"Aunque ello pueda parecer fuera de razon a quienes esten ajenos al quehacer poetico, el poeta exige un tipo de sociedad en el que el recogimiento, el retiro, sea un derecho natural. Exige la posibilidad de meterse entre la muchedumbre y salir de ella con la misma facilidad con que entra y sale de su casa. Acusa al mundo moderno de haber invadido su rincon de soledad, de haberlo llenado de preocupaciones y de rumores, de haber introducido en el la politica y las guerras totalitarias. En consecuencia, el poeta se ve obligado a exigir, por razones poeticas, que se transforme el mundo. Y no cabe afirmar que tal exigencia sea desmedida: constituye la condicion primera de su existencia.
(...)
Resulta muy dificil para el artista aceptar en el seno de la sociedad esta tarea, que no le comporta agradecimiento alguno: mantenerse aparte y, sin embargo, actuar como intermediario; comunicar a la sociedad algo que le es tan esencial como el pan y el agua y, sin embargo, poder hacerlo solo desde una posicion de aislamiento y desapego. La sociedad nunca llegara a comprender y amar al artista, porque nunca llegara a estimar su indiferencia, su asi llamada objetividad. Mas el artista debe aprender a amar y comprender a la sociedad que lo rechaza. Debe aceptar tan dura experiencia y apurar, como Socrates, la copa mortal."

Herbert Read
Anarquismo y poesía


AUBADE

Luz temprana
abatiéndose

mi cuerpo es una hoja
abatida de plata

si alboreo
se arrugará
una vaina de oropel

una membrana marchita
en el útero de la noche

Herbert Read



"Dije antes que el artista debe desaparecer; que el arte no es una “profesión” en sí, sino la cualidad inherente a toda labor bien realizada. Indiqué también que en una sociedad sana los hombres no tienen conciencia muy acentuada de su “cultura”: crean obras de arte en forma automática, instintiva. Reconocía, al mismo tiempo, la existencia de ciertas “cimas relumbrantes” que se abren paso a través de la diaria rutina hasta alcanzar una universalidad eterna.
Para que en el curso de la evolución de un país surjan estos soleados picos es menester que la sensibilidad estética se encuentre muy difundida, que el pueblo posea “gusto” natural. El gusto se forma gracias a esa continua valoración de la calidad que los hombres de todos los oficios emplean para juzgar las obras del colega. En el seno de la sociedad, esta actitud crítica produce una paulatina captación de la belleza formal que entrañan las obras hechas por la mano del hombre. En ello reside el “gusto”.
¿Es necesaria y saludable tal actitud? No sabría decirlo. En materia de arte, la conciencia de sí es el principio del rebuscamiento, y si ello equivale a la pérdida de la conciencia social en el individuo, si lo conduce a adoptar una actitud de alejamiento, nos hallamos -no lo dudo- ante el principio del fin, ante el primer síntoma de la decadencia social. Pero la crítica puede ser colectiva; puede ser comprensión, por parte de la colectividad, de lo que a ella atañe y de lo que para ella tiene valor. En este sentido la crítica es función necesaria. Es compresión de la calidad, reconocimiento del valor artístico, apreciación y promoción colectivas del arte.
En una sociedad vigorosa la promoción del arte corre por tres cauces: en lo social, por la apreciación; en lo económico, por la protección; y en lo esencial, por la libertad. He aquí las tres bases de que depende la vida del arte: apreciación, protección y libertad.
No es menester que abundemos sobre la necesidad de la apreciación estética. Artistas hay que han vivido y producido sin que su obra fuera apreciada por los contemporáneos; pero los sostenía, los impulsaba, una inconmovible certeza en el reconocimiento ulterior de su genio. Van Gogh, por ejemplo, tenía tanta fe en sí mismo que se contentaba con trabajar para la posteridad, a la cual jamás habría de ver. Hasta los artistas más desdeñados suelen tener un pequeño círculo de admiradores devotos, y a veces bastan dos o tres espíritus dotados de rara percepción para alentar al creador en su actividad. Más aún: todo lleva a mirar con recelo el logro de un éxito sonado en la propia época, ya que todo artista debe crear -como dijo Wordsworth- el gusto que permitirá apreciarlo. Y éste es proceso que lleva tiempo. Para el artista lo esencial es saber que posee un auditorio, saber que su voz no clama en el desierto. En la formación de todo gran artista hay un invisible proceso de toma y daca, de llamada y respuesta, de prueba y experimento, puesto que no le es dable experimentar sobre un cadáver insensible y yerto."

Herbert Read
Al diablo con la cultura


"Durante el viaje pude reflexionar a mi antojo, ya que el gaucho, aunque ingenioso, leal y bas­tante agradable como camarada de viaje, no ofre­cía muchos temas de conversación. Sabía que yo estaba implicado en una misma política, pero dudo que eso significase algo para él. Sentía una aver­sión fija hacia los viejos godos, como se llamaba a los antiguos opresores, y sus simpatías políticas eran raciales más que idealistas. Tampoco era muy extenso su conocimiento de la región en que está­bamos confinados; solía atravesarla como mensa­jero o guía, pero nunca había vivido en ella. Nada esencial podía agregar a los informes que ya ha­bía recibido de don Gregorio.
Todo lo que yo sabía se reducía a esto: la región de Roncador era una de las antiguas provincias españolas más pequeñas. Consistía en una alta meseta, más o menos del tamaño de Irlanda. Era exclusivamente apta para el pastoreo y sólo sus límites geográficos preservaban su identidad polí­tica y económica. Tal identidad nunca habría exis­tido sin la obra de los jesuitas, que a comienzos del siglo XVII penetraron en esa fértil región para establecer una misión, convertir y organizar a los indios guaraníes –que hasta entonces habían lle­vado una existencia más o menos nómada–, enseñarles los principios de la agricultura y el comer­cio, y algunas artes mecánicas, como la del tejido y la construcción. Durante ciento cincuenta años guiaron los destinos de la comunidad que habían logrado crear, y aunque no hay duda de que ex­plotaron a los indígenas en pro de la gloria mun­dial del clero, el sistema servía al bienestar gene­ral, y si no hubieran suscitado la envidia de los poderes temporales habrían podido establecer un orden racional y genuinamente cristiano del que el mundo todo hubiese tomado ejemplo. Pero no contentos con atender al bienestar espiritual y económico de las comunidades que habían fun­dado, aspiraron a independizarse de la corona es­pañola también en el ámbito político (y se dice que del Papa en el ámbito teológico). Tan lejos llevaron sus intrigas y pretensiones que al fin el rey resolvió expulsarlos de todos sus dominios y urdió sus planes con tal minucia y secreto que en una sola noche cada jesuita de las colonias espa­ñolas fue sorprendido y arrestado por las autori­dades civiles y militares, enviado bajo escolta a Buenos Aires y desde allí embarcado hacia Es­paña.
La expulsión había ocurrido sesenta o setenta años antes de mi llegada a América. El dominio jesuítico había durado un siglo y medio, y aunque enérgico –los indígenas habían observado una es­tricta disciplina–, se había comprobado duradero y eficaz. Después de la expulsión de los jesuitas, las misiones decayeron por completo, ya que los indios volvieron a su anterior modo de vida o bien –y ese fue el caso más frecuente– cayeron en manos de criollos o españoles inescrupulosos. Para cada colonia fueron designados un gobernador es­pañol y tres lugartenientes; para cada ciudad, un administrador civil encargado de los asuntos tem­porales y dos curas que dirigían los espirituales. En realidad tal gobierno disfrazaba un sistema de expoliación y robo; cuatro años después de la ex­pulsión de los jesuitas, la riqueza en ganado, caba­llos y rebaños, de la mayor parte de las misiones, disminuyó la mitad."

Herbert Read
La niña verde


“El arte debe ser reconocido, por el contrario, como el más seguro modo de expresión que ha logrado la humanidad.”

Herbert Read


"El ritmo no es una forma ideal en la que encajamos nuestras palabras. No es una notación musical a la que nuestras palabras se sometan. El ritmo no nace con las palabras sino con el pensamiento. La buena escritura reproduce exactamente lo que acaso debiéramos llamar el contorno de nuestro pensamiento."

Herbert Read
English Prose Style



Noche

Los tejados oscuros y escarpados cincelan
la infinitud del cielo:

Mas los blancos hastiales a la luz de la luna
parecen
manos inmóviles orando.

 Herbert Read



TIERRA DE PASTOS

Correteamos a través de los pastos
siguiendo las hojas de roble esparcidas por el viento.

Besamos
los pétalos tiernos de las prímulas y las velloritas

Descubrimos huevas de rana en la húmeda zanja.

Herbert Read