“El olvido de la felicidad es lo único que representa en el mundo la felicidad verdadera.”

Guido Da Verona


"En el ínterin el vigilante del turno de noche había recogido los escasos restos de la cena. Litzine estaba tumbado en el sofá, ligeramente ebrio, tenía un pitillo encendido. La mirada de sus cristalinos ojos azules se perdía en los círculos que trazaba el humo de la colilla, semejando la osamenta de una nubosidad en oleadas desprendida por el vértice voraz de su fragante cigarrillo. Alzó ligeramente las dormidas y tumefactas rodillas en ese preciso instante, pudiéndose percibir de forma diáfana la bella turgencia de sus emergentes tobillos y la ligera insinuación de su falda. El indómito cabello rubio le confería a su rostro una apariencia decididamente angelical. Damien estaba sentado a su diestra perezosamente, hundiéndose la cabeza de ambos sobre un mismo cojín. El leguleyo de Nimes se apoltronaba sobre el brazo de la silla más próxima a M. de Leonardo, que fingía un súbito rechazo, mientras concedía benévolamente que sus manos fueran acariciadas con tersura."

Guido da Verona
Sciogli la treccia Maria Maddalena



"La mutabilidad del destino deviene en inquebrantable aserto. Fui capaz de reunir todo el dinero en disputa con mis rivales e incluso logré derrotar en dos ocasiones al conde Anghilieri. Él murmuró algo, parapetado tras su periódico e inadvertidamente comenzó a limpiarse los binoculares. Yo me quité aquella joya de color rosa, sintiendo la amable gratitud de aquella cercana correspondencia. Hubo una clara referencia al albanés y una sonrisa cómplice. Continuamos. La fortuna no me era esquiva en aquellos días. Muchos se exasperaban ante las adversidades de aquella caprichosa diosa. Presa de los nervios, el albanés no dejaba de ocuparse de la higiene de sus impertinentes, mirándome con cruel animosidad, oponiéndose a todo lo pecuniario y a todo lo referente al connubio. Quizás se sintiera acosado por mi hilaridad y yo para encolerizarlo no hacía más que insistir en mi actitud.
[...]
La disputa se resolvió de forma natural al día siguiente, hiriendo levemente al albanés con un sable en su mejilla. El portero no volvió a recibir más perfumes ni más olorosas rosas. Elena llegó aquella tarde noche con un rotativo doblado bajo el brazo y sin poder ocultar que era presa de una profunda inquietud."

Guido da Verona
L´amore che torna


"Para triunfar en la vida se necesita creer con firmeza en las posibilidades más absurdas."

Guido Da Verona