“¿Acaso importa que adorne el ala lo que oprime el vuelo?”

Delmira Agustini


“¡Ah! Por todos los templos, por todos los caminos, yo iba como en sueños, vagamente, hacia vos...”

Delmira Agustini



Amor

"Lo soñé impetuoso,  formidable y ardiente;
hablaba el impreciso lenguaje del torrente;
era un mar desbordado de locura y de fuego,
rodando por la vida como un eterno riego.

Luego soñélo triste, como un gran sol poniente
que dobla ante la noche la cabeza de fuego;
después rió, y en su boca tan tierna como un ruego,
soñaba sus cristales el alma de la fuente.

Y hoy sueño que es vibrante y suave y riente y triste,
que todas las tinieblas y todo el iris viste,
que, frágil como un ídolo y eterno como Dios,

sobre la vida toda su majestad levanta:
y el beso cae ardiendo a perfumar su planta

en una flor de fuego deshojada por dos...."



Delmira Agustini


“Bajo los grandes cielos afelpados de sombras o dorados de soles, arropada en el manto pálido y torrencial de mi melancolía, con una astral indiferencia miro pasar las intemperies...”

Delmira Agustini



“Barca, alma hermana; ¿Hacia qué tierras nunca vistas, de hondas revelaciones, de cosas imprevistas iremos? Yo ya muero de vivir y soñar...”

Delmira Agustini



Boca a boca

"Copa de vino donde quiero y sueño
beber la muerte con fruición sombría,
surco de fuego donde logra Ensueño
fuertes semillas de melancolía.

Boca que besas a distancia y llamas
en silencio, pastilla de locura,
color de sed y húmeda de llamas…
¡Verja de abismos es tu dentadura!

Sexo de un alma triste de gloriosa;
el placer unges de dolor; tu beso,
puñal de fuego en vaina de embeleso,
me come en sueños como un cáncer rosa…

Joya de sangre y luna, vaso pleno
de rosas de silencio y de armonía,
nectario de su miel y su veneno,
vampiro vuelto mariposa al día.

Tijera ardiente de glaciales lirios,
panal de besos, ánfora viviente
donde brindan delicias y delirios
fresas de aurora en vino de poniente…

Estuche de encendidos terciopelos
en que su voz es fúlgida presea,
alas del verbo amenazando vuelos,
cáliz en donde el corazón flamea.

Pico rojo del buitre del deseo
que hubiste sangre y alma entre mi boca,
de tu largo y sonante picoteo
brotó una llaga como flor de roca.

Inaccesible… Si otra vez mi vida
cruzas, dando a la tierra removida
siembra de oro tu verbo fecundo,
tú curarás la misteriosa herida:
lirio de muerte, cóndor de vida,

¡flor de tu beso que perfuma al mundo!"



Delmira Agustini


“Canta en la aurora rosada, canta en la tarde de plata, y cuando el sol, como un rey, muera en su manto escarlata, mientras que la noche llega, ¡Ensaya un ritmo y un sueño!”

Delmira Agustini



Ceguera

"Me abismo en una rara ceguera luminosa, 
un astro, casi un alma, me ha velado la Vida.
¿Se ha prendido en mí como brillante mariposa,
o en su disco de luz he quedado prendida?
No sé...
Rara ceguera que me borras el mundo,
estrella, casi alma, con que asciendo o me hundo.


¡Dame tu luz y vélame eternamente el mundo!"



Delmira Agustini



El arroyo


"¿Te acuerdas?
El arroyo fue la serpiente buena…
Yo muero extrañamente…
No me mata la Vida,
¿Te acuerdas?
El arroyo fue la serpiente buena…
Fluía triste y triste como un llanto de ciego
cuando en las piedras grises
donde arraiga la pena
como un inmenso lirio se levantó tu ruego.
Mi corazón, la piedra más gris y más serena,
despertó en la caricia de la corriente y luego
sintió cómo la tarde, con manos de agarena,
prendía sobre él una rosa de fuego.
Y mientras la serpiente del arroyo blandía
el veneno divino de la melancolía,
tocada de crepúsculo me abrumó tu cabeza,
la coroné de un beso fatal, en la corriente
vi pasar un cadáver de fuego… Y locamente
me derrumbó en tu abrazo profundo la tristeza."

Delmira Agustini


El cisne

Pupila azul de mi parque
es el sensitivo espejo
de un lago claro, muy claro!...
Tan claro que a veces creo
que en su cristalina página
se imprime mi pensamiento.

Flor del aire, flor del agua,
alma del lago es un cisne
con dos pupilas humanas,
grave y gentil como un príncipe;
alas lirio, remos rosa...
Pico en fuego, cuello triste
y orgulloso, y la blancura
y la suavidad de un cisne...

El ave cándida y grave
tiene un maléfico encanto;
clavel vestido de lirio,
trasciende a llama y milagro!...
Sus alas blancas me turban
como dos cálidos brazos;

ningunos labios ardieron
como su pico en mis manos;
ninguna testa ha caído
tan lánguida en mi regazo;

ninguna carne tan viva
he padecido o gozado:
viborean en sus venas
filtros dos veces humanos!

Del rubí de la lujuria
su testa está coronada:
y va arrastrando el deseo
en una cauda rosada...

Agua le doy en mis manos
y él parece beber fuego,
y yo parezco ofrecerle
todo el vaso de mi cuerpo...

Y vive tanto en mis sueños,
Y ahonda tanto en mi carne,
que a veces pienso si el cisne
con sus dos alas fugaces,

sus raros ojos humanos
y el rojo pico quemante,
es solo un cisne en mi lago
o es en mi vida un amante...

Al margen del lago claro
yo le interrogo en silencio...
y el silencio es una rosa
sobre su pico de fuego...
Pero en su carne me habla
y yo en mi carne le entiendo.

-A veces ¡toda! soy alma;
y a veces ¡toda! soy cuerpo.-
Hunde el pico en mi regazo
y se queda como muerto...

Y en la cristalina página,
en el sensitivo espejo
del algo que algunas veces
refleja mi pensamiento,
¡el cisne asusta, de rojo,
y yo, de blanca, doy miedo!

Delmira Agustini



El intruso

"Amor, la noche estaba trágica y sollozante
cuando tu llave de oro cantó en mi cerradura;
luego, la puerta abierta sobre la sombra helante,
tu forma fue una mancha de luz y de blancura.

Todo aquí lo alumbraron tus ojos de diamante;
bebieron en mi copa tus labios de frescura;
y descansó en mi almohada tu cabeza fragante;
me encantó tu descaro y adoré tu locura.

¡Y hoy río si tú ríes, y canto si tú cantas;
y si duermes, duermo como un perro a tus plantas!
¡Hoy llevo hasta en mi sombra tu olor de primavera;

y tiemblo si tu mano toca la cerradura;
y bendigo la noche sollozante y oscura

que floreció en mi vida tu boca tempranera!"



Delmira Agustini


“El triunfo de la noche. De tus manos, más bellas, fluyen todas las sombras y todas las estrellas, y mi cuerpo se vuelve profundo como un cielo.”

Delmira Agustini



“En el regazo de la tarde triste yo invoqué tu dolor... ¡Sentirlo era sentirte el corazón!”

Delmira Agustini



“¡Es tan divino quererse mucho, mucho y por toda la vida! Me parece que es toda la felicidad de la tierra.”

Delmira Agustini



Lo inefable

Yo muero extrañamente… No me mata la Vida,
No me mata la Muerte, no me mata el Amor,
Muero de un pensamiento mudo como una herida…
¿No habéis sentido nunca el extraño dolor

De un pensamiento inmenso que se arraiga en la vida
Devorando alma y carne, y no alcanza a dar flor?
¿Nunca llevasteis dentro una estrella dormida
Que os abrasaba enteros y no daba un fulgor?...

¡Cumbre de los Martirios!... Llevar eternamente,
Desgarradora y árida, la trágica simiente
Clavada en las entrañas como un diente feroz…

Pero arrancarla un día en una flor que abriera
Milagrosa, inviolable!... ¡Ah, más grande no fuera
Tener entre las manos la cabeza de Dios!

Delmira Agustini



“Manos enjoyadas del rubí de mi deseo, la perla de mi tristeza y el diamante de mi beso: llevad a la fosa misma un pétalo de mi cuerpo, manos que sois la vida, manos que sois ensueño.

Delmira Agustini


“Maravilloso nido del vértigo, ¡Tu boca! Dos pétalos de rosa abrochando un abismo...”

Delmira Agustini



“Mi corazón es miel, perfume y fuego, y vivo y muero de una sed gloriosa: tu sangre viva debe ser mi riego.”

Delmira Agustini


Mis amores

"Hoy han vuelto.
Por todos los senderos de la noche han venido
a llorar en mi lecho.
¡Fueron tantos, son tantos!
Yo no sé cuáles viven, yo no sé cuál ha muerto.
Me lloraré yo misma para llorarlos todos.
La noche bebe el llanto como un pañuelo negro.
Hay cabezas doradas a sol, como maduras…
Hay cabezas tocadas de sombra y de misterio,
cabezas coronadas de una espina invisible,
cabezas que son rosa, la rosa del ensueño,
cabezas que se doblan en cojines de abismo,
cabezas que quisieran descansar en el cielo,
algunas que no alcanzan a oler a primavera,
y muchas que trascienden a las flores de invierno.
Todas esas cabezas me duelen como llagas…
me duelen como muertos…

¡Ah…! y los ojos…los ojos me duelen más: ¡son dobles..!
Indefinidos, verdes, grises, azules, negros,
abrasan si fulguran,
son caricias, dolor, constelación, infierno.
Sobre toda su luz, sobre todas sus llamas,
se iluminó mi alma y se templó mi cuerpo.
Ellos me dieron sed de todas esas bocas…
de todas esas bocas que florecen mi lecho:
vasos rojos o pálidos de miel o de amargura
con lises de armonía o rosas de silencio,
de todos esos vasos donde bebí la vida,
de todas esos vasos donde la muerte bebo…
El jardín de sus bocas, venenoso, embriagante,
en donde respiraban “sus almas” y “sus cuerpos”.
Humedecido en lágrimas
han rodeado mi lecho…

Y las manos, las manos colmadas de destinos,
secretas y alhajadas de anillos de misterio…
Hay manos que nacieron con guantes de caricia,
manos que están colmadas de la flor del deseo,
manos en que se siente un puñal nunca visto,
manos en que se ve un intangible cetro;
pálidas o morenas, voluptuosas o fuertes,
en todas, todas ellas, puede engarzar un sueño.
Con tristeza de almas se doblegan los cuerpos,
sin velos, santamente vestidos de deseo.
Imanes de mis brazos, panales de mi entraña
como invisible abismo se inclinan en mi lecho…
¡Ah, entre todas las manos, yo he buscado tus manos!
Tu boca entre las bocas, tu cuerpo entre los cuerpos,
de todas las cabezas yo quiero tu cabeza,
de todos esos ojos, ¡tus ojos sólo quiero!
Tú eres el más triste, por ser el más querido,
tú has llegado el primero por venir de más lejos…
¡Ah, la cabeza oscura que no he tocado nunca
y las pupilas claras que miré tanto tiempo!
Las ojeras que ahondamos la tarde y yo inconscientes,
la palidez extraña que doblé sin saberlo,
ven a mí: mente a mente;
ven a mí: cuerpo a cuerpo.
Tú me dirás que has hecho de mi primer suspiro…
Tú me dirás que has hecho del sueño de aquel beso…
Me dirás si lloraste cuando te dejé solo…
¡Y me dirás si has muerto…!

Si has muerto,
mi pena enlutará la alcoba lentamente,
y estrecharé tu sombra hasta apagar mi cuerpo.
Y en el silencio ahondado de tinieblas,
y en la tiniebla ahondada de silencio,
nos velará llorando, llorando hasta morirse
nuestro hijo: el recuerdo."

Delmira Agustini





Otra estirpe

"Eros, yo quiero guiarte, Padre ciego...
Pido a tus manos todopoderosas
¡su cuerpo excelso derramado en fuego
sobre mi cuerpo desmayado en rosas!

La eléctrica corola que hoy despliego
brinda el nectario de un jardín de Esposas;
para sus buitres en mi carne entrego
todo un enjambre de palomas rosas.

Da a las dos sierpes de su abrazo, crueles,
mi gran tallo febril... Absintio, mieles,
viérteme de sus venas, de su boca...

¡Así tendida, soy un surco ardiente
donde puede nutrirse la simiente
de otra Estirpe sublimemente loca!"



Delmira Agustini



“Para mi vida hambrienta, ¡Eres la presa única, eres la presa eterna!”

Delmira Agustini



“Para morir como su ley impone, el mar no quiere diques, ¡Quiere playas!”

Delmira Agustini


Rebelión

La rima es el tirano empurpurado,
Es el estigma del esclavo, el grillo
Que acongoja la marcha de la Idea.
No alegueis que sea de oro! El Pensamiento
No se esclaviza á un vil cascabeleo!
Ha de ser libre de escalar las cumbres
Entero como un dios, la crin revuelta,
La frente al sol, al viento. Acaso importa
Que adorne el ala lo que oprime el vuelo?

Él es por sí, por su divina esencia,
Música, luz, color, fuerza, belleza!
A qué el carmín, los perfumados pomos?
Por qué ceñir sus manos enguantadas
A herir teclados y brindar bombones
Si libres pueden cosechar estrellas,
Desviar montañas, empuñar los rayos?
¡Si la cruz de sus brazos redentores
Abarca el mundo y acaricia el cielo!
Y la Belleza sufre y se subleva
Si es herir á la diosa en pleno pecho
Mermar el torso divinal de Apolo
Para ajustarlo á ínfima librea!

Para morir como su ley impone
El mar no quiere diques, quiere playas!
Así la Idea cuando surca el verso
Quiere al final de la ardua galería,
Más que una puerta de cristal ó de oro,
La pampa abierta que le grita "¡Libre!"

Delmira Agustini



Serpentina

"En mis sueños de amor, ¡yo soy serpiente!
gliso y ondulo como una corriente;
dos píldoras de insomnio y de hipnotismo
son mis ojos; la punta del encanto
es mi lengua… ¡y atraigo con mi llanto!
soy un pomo de abismo.

Mi cuerpo es una cinta de delicia,
glisa y ondula como una caricia…

Y en mis sueños de odio ¡soy serpiente!
mi lengua es una venenosa fuente;
mi testa es la luzbélica diadema,
haz de la muerte, en un fatal soslayo
son mis pupilas; y mi cuerpo en gema
¡es la vaina del rayo!

Si así sueño mi carne, así es mi mente:
un cuerpo largo, largo, de serpiente,
vibrando eterna, ¡voluptuosamente!

Tu amor, esclavo, es como un sol muy fuerte:
jardinero de oro de la vida,
jardinero de fuego de la muerte
en el carmen fecundo de mi vida.

Pico de cuervo con olor de rosas,
aguijón enmelado de delicias
tu lengua es. Tus manos misteriosas
son garras enguantadas de caricias.

Tus ojos son mis medianoches crueles,
panales negros de malditas mieles
que se desangran en la acerbidad;

crisálida de un vuelo del futuro,
es tu brazo magnífico y oscuro,

torre embrujada de mi soledad."



Delmira Agustini


“Si para mí la tierra, si para mí el espacio, ¡Todos son los que abarca el horizonte puro de tus brazos!”

Delmira Agustini



“Si se durmió llorando, que al despertar sonría...”

Delmira Agustini



“Talismán del abismo, melancólico y fuerte, imantado de vida, imantado de muerte...A veces me pareces una tumba sin dueño...Y a veces...Una cuna ¡Toda blanca! Tendida de esperanza y de ensueño...”

Delmira Agustini



“Tan fiel, que a veces dudo si pudo ser jamás...”

Delmira Agustini




“Tu espíritu amanece maravillosamente; Su luz entra en mi alma como el sol a un vergel...”

Delmira Agustini




“Un arroyo es mi alma; Larga caricia de cristal que rueda sobre carne de seda, camino de diamantes de la calma.”

Delmira Agustini





“Una paloma blanca como la nieve asoma, yo olvido el ave egregia y el bruto que foguea pensando que en los cielos solemnes de la idea a veces es muy bella, ¡Muy bella una paloma!”

Delmira Agustini




“Y en la alcoba que tu alma tapizaba de armiño, donde ardían los vasos de rosas de cariño, la soledad llamaba en silencio al horror...”

Delmira Agustini



“Y ofrendé al nuevo dios mi corazón que abría como una flor de sangre de amor y de armonía. ¡Y le adoré con ansias y le adoré con llanto!”

Delmira Agustini




“¡Y yo te amo, invierno! Yo te imagino viejo, yo te imagino sabio, con un divino cuerpo de mármol palpitante que arrastra como un manto regio el peso del Tiempo...Invierno, yo te amo y soy la primavera...Yo sonroso, tú nievas: tú porque todo sabes, yo porque todo sueño...”

Delmira Agustini




“Yo muero extrañamente...No me mata la vida no me mata la muerte, no me mata el amor; Muero de un pensamiento mudo como una herida... ¿No habéis sentido nunca el extraño dolor?”

Delmira Agustini