“Alma que vas huyendo de ti misma, ¿qué buscas, insensata, en las demás?”

Rosalía de Castro



“Bajo el hacha implacable, ¡cuán presto en tierra cayeron encinas y robles!”

Rosalía de Castro




“Cual si en suelo extranjero me hallase, tímida y hosca, contemplo desde lejos los bosques y alturas y los floridos senderos donde en cada rincón me aguardaba la esperanza sonriendo.”

Rosalía de Castro


  
“¡Cuán bella y caprichosa es la alegría!” 

Rosalía de Castro


Dend’aquí vexo un camiño
que no sei adonde vai
po-lo mismo que no sei
quixera o poder andas.

[Desde aquí veo un camino
que no sé adónde va
por lo mismo que lo ignoro
quisiera poderlo andar.]



Rosalía de Castro
  

"Es feliz el que soñando, muere. Desgraciado el que muera sin soñar."

Rosalía de Castro



"Es más fuerte, si es vieja,
la verde encina:
más bello el sol parece
cuando declina;
y esto se infiere
porque ama uno la vida
cuando se muere."

Rosalía de Castro



“Frío y calor, otoño o primavera, ¿dónde... dónde se encuentra la alegría?”

Rosalía de Castro



“Hermosas son las estaciones todas para el mortal que en sí guarda la dicha.”

Rosalía de Castro



“Hierve la sangre juvenil, se exalta lleno de aliento el corazón, y audaz el loco pensamiento sueña y cree que el hombre es, cual los dioses, inmortal.”

Rosalía de Castro



Hora tras hora, día tras día...

Hora tras hora, día tras día,
entre el cielo y la tierra que quedan
eternos vigías,
como torrente que se despeña,
pasa la vida.

Devolvedle a la flor su perfume
después de marchita;
de las ondas que besan la playa
y que una tras otra besándola expiran.
Recoged los rumores, las quejas,
y en planchas de bronce grabad su armonía.

Tiempos que fueron, llantos y risas,
negros tormentos, dulces mentiras,
¡ay!, ¿en dónde su rastro dejaron,
en dónde, alma mía?

Rosalía de Castro



“Inexplicable angustia
hondo dolor del alma,
recuerdo que no muere,
deseo que no acaba…

¡Silencio, los lebreles
de la jauría maldita!
No despertéis a la implacable fiera
que duerme silenciosa en su guarida.
¿No veis que de sus garras
penden gloria y honor, reposo y dicha?

Prosiguieron aullando los lebreles…
-Los malos pensamientos homicidas!-
y despertaron la temible fiera…
-¡la pasión que en el alma se adormía!-
Y ¡adiós! en un momento,
¡adiós gloria y honor, reposo y dicha!

Duerme el anciano padre, mientras ella
a la luz de la lámpara nocturna
contempla el noble y varonil semblante
que un pesado sueño abruma.

Bajo aquella triste frente
que los pesares anublan,
deben ir y venir torvas visiones,
negras hijas de la duda.

Ella tiembla…, vacila y se estremece…
¿De miedo acaso, o de dolor y angustia?
Con expresión de lastima infinita,
no sé qué rezos murmura.

Plegaria acaso santa, acaso impía,
trémulo el labio a su pesar pronuncia,
mientras dentro del alma la conciencia
contra las pasiones lucha

¡Batalla ruda y terrible
librada ante la víctima, que muda
duerme el sueño intranquilo de los tristes
a quien ha vuelto el rostro la fortuna

Y él sigue en reposo, y ella,
que abandona la estancia, entre las brumas
de la noche se pierde, y torna al alba,
ajado el velo…, en su mirar la angustia.

Carne, tentación, demonio,
¡oh!, ¿de cuál de vosotros es la culpa?
¡Silencio…! El día soñoliento asoma
por las lejanas alturas,
y el anciano despierto, ella risueña,
ambos su pena ocultan,
y fingen entregarse indiferentes
a las faenas de su vida oscura.

La culpada calló, mas habló el crimen…
Murió el anciano, y ella, la insensata,
siguió quemando incienso en su locura,
de la torpeza ante las negras aras,
hasta rodar en el profundo abismo,
fiel a su mal, de su dolor esclava.

¡Ah! Cuando amaba el bien, ¿cómo así pudo
hacer traición a su virtud sin mancha,
malgastar las riquezas de su espíritu,
vender su cuerpo, condenar su alma?

Es que en medio del vaso corrompido
donde su sed ardiente se apagaba,
de un amor inmortal los leves átomos,
sin mancharse, en la atmósfera flotaban.
Sedientas las arenas, en la playa
sienten del sol los besos abrasados,
y no lejos, las ondas, siempre frescas,
ruedan pausadamente murmurando.
Pobres arenas, de mi suerte imagen:
no sé lo que me pasa al contemplaros,
pues como yo sufrís, secas y mudas,
el suplicio sin término de Tántalo.

Pero ¿quién sabe…? Acaso luzca un día
en que, salvando misteriosos límites,
avance el mar y hasta vosotras llegue
a apagar vuestra sed inextinguible.

¡Y quién sabe también si tras de tantos
siglos de ansias y anhelos imposibles,
saciará al fin su sed el alma ardiente
donde beben su amor los serafines!”


Rosalía de Castro


La canción que oyó en sueños el viejo


A la luz de esa aurora primaveral, tu pecho
vuelve a agitarse ansioso de glorias y de amor.
¡Loco...!, corre a esconderte en el asilo oscuro
donde ya no penetra la viva luz del sol.

Aquí tu sangre torna a circular activa,
y tus pasiones tornan a rejuvenecer…
huye hacia el antro en donde aguarda resignada
por la infalible muerte la implacable vejez.

Sonrisa en labio enjuto hiela y repele a un tiempo;
flores sobre un cadáver causan al alma espanto;
ni flores, ni sonrisas, ni sol de primavera
busques cuando tu vida llegó triste a su ocaso.



Rosalía de Castro


“La miseria seca el alma y los ojos además.”

Rosalía de Castro



“La que ayer fue capullo, es rosa ya, y pronto agostará rosas y plantas el calor estival.”

Rosalía de Castro


Lágrima triste en mi dolor vertida

Lágrima triste en mi dolor vertida,
perla del corazón que entre tormentas
fue en largas horas de pesar nacida,
en fúnebre memoria convertida
la flor será que a tu corona enlace;
las horas de la vida turbulentas
ajan las flores y el laurel marchitan;
pero lágrimas, ¡ay!, que el alma esconde,
llanto de duelo que el dolor fecunda,
si el triste hueco de una tumba anega
y sus húmedos hálitos inunda,
ni el sol de fuego que en Oriente nace
seco su manantial a dejar llega
ni en sutiles vapores le deshace,
¡y es manantial fecundo el llanto mío
para verter sobre un sepulcro amado
de mil recuerdos caudaloso río!

Rosalía de Castro


“Los que ayer fueron bosques y selvas de agreste espesura, donde envueltas en dulce misterio al rayar el día flotaban las brumas, y brotaba la fuente serena entre flores y musgos oculta, hoy son áridas lomas que ostentan deformes y negras sus hondas cisuras.”

Rosalía de Castro


Negra sombra

"Cuando pienso que te fuiste,
negra sombra que me asombras,
al pie de mis cabezales,
vuelves haciéndome burla.

Cuando imagino que te has ido,
en el mismo sol te me muestras,
y eres la estrella que brilla,
y eres el viento que sopla.

Si cantan, eres tú que cantas,
si lloran, eres tú que lloras,
y eres el murmullo del río
y eres la noche y eres la aurora.

En todo estás y tú eres todo,
para mí y en mí misma moras,
no me abandonarás nunca,
sombra que siempre me asombras."

Rosalía de Castro



“No importa que los sueños sean mentira, ya que al cabo es verdad que es venturoso el que soñando muere, infeliz el que vive sin soñar.”

Rosalía de Castro




“No son nube ni flor los que enamoran; eres tú, corazón, triste o dichoso, ya del dolor y del placer el árbitro, quien seca el mar y hace habitar el polo.”

Rosalía de Castro



“No subas tan alto, pensamiento loco, que el que más alto sube más hondo cae.”

Rosalía de Castro


“¡Oh tierra, antes y ahora, siempre fecunda y bella!”

Rosalía de Castro


"Para el alma desolada y huérfana no hay estación risueña ni propicia."

Rosalía de Castro


“¿Por qué tan terca, tan fiel memoria me ha dado el cielo?”

Rosalía de Castro



“Puro el aire, la luz sonrosada, ¡qué despertar tan dichoso!”

Rosalía de Castro


"¿Qué es la soledad? Para llenar el mundo basta a veces un solo pensamiento."

Rosalía de Castro


“Sed de amores tenía, y dejaste
que la apagase en tu boca,
¡piadosa samaritana!…”


Rosalía de Castro



“Tras la lucha que rinde y la incertidumbre amarga del viajero que errante no sabe dónde dormirá mañana, en sus lares primitivos halla un breve descanso mi alma.”

Rosalía de Castro