"Amar a una criatura es tener la necesidad de que esta criatura viva."

Henri Barbusse


"Comprender es una palabra viva y la carne de esa palabra es amor."

Henri Barbusse


"Creer porque se tenga interés en creer es una prostitución del alma."

Henri Barbusse




"Creo, a pesar de todo, en la victoria de la verdad."

Henri Barbusse


"¿Detener la guerra? ¡Imposible! No hay cura contra esa enfermedad."

Henri Barbusse



"¿Dónde están las palabras que iluminan el camino?"

Henri Barbusse



"Dos amantes sensuales no son dos amigos, son más bien dos enemigos, estrechamente vinculados entre sí."

Henri Barbusse

"Dos ejércitos frente a frente, son un gran ejército de suicidas."

Henri Barbusse



"El día está lleno de noche."

Henri Barbusse


"El sentimiento debe ser sólo el servidor de la evidencia, y abandonado a sí mismo, puede ser igualmente el servidor de la locura."

Henri Barbusse




"El verdadero patriotismo se horroriza del que siembra el odio y la guerra."

Henri Barbusse

"Es intentando lo imposible como se realiza todo lo posible."

Henri Barbusse



"Es la guerra la que me ha educado; no solamente el horror de la guerra, sino también la significación de la guerra imperialista."

Henri Barbusse


"Es preferible a la mediocridad intelectual envenenada, la verdadera tontería que, por lo menos, suele ser divertida."

Henri Barbusse



"¿Es que se acaba de amar alguna vez? Hay gente que ha muerto ya y que siento que aman aún."

Henri Barbusse




"Hacer política es pasar de los sueños a las cosas, de lo abstracto a lo concreto. La política es el trabajo efectivo del pensamiento social, la política es la vida."

Henri Barbusse


“Hay que atar la vida a otra cosa que no sea a uno mismo, pero ¿por qué no es esto lo que hacen los hombres?”

Henri Barbusse


"La guerra se compone con la carne y el alma de los soldados. Es lo que forma las llanuras de muertos y los ríos de sangre."

Henri Barbusse



“La libertad y la fraternidad son palabras, mientras que la igualdad es una cosa.”

Henri Barbusse


"La oscuridad no existe, lo que llamamos oscuridad es la luz que no vemos."

Henri Barbusse


"La sombra no existe, lo que tú llamas sombra es la luz que no ves."

Henri Barbusse


"La verdad es revolucionaria."

Henri Barbusse



"La verdad es simple. Los que dicen que la verdad es complicada están engañándose a sí mismos."

Henri Barbusse


“Las cosas pequeñas, si se ponen muy juntas, son más grandes que las grandes.”

Henri Barbusse


"Los animales son la encarnación de la inocencia."


Henri Barbusse



"Los hombres son semejantes más que nada por su odiosa pretensión de ser diferentes y enemigos."

Henri Barbusse



"Me decidí de repente, sin reflexionar, dado que estaba deslumbrado por la idea de volver a ver a mi gente, y si después me fusilaban, bueno, pues, tanto peor: toma y daca. Es la oferta de la ley y de la demanda, como dice el otro, ¿no? Viejo, no ha habido pega. La única fue el trabajo que les costó encontrar un gorro bastante ancho, porque, tú sabes que tengo la cabeza muy grande. Pero hasta eso se arregló: me encontraron una caja para piojos lo bastante grande para poder contener mi cabeza. Tengo precisamente botas boches, las de Caron, ya sabes. Entonces, ya nos tienes yendo hacia las trincheras alemanas (que son suciamente semejantes a las nuestras), con aquella especie de camaradas boches que me decían, en muy buen francés —como el que yo hablo—, que no me preocupase. No hubo alarma, nada. A la ida, anduvo todo bien. Todo pasó tan suave y sencillamente que yo no me figuraba ser un boche de mentirijillas. Llegamos a Lens al caer la noche. Recuerdo haber pasado frente a la Perche y haber echado por la calle del Catorce de Julio. Veía gentes de la ciudad que navegaban por las calles como en nuestros acantonamientos. No les reconocía a causa de la oscuridad; ellos tampoco, a causa de la oscuridad, también, y también a causa de la enormidad de la cosa... Estaba oscuro como para no poderse meter el dedo en el ojo cuando llegué al huerto de mis padres. El corazón me palpitaba; temblaba de pies a cabeza como si yo no fuese más que una especie de corazón. Y me aguantaba por no echarme a reír en voz alta y en francés, además, tan contento y emocionado estaba. El kamarad me dijo: «Vas a pasar una vez y luego otra vez, mirando a la puerta y a la ventana. Mirarás sin que lo parezca... Desconfía...» Entonces, me rehago, trago mi emoción, de repente. Era un buen chico el tipo aquel, pues se la habría cargado de lo lindo si yo me hacía pillar, ¿no? Tú sabes, en casa, como en todas partes en el Pas-de-Calais, las puertas de entrada a las casas están partidas en dos: abajo, forman una especie de barrera hasta medio cuerpo, y arriba forma como quien dice postigo. Así, se puede cerrar solamente la mitad de abajo de la puerta y estar a medias en casa. El postigo estaba abierto y la habitación, que es comedor y también cocina, naturalmente, estaba iluminada y se oían voces. Pasé estirando el cuello de costado... Había, rosadas, iluminadas, caras de hombres y de mujeres en torno de la mesa redonda y de la lámpara. Mis ojos brincaron hacia ella, hacia Clotilde. La vi perfectamente. Estaba sentada entre dos tíos, suboficiales, creo, que le hablaban. ¿Y qué hacía ella? Nada; sonreía ladeando gentilmente su carita rodeada de un leve marquito de cabellos rubios que doraba la lámpara."

Henri Barbusse
El fuego


“Mientras los sabios atesoran su ciencia y su fuerza, para llevar sin esfuerzo el peso de un poder que les huye, los intrigantes, ricos en palabras y desprovistos de ideas, van y vienen, sorprenden a los tontos y se introducen en la confianza de los necios. Los unos estudian, los otros caminan; los unos son modestos, los otros audaces. El hombre de genio hace callar su orgullo, el intrigante enarbola el suyo. Y este último es el que llega.”

Henri Barbusse



"No hay infierno, no hay infierno, excepto el frenesí de la vida."

Henri Barbusse


“Ningún trabajo pequeño es pequeño. No hay que encolerizarse jamás en el trabajo ni sentir impaciencia. El buen obrero es aquel que ha conquistado la calma.”

Henri Barbusse



"¿Por qué seguimos siendo locos conociendo nuestra locura? Por la fuerza de la tradición aguzada por los interesados en ella. No somos libres; estamos adheridos al pasado. Escuchamos lo que siempre se hizo y volvemos a hacerlo, y lo que siempre se hizo es la guerra y la injusticia. Puede que un día la Humanidad logre echar fuera de sí la pesadilla de lo que fue. La úlcera del mundo tiene una causa general, que impide el que se rehaga todo pulcramente según la razón y la moral."

Henri Barbusse



“Pronto te cansarás de la fortuna y esto será cuando te des cuenta de que te estropea la ocasión de ser un hombre superior. Hay que elegir entre las riquezas de la miseria o las miserias de la riqueza.”

Henri Barbusse



“¡Qué grandes son las cosas en sus comienzos! Nunca en los principios hubo pequeñeces.”

Henri Barbusse



“Somos como un niño que pide una estrella.”

Henri Barbusse



"Soy incapaz de la audacia de ser lógico, lo confieso; no tengo ya ánimos para tener razón."

Henri Barbusse




" "Tengo confianza en el abismo de la gente". ¡Y esas palabras me apuñalaron en el corazón y me dilataron con horror las pupilas de mis ojos, porque me pareció de repente, en un instante, que él entendía lo que estaba diciendo!"

Henri Barbusse




"Tengo tal respeto por la verdad que hay momentos en que no me atrevo a llamar las cosas por su nombre."

Henri Barbusse


"Todo está dentro de mí, y no hay jueces, y no hay fronteras ni límites para mí."

Henri Barbusse


"Tomé su mano, como lo hice antes. Me dirijo a ella, más bien tímidamente y al azar: "el amor carnal no es la totalidad del amor" "¡Es el amor!", respondió Marie."

Henri Barbusse


“Una mujer acaricia a un hombre con sólo acercarse a él siempre que está sola. A despecho de tantos estorbos de toda índole, hay siempre entre ellos un estremecido comienzo de dicha.”

Henri Barbusse


"...¿Y yo? Yo, soy un hombre como los otros, al igual que este crepúsculo es un crepúsculo como los otros.
Desde esta mañana viajo; la prisa, las formalidades, los equipajes, el tren, el aliento de los distintos pueblos.
Ahí hay un asiento; me derrumbo en él. Todo se vuelve más tranquilo y suave.
Mi traslado definitivo de la provincia a París marca una gran etapa en mi vida. He logrado un empleo en la banca. Mi vida va a cambiar. Y por causa de ese cambio esta noche me alejo de mis pensamientos habituales y pienso en mí.
Tengo treinta años; los cumpliré el primer día del mes próximo. Perdí a mi padre ya mi madre hace dieciocho o veinte años. Ese acontecimiento es ya tan lejano que resulta insignificante, no tengo hijos y no los tendré. Hay momentos en que esto me perturba: cuando pienso que conmigo terminará un linaje tan antiguo como la humanidad.
¿Soy feliz? Sí; no tengo aflicciones, ni nostalgias, ni deseos complicados; por lo tanto, soy feliz. Recuerdo que cuando era niño tenía esas revelaciones de sentimientos, enternecimientos místicos, un gusto enfermizo por encerrarme a solas con mi pasado. Me otorgaba a mí mismo una importancia excepcional; ¡llegaba a pensar que era más que los otros! Pero esto se ha ido ahogando poco a poco en la nada positiva de los días.
Y ahora estoy aquí.
Me inclino en mi asiento para estar más cerca del espejo y me miro con atención.
Más bien pequeño, de aspecto reservado (aunque tenga mis momentos de exuberancia); correcto en el vestir; en mi personaje exterior no hay nada reprochable ni llamativo.
Miro de cerca mis ojos que son verdes aunque por una aberración inexplicable generalmente se los considere negros.
Creo confusamente en muchas cosas; antes que nada, en la existencia de Dios aunque no en los dogmas de la religión; aunque tengan sus ventajas para los humildes y para las mujeres, que tienen un cerebro más pequeño que el de los hombres.
En cuanto a las discusiones filosóficas las considero absolutamente vanas. Nada podemos controlar o verificar. La verdad, ¿qué quiere decir eso?
Tengo el sentido del bien y del mal; aunque estuviera seguro de la impunidad no cometería una falta de delicadeza. Tampoco podría admitir la menor exageración en lo que fuese.
Si todos fueran como yo, todo andaría bien.
Ya es tarde. Hoy no haré nada más. Me quedo sentado mientras se pierde el día, frente a un ángulo del espejo. Distingo en la decoración que empieza a invadir la penumbra, el modelado de mi frente, el óvalo de mi cara y bajo mis párpados que pestañean, mi mirada, por la cual entro en mí como en una tumba.
La fatiga, el tiempo desapacible (oigo la lluvia en la noche), la oscuridad que aumenta mi soledad me agiganta a pesar de todos mis esfuerzos y algo más, no sé qué, me entristecen. Y me molesta estar triste. Reacciono. ¿Qué pasa? Nada. Sólo estoy yo.
No estoy solo en la vida como lo estoy esta noche. El amor toma para mí el rostro y los gestos de Josette. Hace mucho que estamos juntos; hace mucho tiempo que en la trastienda de la casa de modas en la que trabaja en Tours, al ver que me sonreía con singular persistencia, le tomé la cabeza, la besé en la boca y bruscamente me di cuenta de que la amaba.
Ya no recuerdo demasiado bien la extraña felicidad que sentíamos en desnudarnos. Es verdad que aún hay momentos en que la deseo con tanto enloquecimiento como la primera vez; sobre todo cuando no está. Cuando está a mi lado hay momentos que siento rechazo.
Volveremos a vernos allá, en las vacaciones. Si nos atreviéramos... podríamos contar los días que nos veremos antes de morir.
¡Morir! Decididamente, la idea de la muerte es la más importante de todas las ideas.
Un día me moriré. ¿Lo he pensado alguna vez? Recuerdo. No, nunca lo pensé. No puedo. Al igual que no puede mirarse el sol fijamente no se puede mirar cara a cara el destino aunque sea gris.
Y la noche llega como llegarán todas las noches hasta aquella que será inmensa. "

Henri Barbusse
El infierno


"Yo era todavía, una presa de mil pensamientos, ahogado en el manto de la noche."

Henri Barbusse