"Ben. — No se atreverían. Timms tiene la mejor chacra de estos lugares. Se ríen de mí porque trabajo para usted. ¡Eso es lo que hay! "¿Cómo marchan las cosas en la cha­cra de los Mayo?", me gritan todas las mañanas. "¿Qué hace Robert, ahora? ¿Apacenta a las vacas en el maizal? ¿Está madurando su heno con la lluvia este año, como el pasado? ¿O inventando alguna ordeñadora eléctrica para engañar a sus vacas secas y hacerles dar sidra?" (Muy irritado.) Así es como hablan; y no estoy dispuesto a seguirlo soportando. Todos me han considerado siempre aquí un peón de primera, y no quiero que se formen una idea distinta. De modo que me voy. Y quiero lo que se me debe.
Robert (con frialdad). — Ah... Si es eso, puedes irte al infierno. Recibirás tu dinero mañana, cuando yo vuelva del pueblo... ¡no antes!
Ben (dirigiéndose hacia la puerta de la cocina). — De acuerdo. (Al salir, dice sin volver la cabeza:) Y no deje de pagarme, porque si no tendrá dificultades. (Se va y se oye un portazo al salir.)
Robert (mientras Ruth abandona el sitio donde ha estado parada en el umbral y se sienta abatida en la misma silla de antes). — ¡Maldito estúpido! ¿Y cómo hago ahora para segar el heno? Ya ves las dificultades con que me encuentro. Nadie podrá decir que yo tengo la culpa.
Ruth. — ¡Ben no se atrevería así con otro! (Con ma­levolencia, después de una rápida mirada a la carta de Andrew que está sobre la mesa.) Es una suerte que Andy vuelva.
Robert (sin resentimiento). — Sí, Andy sabrá qué debe hacerse en un abrir y cerrar de ojos. (Con afectuosa sonrisa.) ¿Habrá cambiado mucho ese tonto? A juzgar por sus cartas, no lo parece. (Meneando la cabeza.) Pero, de todos modos, dudo de que quiera consagrarse a la vida monótona de una chacra, después de todas las que ha pasado.
Ruth (con resentimiento). — Andy no es como tú. Le gusta la chacra.
Robert (ensimismado en sus pensamientos, con entu­siasmo). — ¡Dios mío, cuántas cosas ha visto y experi­mentado Andrew! ¡Imagínate todos los sitios que ha visitado! ¡Todos los lugares lejanos y maravillosos con que yo solía soñar! ¡Dios mío, cómo le envidio! ¡Qué viaje! (Se levanta de un salto y va instintivamente hacia la ventana y contempla el horizonte.)
Ruth (con amargura). — ¿Supongo que, ahora, lamen­tarás no haberte ido?
Robert (harto concentrado en sus pensamientos para oírla, dice con tono vengativo). —- ¡Oh, esas malditas lo­mas, en cuyas promesas yo creía antaño! ¡Cómo las odio, ahora! ¡Parecen los muros del angosto patio de una cárcel, que me aíslan de toda la libertad y todas las maravillas de la vida! (Vuelve al interior del aposento con aire de repulsión.) A veces, creo que si no fuera por ti, Ruth, y (su voz se torna más dulce) por la pequeña Mary, yo lo abandonaría todo y me iría por la carretera, con un solo deseo en el corazón... ¡el de interponer el linde del mundo entre esas lomas y yo y poder respirar libremente de nuevo! (Se desploma sobre su silla y sonríe con amargo desdén por sí mismo.) Ya estoy soñando de nuevo... mis viejos y estúpidos sueños."

Eugene O'Neill
Más allá del horizonte


“Con las personas que no puedes amar, muéstrate siempre amablemente evasivo.”

Eugene O´Neill


“Creer en el sentido común es la primera falta de sentido común.”

Eugene O´Neill




"Daniel. —Papá, ¿puedes creer que yo?… Bartlett (triunfalmente). —¡Veo en tus ojos que mientes! ¡Me he estado fijando en ellos! ¡Maldito seas! Susana. —Papá, ¡no! Bartlett. —Déjame hacer, muchacha. Él creía, ¿no es cierto? ¿Y no es un traidor… riéndose de mí, y diciendo que todo es mentira, riéndose de él mismo, también, por creer en los sueños, como él los llama? Daniel (conciliadoramente). —Estás equivocado, papá. Yo creo. Bartlett (triunfante). —¡Ah! ¡Ahora crees! ¿Quién no le va a creer a sus propios ojos?"

Eugene Gladstone O'Neill
Donde está marcada la cruz



“Dicen que existe la paz en los verdes campos del Edén. Hay que morirse para comprobarlo.”

Eugene O´Neill



“El amor nunca tiene razones. Y la falta de amor tampoco. Todo son milagros.”

Eugene O´Neill


“El deber del hombre ante la vida es seguir adelante.”

Eugene O´Neill



“El orgullo precede a la caída.”

Eugene O´Neill



"Esperar sentido común en la gente es una prueba de no tener sentido común."

Eugene O´Neill


“Estar enamorados de la paz y juntos. Amar cada uno la paz del otro. Dormir en paz, juntos.”

Eugene O´Neill



“¡Hace tanto tiempo! Y todavía sigo siendo la misma Margaret. Lo único que envejecen son nuestras vidas. Donde estamos, los siglos sólo son como segundos, y después de vivir mil vidas, nuestros ojos empiezan a abrirse.”

Eugene O´Neill



"Haciendo las cosas a medias, no ganaremos nada."

Eugene O´Neill


“La felicidad odia a los tímidos. Y lo mismo le ocurre a la ciencia.”

Eugene O´Neill



"Lo sabe, doctor, lo sabe… pero no quiere creerlo. No puede creerlo… y seguir viviendo."

Eugene Gladstone O'Neill
Donde está marcada la cruz


"Marineros borrachos, burreros empedernidos, funcionarios desclasados del servicio diplomático, mujeres que ofrecían y homosexuales que pedían, además de esos jovenzuelos que entregaban por las mesas tarjetas rosadas y amarillas que ofrecían paraísos en rojo... Y siempre, como ruido de fondo, alguna melodía producida a martillazos por un pianista, el único sobrio."

Eugene O'Neill
Llega el hombre de hielo


"Ninguno de nosotros puede remediar las cosas que nos ha hecho la vida sin que nos diéramos cuenta. Ellas nos obligan a hacer otras cosas toda la vida, hasta interponerse constantemente entre uno y lo que uno querría ser. Y de ese modo nos perdemos a nosotros mismos para siempre."

Eugene O´Neill
Tomado del libro de leo Buscaglia, Vivir, amar y aprender, página 128


“Olvidemos el pasado: aquellos no éramos nosotros.”

Eugene O´Neill



“Quienes después de haber tenido éxito no siguen exponiéndose a fracasos mayores, pertenecen a la clase media espiritual, El hecho de detenerse a consecuencia del éxito prueba la insignificancia de su capacidad de compromiso. ¡Qué bonitos debieron de ser un día sus sueños!... Sólo en lo inalcanzable puede encontrar el hombre una esperanza digna de vivir y morir por ella, y encontrarse a sí mismo.”

Eugene O´Neill