Envidia del pene

"Envidio a los hombres que pueden anhelar
con infinita vaciedad
el cuerpo de una mujer,
que esperan que su anhelo
haga un niño,
que su oquedad misma
fertilice lo oscuro.
Las mujeres no se hacen ilusiones sobre esto,
ya que son a la vez
casas y túneles,
copas y las que escancian el vino,
ya que conocen el vacío como estado temporal
entre dos plenitudes,
y no ven en ello ningún romance.
Si yo fuera hombre,
condenado a esa infinita vaciedad,
y no teniendo alternativa,
encontraría, como los otros, sin duda,
una mujer
para bautizarla Vientre de Luna,
Madona, Diosa del Cabello de Oro
y hacerla tienda de mi deseo,
paracaídas de seda de mi lujuria,
icono ojiazul de mi sagrada comezón sexual,
madre de mi hambre.
Pero ya que soy mujer,
debo no sólo inspirar el poema
sino también escribirlo a máquina,
no sólo concebir al niño
sino también darlo a luz,
no sólo dar a luz al niño
sino también bañarlo, no sólo bañar al niño
sino también alimentarlo,
no sólo alimentar al niño
sino también llevarlo
a todas partes, a todas partes…
mientras que los hombres escriben poemas
sobre los misterios de la maternidad.
Envidio a los hombres que pueden anhelar
con infinita vaciedad."

Erica Jong


"Feliz Hanukkah y Feliz Navidad y todo eso. Debe de resultar raro estar en California en esta época del año. Aquí nieva, como siempre, aunque no tanto como el año pasado, cuando estaba con el embarazo ya muy avanzado y cayó la gran tormenta de nieve del 47. Nunca olvidaré los coches enterrados: sólo se veta una especie de jorobas blanco-azuladas imposibles de identificar. Todavía me acuerdo de ti diciéndome por teléfono que todo Nueva York estaba bajo una ventisca y que no podías coger un tren para volver a Los Ángeles.
Mi niñita de nieve está cada día más maravillosa. Mamá, hay tantas cosas que terminan desilusionándote en la vida y, sin embargo, los bebés son muchísimo mejores de lo que dicen en los anuncios. Es algo que no deja de asombrarme.
La mala noticia es que Aaron no se encuentra bien. Ahora está internado en un lugar que se llama Chestnut Lodge (en Stockbridge) y le está tratando un médico que parece saber cómo ayudarlo. No hace falta decir que cuesta una fortuna, pero no quedaba otra alternativa. Parece que tuvo una «crisis nerviosa», o como quieran llamarlo. Lo único que sé es que fue un horror para mí y para la niña. Decía que era Jesucristo y se ponía a repetir el Sermón de la Montaña. Caminaba por un lado de la autopista, poniendo su vida en peligro, y paraba los coches y les decía, «¿No sabéis que vuestro Señor estaba circuncidado?». Le encontraron con un frío insoportable, paseando en taparrabos por el Estadio de Stockbridge, que estaba cubierto de hielo. Decía que yo era la «mujer vestida de púrpura» del Apocalipsis, y me llamaba «madre de las rameras y dé las abominaciones». No puedo explicarte cómo estaba de aterrorizada cuando empezó a ponerse violento. Me llevaba a rastras al cementerio donde están sepultados los Coppley y me amenazaba con desenterrar a Sim Coppley para «probar» mis «abominaciones».
Al final, Laurence Wilder, el profesor de filosofía de la escuela, y yo le llevamos a la clínica a que le viera el Dr. Bartlow, que ha sido muy amable. Ahora le dan tranquilizantes, pero no sé cuál será el siguiente paso."

Erica Jong
Bendita memoria


“La perfección a la que nos queremos acercar tendría algo de inhumano.”

Erica Jong



Poema de la ropa sucia

"Es el poema de la ropa sucia
porque hemos viajado de pueblo en pueblo
acumulando sábanas sucias y playeras sudadas,
pantalones manchados y tiesos de nuestros jugos,
camisetas arrugadas por nuestra gloriosa pasión desordenada
y ropa interior rígida por nuestro gozo.
He venido a casa a lavar la ropa.
El golpeteo en el piso del baño como lluvia
de las gotas de agua que me llevan hasta ti.
El agua sucia me habla de amor.
Nuestra humedad en las burbujas.
He sumergido las manos en agua caliente
como podría sumergirlas
en tu corazón.
Después de años de manchas y salpicaduras
finalmente estoy limpiándome.
Volaré hacia ti con una maleta de ropa recién lavada,
para quitármela, amontonarla en el piso
y dejar que estregues mi cuerpo con tu amor."

Erica Jong


"Tiré todas las respuestas a la papelera virtual, las borré y apagué el ordenador. Debí de volverme loca en el momento en que di mi verdadera dirección. Me engañé pensando que ahí acababa todo. Otra mala idea abortada. Volví a mi vida de casada como una autómata. Siempre he sido impulsiva, y la gente impulsiva sabe cómo evitar sus impulsos. El sexo era un lío, eso a cualquier edad, pero, a los sesenta —vaya, se me ha escapado—, ya era una broma. A las mujeres no se les permite sentir pasión a los sesenta. Se supone que tenemos que convertirnos en abuelas y retirarnos, que nuestra condición es la de una serena ausencia de sexo. El sexo es para las de veinte, treinta, cuarenta, incluso cincuenta. El sexo a los sesenta es una vergüenza. Incluso si tienes buen aspecto, ya sabes demasiado. Ya conoces todas las cosas que pueden salir mal, todos los inconvenientes a los que te arriesgas, todos los peligros que supone jugar con desconocidos. Sabes que la discreción no es más que una fantasía imposible. ¡Y ahora había dejado mi e-mail en manos de toda la gentuza que hay en internet!

Además, adoro a mi marido y lo último que quisiera es hacerle daño. Siempre he pensado que, al casarme con alguien veinte años mayor que yo, me arriesgaba a pasar mis últimos años sin sexo. Pero él me había dado tantas otras cosas… Me había casado con él cuando tenía cuarenta y cinco años y él sesenta y cinco, y había sido estupendo. Me había curado todas las heridas que tenía de los matrimonios anteriores. Había sido un padrastro buenísimo para mi hija. ¿Cómo me atrevía a quejarme porque en mi vida faltaba algo? ¿Cómo me atrevía a poner un anuncio en busca de Eros?

Mis padres se estaban muriendo y yo empezaba a volverme inimaginablemente mayor; pero ¿era eso un motivo para buscar lo que mi vieja amiga Isadora Wing había llamado polvo súbito? Seguro que sí. Era eso o el éxtasis espiritual. Por lo visto, los creadores de zipless.com se habían apropiado de la expresión de Isadora sin pagarle ni un céntimo. La compañía que compró los derechos cinematográficos fue vendida a una compañía que tenía derechos editoriales, que a su vez fue vendida a una compañía que explotaba derechos digitales, que fue vendida a una compañía que explotaba expresiones conocidas. Así es la vida de los escritores, tan salvaje como la de los actores."

Erica Jong
No más miedo



“Un consejo es algo que pedimos cuando ya sabemos la respuesta, pero quisiéramos no saberla.”

Erica Jong


"Y el problema es que si no arriesgas nada, arriesgas más todavía."

Erica Jong