"Ella no había concebido planes para el futuro ni estaba interesada en nada. Un hecho sorprendente había sobrevenido en su vida -el presente. A él se había abandonado. Se había servido de las energías que aún le quedaban para evaporarse y continuar este proceso hasta el fin. Llegaría a ser, si disponía del tiempo suficiente, una mujer egoísta, que se jactara de sí misma con los restos de un banquete degustado con los ojos cerrados y las manos apáticas con apenas veintiséis años.
Sentía estas certezas sólo vagamente. Había una libertad alusiva al hecho de vivir, como el hallazgo de un sabor neófito en el microcosmos de sus propios sentidos. Era consciente de todo esto de forma confusa. Y la pena por su marido muerto devino en placer derivado de la nueva existencia que el funesto deceso le había otorgado.
Pensó en él de forma magnánima, atribuyéndole perfecciones inéditas y dotando a la inteligencia del difunto de una sabiduría más allá de la suya. Se servía de su memoria de una forma extraña. Cuando discutía con sus amigos o con los niños, cuando albergaba dudas en relación a la extravagancia o al narcisismo de sus acciones, el radicalismo que se había adueñado de ella la llevaba a traer a colación a su difunto esposo. El hecho de que estuviera muerto confería un halo de santidad a sus puntos de vista. No lo percibía en sí misma, pero sí en la mirada de los otros. Percibía sin escrúpulo alguno en sus amigos y en sus hijos que respetaban más la opinión de un muerto que de una persona viva."

Ben Hecht
Gargoyles



"Hay una fundamental incompetencia de la mente humana para observar sin prejuicio, para informarse de las cosas sin querer aplicar enseguida la información obtenida y, sobre todo, para usar sin vanidad lo que se sabe."

Ben Hecht


"Un hombre sabio siempre permitirá que un tonto le robe las ideas sin gritar "ladrón". Si realmente es sabio, ese hecho no le empobrece a él ni enriquece al tonto. El ladrón se siente falsamente halagado por su latrocinio, siendo en realidad digno de lástima... Yo sé que un hombre que intenta convertirme a cualquier causa en realidad trata de convertirse a sí mismo, a menos que haya emprendido una profunda búsqueda bajo la máscara de una nobleza imaginaria... Sé que el hombre que exhibe su riqueza es como el mendigo que muestra su pobreza, ambos están mendigando, el rico la limosna de la envidia y el pobre la de la culpabilidad... El sabio no confiará demasiado en aquellos que lo admiran por su sabiduría. Sabe que un admirador nunca está realmente satisfecho hasta que puede sustituir la piedad por la admiración y el desprecio por el aplauso. Nuestros admiradores aguardan siempre nuestro colapso. Encuentran un solaz en el hecho de que nuestra superioridad es efímera y al final seremos como ellos -viejos e inútiles...Llegué a entender que los espíritus pomposos no tienen tanto una alta estima de sí mismos cuanto un ferviente deseo de suscitar tal opinión en los demás."

Ben Hecht
A child of the century







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