"¡Ah! mi amigo, este es el Pater de los asnos. El pueblo, el buen pueblo, el bravo pueblo, no pide sino que se le conduzca. Ahora bien: hay algunos que dicen: "es preciso conducirlo dulcemente". En cuanto a mí ¿sabes lo que digo? pues: "es preciso conducirlo alegremente". Fíjate un segundo en los pastores: los más listos no son los que llevan siempre el garrote levantado, ni menos aún los que se acuestan bajo un sauce y se duermen sobre los repechos, sino los que marchan tranquilamente a la cabeza de sus rebaños, tocando sus flautas. El ganado que se considera libre y que en efecto lo es, pace, sin perder un mordisco, todas las puntas de hierba nueva; luego, cuando los vientres están llenos y la tarde comienza a caer, el pastor toca el aire de retirada y el rebaño toma contento el camino del corral. En cuanto a mí, yo hago lo mismo: toco la flauta y mi rebaño me sigue.
-¡Tú tocas flauta! Eso está bueno para contado... Pero en tu distrito tiene que haber blancos, rojos, testarudos y rabiosos, como en todas partes. Y luego, cuando llega la hora de elegir un diputado, por ejemplo, ¿cómo te las arreglas?
-¿Que cómo me las arreglo? Pues no metiéndome en nada, mi buen hombre; porque decir a los blancos: votad por la República sería perder su latín y su trabajo y decir a los rojos: votad por las Flores de Lis, valdría tanto como escupir contra esta muralla."

Frédéric Mistral
El hombre popular


"Bueno es ser caritativo, pero vale más matar al diablo que, por exceso de virtud, dejarse matar por él."

Frédéric Mistral


"Esto decía Vincèn, clavando sus ojos turbados en su anciano padre. El mistral, poderoso encorvador de los altos álamos, unía sus aullidos a la voz del joven.
Delante de su cabaña del Ródano, grande como una cáscara de nuez, el anciano estaba sentado al abrigo del viento en un tronco de árbol y descortezaba mimbres.
El Ródano, irritado por el viento, hacía correr, como un rebaño de vacas, sus olas alteradas hacia el mar. Pero aquí, joven, acurrucado ante la puerta, con sus manos diestras y entre los tallos de mimbres que daban sombra y abrigo, se formaba, lejos de las olas, una balsa de agua azulada que la brisa apenas rizaba.
A lo largo de la orilla, los castores roían la amarga corteza de los sauces, y allá abajo, a través del cristal transparente del agua, se divisaban las nutrias oscuras que vagaban por las profundidades azules pescando peces, unos hermosos peces plateados.
Expuestos al continuo balanceo del viento mecedor, los pendulinos habían suspendido sus nidos a lo largo del río, y sus pequeños nidos blancos, tejidos como una suave ropa con la borra que el pájaro saca de los álamos cuando están en flor, se agitaban en las cañas y en las ramas del aliso.
Una niña, rosa como una tortada, extendía sobre una higuera los dobleces mojados de agua de una amplia red de pescador. Los animales de la orilla, los pendulinos de los mimbres, no se asustaban más de verla que de los juncos balanceantes. "

Frédéric Mistral
Mirèio

"Tot va de mal á pitjor: la fam, la horrible fam, munta y camina, munta dins lo castellás y trenca 'ls brassos dels guerrers. No tenen ni pa, ni vi, ni viures; están assecats com suro; y, per les esquerdes dels marlets, tot apuntant llurs manganells, veuhen lo Rose avall dessota, carregat de botes, carregat de grans. Maravellós, cap amunt hi havía un bell jardí ple d' oliveres: sobre les arcades de les altes sales, sobre les ojives colossals estava sospès en l' ayre.
(...)
L' amor es una font que naix y que sospira dins sa conca, y, riallera, aprés creix y com un riu aprés se surt de mare, y de cap á cap, dins ses illes los aucells no fan més que cantar. L' amor es una dolsa terbolina, es una expansió poderosa, desperta; es un panteix ahont se viu xalantse com los deus; l' amor es una soleyada ahont dues ánimes embriagades prenen lo vol cap á la llum, y s' embessonan per sempre; l' amor es una flama fina que s' endevina en los ulls, que umple 'l cor, embalsamantlo, y que 's dona ab la má; es un sospir, una alenada que cobreix de flors los esbarzers; en fi, es una boca en foch que tremolanta en lloch no troba de què beure, quan diu «¡moro!» sinó sobre una boca germana!"

Frédéric Mistral
Nerto