Comunismo utópico

Igualdad, Libertad y Bienestar Universal

"La república establecerá una gran comunidad nacional de bienes".

"Se suprime el derecho a la herencia; todos los bienes que actualmente pertenecen a los particulares a su muerte pasan a la comunidad nacional de bienes".

"Todo ciudadano francés, sin distinción de sexo, que entregue todos sus bienes en el país, y que dedique su persona y el trabajo del que es capaz en el país, es miembro de la gran comunidad nacional".

"Los bienes pertenecientes a la comunidad nacional serán explotados en común por todos sus miembros sanos".

"Los traslados de trabajadores de una comunidad a otra serán efectuados por la autoridad central, sobre la base de su conocimiento de las capacidades y necesidades de la comunidad".

"La comunidad central retendrá... a aquellas personas, de uno u otro sexo, al trabajo obligatorio cuyo deficiente sentido de la ciudadanía, o cuya pereza, lujo y laxitud de conducta, hayan podido dar un ejemplo perjudicial; su fortuna pasará a la comunidad nacional de bienes".

"Ningún miembro de la comunidad podrá reclamar para sí más de lo que la ley, por medio de las autoridades, le permita".

"En cada comuna deben celebrarse comidas públicas a horas señaladas, a las que los miembros de la comunidad estarán obligados a asistir".

"Todo miembro de la comunidad nacional que acepte pagos o atesore dinero será castigado".

"Se prohíbe todo comercio privado con el extranjero; las mercancías que entren en el país por esta vía serán confiscadas en beneficio de la comunidad nacional; los que actúen en sentido contrario serán castigados".

"La república no acuña más dinero".

"Todo individuo que sea condenado por haber ofrecido dinero a uno de sus miembros (de la comunidad nacional) será castigado severamente".

"No se importará oro ni plata a la república".

François Noël Babeuf



"¿Cuál sería el estado de un pueblo cuyas instituciones fuesen tales que reinara indistintamente entre cada uno de sus miembros individuales la más perfecta igualdad; que el suelo que habitara no fuese de nadie, sino que perteneciera a todos; en definitiva, que todo fuese común, hasta el producto de todos los tipos de industrias? ¿Serían autorizadas tales instituciones por la ley natural? ¿Sería posible que esta sociedad subsistiese, e incluso que fuesen practicables los medios para conseguir una distribución absolutamente igual?"

François-Noël Babeuf conocido como Gracchus Babeuf


"El objeto de una revolución es destruir toda desigualdad y establecer el bienestar de todos."

François Noël Babeuf



"En una verdadera sociedad no debe haber ni ricos ni pobres."

François Noël Babeuf



"Escribid a mi madre y a mis hermanos. Decidles cómo he muerto e intentad hacerles comprender, a esas buenas gentes, que una muerte así es gloriosa, lejos de ser deshonrosa. Adiós para siempre; me envuelvo en el seno de un sueño virtuoso."

François Noël Babeuf



"La naturaleza ha dado a cada hombre un derecho igual al disfrute de todos los bienes."

François Noël Babeuf



"La propiedad es odiosa en su principio y mortífera en sus efectos."

Gracchus Babeuf



"La tierra, madre común, no puede ser partida más que para toda la vida, y cada parte convertida en intraspasable, de modo que el patrimonio individual de cada ciudadano hubiese podido estar siempre asegurado y ser imperdible."

François Babeuf



Manifiesto de los Iguales

¡PUEBLO DE FRANCIA!
Durante quince siglos has vivido esclavo y, por tanto, infeliz. Desde hace seis años respiras apenas, esperando la independencia, la felicidad y la igualdad.

¡La Igualdad! ¡Primer deseo de la naturaleza, primera necesidad del hombre y principal vínculo de cualquier asociación legítima! ¡Pueblo de Francia! ¡Tú no has sido más favorecido que las demás naciones que malviven en este desafortunado mundo!

Desde tiempo inmemorial se nos repite de manera hipócrita que los hombres son iguales y desde tiempo inmemorial la más degradante y monstruosa desigualdad pesa insolentemente sobre el género humano. Desde que hay sociedades civiles, el más bello patrimonio del hombre es reconocido sin contradicción, pero aún no ha podido realizarse ni una sola vez: la igualdad no ha sido más que una bella y estéril ficción de la ley. Hoy, cuando es reclamada con voz más fuerte, se nos responde: ¡callaos, miserables! La igualdad real es sólo una quimera; contentaos con la igualdad condicionada; sois todos iguales ante la ley. Canaille ¿qué más necesitáis?

¿Que qué más necesitamos?

Legisladores, gobernantes, ricos propietarios, escuchad ahora vosotros.
Pues bien, a partir de ahora pretendemos vivir y morir iguales, como hemos nacido; queremos la igualdad real o la muerte; eso es lo que necesitamos.

La revolución francesa es sólo la precursora de una revolución mucho más grande, mucho más solemne, y que será la última.

¿Que qué necesitamos además de la igualdad de derechos?

Necesitamos que esa igualdad no sólo esté escrita en la Declaración de derechos del hombre y del ciudadano; la queremos entre nosotros, bajo el techo de nuestras casas. Aceptamos cualquier cosa por ella, empezar de cero para obedecer a ella sólo. ¡Perezcan todas las artes, si es preciso, mientras nos quede la igualdad real!
La ley agraria o el reparto de los campos fue el deseo inmediato de algunos soldados sin príncipe, de algunos pueblos primitivos movidos por su instinto más que por la razón. Tendemos hacia algo más sublime y más equitativo, ¡el bien común o la comunidad de bienes! No más propiedad individual de las tierras; la tierra no es de nadie. Reclamamos, queremos, el goce comunal de los frutos de la tierra: esos frutos son de todos.

Declaramos que no podemos soportar por más tiempo que la inmensa mayoría de los hombres trabaje y sude al servicio y para el disfrute de la más ínfima minoría.

¡Que cese de una vez este gran escándalo que nuestros descendientes no querrán creer! Que desaparezcan de una vez las escandalosas distinciones entre ricos y pobres, grandes y pequeños, amos y lacayos, gobernantes y gobernados. Que no haya entre los hombres más diferencia que las de la edad y el sexo. Puesto que todos tienen las mismas necesidades y las mismas facultades, que haya para ellos una única educación, un único sustento. Si se contentan con un solo sol y con mismo aire para todos ¿por qué no habría de ser suficiente la misma porción y la misma calidad de alimentos para cada uno de ellos?

Ha llegado el momento de fundar la República de los Iguales, ese gran hospicio abierto a todos los hombres. Han llegado los días de la restitución general. Familias quejumbrosas, venid a sentaros a la mesa común levantada por la naturaleza para todos sus hijos.

El egoísta, el ambicioso, temblará de rabia. Los que poseen injustamente clamarán que es injusticia. Los goces exclusivos, los placeres solitarios, los acomodos personales provocarán fuerte rechazo a algunos individuos hastiados de los sufrimientos ajenos. Los amantes del poder absoluto, los viles secuaces de la autoridad arbitraria replegarán con pena sus orgullosas cabezas bajo el nivel de la igualdad real. Su corta visión penetrará con dificultad en la próxima llegada de una felicidad común, pero ¿qué pueden algunos millares de descontentos contra una masa de hombres, todos ellos felices y sorprendidos de haber buscado tanto tiempo una felicidad que tenían al alcance de la mano?

¡PUEBLO DE FRANCIA!

Abre los ojos y el corazón a la plenitud de la felicidad: reconoce y proclama con nosotros la República de los Iguales.

François Babeuf




"¡Pueblo! despiértate en la Esperanza."

Gracchus Babeuf