“Conviene obrar en los primeros ímpetus de la naturaleza, a los cuales suele gobernar un movimiento divino; para que se conozca que no la prudencia de los hombres, sino la providencia de Dios asiste a las cosas.” 

Diego de Saavedra Fajardo


"Después de estas escuelas, estaban las más celebradas Universidades del Mundo: la Berytense restaurada por los Emperadores Diocleciano y Maximiano, y después por Justiniano. La de Polonia, que levantó Theodofio, la Patavina, la Babilónica, y las de Viena, Ingolstad, Salamanca, Alcalá, Coímbra, y otras. Grande era el ruido de los Estudiantes. Unos con otros voceaban encendidos los rostros, descompuestas las manos, porfiaban todos, y ninguno quedaba convencido. De donde conocí cuán acertado fue el Jeroglífico de los Egipcios, que significaban las Escuelas por la Cigarra. En algunas de las Universidades no correspondía el fruto al tiempo, y al trabajo, mayor era la presunción que la ciencia, más lo que se dudaba que lo que se aprendía. El tiempo, no el saber, daba los Grados de Bachilleres, Licenciados, Doctores, y a veces solamente el dinero, concediendo en pergaminos magníficos, con plomos pendientes de hilos, potestad a la ignorancia para poder explicar los libros, y enseñar las Ciencias. A hallarse en uno de estos grados, pasaban en buen orden los Historiadores Griegos, y Latinos, y de otras Naciones. Deseoso yo de reconocerlos, les salí al paso, pidiendo a Polidoro que uno a uno me refiriese sus nombres, y sus calidades. Éste (me respondió) que camina con pasos graves, y circunspectos, es Tucídides, a quien la emulación a la gloria de Heródoto puso la pluma en la mano, para escribir sentenciosamente las Guerras del Peloponeso. Aquel de profundo semblante es Polibio, que en cuarenta libros escribió las Historias Romanas, de las que solamente han quedado cinco, a los cuales perdonó la injuria de los tiempos; pero no la malicia de Sebastian Maccio, que ignorantemente le maltrata, sin considerar que es tan docto que enseña más que refiere."

Diego Saavedra Fajardo
La república literaria


“El no esperar remedio, ni desesperar de él, suele ser el remedio de los casos desesperados.”

Diego de Saavedra Fajardo




                        
“El que compra la paz con el oro no la podrá sustentar con el acero.”

Diego de Saavedra Fajardo



              
     “El valor nunca es mayor que cuando nace de la última necesidad.”   

 Diego de Saavedra Fajardo






“La amistad más se ha de sostener con correspondencia que con dádivas; porque con el interés se fingen, pero no se hacen las amistades.”

Diego de Saavedra Fajardo



“La belleza del cuerpo es un viajero que pasa, pero la del alma es un amigo que se queda.” 

Diego de Saavedra Fajardo



“La curiosidad se atreve más contra lo que más se prohíbe.”

Diego de Saavedra Fajardo




“La fortuna se mueve aprisa, y casi todos los hombres despacio. Por eso tan pocos la alcanzan.”

Diego de Saavedra Fajardo




“La lengua disimula y encubre los designios.”

Diego de Saavedra Fajardo


                                   
“La multitud no disimula, ni perdona, ni compadece.”

Diego de Saavedra Fajardo




“Mejor se gobierna la república que tiene leyes fijas, aunque sean imperfectas, que aquella que las muda frecuentemente.”

Diego de Saavedra Fajardo



     “No está la felicidad en vivir, sino en saber vivir.”

Diego de Saavedra Fajardo



“No se teme en los hombres el vicio, porque los hace esclavos, la virtud sí, porque los hace señores.”

Diego de Saavedra Fajardo



"No siempre vence la mayor fuerza. Al curso de una nave detiene una pequeña rémora."

Diego de Saavedra Fajardo
Citado en el libro de Jorge Luis Borges, El libro de los seres imaginarios, página 97



“Quién no duda no puede conocer la verdad.”

Diego de Saavedra Fajardo


“Rendirse ante la adversidad es mostrarse de su parte.”

Diego de Saavedra Fajardo



“Todo el estudio de los políticos se emplea en cubrirle el rostro a la mentira y que parezca verdad, disimulando el engaño.”

Diego de Saavedra Fajardo



“Un pequeño gusano roe el corazón a un cedro y lo derriba.”

Diego de Saavedra Fajardo