“Hay que evitar el combate en lugar de vencer en él. Hay triunfos que empobrecen al vencido, pero no enriquecen al vencedor.”

Juan Zorrilla de San Martín


Imposible

Dejadme recordar; y en ese limbo
en que agitan sus alas los amores,
y suspiran insólitos rumores,
que el alma sabe traducir no más,
las palmas donde duermen los recuerdos
abaniquen mi frente soporosa,
que, al beso de su brisa mentirosa
en un seno de amor se dormirá.

¡Qué dulce realidad la del recuerdo,
vaga ilusión que a otra ilusión imita!
No entiendo el corazón cuando palpita,
mecido por su aliento celestial.
¡Y me habla tanto en su lenguaje mudo!
¿Cuándo lo entenderé? ... Cuando la vida,
en mundo de recuerdos convertida,
de mentiras engendre una verdad!

Juan Zorrilla de San Martín



"La paciencia es la fuerza del débil; la impaciencia, la debilidad del fuerte."

Juan Zorrilla de San Martín


"Las lágrimas son como los collares de perlas: cuantas menos hay, mas se cree que no son falsas."

Juan Zorrilla de San Martín


“Lo importante no es tener muchas ideas, sino la idea oportuna en cada caso.”

Juan Zorrilla de San Martín


“Nada pesa tanto como el corazón cuando está cansado.”

Juan Zorrilla de San Martín


“No olvides que dar un consejo es contraer un compromiso, cuando menos.”

Juan Zorrilla de San Martín


Odio y amor

El alma anhela amor: ley es del cielo;
y anhela aborrecer: ley de la tierra...
Odio y amor, indefinible anhelo,
que, del hombre infeliz, la historia encierra.
Infeliz yo no soy, mas que un desvelo,
una ilusión mi bienestar destierra.
¿Amaré a mi verdugo? Tengo miedo...
Odiar a mi ilusión... ¡Ah! no, no puedo!

Y ella acibara sin piedad mi vida;
es parte de mi ser que lo destroza;
gime el alma en sus brazos abatida
y sufre en el gozar: sufriendo goza.
No puedo amar esa ilusión mentida,
si la abandono, el corazón solloza;
ilusión: sufriré tu amor funesto;
más sabe que, al amarte, te detesto.

Juan Zorrilla de San Martín



Siemprevivas

¡A las flores emblema de la muerte,
las llaman siemprevivas!...
¿O será porque el vaho de las tumbas
sus ya marchitas hojas no marchita?

Al no poder llorar, ríen los hombres,
y, al mirarlos pasar, causan envidia.
¡Siemprevivas! si el bien tiene su llanto,
también tiene el dolor su amarga risa.

Juan Zorrilla de San Martín




Tabaré


INTRODUCCIÓN

I

Levantaré la losa de una tumba;
            E internándome en ella,
Encenderé en el fondo el pensamiento
Que alumbrará la soledad inmensa.

Dadme la lira, y vamos: la de hierro,
            La más pesada y negra;
Esa, la de apoyarse en las rodillas,
Y sostenerse con la mano trémula,

Mientras azota el viento temeroso
            Que silba en las tormentas,
Y, al golpe del granizo restallando,
Sus acordes difunde en las tinieblas;

La de cantar sentado entre las ruinas
            Como el ave agorera;
La que arrojada al fondo del abismo,
Del fondo del abismo nos contesta.

Al desgranarse las potentes notas
            De sus heridas cuerdas,
Despertarán los ecos que han dormido
Sueño de siglos en la oscura huesa;

Y formarán la estrofa que revele
            Lo que la muerte piensa;
Resurrección de voces extinguidas,
Extraño acorde que en mi mente suena.

 Blanca duerme. La lámpara en la alcoba
De la inocente niña
Su dormida cabeza en la almohada
Con trémulas aureolas ilumina.

Entreabiertos sus párpados,
Dejan adivinar en sus pupilas,
Como en el lago el brillo de una estrella
La lumbre palpitante de la vida.

Los invisibles labios de un ensueño
Parecen apoyarse en su mejilla,
Y comprimir su boca
Con los pliegues del llanto o la sonrisa.

Una oración acaso,
A medio terminar, interrumpida
Por el sueño ha quedado abandonada
Entre los labios de la hermosa niña.

Que unos ratos parece recogerla,
Moverla entre ellos pura e instintiva,
Y ofrecerla a los ángeles que nadan
En el callado ambiente que respira.

¿Duerme? ¿O en el vahído indescriptible
entre el sueño y la vigilia
La realidad y la ilusión se estrechan
Y en su espíritu flotan confundidas?

¿Conserva esa conciencia vacilante,
Esa confusa actividad que infiltra
La voluntad del hombre en los ensueños
Que en lo obscuro procuran sumergirla?

Juan Zorrilla de San Martín