“La esperanza es la prueba evidente de que existe una cosa que todos buscamos y que nadie encuentra.”

José Selgas Carrasco



"La primera parece que está en su casa, según el traje y la actitud. Envuelta en una bata verde de largos cordones y anchos bolsillos, se reclina con completo abandono en los brazos siempre abiertos de una inmensa butaca, con la cabeza apoyada en el respaldo, dejando vagar la mirada por los espacios del techo, y echando al aire de tiempo en tiempo suaves bocanadas de humo que extrae de un soberbio habano por medio de una arrogante boquilla de espuma de mar. Con sus prolongados bigotes, que se extienden hasta caer por uno y otro lado de la cara, con sus mejillas macilentas y un tanto hundidas.
Con sus piernas cruzadas y sus ojos soñolientos, parece el gran turco que fuma indolentemente descansando de las agitaciones del serrallo. Esto, por supuesto, tomando la butaca por otomana, la boquilla de espuma de mar por pipa, y por turbante el vendaje que rodea su cabeza cubriéndole en parte la frente.
La otra persona ocupa una silla, sobre la cual mantiene el cuerpo derecho, si bien la cabeza se inclina hacia el suelo, donde al parecer tiene fija la mirada al través de los cristales de las gafas con que surte a sus ojos de la vista perdida. En su frente, que empieza á ser calva se marcan las arrugas de la gravedad reflexiva y su fisonomía aguda revela penetración y viveza. La limpieza esmerada que se advierte en su modesto vestido, sus manos blancas y sus uñas perfiladas, la precisión rigorosa de sus patillas rubias, sobre las que empieza a caer la nieve de los años, descubren la coquetería natural de un hombre acostumbrado por necesidad ó por gusto al trato frecuente de la sociedad que brilla. Pudiera tomársele por un médico de esos que se ven favorecidos por espléndidas clientelas; pero, en primer lugar, no se advertía en él lujo alguno: en sus zapatos de charol se ve el polvo de la calle, señal evidente de que no anda en coche, y un médico famoso en Madrid no puede andar de otra manera. Además, se conoce que no tiene prisa, y semejante circunstancia es impropia de un médico. Bien observado, puede creerse que en medio del mundo real y positivo que lo rodea vive en otro mundo aparte que lleva dentro de sí mismo: su inteligencia respira, al parecer, la atmósfera de regiones desconocidas para el vulgo de los hombres."

José Selgas
Deuda del corazón



"!Las madres! Pensadlo bien; ellas son las que cubren de ángeles la tierra."

José Selgas



"Los hombres no se enamoran de lo que ven, sino de lo que sueñan." 

 José Selgas


"Muy bien; pero somos curiosos, nos gustan las cosas con pelos y señales, y tenemos derecho a saber su nombre y apellido. ¿Y para qué? Ahí está el acta de su elección, porque las papeletas de la candidatura depositadas en la urna fueron quemadas inmediatamente después del escrutinio. Más ¿Qué nos importa su nombre? Désele uno cualquiera. ¡Hay tantos que poderle dar! Contentémonos con saber que es Diputado. Su naturaleza, después de todo, era la naturaleza humana; su vecindad, dudosa, porque activo, movible, impaciente, no acierta a estarse quieto en ninguna parte, viniendo a resultar que casi no tiene domicilio fijo; su casa siempre es la mejor fonda, con lo cual consigue tener buen hospedaje en todas las capitales del mundo; su profesión, se ignora; sus bienes de fortuna no constan anotados en ningún registro de la propiedad; pero indudablemente es hombre que sabe, porque habla de todo; y debe ser rico, porque gasta como un potentado. En cuanto a su familia, es seguro que ha de andar reñido con ella, pues nunca la nombra. ¿Se quieren más detalles? Vamos a darlos.
Si se tiene en cuenta el ligero ceceo con que pronuncia las palabras, el desparpajo de sus chistes, la prontitud de sus respuestas y la soltura de su lengua, hay que tomarlo por andaluz; mas no debe perderse de vista que anima el relato de sus cuentos, siempre que el caso lo requiere, imitando al pie de la letra el áspero acento de los catalanes, el dejo sobón de los aragoneses, la desabrida modulación de los valencianos y la cadencia llorona de los gallegos. En este género de imitaciones era un prodigio.
Suele haber días que amanece más temprano, y son aquellos en que la primera luz de la mañana nos trae algún acontecimiento extraordinario, que el temor o el deseo nos anticipan, porque acontece que el temor y el deseo no nos dejan dormir tranquilos, y nos despiertan antes que las dudosas claridades del alba anuncien la proximidad del nuevo día. Ése debía ser el motivo que ocasionaba el movimiento interior que se advertía en las principales casas del pueblo en la madrugada del día siete de marzo de mil ochocientos y tantos.
En medio de la oscuridad con que la noche envolvía la antigua villa, llamémosla así, de los Remedios, en el tranquilo silencio de sus calles desiertas, se echaba de ver que no todas las familias del pueblo dormían a pierna suelta, como era costumbre en las madrugadas de los días ordinarios, porque a través de los postigos entornados se escapaban rayos de luz que iban a reflejarse en las paredes de enfrente, o se desvanecían en las sombras a lo largo de las calles."

José Selgas
Nona


Por un misterio profundo

Por un misterio profundo
que vedado al hombre está
en la sucesión del mundo
uno viene y otro va.
Los que van y los que vinieron
sienten la misma aflicción,
los muertos por lo que fueron
los vivos por lo que son.

José Selgas