"A mis 17 años, el mundo era ruinas, un panorama de escombros, tullidos y hambre. Pero veíamos el futuro como una hoja en blanco. Hoy les escriben el futuro. ¡Y eso es más duro que un campo de escombros!"

Günter Grass


“(América es) La tierra donde la gente encuentra lo que había perdido.” 

Günter Grass



"Así, pues, nada se movía en el bote. Se veían claramente dos botas vacías. Y revoloteando sobre la herrumbre algunas gaviotas que de vez en cuando se posaban y llenaban de polvo la cubierta y los zapatos, pero, ¿Qué más dan las gaviotas? El tiempo prometía mejorar. Me fui de nuevo, y como suele decirse, para casa. Mi madre me ayudó a hacer la maleta de cartón."

Günter Grass


"Como ustedes habrán tenido ya ocasión de observar anteriormente, la forma más cómoda de considerar las cosas, o sea mi ángulo de comparación, hallábalo yo desde debajo de la mesa."

Günter Grass



"Con el paso del tiempo empecé a darme cuenta, aunque todavía dubitativo, de que desconocía o, dicho con mayor precisión, no quería admitir, que yo había estado envuelto en un asunto criminal, cuya carga con los años no se aminoraba ni era posible enterrar en el olvido, y del que todavía sufro."

Günter Grass




"Con la tiesa golosina colgándole del cuello, hizo también retumbar y susurrar un órgano de colores, pasando del azul acuoso y el vidrioso amarillo limón hasta el pardo purpúreo. Se le encendían las amapolas en el cielo, y entre ellas flotaban nubes plateadas que luego se empañaban de rojo: ¡Como si pájaros y ángeles se desangraran! , dijo textualmente con su boca de orador. Y luego, de repente, dejó que de ese cielo tan audazmente descrito y de esas nubecillas bucólicas saliera zumbando un hidroavión Sunderland en dirección del submarino."

Günter Grass



“Cuando algo es moralmente correcto hay que defenderlo sin preocuparse de las consecuencias políticas o personales que vamos a pagar.” 

Günter Grass



“Cuando dejamos morir el bosque, las palabras pierden el sentido.” 

Günter Grass


"Durante mi entrenamiento para el combate con tanques no supe nada de crímenes de guerra. Pero mi llamada ignorancia no puede encubrir el hecho de que pertenecí a un cuerpo, un sistema, que planeó y organizó la destrucción de millones de seres humanos. Aunque yo mismo no me considerara culpable, siempre queda algo en la conciencia que no se puede limpiar, eso que solemos llamar con frecuencia responsabilidad compartida. Es seguro que tendré que vivir con ello para el resto de mi vida."

Günter Grass



"El deber de un ciudadano es mantener la boca abierta."

Günter Grass


“El dinero no crea ideas, sino melancolía.” 

Günter Grass


“El recuerdo puede engañar, embellecer, fingir; a la memoria, en cambio, le gusta presentarse como un notario insobornable.” 

Günter Grass



“En esta gran casa, desde las ratas, que conocen los desagües, hasta las palomas que no conocen nada, vivo y sospecho muchas cosas.” 

Günter Grass



“En estadística, lo que desaparece detrás de los números es la muerte.” 

Günter Grass



“Europa no conseguirá sobrevivir sin inmigración. No debería tenerse tanto miedo de eso: todas las grandes culturas surgieron a partir de formas de mestizaje.” 

Günter Grass



“Incluso los malos libros son libros, y por lo tanto sagrados.” 

Günter Grass



"La pregunta persiste: ¿Me asustó entonces el ver en la oficina de reclutamiento la SS, que 60 años después todavía me horripila?"

Günter Grass


“Las personas siempre han contado cuentos. Mucho antes de que la humanidad aprendiera a leer y escribir, todo el mundo escuchaba cuentos. Y había narradores que los contaban mejor que otros, es decir, que la gente les creía más sus mentiras.” 

Günter Grass


“Lentamente ascendió el balón en el cielo.
Entonces se vio que estaba lleno el graderío.
En la portería estaba el poeta solitario,
pero el árbitro pitó fuera de juego.”

Günter Grass



“Los cementerios siempre han tenido un atractivo para mí. Ellos están bien mantenidos, libres de ambigüedad, lógicos, viriles, y vivos.” 

Günter Grass



"Los ojos se le iban poniendo cada vez más vidriosos, y su boca, amargada, se movía sin cesar y sin la menos puntuación. Así es como suelen boquear, buscando aire, los peces arrojados a la playa. Sirva esta imagen para ilustrar el descomedimiento con el que Mahlke rezaba."

Günter Grass




"Mahlke no tomaba las cosas a la ligera, y mientras nosotros dormitábamos en el bote, él trabajaba bajo el agua... Tenía los párpados enrojecidos, ligeramente inflamados y con escasas pestañas, y los ojos de un azul claro que sólo mostraban curiosidad bajo el agua."


Günter Grass



“Melancolía y utopía son cabeza y cola de la misma moneda.” 

Günter Grass


"Mi obra era pues, de destrucción. Y lo que no lograba destruir con mi tambor, lo deshacía con mi voz. Así vine a iniciar, al lado de mis empresas de día contra la simetría de las tribunas, mi actividad nocturna: durante el invierno del treinta y seis al treinta y siete jugué al tentador."

Günter Grass




Miedo súbito

"Cuando en verano, con viento del Este,
se agita el polvo de septiembre y, en un periódico tardío,

los editoriales rozan la mística,
cuando las Potencias quieren cambiar de cama
y, para controlarlos, pueden fabricar

abiertamente nuevos artefactos,
cuando los excursionistas acampan en torno al fútbol
y la mirada juguetona de las naciones

refleja decisiones importantes,
cuando columnas de cifras obligan al sueño
y un enemigo camuflado resopla,

a través del sueno, arrastrándose sobre los codos,
cuando en las conversaciones siempre la misma palabra
permanece ambiguamente en reserva

y una cerillita se convierte en medio para un Fin,
cuando al nadar de espaldas
se alza hacia el cielo el cielo sólo,

la gente asustada busca la orilla,

un miedo súbito flota en el aire."

Günter Grass



“Nada es seguro, podríamos estar subiendo y no bajando.” 

Günter Grass


"No tenía nada de hermoso. Para ello hubiera debido hacerse reparar la nuez. Es posible que todo residiera en ese cartílago... Sin embargo, la cosa tenía sus compensaciones. Por otra parte, tampoco ha de pretenderse demostrarlo todo con arreglo a las proporciones. Y en cuanto a su alma, nunca me fue presentada. Nunca oí lo que pensara."

Günter Grass




“Primero tintinearon los vasos,
luego nosotros, a dos voces,
pero nada se hizo añicos.”

Günter Grass


"Por qué guardo silencio, calló por demasiado tiempo, lo que es evidente y que se ha ensayado en todos los juegos estratégicos, donde, llegado su final, nosotros como supervivientes quedaremos, como mucho, reducidos a simples notas al pie.

Es el supuesto derecho de lanzar el primer golpe, que podría aniquilar al pueblo iraní, subyugado por un bocazas y dirigido al júbilo organizado, dado que en su ámbito de poder se presupone la construcción de una bomba atómica.
Pero, ¿por qué me prohíbo nombrar aquel otro país con su nombre, en el que desde hace años -aunque bajo secreto- está disponible un potencial nuclear creciente, pero fuera de control, porque no es accesible para inspección alguna?

Este silenciado general de un hecho probado, al que se ha subordinado mi silencio, lo percibo como mentira de carga e imposición, con expectativa de penalización en cuanto no se observare; el veredicto de "antisemita" es de uso corriente.

Pero ahora, dado que desde mi país, que será alcanzado una y otra vez por sus crímenes de su propia autoría, y que no tienen igual, para exigirle explicaciones, se suministre otro submarino a Israel, de nuevo sólo por meros motivos comerciales, aunque declarado de lengua veloz como reparación por los daños de la guerra, cuya especialidad consiste en poder dirigir cabezas omnidestructoras hacia el lugar en el que la existencia de una sola bomba atómica no ha quedado demostrada, pero que se quiere ver como el temor de la fuerza de la prueba, por eso digo lo que hay que decir.

Pero ¿por qué me callaba hasta ahora? Porque pensaba que mi origen, que siempre quedará marcado por un estigma que nunca podrá ser borrado, me prohibiría exponer al país Israel, al que me siento unido y quiero seguir estando unido, a este hecho como una verdad jamás pronunciada.

¿Por qué no lo he dicho hasta ahora, envejecido y con la última tinta: La potencia nuclear de Israel pone en peligro la paz mundial, que de todas formas está resquebrajada? Porque hay que decir aquello para lo que mañana podría ser demasiado tarde; porque nosotros -que como alemanes cargamos ya con demasiada culpa- podríamos convertirnos en suministradores de un crimen, cuya comisión es previsible, por lo que nuestra corresponsabilidad no podría eliminarse mediante ninguna de las excusas habituales.

Y reconozco: no seguiré callando, porque estoy harto de la hipocresía de Occidente; además, es de esperar que sean muchos los que se liberen del silencio, para requerir al causante del peligro reconocible que renuncie al empleo de la fuerza y de insistir al mismo tiempo en que los gobiernos de ambos países autoricen un control permanente y sin trabas del potencial nuclear israelí y de las instalaciones nucleares iraníes por una instancia internacional.

Sólo así se podrá ayudar a todos, a los israelíes y a los palestinos, más aún, a todos los hombres que vivan muy pegados y enemistados en esta región ocupada por el delirio y, por ende, también a nosotros."

Günter Grass
Lo que hay que decir



"Pues sí: soy huésped de un sanatorio. Mi enfermero me observa, casi no me quita la vista de encima; porque en la puerta hay una mirilla; y el ojo de mi enfermero es de ese color castaño que no puede penetrar en mí, de ojos azules. Por eso mi enfermero no puede ser mi enemigo. Le he cobrado afecto; cuando entra en mi cuarto, le cuento al mirón de detrás de la puerta anécdotas de mi vida, para que a pesar de la mirilla me vaya conociendo. El buen hombre parece apreciar mis relatos, pues apenas acabo de soltarle algún embuste, él para darse a su vez a conocer, me muestra su última creación cordel anudado. Que sea o no un artista, eso es aparte. Pero pienso que una exposición de sus obras encontraría buena acogida en la prensa, y hasta le atraería algún comprador. Anuda los cordeles que recoge y desenreda después de las horas de visita en los cuartos de sus pacientes; hace con ellos unas figuras horripilantes y cartilaginosas, las sumerge luego en yeso, deja que se solidifiquen y las atraviesa con agujas de tejer que clava a unas penas de madera. Con frecuencia le tienta la idea de colorear sus obras. Pero yo trato de disuadirlo: le muestro mi cama metálica esmaltada en blanco y lo invito a imaginársela pintarrajeada en varios colores. Horrorizado, se lleva sus manos de enfermero a la cabeza, trata de imprimir a su rostro algo rígido la expresión de todos los pavores reunidos, y abandona sus proyectos colorísticos. Mi cama metálica esmaltada en blanco sirve así de término de comparación. Y para mí es todavía más: mi cama es la meta finalmente alcanzada, es mi consuelo, y hasta podría ser mi credo si la dirección del establecimiento consintiera en hacerle algunos cambios: quisiera que le subieran un poco más la barandilla, para evitar definitivamente que nadie se me acerque demasiado. Una vez por semana, el día de visita viene a interrumpir el silencio que tejo entre los barrotes de metal blanco. Vienen entonces los que se empeñan en salvarme, los que encuentran divertido quererme, los que en mí quisieran apreciarse, restarse y conocerse a sí mismos. Tan ciegos, nerviosos y mal educados que son. Con sus tijeras de uñas raspan los barrotes esmaltados en blanco de mi cama, con sus bolígrafos o con sus lapiceros azules garrapatean en el esmalte unos indecentes monigotes alargados. Cada vez que con su ¡hola! atronador irrumpe en el cuarto, mi abogado planta invariablemente su sombrero de nylon en el poste izquierdo del pie de mi cama. Mientras dura su visita --y los abogados tienen siempre mucho que contar-- este acto de violencia me priva de mi equilibrio y mi serenidad. Luego de haber depositado sus regalos sobre la mesita de noche tapizada de tela blanca encerada, debajo de la acuarela de las anémonas, luego de haber logrado exponerme en detalle sus proyectos de salvación, presentes o futuros, y de haberme convencido a mí, al que infatigablemente se empeñan en salvar, del elevado nivel de su amor al prójimo mis visitantes acaban por contentarse de nuevo con su propia existencia y se van. Entonces entra mi enfermero para airear el cuarto y recoger los cordeles con que venían atados los paquetes. A menudo, después de ventilar, aún halla la manera, sentado junto a mi cama y desenredando cordeles, de quedarse y derramar un silencio tan prolongado, que acabo por confundir a Bruno con el silencio y al silencio con Bruno. Bruno Münsterberg --éste es, hablando ahora en serio, el nombre de mi enfermero-- compró para mí quinientas hojas de papel de escribir. Si esta provisión resultara insuficiente, Bruno, que es soltero, sin hijos y natural de Sauerland, volverá a ir a la pequeña papelería, en la que también venden juguetes, y me procurará el papel sin rayas necesario para el despliegue exacto, así lo espero, de mi capacidad de recuerdo. Semejante servicio nunca habría podido solicitarlo de mis visitantes, de mi abogado o de Klepp, por ejemplo. Sin la menor duda, el afecto solicito hacia mi persona había impedido a mis amigos traerme algo tan peligroso como es el papel en blanco y ponerlo a disposición de las sílabas que incesantemente segrega mi espíritu.
(...)
¿Qué más diré? Nací bajo bombillas, interrumpí deliberadamente el crecimiento a los tres años, recibí un tambor, rompí vidrio con la voz, olfateé vainilla, tosí en iglesias, nutrí a Lucía, observé hormigas, decidí crecer, enterré el tambor, huí a Occidente, perdí el Oriente, aprendí el oficio de marmolista, posé como modelo, volví al tambor e inspeccioné cemento, gané dinero y guardé un dedo, regalé el dedo y huí riendo; ascendí, fui detenido, condenado, internado, saldré absuelto; y hoy celebro mi trigésimo aniversario y me sigue asustando la Bruja Negra. "Amén". Deje caer el cigarrillo apagado. Fue a parar a las planchas de la escalera eléctrica. Después de haber ascendido por algún tiempo en dirección del cielo en un ángulo de pendiente de cuarenta y cinco grados."

Günter Grass
El tambor de hojalata


"Queda claro que yo me ofrecí voluntario para el servicio de la SS. ¿Cuándo? ¿Por qué?"

Günter Grass



"¿Quién me escribiría ahora un buen final? Porque lo que empezó con el gato y el ratón me atormenta hoy en forma de garza moñuda en charcos rodeados de juncos. Y si rehuyó la naturaleza, son las películas documentales las que me muestran esas hábiles aves acuáticas... Bajan unos hombres con cascos relucientes ligeramente abollados y vuelven a subir: se tienden brazos hacia ellos, se desatornilla la escafandra y se quitan el casco... Pero no es nunca el Gran Mahlke el que enciende un cigarrillo en la pantalla centelleante: siempre son otros los que fuman... Durante una de las pausas te hice llamar desde el tablado de la banda por el teniente que mandaba el personal de guardia: -Se llama a la entrada al Suboficial- Pero tú no quisiste salir a la superficie."

Günter Grass


Saturno

En esta gran casa
desde las ratas,
que conocen los desagües,
hasta las palomas
que no conocen nada
vivo y sospecho muchas cosas.

Volví tarde a casa,
abrí con la llave el piso
y me di cuenta,
al buscar la llave,
de que necesitaba una llave
para entrar en mi casa.

Tenía bastante hambre
y me comí un pollo
con las manos dándome cuenta,
al comerme el pollo,
de que me comía un pollo
frío y muerto.

Me incliné entonces,
me quité ambos zapatos
y me di cuenta,
al quitarme los zapatos,
de que tenemos que agacharnos
si queremos quitarnos los zapatos.

Yacía horizontal,
fumándome un cigarrillo
y supe en la oscuridad
que alguien extendía la mano
cuando sacudí la ceniza del cigarrillo.

De noche viene Saturno
y extiende su mano.
Con mi ceniza
se lava Saturno los dientes.
Nos agarramos a su garganta.

Günter Grass



"Sigue siendo notable que, después de conmemorar a posteriori y, sin embargo, como actual el hundimiento del barco, y enumerar, estimar y redondear por distintos métodos el número de muertos, compararlo con el de supervivientes, y finalmente con los muertos mucho menos numerosos del Titanic, en los ámbitos de Internet que visito por costumbre reinara, por algún tiempo, una calma chicha. Ya creía que el sistema se había colgado, que había perdido fuelle, que mi hijo se había hartado y que, al hundirse el barco, las sugerencias de Madre habían quedado sin objetivo. Sin embargo, la tranquilidad era aparente. De pronto, en una página web renovada, volvió a brindar su oferta anterior.
Esta vez predominaban las imágenes. De forma bastante gris, pero comentada en negrita, todo el mundo pudo admirar el alto bloque de granito y descifrar el nombre del mártir, grabado en escritura cuneiforme bajo la runa de la victoria. Además, su significado se destacaba mediante una serie de datos, éxitos de organización y confesiones subrayadas con signos de admiración, y hasta el día y la hora de su asesinato en el balneario antituberculoso de Davos fueron intercalados, en calidad de información, en el programa permanente.
Como si se lo ordenaran, o coaccionado de otra forma, David compareció. Al principio, sin embargo, el tema no fue la lápida conmemorativa, sino el asesinato del mártir. Triunfalmente, David dio a conocer que, en marzo del cuarenta y cinco, ocurrió algo que favoreció a David Frankfurter, el cual, desde hacía nueve años, cumplía condena. Después del intento inútil de incoar un proceso de revisión, los abogados Brunschwig und Raas de Berna interpusieron una solicitud de gracia dirigida al Gran Consejo del cantón de Graubünden. El contrincante de mi hijo tuvo que admitir que el deseo de que se remitiera el resto de la pena de dieciocho años impuesta sólo se vio satisfecho el primero de junio de 1945, es decir, después de terminada la guerra. Hubo que aguardar a que el poderoso vecino de Suiza yaciera sobre la lona sin sentido. Como David Frankfurter, después de su liberación de la prisión de Sennhof, fue expulsado del país, al parecer tomó la determinación, apenas dejados los telares, de irse a Palestina, confiando en un Israel futuro."

Günter Grass
A paso de cangrejo


“Sin la menor duda, el afecto solicito hacia mi persona había impedido a mis amigos traerme algo tan peligroso como es el papel en blanco y ponerlo a disposición de las sílabas que incesantemente segrega mi espíritu.” 

Günter Grass



“Voy a componer un ballet para tus glóbulos, los rojos y los blancos. Cuando caiga el telón te tomaré el pulso y veré si el esfuerzo ha merecido la pena.” 

Günter Grass



"Y ahora yo, que mostré tu nuez al gato y a todos los gatos del mundo, me veo obligado a escribir. Y aunque yo quisiera que tú y yo fuéramos inventados los dos, tendría que hacerlo, porque aquél que por razón de su oficio nos creó a ambos me obliga una y otra vez a tomar tu nuez en las manos y a llevarla a todos los lugares que la vieron triunfar o fracasar."

Günter Grass





"Y luego dejé de verte por más de un año. Pero no verte no significaba ni significa en modo alguno poder olvidaros, a ti y a tu esforzada simetría. Además, quedan los vestigios, y si veía un gato, fuera éste gris, negro o manchado, al punto me venía a la memoria el ratón; ello no obstante, seguía practicando el titubeo, sin acertar de decidir si había que proteger al ratón, o bien aguijonear al gato hacia la presa."

Günter Grass




"Y si, en cuanto embrión sólo me había escuchado imperturbablemente a mí mismo y había contemplado mi imagen reflejada en las aguas maternas, con espíritu tanto más crítico atendía ahora a las primeras manifestaciones espontáneas de mis padres."

Günter Grass




"Y sólo cuando el anochecer exprimió el cielo de octubre de una llovizna oblicua y un crepúsculo color de tinta cuando la emprendieron una vez más de prisa y sin gana, contra un mojón lejano que se abnegaba en la oscuridad y, liquidado éste, abandonaron la partida."

Günter Grass



"Ya no volvió. Del hecho de que antes de irse vaciara de un solo trago su vaso de refresco puede deducirse que el vaciar el vaso significa adiós."

Günter Grass