A un diluvio la tierra condenada

A un diluvio la tierra condenada,
que toda se anegaba en sus enojos,
ríos fuera de madre eran sus ojos,
porque ya son las nubes mar airada.
La dulce Filomena retirada,
como no ve del sol los rayos rojos,
no le rinde canciones en despojos,
por verse sin su luz desconsolada.
Progne lamenta, el ruiseñor no canta,
sin belleza y olor están las flores,
y estando todo triste de este modo,
con tanta luz, que al mismo sol espanta,
toda donaire, discreción y amores,
salió Belisa, y serenose todo.

María de Zayas



"¡Ah flaqueza femenil de las mujeres, acobardadas desde la infancia y aviltadas las fuerzas con enseñarlas primero a hacer vainicas que a jugar las armas."

María de Zayas




Amar el día, aborrecer el día

Amar el día, aborrecer el día,
llamar la noche y despreciarla luego,
temer el fuego y acercarse al fuego,
tener a un tiempo pena y alegría.

Estar juntos valor y cobardía,
el desprecio cruel y el blando ruego,
tener valiente entendimiento ciego,
atada la razón, libre osadía.

Buscar lugar en que aliviar los males
y no querer del mal hacer mudanza,
desear sin saber qué se desea.

Tener el gusto y el disgusto iguales
y todo el bien librado en la esperanza,
si aquesto no es amor, no sé qué sea.

María de Zayas





"Belisa: Quien no sabe qué es celos no se alabe que ha tenido dolor ni descontento, porque basta un celoso pensamiento para matar a quien sufrir no sabe.
Sale don Juan.
D. Juan: ¿Será preguntar, locura, a tu divina hermosura, discretísima Belisa, si está con Marcia Fenisa?
Belisa: Es tal tu desenvoltura que no me espanto que a mí llegues a mostrar que fuiste quien, con saber que por ti vivo congojosa y triste de lo que no merecí. Que si yo fuera mujer que a tu ingrato proceder hubiera dado el castigo, no tuvieras, enemigo, tal libertad y poder. Por Fenisa me preguntas, tirano, y no miras juntas mi ofensa y libertad; no conoces tu maldad y mi rigor no barruntas. Solicitaste mi amor y cuando de su favor eras, ingrato, admitido, me trataste con olvido, propio pago de traidor. Mudo estás, tienes razón, pero ya de tu traición el cielo y tu infame prenda, mi agravio y tu olvido venga.
D. Juan: Escucha.
Belisa: ¿Por qué razón? Si escuchándote perdí la libertad que era en mí, libre, exenta y no pechera, pues ¿por qué quieres que muera tornándote a escuchar, di? Déjame, no me detengas, que aunque no quieres me vengas tú mismo traidor, de ti.
D. Juan: ¿Pues cómo, señora, así me tratas?
Belisa: Ya tus arengas para mí son invenciones."

María de Zayas y Sotomayor
Traición en la amistad



Celos tuve, mas, querida

Celos tuve, mas, querida,
de los celos me burlaba;
antes en ellos hallaba
sainetes para la vida;
ya, sola y aborrecida,
Tántalo en sus glorias soy;
rabiando de sed estoy,
¡ay, qué penas! ¡ay, qué agravios!,
pues con el agua a los labios,
mayor tormento me doy.

¡Oh tú, que vives segura
y contenta en casa ajena!
de mi fuego queda llena,
y algún día vivirá,
y la tuya abrasará;
toma escarmiento en mi pena.

María de Zayas y Sotomayor


"Desde que nacemos vais enflaqueciendo nuestras fuerzas con los temores de la honra, y el entendimiento con el recato de la vergüenza, dándonos por espadas ruecas y por libros almohadillas."

María de Zayas y Sotomayor
La fuerza del amor


¡Oh soberana diosa!

¡Oh soberana diosa,
así tu Endimión goces segura,
sin que vidas celosa,
ni desprecie por otra tu hermosura;
que te duela mi llanto,
pues sabes qué es amar, y amaste tanto:
ya ves que mis desvelos
nacen de fieros y rabiosos celos!

Darete el blanco toro,
de quien Europa, enamorada, goza;
de Midas, el tesoro,
y de Febo, tu hermano, la carroza;
el vellocino hermoso,
que de Jasón fue premio venturoso,
y por bella y lozana,
juzgaré que mereces la manzana.

¿Cómo, di, ingrato fiero,
tan mal pagas mi amor, tan mal mi pena?
Mas ¡ay de mí!, que quiero
contar del mar la más menuda arena,
ver en el suelo estrellas,
y en el hermoso cielo plantas bellas;
pues, si lo consideras,
es lo mismo pedirte que me quieras.
Del amor dijo el sabio
que sólo con amor pagar se puede.
No es pequeño mi agravio,
no quiera Amor que sin castigo quede;
pues cuando más te adoro,
si lo entiendes así, confusa ignoro,
y es mi mal tan extraño,
que mientras más te quiero, más me engaño.

Ojos, ¿no la mirasteis?
Pues pagad el mirar con estas penas.
Corazón, ¿no la amasteis?
Pues sufrid con paciencia estas cadenas.
Razón, ¿no te rendiste?
Pues, di, ¿por qué razón estás tan triste?
¿Pues es mayor fineza
amar en lo que amáis esa tibieza?
¿No sabes que te adoro?
Pues ¿cómo finges que mi amor ignoras?
Mas ¿qué mayor tesoro,
que cuando tú nueva belleza adoras,
halles el pecho mío
tan abrazado, cuando el tuyo frío?
Y ten en la memoria
que amar sin premio es la mayor victoria.

María de Zayas y Sotomayor


"Por tenernos sujetas desde que nacemos vais enflaqueciendo nuestras fuerzas con los temores de la honra y el entendimiento con el recato de la vergüenza, dándonos por espadas ruecas y por libros almohadillas."

María de Zayas
Novelas amorosas y ejemplares         




Su cruel tiranía

Su cruel tiranía
huir pienso animosa;
no he de ser de sus giros mariposa.
En solo un hombre creo,
cuya verdad estimo por empleo.
Y este no está en la tierra,
porque es un hombre Dios, que el cielo encierra.
Este si que no engaña;
este es hermoso y sabio,
y que jamás hizo a ninguna agravio.

María de Zayas y Sotomayor



"Y digo que ni es caballero, ni noble, ni honrado el que dice mal de las mujeres, aunque sean malas, pues las tales se pueden librar en virtud de las buenas. Y en forma de desafío, digo que el que dijere mal de ellas no cumple con su obligación y como he tomado la pluma, habiendo tantos años que la tenía arrimada en su defensa, tomaré la espada para lo mismo, que los agravios sacan fuerzas donde no las hay."

María de Zayas y Sotomayor




[...]
y no quieras saber, pues eres necia,
de qué manera a todos los estimo
a todos cuantos quiero yo me inclino,
los quiero, los estimo y los adoro;
a los feos, hermosos, mozos, viejos,
ricos y pobres, sólo por ser hombres.
Tengo la condición del mismo cielo,
que como él tiene asiento para todos
a todos doy lugar dentro en mi pecho.

María de Zayas y Sotomayor





"Yo, como no traigo propósito de canonizarme por bien entendida, sino por buena desengañadora, es lo cierto que, ni en lo hablado ni en lo que hablaré he buscado razones retóricas ni cultas, porque demás de ser un lenguaje que con extremo aborrezco, querría que me entendiesen todos, el culto y el lego. (...) Y así he procurado hablar en el idioma que mi natural me enseña y deprendí de mis padres, que lo demás es una sofistería en que han dado los escritores por diferenciarse de los demás, y dicen a veces cosas que ellos mismos no las entienden. ¿Cómo las entenderán los demás sino en diciendo, como algunas veces me ha sucedido a mí, que, cansado el sentido por saber qué quiere decir y no sacando fruto de mi fatiga, digo: "Muy bueno debe de ser, pues que yo no lo entiendo"."

María de Zayas y Sotomayor
Desengaños amorosos