"(...) Cuando la niña abrió la puerta de la casa de su abuela vio que había alguien acostado en la cama con el gorro de dormir puesto. No se acercó a más de unos pasos cuando se dio cuenta de que no era su abuela sino el lobo el que yacía sobre la cama, ya que, aún con el gorro puesto, el lobo se parecía a su abuela tanto como el león de la Metro-Goldwyn se parece a Calvin Coolidge. Por lo que la pequeña niña extrajo una pistola automática de la cesta y se la vació encima al lobo."

James Thurber


"El espectáculo tenía solo un defecto; que era una ayténtica porquería."

James Thurber



El hombre divierte más al perro que el perro al hombre. Evidentemente, de los dos animales, el hombre es el más gracioso.

James Thurber



"El humor es algo muy importante. Es nuestro mayor recurso natural, al que hay que preservar a toda costa."

James Thurber



“El humor es un caos emocional recordado en la tranquilidad.”

James Thurber



"Es mejor tener algunas dudas que conocer todas las respuestas."

James Thurber



“Hay dos tipos de luz, el brillo que ilumina, y el resplandor que oscurece.”

James Thurber



“La comida más peligrosa es la torta de la boda.”

James Thurber


"La duodécima guerra mundial, como todo el mundo sabe, trajo el hundimiento de la civilización. Pueblos, ciudades y capitales desaparecieron de la faz de la tierra. Hombres, mujeres y niños quedaron situados debajo de las especies más ínfimas. Libros, pinturas y música desaparecieron, y las personas sólo sabían sentarse, inactivos, en círculos.
Pasaron años y más años. Los chicos y las chicas crecieron mirándose estúpidamente extrañados: el amor había huido de la tierra. Un día, una chica que no había visto nunca una flor, se encontró con la última flor que nacía en este mundo. Y corrió a decir a las gentes que se moría la última flor. Sólo un chico le hizo caso, un chico al que encontró por casualidad.
El chico y la chica se encargaron, los dos, de cuidar la flor. Y la flor comenzó a revivir. Un día una abeja vino a visitar a la flor. Después vino un colibrí.
Pronto fueron dos flores; después cuatro… y después muchas, muchas. Los bosques y selvas reverdecieron. Y la chica comenzó a preocuparse de su figura y el chico descubrió que le gustaba acariciarla. El amor había vuelto al mundo.
Sus hijos fueron creciendo sanos y fuertes y aprendieron a reír y a correr.
Poniendo piedra sobre piedra, el chico descubrió que podrían hacer un refugio. Muy deprisa toda la gente se puso a hacer casas. Pueblos, ciudades y capitales surgieron en la tierra. De nuevo los cantos volvieron a extenderse por todo el mundo.
Se volvieron a ver trovadores y juglares, sastres y zapateros, pintores y poetas, soldados, lugartenientes y capitanes, generales, mariscales y libertadores. La gente escogía vivir aquí o allí.
Pero entonces, los que vivían en los valles se lamentaban por no haber elegido las montañas. Y a los que habían escogido las montañas, les apenaba no vivir en los valles.
Invocando a Dios, los libertadores enardecían ese descontento. Y enseguida el mundo estuvo nuevamente en guerra. Esta vez la destrucción fue tan completa que nada sobrevivió en el mundo.
Sólo quedó un hombre… una mujer… y una flor."

James Thurber
La última flor




“Las mujeres son más sabias que los hombres, porque saben menos y entienden más.”

James Thurber



“No hay ninguna excepción a la regla de que toda regla tiene su excepción.”

James Thurber



"No ocurrió nada excepto que me quedé con un cosquilleo de curiosidad en la oreja izquierda después de que se pusiera el Sol y cierta tendencia a iniciar un trote cochinero al rascar una cerilla o encenderse una linterna."

James Grover Thurber
durante el regreso del cometa Halley en 1910



"– ¿Qué es el Todal?
Un mechón del pelo del guardia se volvió blanco y empezaron a castañetearle los dientes.
- El Todal parece una masa de tragaderas – dijo-. Hacen ruido como el de conejos chillando y huele a habitaciones viejas que llevan tiempo cerradas. Está esperando a que el Duque fracase en alguna empresa, como ponerte una prueba que puedas superar.
- ¿Y si la supero y fracasa?- inquirió el príncipe.
- Probará las tragaderas de la masa – dijo el guardia -. El Todal es un agente del diablo, enviado para castigar a los malvados que no hacen el mal lo bastante bien. Hablo demasiado. Vamos, el Duque espera."

James Thurber
Los trece relojes



“Si tengo alguna creencia sobre la inmortalidad, es que ciertos perros que conozco irán al cielo, y muy, muy pocas personas.”

James Thurber


"Su mujer ya debía haber terminado en el salón de belleza, o tardaría tal vez otros quince minutos, pensó Mitty consultando su reloj, a menos que hubiera tenido dificultades para teñirse como le había ocurrido algunas veces. No le agradaba llegar al hotel antes que él; deseaba que le aguardara allí como de costumbre. Encontró un gran sillón de cuero en el vestíbulo, frente a una ventana, y puso los zapatos de goma y el bizcocho para cachorro en el suelo, a su lado. Tomó un ejemplar atrasado de la revista Liberty y se acomodó en el sillón. “¿Puede Alemania conquistar el mundo por el aire?” Walter Mitty vio las ilustraciones del artículo, que eran de aviones de bombardeo y de calles arruinadas.
“... El cañoneo le ha quitado el conocimiento al joven Raleigh, señor”, dijo el sargento. El capitán Mitty alzó la vista, apartándose de los ojos el pelo alborotado.
“Llévenlo a la cama con los otros dijo con tono de fatiga. Yo volaré solo.”
“Pero no puede usted hacerlo, señor dijo el sargento con ansiedad. Se necesitan dos hombres para manejar ese bombardero y los hunos están sembrando el espacio con proyectiles. La escuadrilla de Von Richtman se encuentra entre este lugar y Saulier”.
“Alguien tiene que llegar a esos depósitos de municiones dijo Mitty. Voy a ir yo. ¿Un trago de coñac?” Sirvió una copa para el sargento y otra para él. La guerra tronaba y aullaba en torno de la cueva protectora y golpeaba la puerta. La madera estaba desbaratándose y las astillas volaban por todas partes dentro del cuarto,
“Una migajita del final”, dijo el capitán Mitty negligentemente.
“El fuego se está aproximando”, dijo el sargento.
“Sólo vivimos una vez, sargento dijo Mitty con su sonrisa lánguida y fugaz. ¿O acaso no es así?” Se sirvió otra copa, que apuró de un trago.
“Nunca había visto a nadie que tomara su coñac como usted, señor dijo el sargento Perdone que lo diga, señor. “ El capitán Mitty se puso de pie y fijó la correa de su automática Webley Vickers.
“Son cuarenta kilómetros a través de un verdadero infierno, señor”, dijo el sargento. Mitty tomó su último coñac.
“Después de todo dijo, ¿dónde no hay infierno?” El rugido de los cañones aumentó; se oía también el rattattat de las ametralladoras, y desde un lugar distante llegaba ya el paquetápaquetápaquetá de los nuevos lanzallamas. Walter Mitty llegó a la puerta del refugio protector tarareando Auprés de Ma Blonde. Se volvió para despedirse del sargento con un ademán, diciéndole: “¡Animo, sargento...!”
Sintió que le tocaban un hombro. “Te he estado buscando por todo el hotel dijo la señora Mitty ¿Por qué se te ocurrió esconderte en este viejo sillón? ¿Cómo esperabas que pudiera dar contigo?”
“Las cosas empeoran”, dijo Mitty con voz vaga.
“¿Qué?”, exclamó la señora Mitty. “¿Conseguiste lo que te encargué? ¿Los bizcochos para el cachorro? ¿Qué hay en esa caja?”
“Los zapatos de goma”, dijo Mitty.
“¿No pudiste habértelos puesto en la zapatería?”
“Estaba pensando dijo Walter Mitty. ¿No se te ha llegado a ocurrir que yo también pienso a veces?” Ella se le quedó mirando.
“Lo que voy a hacer es tomarte la temperatura tan pronto como lleguemos a casa”, dijo. Salieron por la puerta giratoria, que produce un chirrido débilmente burlón cuando se la empuja. Había que caminar dos calles hasta el parque. En la droguería de la esquina le dijo ella:
“Espérame aquí. Olvidé algo. Tardaré apenas un minuto”. Pero tardó más de un minuto. Walter Mitty encendió un cigarrillo. Comenzó a llover y el agua estaba mezclada con granizo. Se apoyó en la pared de la droguería, fumando. Apoyó los hombros y juntó los talones.
“¡Al diablo con el pañuelo!”, dijo Walter Mitty con tono desdeñoso. Dio una última fumada y arrojó lejos el cigarrillo. Entonces, con esa sonrisa leve y fugaz jugueteando en sus labios, se enfrentó al pelotón de fusilamiento; erguido e inmóvil, altivo y desdeñoso, Walter Mitty, el Invencible, inescrutable hasta el fin."

James Thurber
La vida secreta de Walter Mitt




“Una pizca de probabilidad tiene tanto valor como una libra de quizá.”

James Thurber




Vosotros taláis los árboles para construir edificios que albergarán a los hombres que se han vuelto locos por no haber podido ver los árboles.

James Thurber