“Allí donde se encuentran los amigos se encuentra la riqueza.”

Tito Maccio Plauto

  
“Amantes, dementes.”

Tito Maccio Plauto


"Bien huele la mujer que a nada huele."

Tito Maccio Plauto


"Bonito embustero está hecho el tal Gorgojo con el que nos ha salido Fédromo. No sé si le cuadra mejor el nombre de birlofanta o de sicofanta. Me temo que me voy a quedar sin los disfraces que les he alquilado. Aunque yo directamente con él no tengo nada que ver: es a Fédromo a quien se los he entregado. Pero, así y todo, estaré a la mira. Pero mientras que salen, os voy a decir dónde podéis encontrar a esta o la otra clase de personas, para que nadie tenga demasiado trabajo para dar con ellas en el caso de que las busque, tanto si se trata de gentes que son como deben o como no deben, de buenas o de malas personas. Quien quiera habérselas con un falsario, que vaya al Comicio; quien busque a un embustero y a un rufián, lo encontrará por el templo de Cloacina; los maridos ricos y con ganas de arruinarse hay que buscarlos por la Basílica; allí se podrá encontrar también a las viejas pellejas y a las gentes de negocios. Los que se reúnen para cenar juntos a escote están en el mercado del pescado. En la parte baja del foro pasean las gentes de bien y los ricos; en el centro a lo largo del canal, los fardones; los descarados y los charlatanes y las malas lenguas, más arriba del lago Curcio, que tienen el descaro de decir injurias a los demás por un quítame allá esas pajas mientras que habría más que motivo para que se dijeran con verdad de ellos mismos. En las Tiendas Viejas están los prestamistas y los que toman dinero a crédito. Detrás del templo de Cástor, allí están las gentes de las que no debe uno fiarse demasiado deprisa. En la calle Toscana están los que hacen comercio de sí mismos. En el Velabro, los panaderos, los carniceros y los adivinos, los que se dedican a retocar las mercancías o los que las suministran para que sean retocadas. Pero oigo que suena la puerta, tengo que poner punto final a mi discurso."

Plauto
Gorgojo



“Buscando las cosas inciertas, perdemos las ciertas.”

Tito Maccio Plauto


"Con frecuencia los mayores talentos se mantienen ocultos."

Plauto



"DIÁBOLO.— Venga, enséñame el contrato ese que has escrito entre mi amiga y la alcahueta y yo; léeme todas las cláusulas; desde luego te las pintas solo para estos asuntos.
GORRÓN.— A la señora se le van a poner los pelos de punta, cuando se entere de las cláusulas que hemos puesto.
DIÁBOLO.— Venga, por favor, léemelo.
GORRÓN.— ¿Me escuchas?
DIÁBOLO.— Soy todo oídos.
GORRÓN.— «Diábolo, hijo de Glauco, ha entregado a la proxeneta Cleéreta veinte minas, para que Filenio esté con él de noche y de día durante el plazo de un año».
DIÁBOLO.— Y con otro ninguno.
GORRÓN.— ¿Pongo eso también?
DIÁBOLO.— Ponlo y cuida de escribirlo bien claro.
GORRÓN.— «No dejará entrar a otra persona ninguna en su casa; ni que diga que se trata de un amigo o un patrono suyo o un amante de una amiga suya; las puertas estarán cerradas para todos, excepto para ti. Ella deberá poner un letrero en la puerta que diga: “Ocupada”. O para el caso de que diga que ha recibido una carta del extranjero, no deberá tener en casa carta alguna, ni tampoco tabla encerada ninguna; si es que tiene algún cuadro que no sirva para maldita la cosa, que lo venda; en el caso de que no lo haya enajenado en un plazo de tres días después de haber recibido el dinero de ti, deberá quedar a tu disposición, pudiéndolo quemar, si quieres, para que no tenga ella cera para escribir cartas. Ella no podrá invitar a nadie a cenar, sino a ti. Ella no podrá dirigir su mirada a ninguno de los invitados; si mira a otra persona fuera de ti, que quede ciega al momento, ítem, ella beberá junto contigo y lo mismo que tú: tú le pasarás la copa, ella beberá a tu salud, luego beberás tú».
DIÁBOLO.— Me parece muy bien.
GORRÓN.— «Ella deberá evitar toda clase de sospechas. Al levantarse de la mesa, cuidará de no tocar con su pie el pie de nadie; cuando pase al diván de al lado o al bajarse del mismo, no dará la mano a nadie. No dará su anillo a nadie para que lo vea, ni pedirá el de nadie para verlo ella. No deberá ofrecer el juego de las tabas a nadie más que a ti. Cuando ella tire, no dirá “por ti”, sino que te nombrará con tu nombre; puede invocar la ayuda de la diosa que le parezca, pero no la de un dios; pero si acaso le entra escrúpulo, entonces, te lo dirá a ti, y tú le pedirás al dios en su nombre, que le sea propicio. Ella no deberá hacer señas ni guiños, ni asentir con gestos a nadie. Para el caso de que se apague la lámpara, no deberá moverse ni un pelo en la oscuridad».
DIÁBOLO.— Estupendo; naturalmente lo hará así. Pero, bueno, luego en el dormitorio… Eso quítalo mejor, allí tengo interés desde luego en que se mueva mucho; no quiero que encuentre un pretexto, que diga que es que se lo han prohibido."

Plauto
Asinaria



“Dos mujeres son peores que una.”

Plauto



"El amor es fecundísimo en miel y en hiel."

Plauto



"El amor es pérfido."

Plauto


“El hombre es un lobo para el hombre.”

Plauto



"El mayor mal del vino es que empieza por agarrarse a los pies: es un luchador habilidoso."

Tito Maccio Plauto



“El que muere por amor a la virtud, no perece.”

Plauto



"El que no piensa en sus deberes sino cuando se los recuerdan, no es digno de estimación."

Plauto



“El que no sabe por qué camino llegará al mar, debe buscar el río por compañero.”

Plauto



“En una mano lleva la piedra, y con la otra muestra el pan.”

Plauto


"FILOCOMASTO.— (Saliendo de casa de Periplectómeno; a una esclava). Pon fuego en el altar, para que gozosa le tribute alabanzas y acciones de gracias a la Diana de Éfeso y la inciense con el embriagante perfume de la Arabia por haberme guardado en los dominios de Neptuno y en sus turbulentas regiones, donde he sido tan duramente combatida por las furiosas olas.
ESCÉLEDRO.— ¡Oh, Palestrión, Palestrión!
PALESTRIÓN.— ¡Oh, Escéledro, Escéledro!, ¿qué quieres'?
ESCÉLEDRO.— Esa joven que acaba ahora de salir de ahí ¿es Filocomasio, la amiga del amo, o no lo es?
PALESTRIÓN.— Te juro que yo tengo la impresión de que parece ella, pero es sorprendente que haya podido pasar de aquí allí, si es que realmente lo es.
ESCÉLEDRO.— Pero ¿tienes tú dudas de si es ella?
PALESTRIÓN.— Parece ella.
ESCÉLEDRO.— Vamos a acercarnos y a hablarle: ¡eh tú, Filocomasio!, ¿qué es lo que se te ha perdido en esa casa, qué buscas ahí? ¿Por qué no me contestas? Es contigo con quien hablo.
PALESTRIÓN.— Caramba, me parece más bien que es contigo mismo con quien hablas, porque lo que es ella, no dice ni pío.
ESCÉLEDRO.— A ti te digo, malvada, infame, que andas ahí vagando por las casas de los vecinos.
FILENIO.— ¿Con quién estás hablando?
ESCÉLEDRO.— ¿Con quién sino contigo?
FILENIO.— ¿Y quién eres tú o qué tienes que ver conmigo?
ESCÉLEDRO.— Oye, ¿me preguntas quién soy?
FILENIO.— ¿Y por qué no te voy a preguntar lo que no sé?
PALESTRIÓN.— A ver: ¿quién soy entonces yo, si no conoces a éste?
FILENIO.— Un antipático, seas quien seas, lo mismo que el otro.
ESCÉLEDRO.— ¿Pero es que no nos conoces?
FILENIO.— A ninguno de los dos.
ESCÉLEDRO.— Estoy aterrado.
PALESTRIÓN.— ¿De qué?
ESCÉLEDRO.— De que no sea que nos hayamos extraviado donde sea, porque ésta dice que no nos conoce ni a ti ni a mí.
PALESTRIÓN.— Yo quiero certificarme ahora mismo, Escéledro, de si es que somos nosotros o no lo somos, no sea que alguno de los vecinos nos hayan metamorfoseado sin darnos cuenta.
ESCÉLEDRO.— Por lo menos yo soy yo mismo.
PALESTRIÓN.— Y yo también, demonio; chica, te estás buscando tu perdición. ¡A ti te digo, eh, tú, Filocomasio!
FILOCOMASTO.— Pero ¿qué clase de locura es esa de llamarme con un nombre falso y tan complicado?
PALESTRIÓN.— ¡Oye!, pues ¿cómo te llamas entonces?
FILENIO.— Justa.
ESCÉLEDRO.— Haces mal, Filocomasio, te empeñas en tener un nombre que no te va: Injusta eres y no Justa, y estás cometiendo una injusticia con mi amo.
FILENIO.— ¿Quién, yo?
ESCÉLEDRO.— Sí, tú.
FILOCOMASTO.— ¿Yo, que he llegado ayer de Atenas a Éfeso con mi amigo, un muchacho ateniense?
PALESTRIÓN.— A ver: ¿y a qué es a lo que vienes a Éfeso?
FILENIO.— Me han dicho que mi hermana gemela está aquí y he venido a buscarla."

Plauto
Miles Gloriosus



“La ley no da los mismos derechos al pobre que al rico.”

Plauto



“Los que divulgan la calumnia y los que la escuchan, si valiera mi opinión, deberían ser colgados: los divulgadores, por la lengua, y los oyentes, por las orejas.”

Plauto



"Lobo es el hombre para el hombre, y no hombre, cuando desconoce al otro."

Plauto



“Mal hombre es aquel que sabe recibir un beneficio y no sabe devolverlo.”

Plauto



“Nada excepto el cielo es mejor que un amigo que realmente sea un buen amigo.”

Plauto



"Nada vale quien nada ama."

Plauto




“Perdemos lo seguro por buscar lo incierto.”

Plauto


"Que nadie se pregunte quién soy: voy a decirlo en pocas palabras. Soy el Lar doméstico de esta casa de donde me habéis visto salir. Hace ya muchos años que habito en medio de estas paredes y que las poseo; desde los tiempos del abuelo y del padre del que, en la actua­lidad, aquí reside. Pero resulta que su abuelo me confió, con el mayor secreto, una buena cantidad de oro y, a escondidas de todos, la enterró en medio del hogar y me suplicó que se la guardara. El hombre murió y, ved su avaricia: nunca quiso revelar el secreto ni a su propio hijo. Prefirió dejarle sin recursos —¡a su propio hijo!— antes que indicarle el escondrijo del tesoro. Le dejó un pequeño pedazo de tierra para que viviera, no sin sufrimientos y con toda clase de privaciones. Des­pués que hubo muerto el que me confió el oro, comencé a observar si el hijo me trataría con mayor considera­ción que su padre. Pero, por lo que a él se refiere, la cosa anduvo todavía peor; cada día se preocupaba me­nos de mí y de rendirme culto. En respuesta, yo hice lo mismo con él: murió tal como había vivido. Dejó un hijo, éste que vive aquí ahora, que tiene el modo de ser igual al de su padre y su abuelo. Tiene una hija única, que cada día me hace ofrendas de incienso, de vino o de cualquier otra cosa; me obsequia con coronas. En atención a ella, hice que Euclión, su padre, encontrara el tesoro con el fin de poder darla en matrimonio más fácilmente, si la joven quería. Pues ella ha sido deshonrada por un joven que goza de muy buena posi­ción. Este joven no ignora quién es la doncella a la cual deshonró. Ella, en cambio, lo desconoce, y también que su hija haya sido violada. Hoy voy a hacer que el viejo vecino de al lado (señalando la casa de Megadoro) la pida en matrimonio, y voy a hacerlo para que el joven que la deshonró pueda, con facilidad, casarse con ella. Precisamente, el viejo que va a pedirla en matrimonio es tío del joven que la violó, de noche, en la víspera de las fiestas de Ceres. Pero ved ahora al viejo, ahí dentro, dando gritos, como acostumbra siempre. Echa fuera de la casa a su vieja esclava para que no logre saber el secreto. Y pienso que quiere inspeccionar su oro, no vaya a suceder que se lo roben."

Plauto
Aulularia


"Si puedo preservar mi buen nombre, seré suficientemente rico."

Plauto


“Si reclamas el dinero prestado, tendrás que de un amigo tu bondad hizo tu enemigo.”

Plauto


"Son hombres malos quienes llaman bien al mal."

Plauto
Tomada del libro La Tercera Guerra Mundial ya está aquí de Cristina Martín Jiménez, página 378



"Tal es la voluntad de los dioses: todo placer se acompaña de pena."

Tito Maccio Plauto


"Un ratón no confía nunca su vida a un solo agujero."

Plauto


"Vale más un testigo de vista que diez de oídas."

Plauto


“Yo amo la verdad, quiero y deseo que todos me la digan.”

Plauto