"Cuando somos jóvenes no ha llegado el tiempo adecuado de casarnos todavía, y cuando somos viejos ha pasado ya."

Diógenes Laercio


"Debemos tener buenos amigos que nos enseñen lo bueno; y perversos y crueles enemigos que nos impidan obrar mal."

Diógenes Laercio



“El amor es el pasatiempo de los ociosos.”

Diógenes Laercio

  

"El único bien es el conocimiento, y el único mal la ignorancia."

Diógenes Laercio



“En la vida es necesario proveerse de razón o de un ronzal.”

Diógenes Laercio



“El más dañino de todos los animales salvajes es el murmurador; de los animales domésticos, el adulador.”

Diógenes Laercio




“Gente mucha; hombres pocos.”

Diógenes Laercio



“La cultura es un adorno en la prosperidad y un refugio en la adversidad.”

Diógenes Laercio



"La cultura es un saber del que no tiene uno que acordarse. Fluye espontáneamente."

Diógenes Laercio



“La envidia es causada por ver a otro gozar de lo que deseamos; los celos, por ver a otro poseer lo que quisiéramos poseer nosotros.”

Diógenes Laercio




"Los dioses no necesitan nada; los que se parecen a los dioses, pocas cosa."

Diógenes Laercio



"Mientras más conozco a la gente más quiero a mi perro."

Diógenes Laercio


"Mira bien quién es tu enemigo, porque si por tal le tienes y no lo es, puede ser tu enemigo mayor."

Diógenes Laercio



“Para casarte, cuando joven es temprano y cuando viejo es tarde.”

Diógenes Laercio


"Preguntaron a Tales qué era más difícil al hombre, y contestó: «Conocerse a sí mismo»."

Diógenes Laercio



"Tales decía que no existía diferencia entre la vida y la muerte, "¿Por qué no mueres entonces?", le preguntaron. "Porque no hay diferencia ninguna", repuso."

Diógenes Laercio



“Tenemos dos orejas y una sola lengua para que oigamos más y hablemos menos.”

Diógenes Laercio



"Todo se consigue con el trabajo, hasta la virtud."

Diógenes Laercio



“Un día un hombre le hizo entrar en una casa ricamente amueblada y le dijo: "Sobre todo no escupas en el suelo". Diógenes, que tenía ganas de escupir, le lanzó el lapo a la cara, gritándole que era el único sitio sucio que había encontrado para poder hacerlo.”

Diógenes Laercio