"Así, la máxima relajación estética en el contexto de nuestra época es un síntoma, evidentemente favorable, de la beneficiosa crisis pasajera de lo interesante, a la cual sólo sucumbe la naturaleza débil. Esta relajación surge del afán más violento, a menudo exaltado; de ahí que tantas veces esté muy cerca de ella la fuerza más grande. La caída es, naturalmente, igual al apogeo; la relajación, a la tensión. La inmoralidad puede ser cierta en relación al conjunto, pero difícilmente impediría los progresos del gusto, los cuales pueden fácilmente adelantarse a la formación ética. El gusto está incomparablemente más libre de violencia externa y de contagio pernicioso. La formación ética, incluso en los individuos, es arrastrada mucho más fácilmente por la seductora violencia del conjunto, ahogada por los prejuicios dominantes, encadenada por instituciones externas de todo tipo. Tampoco puede depender sólo de un carácter nacional favorable el que la literatura moderna cumpla o no su elevada misión: pues su formación es artificial. El mejor o peor gusto de los modernos no ha de ser un regalo de la naturaleza, sino la obra autónoma de su libertad. Sólo con que haya fuerza, el arte conseguirá por fin corregir su parcialidad y reemplazar el supremo favor de la naturaleza."

Friedrich von Schlegel
Sobre el estudio de la poesía griega



"El historiador es un profeta que mira hacia atrás."

Friedrich von Schlegel


“El ingenio es la apariencia, el flash externo de la imaginación. De ahí, su divinidad, y el carácter ingenioso de la mística.”

Friedrich von Schlegel


"Estaba yo despreocupado en un artístico jar­dín, junto a un arriate redondo, que res­plandecía con un caos de las más mag­níficas flores exóticas y domésticas. Aspiré el aromático perfume y disfrutaba con los variopintos colores; pero de pronto, un feo bicharraco salió saltando desde las flores. Parecía estar hinchado de veneno, la piel transparente irisaba y se veían los intestinos retor­cerse como gusanos. Era lo suficientemente grande co­mo para inspirar temor; y a todo esto abría pinzas de cangrejo hacia todos lados alrededor de su cuerpo; ya saltaba como una rana, ya volvía a arrastrarse con asquerosa movilidad y con una incontable cantidad de pe­queños pies. Me aparté con horror; pero como quería perseguirme me armé de valor; con un fuerte empujón le hice caer boca arriba, y al punto me pareció no ser más que una rana común. Me maravillé no poco, y más aún cuando de repente alguien detrás me dijo: «Es la Opinión pública y yo soy el Ingenio; tus falsos amigos, aquellas flores, ya están todas marchitas.» Me volví para ver y reconocí a una figura masculina de media estatu­ra; las amplias formas de noble rostro eran tan elabo­radas y exageradas como a menudo vemos en los bus­tos romanos. Un fuego amistoso resplandecía en los abiertos y claros ojos y dos grandes rizos caían extra­ñamente apretados sobre la atrevida frente: «Voy a re­novar ante ti un viejo espectáculo —dijo—, unos jóve­nes en la encrucijada. Yo mismo los engendré con la divina fantasía en horas ociosas, porque consideraba que valía la pena. Son las auténticas novelas, en núme­ro de cuatro, e inmortales como nosotros.» Miré hacia donde hacía señas y un hermoso joven apenas vestido volaba sobre la verde llanura. Estaba lejos, y sólo pude ver cómo montó a caballo y se fue con prisas, como si quisiera adelantar en su vuelo al tibio aire de la tarde y burlarse de su lentitud. Sobre la colina se mostraba un caballero con armadura completa, de figura alta y majestuosa, casi un gigante; pero la exacta corrección de su talla y de su figura, junto a la sincera amabilidad de sus miradas significativas y gestos minuciosos, le da­ban sin embargo una cierta elegancia patriarcal. Se in­clinó hacia el sol poniente, hincó lentamente una rodi­lla y parecía rezar con gran devoción, con la mano de­recha en el corazón y la izquierda en la frente. El joven que antes había sido tan rápido, yacía ahora muy tranquilo en la ladera y se soleaba con los últimos ra­yos; entonces se levantó de un salto, se desnudó, se pre­cipitó en el río y se puso a jugar con las olas: se sumer­gía, volvía a aparecer, y se lanzaba de nuevo a la corriente. A lo lejos, en la oscuridad del soto, flotaba en el aire algo así como una figura con ropaje griego. «Pero sí lo es —pensé—, apenas puede ser terrenal.» Tan pá­lidos eran sus colores, tan oculto estaba todo en una niebla sagrada. Al mirar más detenidamente, resultó que también era un joven, pero de una especie totalmente contraria. Su alta figura apoyaba la cabeza y los bra­zos en una urna, sus serias miradas parecían ya buscar algo perdido en el suelo, ya preguntar algo a las páli­das estrellas, que empezaban a relucir tenuemente; un suspiro abrió sus labios, en los que flotaba una suave sonrisa."

Friedrich von Schlegel
Lucinde




“La ironía es una forma de paradoja. Paradoja es aquello que es bueno y grande al mismo tiempo.”

Friedrich von Schlegel



“La poesía romántica es una poesía universal progresiva.”

Friedrich von Schlegel


“Lo que llamamos buena sociedad no es, en su mayor parte, más que un mosaico de caricaturas refinadas.”

Friedrich von Schlegel



"No cabe la menor duda de que cuanto más se sabe, más se desea aprender. Sin embargo, es cierto que con el saber también crece de forma paralela la sensación de no saber o, mejor dicho, de saber que no se sabe."

Friedrich von Schlegel



"Sólo puede ser artista quien tiene una religión propia, una idea original del infinito."

Friedrich von Schlegel


“Todo Creador es un mediador para los demás.”

Friedrich von Schlegel