“Cuando alguien me pregunta acerca del carácter irlandés, digo mira los árboles. Mutilados, crudos y deformes, pero ferozmente tenaces.”

Edna O´Brien



“Cuando digo que he escrito desde el principio, quiero decir que todos los escritores reales escriben desde el principio, que la vocación, la obsesión, ya está ahí, y que la obsesión se deriva de una intensidad de sentimiento que la vida normal no puede acomodar.”

Edna O´Brien


"Cuando un visitante le preguntó por una calle de Dublín treinta años después de su marcha, Joyce, tras una breve pausa, le descubrió primero los adoquines bajo el ruido de los cascos de los caballos, el sonido de los pasos y sus diferentes ecos y luego los olores a moho y otras cosas como las bostas de caballo frescas y secas, o manzanas de caballo, como las llamaban los lugareños, y el juego de luces según las horas del día. Debió de resultarle una agonía vivir alejado de la ciudad que tanto amaba y no poder deambular por sus calles ni pasar por la playa durante la marea baja, con la arena llena de dibujos, el agua besando la orilla y el sigiloso mar bañado por el sol. Aquel paisaje fue la primera pasión de su juventud y nunca lo olvidó. En realidad nunca lo abandonó, a pesar del exilio: Aquel sollozo de tierra que era la suya."

Edna O'Brien
Joyce




“El dinero habla, pero dime: ¿por qué todo lo que dice es simplemente adiós?”

Edna O´Brien



“El voto, pensé, no significa nada para las mujeres, debemos estar armadas.”

Edna O´Brien



“(...) Ella dijo que la razón por la que el amor es tan doloroso es que siempre equivale a dos personas que quieren más de lo que dos personas pueden dar.”

Edna O´Brien



“En nuestros momentos más profundos decimos las cosas más inadecuadas.”

Edna O´Brien



“[La escritura] Es un trabajo masoquista, pero cuando una consigue un párrafo, una simple frase perfecta, entonces, ¡Qué felicidad!”

Edna O´Brien



“La influencia de los padres es enorme, aunque se esté en desacuerdo con ellos.”

Edna O´Brien



“La literatura es la mejor cosa después de Dios.”

Edna O´Brien



“Las mujeres, en general, son mejores para sondear las profundidades. (...) No es una limitación del talento o la inteligencia, es sólo una forma diferente de ver el mundo.”

Edna O´Brien



“Los escritores viven realmente en la mente y en los hoteles del alma.”

Edna O´Brien


"Nuestra cocina era tan lúgubre como la recordaba: ropa sucia de papá en lo alto de una silla, una hoja de palma amarillenta detrás del cuadro del Sagrado Corazón y, delante, una velita roja encendida. Lo metimos en la cama, y entonces la tía me soltó la consabida reprimenda.
Preparó té y lo acompañamos con las sobras de un bizcocho de Navidad que guardaba en una caja de galletas oxidada. Estaba malísimo, pero me lo comí por no hacerle un desaire. Divagó acerca de la buena educación que yo había recibido y la conmoción que había sufrido mi padre al recibir aquella carta.
Luego fue a quitarle los zapatos y se los escondió para que al día siguiente no se largara a dar algún otro sablazo para seguir bebiendo. Rezamos el rosario en voz alta.
No podíamos meternos en la cama, por si le daba por prender fuego a las mantas, así que nos quedamos allí y al cabo de un rato la tía empezó a dar cabezadas en la silla plegable. Aquella silla la había conseguido mi madre gracias a los cupones de los cigarrillos, antes de la guerra. Yo tenía cuatro o cinco años cuando estalló el conflicto, y lo único que significó para mí fue que los fabricantes dejaron de imprimir cupones en las cajetillas y en casa ya no entraron más sillas plegables con asiento de lienzo verde.
Mientras ella dormitaba, planeé lo que haría: marcharme en el primer autobús a la mañana siguiente, antes de que mi padre despertara. Sabía que la tía se sentiría traicionada, pero estaba resuelta a volver con Eugene, aunque me costara la Condenación Eterna.
Conté el dinero que tenía, conté las horas, oí los leves ronquidos de la tía, y a veces desde el cuarto de mi padre me llegaba un gemido o el gorgoteo de la bebida al caer en el vaso. Había dejado la luz encendida.
Me iría muy lejos otra vez, muy lejos, y para siempre."

Edna O'Brien
La chica de ojos verdes



"Recibí una tercera carta, de mi padre, que parecía dirigida a una extraña. En ella me contaba que se había mudado al pabellón y que estaba muy contento. Añadía que, de todos modos, la casa le venía grande ahora que mamá ya no estaba. Me paseé mentalmente por todas las habitaciones; admiré las colchas de patchwork, las pantallas para las chimeneas hechas de miriñaque con ribetes rojos en los bordes, y las paredes húmedas pintadas con pintura al óleo de un verde pálido. Incluso llegué a abrir cajones para ver las cosas que mamá había guardado en ellos: viejos adornos de Navidad, frascos de perfume vacíos, ropa interior de seda por si algún día tenían que hospitalizarla, juegos de cortinas, y bolas de naftalina por doquier.
«Bull’s-Eye te echa de menos, igual que yo». Con estas palabras acababa la breve misiva, y yo hice una bola con el papel, pues no quería volver a leerla.
La carta de Jack Holland era tan florida como esperaba. Su caligrafía era muy fina, y escribía en papel pautado de cuaderno. Hablaba de la clemencia del clima, pero dos líneas más abajo comentaba que había tomado precauciones contra los chaparrones, lo cual significaba que había dispuesto baldes en las habitaciones de la planta de arriba para las goteras, y si le faltaban baldes extendía paños viejos para que absorbieran las filtraciones del techo. Una de las frases me turbó. Decía: «Y, mi querida Caithleen, imagen y prolongación de tu madre, no veo por qué no regresas a heredar su hogar y perpetuar su admirable tradición doméstica».
¿Estaría pensando en devolverme la casa? Se me pasó otra posibilidad por la cabeza, tan descabellada que no pude sino reírme. Me explicaba que él y su impedida madre no vivían en nuestra casa, puesto que había recibido una suculenta oferta por parte de una orden de religiosas, que deseaba alquilarla como noviciado. Unas monjas francesas, decía. Qué contento tiene que estar el señor Gentleman, pensé con sarcasmo. Él no me había escrito, y me sentía muy desilusionada.
De la carta de Hickey cayó una fotografía, una foto de pasaporte que se había hecho para viajar a Inglaterra. Allí estaba, sonriente, feliz y muy seguro de sí mismo; justo como era él, salvo porque en la fotografía llevaba corbata y el cuello abrochado, mientras que en casa iba con la camisa abierta y se le veían los oscuros pelillos del pecho. No daba una con la ortografía. Decía que en Birmingham todo parecía «tisnado» y que «la gente va en manadas a todas partes y la cerveza vale el doble». Había conseguido un empleo como vigilante nocturno en una fábrica, así que se pasaba el día entero durmiendo. Me mandaba un giro postal de cinco chelines, y le di las gracias en voz alta varias veces, con la esperanza de que el agradecimiento viajara hasta él, allá en la negra Birmingham. Guardé el dinero para la fiesta de Todos los Santos.
Octubre transcurrió despacio. Las hojas cayeron, y bajo los árboles se formaban montículos de hojarasca, hojas pardas o blanquecinas con los bordes rizados. Hasta que un buen día vino un hombre, las amontonó y prendió una hoguera en uno de los extremos del jardín principal. Aquella tarde, cuando salimos a rezar el rosario, el fuego aún humeaba y la tierra despedía el nostálgico olor de las hojas quemadas. Tras el rosario, hablamos de la fiesta de Todos los Santos."

Edna O'Brien
Las chicas de campo


“Rezar es bueno. Al menos no estás maldiciendo a nadie, ni odiando a nadie, ni ofendiendo a nadie. En el rezo hay sinceridad.”

Edna O´Brien




“Siempre he defendido la castidad excepto cuando uno ya no puede resistir la tentación.”

Edna O´Brien


“Soy una lectora lenta, porque quiero saborear y recordar lo que leo.”

Edna O´Brien



“Una mujer artista no tiene ni musa ni esclava. Debe ser ambas cosas para sí misma.”

Edna O'Brien



“(...) Usted busca a alguien que se ajuste a las esquinas irregulares de su corazón.”

Edna O´Brien



“Yo sabía que había hecho algo horrible. Había matado el amor, antes de que me diera cuenta de la enormidad de lo que significaba amar.”

Edna O´Brien