“Ese estado en el que no se piensa, no se planea, no se desea, no se espera ni se lucha por nada definitivo, en que uno se encamina en ninguna dirección concreta y, aun así, se sabe capaz de lo posible y de lo imposible por igual, así de inquebrantable es su poder; el maestro calificaba este estado, que en el fondo carece de propósito y de egoísmo, de verdaderamente espiritual.” 

Eugen Herrigel