"Ni yo mismo tengo claro qué es lo que me empujó a probar esta profesión tan poco atractiva. Probablemente esperaba encontrar allí una nueva posición que me ofreciera una visión del mundo antes inadvertida. Uno constata repetidamente que, si de vez en cuando no observa el mundo y a su gente desde un lugar distinto al acostumbrado, se le van embotando los sentidos.
Esperé a ver qué pasaba y de pronto recordé la cena que, quince años atrás, cuando estaba a punto de volver a casa tras una estancia en América, el decano de la facultad organizó en mi honor. El decano era matemático, un hombre rico, propietario de unas caballerizas y de una villa al estilo de los palacetes de caza. Sólo lo había visto una vez y no me apetecía ir a esa cena: reunirme con personas a las que no conozco me resulta más bien incómodo.
¿Y a quién iba a conocer allí si sólo había estado medio año dando clases en la universidad? Al final todos me trataron con mucha amabilidad, y no dejaron de sonreírme durante toda la cena, muy a la americana; unos y otros me pidieron con insistencia creciente que les explicara cómo se me ocurría abandonar un país libre y rico como el suyo para volver al mío, donde reinaban la pobreza y la falta de libertad, donde probablemente me detendrían y me mandarían a Siberia. Yo me esforcé por resultar amable también. Echando mano de un patriotismo fingido y alegando una importante misión a la que éste me obligaba, se me ocurrió una imagen que me pareció ilustrativa: conté que en mi país la gente me conocía; que, aunque tuviera que dedicarme a barrer las calles, para la gente yo seguiría siendo quien era, lo único que quería ser, un escritor, mientras que allí, aunque siguiera paseándome en un Ford, no dejaría de ser uno más de los inmigrantes de los que se había compadecido una gran nación, añadí fanfarroneando. En realidad, lo que quería era volver a mi país, donde vivía gente que me era cercana, podía hablar con fluidez y escuchar mi lengua materna."

Ivan Klima
Amor y basura



“No es posible asegurar el futuro. Sólo es posible perder el presente.”

Ivan Klima


"No existe poder en el mundo que no haya dependido en alguna forma del terror. El hombre vivió no sólo temeroso a los invasores que podrían llegar furiosamente desde la distancia, vivió con miedo a los dioses o a Dios y sus representantes en la tierra. Vivió con miedo a la autoridad de oficiales y de los administradores de sus propios maestros, temeroso de perder su hogar o el alimento que necesitaba para permanecer vivo, o su tierra o su trabajo. Cada esfuerzo por liberar al hombre ha sido en realidad un esfuerzo por liberarlo de su miedo, para crear las condiciones en las cuales pudiera dejar de sentir su dependencia como una amenaza.
(...)
El miedo que descansa en las camas de los que no tienen poder, da un fuerte ímpetu a sus sueños y sus acciones. Una persona sin poder anhelando escapar de su ansiedad, usualmente encuentra solo dos caminos: escapar más allá del poder hostil o convertirse en poderoso él mismo. El miedo engendra sueños de grandeza."

Ivan Klima
El espíritu de Praga