido sordo de las gábatas rodando entre la fosa y las balas que vibraban eternamente de un extremo a otro del campo de batalla, como las cuerdas tendidas de un instrumento siniestro y retumbante. De cuando en cuando la bandera que se alzaba sobre las cabezas, agitándose al viento de la metralla, perdíase entre el humo; y una voz grave y fiera, hacía oír, dominando el estrépito de las armas y las quejas y juramentos de los heridos, estas breves palabras: "A la bandera, hijos míos, a la bandera"... Entonces un oficial, vago como una sombra, ágil como una flecha, desaparecía un instante entre la niebla roja; y la heroica enseña volvía a desenvolver sus pliegues por encima de la batalla."

Alphonse Daudet
El abanderado



“La materialidad es la razón de ser de la mujer, su función, su alegría y su salvaguarda.”

Alphonse Daudet


"Los conejos se han aposentado en la parte trasera. Han visto la puerta del molino cerrada durante largo tiempo y la hierba invadiendo el maderamen. Han venido para confirmar que la raza de los molineros se ha extinguido.
Encontraron un lugar que les convenía e hicieron toda suerte de madrigueras, un centro de operaciones estratégicas, el molino de Jemappes de los conejos. Sin decir una sola palabra que no sea cierta, la noche de mi llegada había alrededor de una veintena de ellos, echados en círculo sobre el maderamen, calentando sus patas a la luz de la luna. En el poco tiempo que me llevó abrir una ventana, huyeron y apenas pude apreciar sus colas batiendo el aire entre los arbustos. Espero que muchos de ellos regresen.
Algún otro que me ha visto es el arrendatario del primer piso, un siniestro viejo búho con cabeza de pensador, que ha vivido en el molino durante más de veinte años. Lo encontré erguido y preparándose para posarse en medio del roto techado, me miró un momento con sus ojos redondos, luego, bastante sorprendido y no habiéndome reconocido, comenzó a volar: Hou! Hou! y a agitar sus alas grises y polvorientas laboriosamente-estos pensadores nunca usan un cepillo. ¿Qué le sucede? Así se presenta, con sus ojos parpadeantes y su triste mirada, este inquilino silencioso me agrada mucho más que cualquier otro y me apresuro a renovar su contrato de arrendamiento."

Alphonse Daudet
Cartas desde mi molino


"Los hombres envejecen, pero no maduran".

Alphonse Daudet


"Mazémata-Pazémata. Las verdades elementales. Dolor.
¿Qué haces a cada instante?
Sufro.
Me veo en el espejo de mi cuarto de baño. ¡Qué demacración! De repente me he convertido en un pequeño anciano.
He saltado de los cuarenta y cinco a los sesenta y cinco años. Veinte años he experimentado.
Las duchas, cubículos vecinos: el pequeño español, el general ruso. Cuerpos encogidos, ojos febriles, hombros escuálidos.
El señor B ____ pasión por el ajenjo.
Hombres de negocios vienen hasta el final del día.
Una variante de un común adagio griego: Sufrir es instructivo.
En la parte trasera, la sala de esgrima. Ayat con sus prebostes. Choderlos, que domina el arte de la esgrima con un palo.
Savate. Boxeo. El señor de V___ (dos duchas al día durante años) levanta algunas pesas, luego va y se pesa en la parte posterior.
Una silla de ruedas.
Los baños de vapor.
El señor B____ Algunas veces se deja caer en la silla de ruedas. Su carne blanca aparenta una salud que disfrutó en otras ocasiones, pero ahora apenas puede caminar.
Ruidos en la ducha, voces que resuenan, el chasquido metálico de las hojas de la trastienda. La profunda tristeza que esto me causa. La vida física respecto a la cual soy incapaz.
Pájaros en la pobre noche, hiriéndose contra las paredes, ciegos a pesar de tener los ojos abiertos.
La tortura camina desde los baños a través de los Campos Eliseos. Las seis de la tarde. Una hermosa tarde, filas de asientos dispuestos.
Me concentro en caminar recto. Temo padecer un ataque: punzantes dolores aguijonean mis pies como un amolador de cuchillos. Aunque sea la ruta más conveniente y la menos dolorosa para mis pies: tengo que seguir caminando."

Alphonse Daudet
En la tierra del dolor



"No tengo ninguna estima por el hombre que a los veinte años no ha sido nacionalista o comunista."

Alphonse Daudet


"Una sociedad sin jerarquía es una casa sin escalera."

Alphonse Daudet