"El trabajo además es ya desde aquí más llevadero, porque voy a encerrarme nuevamente en el campo de los hechos; voy a probar por ellos la existencia de esa fatalidad de que hablo. Comienzo por interrogar la conciencia de cuantos han leído en la historia de los siglos: ¿qué gran calamidad, qué desastre han encontrado que no haya contribuido poderosamente a acelerar el desarrollo de la especie humana? La espada de Alejandro rasga a los ojos de la Europa el velo que encubría los secretos del Asia, medio dormida ya bajo la sombra de sus instituciones seculares; la Grecia esclava civiliza a sus rudos vencedores. Roma sacrifica mil pueblos en aras de su orgullo para darles sus leyes y comunicarles su cultura. Invaden el imperio los bárbaros del Norte con sangre hasta el petral de sus caballos, y borran con esa sangre las manchas del antiguo mundo, que impedían ver la luz del Evangelio. Sucumbe entonces la ciencia, los libros de los filósofos se pierden entre los arruinados altares del viejo paganismo; mas ¿qué importa? Los bárbaros traen en cambio consigo tesoros de una libertad desconocida, y la nueva religión arroja al desierto anacoretas que tomarán como un trabajo agradable a su Dios copiar los manuscritos que se salven de las ruinas. Los árabes en sus primeros arranques religiosos irán a remover, además, los sepulcros del Egipto, para pasar a Europa y reanudar los vínculos que enlazaron la civilización de Oriente y de Occidente. Estos vínculos ¿son aún débiles? La voz del fanatismo armará en días a los hijos de Europa y los precipitará de nuevo al Asia. El comercio unirá para siempre pueblos que no pudo unir la guerra; la riqueza florecerá, y con ella los dos más naturales aliados, la libertad y el trabajo. Detened luego los ojos en esa libertad tan querida y codiciada. ¿Se degrada en las lanzas de las guardias pretorianas? Los bárbaros la levantan sobre sus escudos. ¿Languidece bajo las sombrías bóvedas de los alcázares feudales? La recoge la Iglesia en sus templos y en el palacio de los sucesores de san Pedro. ¿Muere a manos de las repúblicas? La salvarán los reyes. ¿La manchan las monarquías? La purifican con la sangre de los mismos monarcas la Convención y Cromwell."

Francisco Pi i Margall
La reacción y la revolución



“Es inútil empeñarse en detener el progreso.”

Francisco Pi y Margall o Francesc Pi i Margall


“Este triunfo no lo debes a ningún partido, no lo debes al ejército, no lo debes al oro ni a las armas de los que tantas veces se han arrogado el título de ser tus defensores y caudillos. Este triunfo lo debes a tus propias fuerzas, a tu patriotismo, a tu arrojo, a ese valor con que desde tus frágiles barricadas has envuelto en un torbellino de fuego las bayonetas, los caballos y los cañones de tus enemigos.”

Francisco Pi y Margall



“La libertad de imprenta, como la de conciencia, la de enseñanza, la de reunión, la de asociación y todas las demás libertades, ya os lo hemos dicho, para ser una verdad deben ser amplias, completas, sin trabas de ninguna clase.”

Francisco Pi y Margall




“La revolución no la hemos ido a buscar; nos la han traído los sucesos, y nos la han traído porque era necesaria.”

Francisco Pi y Margall



“Las convicciones políticas son como la virginidad: una vez perdidas, no vuelven a recobrarse.”

Francisco Pi y Margall




“Nadie tiene derecho a reducir mi libertad sino yo mismo. Vivo en una sociedad; pero no es suficiente para que tenga que sujetarme a un poder que no he creado, ni a unas leyes que no he hecho.”

Francisco Pi y Margall



“No puedes ser del todo libre mientras estés a merced del capitalista y del empresario, mientras dependa de ellos que trabajes o no trabajes, mientras los productos de tus manos no tengan un valor siempre y en todo tiempo cambiable y aceptable, mientras no encuentres abiertas de continuo cajas de crédito para el libre ejercicio de tu industria.”

Francisco Pi y Margall




"Religión Divina, palabra que han cambiado por oro los sacerdotes de todos los tiempos."

Francisco Pi y Margall



“Sentiría no hacerme comprensible; mas la materia es aún oscura y de suyo tan sutil, que temo no se escape al escalpelo del análisis. Constancia, lectores, constancia; no arrojéis tan pronto el libro.”

Francisco Pi y Margall




“Sostengo que la revolución aún hoy es la paz.”

Francisco Pi y Margall




“Tú, que eres el que más trabajas, ¿no eres acaso el que más sufres? ¿Qué haría sin ti esa turba de nobles, de propietarios, de parásitos que insultan de continuo tu miseria con sus espléndidos trenes, sus ruidosos festines y sus opíparos banquetes?”

Francisco Pi y Margall