"Ambición... Es la última enfermedad de las mentes nobles."

James Matthew Barrie



"Aquéllos que llevan la luz del sol a los demás no la pueden alejar de sí mismos."

James Matthew Barrie


"Cada hombre que llega a la cima le agrada pensar que él ha hecho todo, mientras la esposa sonríe y le permite que lo piense."

James Matthew Barrie



"Cada vez que un chico dice "no creo en las hadas" hay un hada en algún lado que cae muerta."

James Matthew Barrie



“Ciertos caminos son rectos: son aquellos que hemos recorrido; otros son tortuosos: son aquellos que se hacen a sí mismos. Y estos últimos son de mucho los más agradables, porque no sabemos a dónde nos conducirán. Han sido trazados poco a poco por los niños, los perros y todas las personas a las que les preocupa demasiado que un camino se haya hecho de una u otra manera.”

James Matthew Barrie



"¿Crees en hadas? Si usted cree, ¡aplauda!"

James Matthew Barrie




“Cuando el primer niño rió por primera vez, su risa se rompió en mil pedazos que saltaron por los aires en todas direcciones, y así fue como aparecieron las hadas.”

J. M. Barrie



"De todas las islas maravillosas la de Nunca Jamás es la más acogedora y la más comprimida (...), todo está agradablemente amontonado."

James Matthew Barrie



"Dios nos dio la memoria para que pudiéramos tener rosas en diciembre."

James Matthew Barrie




"El secreto de la felicidad no esta en hacer lo que te gusta, sino en gustarte lo que haces."

James Matthew Barrie


“Jamás atribuyas a un rival motivos más ruines que los tuyos.” 

James Matthew Barrie



"¡La segunda estrella a la derecha, y directo hacia el amanecer!"

James Matthew Barrie
Peter Pan



“La vida es una larga lección de humildad.” 

James Matthew Barrie


"Los niños a lo único que piensan que tienen derecho cuando se le acercan a uno de buena fe es a un trato justo. Después que uno haya sido injusto con ellos seguirán queriéndolo, pero después nunca volverán a ser los mismos. Nadie supera la primera injusticia: Nadie salvo Peter. (...) Las estrellas son hermosas, pero no pueden participar activamente en nada, tienen que limitarse a observar eternamente. Es un castigo que les fue impuesto por algo que hicieron hace tanto tiempo que ninguna estrella se acuerda ya de lo que fue. Por ello, las pequeñas todavía sienten curiosidades."

James Matthew Barrie
Peter Pan



"Los sueños se pueden hacer realidad, si lo deseas lo bastante fuerte. Puedes tener cualquier cosa en la vida, si puedes sacrificar todo lo demás."

James Matthew Barrie


"Mamá, ¿Es que hay algo que nos pueda hacer daño, después de encender las lamparillas de noche? -No, mi vida -dijo ella-. Son los ojos que una madre deja para proteger a sus hijos."

James Matthew Barrie



"No es un trabajo realmente a menos que usted preferiría estar haciendo otra cosa."

James Matthew Barrie



"No quiero ser mayor jamás -dijo con vehemencia-. Quiero ser siempre un niño y divertirme. Así que me escapé a los jardines de Kensington y viví mucho, mucho tiempo entre las hadas."

James Matthew Barrie


"No soy lo suficientemente joven como para saberlo todo."

James Matthew Barrie



"Nunca comprendemos lo poco que necesitamos en este mundo hasta que lo perdemos."

James Matthew Barrie


"¿Por qué ya no puedes volar, mamá? -Porque he crecido, mi amor. Cuando la gente crece se olvida de cómo se hace. - ¿Por qué se olvidan de cómo se hace? -Porque ya no son alegres ni inocentes ni insensibles. Sólo los que son alegres, inocentes e insensibles pueden volar."

James Matthew Barrie
Peter Pan


"(...) Porque ya no son alegres ni inocentes ni insensibles. Sólo los que son alegres, inocentes e insensibles pueden volar."

James Matthew Barrie
Peter Pan


"Sabes, no es verdad que la mujer fuera hecha a partir de la costilla del hombre; fue realmente hecha a partir del hueso de la risa del codo."

James Matthew Barrie



"¿Sabes -preguntó Peter- por qué las golondrinas anidan en los aleros de las casas? Es para escuchar cuentos."

James Matthew Barrie
Peter Pan



"Scrymgeour era un artista y un hombre de recursos, con tan buen concepto de su profesión que ponía a sus obras unos precios exorbitantes, y tan acomodado que podría haberlos comprado todos. A él me dirigía cuando quería dinero, aunque de este hecho no se debe inferir que pedía prestado. En los días de la mezcla Arcadia no tenía cuenta corriente. A medida que mis cheques caían con cuentagotas los amontonaba en una caja de cuero raído que ataba con un cordel, y cuando la necesidad llamaba a mi puerta, extraía el cheque que parecía más dispuesto a salir y se lo cambiaba a Scrymgeour. Scrymgeour se parecía a mí en su aversión por la discusión, pero por lo demás nos diferenciábamos tanto como pueden diferenciarse dos fumadores de Arcadia. Leía poco, aunque nos sorprendía a todos por un conocimiento superficial de todos los libros importantes que habían sido publicados en los últimos meses, hasta que descubrimos que obtenía la información de un amigo en la India. También tenía, creo recordar, la romántica idea de que la mezcla Arcadia sería el instrumento que civilizaría África. Como explicaré más adelante, su devoción por Arcadia por poco lo lleva al altar contra su voluntad, pero antes debería describir su gabinete.
Siempre lo llamamos «el gabinete de Scrymgeour», incluso después de que dejara de merecer el mote, del mismo modo que a Moggridge lo llamábamos Jimmy porque así era conocido para alguno de nosotros cuando era un niño. Scrymgeour abandonó sus elegantes habitaciones en Bayswater por la fonda algunos meses después de que la mezcla Arcadia lo reconstruyera, pero sus aposentos eran los mejores de nuestra escalera y con la ayuda de un artesano de la comunidad japonesa los convirtió en un sueño oriental. Nuestra asistenta tenía una visión bastante pobre del resto de nosotros, pero el gabinete estaba allí para ser admirado, y ni siquiera William John osaría jamás derramar café en él. Cuando el gabinete estuvo listo para su inspección, Scrymgeour me llevó a verlo y, en el preciso instante en el que se abrieron las puertas, recordé, de repente, que mis botas estaban llenas de barro. El techo era una inmensa postal de navidad japonesa que representaba los cielos; densas nubes flotaban alrededor de una tenue luna y con la oscuridad aparecían las estrellas. Las paredes, en lugar de estar empapeladas, estaban cubiertas de una suave tela japonesa, y alrededor de un hogar que sostenía un abanico de bambú surgían figuras fantásticas. No había repisa de la chimenea. La habitación era muy pequeña pero si, por ejemplo, se deseaba escribir sobre un escritorio de terciopelo azul no había más que apretar una palanca que había en la pared; y si, sin querer, te apoyabas en el escritorio, los artesanos japoneses estaban listos para fabricarte otro. Había palanquitas por todas partes con forma de pájaros, ratones y mariposas, y si se tocaba alguna, siempre salía algo de algún sitio. Unas cortinas rojo sangre separaban la alcoba donde Scrymgeour descansaba por la noche y su cama se convertía en una bañera por el sencillo sistema de girar y quedar escondida bajo el suelo. A un lado de la cama había una bodega con una escalera que la abarcaba entera; la puerta del comedor era una sinfonía de grises, con sombríos reptiles que se deslizaban por los paneles; y el suelo, oscuro y misterioso, representaba una visión idealizada de las regiones infernales. Scrymgeour me informó esperanzado de que el lugar tendría un aspecto más acogedor cuando trajera sus cuadros; pero me frenó en el momento en el que empecé a llenar mi pipa. Creía, dijo, que fumar no era una costumbre muy japonesa y que no existían motivos para poseer unos aposentos japoneses a menos que se viviera de acuerdo con ellos. He aquí una revelación. Scrymgeour se había planteado vivir su vida en armonía con aquellas habitaciones. Sentía demasiada tristeza en el corazón para decir algo en aquel momento pero, prometiéndonos vernos pronto, le estreché la mano a mi infeliz amigo y me fui.
Sucedió, sin embargo, que antes de que tuviera oportunidad de volver a visitarlo, Scrymgeour se me adelantó en varias ocasiones. Ya tenía la mano en el timbre de su puerta cuando me daba cuenta de que una figura que creía conocer esperaba al pie de la escalera. Era el propio Scrymgeour, fumando Arcadia. Nos saludábamos lánguidamente en el rellano, Scrymgeour me aseguraba que «Japón en Londres» era una idea excepcional. Constituía un aliciente para vivir y conseguía que los pobres y cotidianos convencionalismos que rodean a uno se desvanezcan. Esta conversación se mantenía de pie ante la puerta y yo siempre comenzaba a preguntarme por qué Scrymgeour no entraba en sus aposentos."

James Matthew Barrie
Lady Nicotina



"Si dices lo que piensas y no lo que otra persona piensa por ti estás en el camino de convertirte en un hombre importante."

James Matthew Barrie




"Su mentalidad romántica era como esas cajitas procedentes del misterioso Oriente, que van unas dentro de las otras y que por muchas que uno descubra siempre hay una más."

James Matthew Barrie




"(...) Supo que tenía que crecer. Siempre se sabe eso a partir de los dos años. Los dos años marcan el principio del fin."

James Matthew Barrie




"Trata siempre de ser un poco más amable de lo necesario."

James Matthew Barrie



"Una casa nunca está quieta en la oscuridad para aquellos que escuchan atentamente; hay un susurro en las cámaras distantes, una mano sobrenatural presiona el broche de la ventana, el pestillo se levanta. Los fantasmas fueron creados cuando el primer hombre se despertó en la noche."

James Matthew Barrie, comúnmente conocido como J. M. Barrie


"Y como cada día a esta hora... lo mejor está por llegar."
(le dijo Peter Pan a Campanilla)

James Matthew Barrie