"Conviene ahora volver atrás y esforzarnos por
comprender en síntesis la complejísima evolución que lleva al filósofo a la visión poderosamente constructiva de este diálogo. Ya hemos indicado de qué modo Platón pasó de la rígida postura socrática al dualismo del Gorgias y cómo este posicionamiento fue superado de nuevo durante su viaje a Italia y a Sicilia; al regresar a Atenas, desarrolló, práctica y teóricamente, su concepto de educación, convencido
de poder resolver en breve el problema de forma definitiva. Sin embargo, las dificultades no habían sido vencidas, y el dualismo entre lo ideal y lo real surgió otra vez, diáfano e insuperable: en esta presencia alterna del dualismo y de su posterior superación, hay a fin de cuentas la perpetua dialéctica que constituye en cierta manera la razón fundamental de la evolución del pensamiento platónico. Él no consiguió entonces conciliar la moral con la política; el individuo virtuoso le pareció demasiado alejado de la comunidad, y la justicia de Sócrates, demasiado diferente de la justicia legal. En aquellos mismos años, 385-384, después de esta nueva preocupación, dirigió su pensamiento a la teoría de las ideas. Aquella distancia inmensa de un mundo divino, superuranio, que se había manifestado en la Apología y en el Gorgias por medio de la transfiguración de la figura de Sócrates, adquiere ahora un valor lógico-metafísico; nace así el Fedón, donde esta extrema posición idealística se manifiesta una vez más a través de la figura de Sócrates, que con excelsa sublimidad pronuncia una condena absoluta de la vida sensible y proclama, para el verdadero filósofo, la necesidad de retirarse en la soledad ascética, pero donde esta actitud es al mismo tiempo concretada mediante la nueva teoría metafísica de las ideas. El Gorgias imprecaba contra el
mundo que impide la acción del filósofo, y el Fedón mira este mundo con una compasión casi cristiana y con la conciencia de la vanidad de la lucha y de la aspiración a actuar; a pesar de ello, cuanto más profunda es la renuncia del Fedón a la vida, tanto más intensa es la reacción de la parte más íntima de Platón, que es en esencia fuerza e ímpetu activo, y ahora encuentra la forma de incorporarla a sus creaciones más universales, el Banquete y la Repú­blica.
La doctrina del amor es lo que permite a Platón llegar a este punto culminante: el eros es como el puente tendido sobre el abismo entre lo real y lo ideal, que realiza su función mediadora de un modo mucho más completo que la educación musical, porque es más universal que ésta el significado que adquiere el amor como fuerza cósmica que impulsa a todos los seres hacia la idea de lo bello. El eros tiene sus raíces en la parte afectiva del hombre y tiende a lo bello a través del contacto que establece entre los hombres; esta fuerza, este impulso del individuo que le lleva a alcanzar lo ideal, halla
su realización gracias a la comunidad. Platón, una vez más, ha unido los contrarios, y en esta ocasión la victoria tiene visos de ser definitiva: el pesimismo del Fedón es sustituido por el optimismo del Banquete, la comedia sucede a la tragedia, y de nuevo la vida política está justificada."

Giorgio Colli
Platón político


“Es filósofo el que disfruta con los enigmas.”

Giorgio Colli


"La experiencia sensible, desde la vida simple de todos los hombres hasta la "riqueza de experiencia" de los poetas y los sabios que apoyan su "arrogancia" y su "opinión" tan sólo en la preeminencia cuantitativa -y merecen por ello un mismo precio por parte de Heráclito-, construye un mundo de objetos concentrado y desplegado alrededor del sujeto, el cual, aun poseyendo una validez fenomenológica propia, queda superado por el conocimiento de los objetos singulares en sí mismos, en su realidad intrínseca e individual, que se capta a través de los datos sensibles, pero gracias a la intervención de una facultad interior que establece una afinidad de las cosas, aproximándolas y dejándolas subsistir al mismo tiempo en su pluralidad esencial.
[...]
Queda confirmada la distinción entre realidad expresiva y realidad interior y los aspectos correspondientes del conocer: por lo que ha resultado hasta aquí estamos autorizados a afirmar que el elemento expresivo, aun teniendo su validez y constituyendo por ello en cierto sentido el equivalente objetivo del otro aspecto, tiende a la estabilidad y al aislamiento, y debido a este carácter queda trascendido por el elemento interior."

Giorgio Colli
La naturaleza ama esconderse


"La modalidad expresa de la representación como nexo, independientemente del objeto. La modalidad tiene dos especies, y sólo dos: la categoría de lo necesario y la de lo contingente. Su primera definición es negativa: lo necesario es lo no contingente; lo contingente es lo no necesario.
La segunda definición de necesario y contingente será metafísica: lo necesario es la categoría que expresa la representación como nexo, en tanto que manifiesta en el logos el aspecto de violencia de las expresiones primeras, lo contingente es la categoría que expresa la representación como nexo, en tanto que manifiesta el aspecto del juego de las expresiones primeras. Juego y violencia recuerdan aquello que confusamente se manifiesta en las expresiones primeras -en tanto que próximas a lo inmediato- y por consiguiente aluden, de un modo únicamente simbólico, a la naturaleza misma del contacto metafísico. Una tercera definición podría establecerse de modo más riguroso dentro de los límites de la expresión. Será la siguiente: lo necesario es la categoría que expresa la representación como nexo, en tanto que indicación del carácter objetivante, consolidante, extensivo de la expresión; lo contingente es la categoría que expresa la representación como nexo, en tanto que indicación del carácter insuficiente, precario, deficiente de la expresión."

Giorgio Colli
Filosofía de la expresión


"Nietzsche conocía con lagunas los testimonios históricos sobre la religión de Dionisos, pero integró, extrajo de manera exhaustiva el significado del Dios, con adivinación deslumbrante. Combatiendo al cristianismo combatía la falsa religión, la religión nacionalista, antropocéntrica, que concedió al hombre una posición aislada en el mundo, y para poder hacerlo renegó la animalidad en el hombre. Durante muchos siglos los filósofos estuvieron sometidos a la maldición de este juicio -y todavía lo están- y soñaron con soluciones segregacionistas, racionalistas (basadas en lo que nos pertenece sólo a nosotros), "humanas". Descartes nos dijo que los animales sólo son pedacitos de espacio. Por eso Nietzsche, que utilizó todos los medios a su alcance para que los hombres escucharan de su boca esta verdad (divulgando a Schopenhauer, que desdeñosamente se había mantenido aparte), aparece ante nosotros como un "liberador", para usar un epíteto con el que los griegos designaban a Dionisos.
Una visión optimista de la vida debe apoyarse en la contestación del individuo: esto no es una paradoja. si el individuo es inesencial e ilusorio, igualmente lo será su parecer, la muerte en general. Si todo lo que aparece puede entenderse como expresión de otra cosa, entonces la muerte será la realización de la expresión, el aspecto concluyente de la apariencia, quizá su perfección. La angustia de la muerte manifiesta la inadecuación de cualquier expresión: ahí está, la expresión se ha concluido, y lo inmediato, lo que expresa, no ha sido recuperado. La expresión revela de manera determinada la inmediatez: esta determinación lleva aparejada también la muerte, pero lo inmediato es inagotable. Este es el fundamento del eterno retorno, que desvela la muerte como algo ilusorio, instrumental, no definitivo. Este era el optimismo alcanzado, pero no consolidado, por Nietzsche. Con la muerte no termina nada, ni siquiera aquella expresión (a no ser en su contingente, momentáneo suceder), que retornará eternamente. Eliminado el horror de la muerte, también el dolor se transfigura, se ve bajo una luz dionisíaca, ya que es un instrumento, una manifestación de la vida, no de la muerte. En lo inmediato está la raíz del dolor, de la violencia, pero también de la alegría, del juego. Dolor, alegría, muerte expresan lo inmediato, pertenecen a la vida."

Giorgio Colli
Después de Nietzsche