"A la orilla de un pozo, sobre la fresca yerba, un incauto mancebo dormía a pierna suelta. Gritóle la Fortuna: "Insensato, despierta; ¿No ves que ahogarte puedes, a poco que te muevas? Por ti y otros canallas a veces me motejan, los unos de inconstante, y los otros de adversa. ¡Reveses de Fortuna llamáis a las miserias! ¿Por qué, si son reveses de la conducta necia?"."

Félix María de Samaniego

Fábulas morales


“Aparta la amistad de la persona que, si te ve en el riesgo, te abandona.”

Félix María de Samaniego




"A un panal de rica miel
dos mil moscas acudieron,
que por golosas murieron,
presas de patas en él.
Otra dentro de un pastel
enterró su golosina.
Así bien se examina,
los humanos corazones
perecen en las prisiones
del vicio que les domina.”

Félix María de Samaniego
Fábulas morales



“Así frecuentemente el hombre se deslumbra con lo hermoso; elige lo aparente, abrazando tal vez lo más dañoso; pero escarmiente ahora en tal cabeza. El útil bien es la mejor belleza.”

Félix María de Samaniego


"Aunque esta primera prueba me asegura en parte de la utilidad de mi empresa, que es la verdadera recomendación de un escrito, no se contenta con ella mi amor propio. Siguiendo éste su ambiciosa condición, desea que respectivamente logren mis fábulas igual acogida que en los niños en los mayores, y aun si es posible, entre los doctos; pero a la verdad, esto no es tan fácil. Las espinas que dejan de encontrar en ellas los niños las hallarán los que no lo son en los repetidos defectos de la obra. Quizá no parecerán éstos tan de marca, dando aquí una breve noticia del método que he observado en la ejecución de mi asunto, y de las razones que he tenido para seguirle."

Félix María de Samaniego
Fábulas morales




"Cierto artífice pintó una lucha, en que valiente un hombre tan solamente a un horrible león venció. Otro león, que el cuadro vio, sin preguntar por su autor, en tono despreciador dijo: "Bien se deja ver que es pintar como querer, y no fue león el pintor"."

Félix María de Samaniego
Fábulas morales


“Conviene al poderoso para los infelices ser piadoso; tal vez se puede ver necesitado del auxilio de aquel más desdichado.”

Félix María de Samaniego




“¡Cuántas veces resulta de un engaño, contra el engañador el mayor daño!”

Félix María de Samaniego



“¡Cuántos hay que teniendo lo bastante enriquecerse quieren al instante, abrazando proyectos a veces de tan rápidos efectos que sólo en pocos meses, cuando se contemplaban ya marqueses, contando sus millones, se vieron en la calle sin calzones!”

Félix María de Samaniego



“Dijo la zorra al busto, después de olerlo: Tu cabeza es hermosa, pero sin seso. Como éste hay muchos, que aunque parecen hombres, sólo son bustos.”

Félix María de Samaniego



El aguila y el escarabajo

Que me matan; favor: así clamaba
una liebre infeliz, que se miraba
en las garras de un Aguila sangrienta.
A las voces, según Esopo cuenta,
acudió un compasivo Escarabajo,
y viendo a la cuitada en tal trabajo,
por libertarla de tan cruda muerte,
lleno de horror, exclama de esta suerte:
«¡Oh reina de las aves escogida!
¿Por qué quitas la vida
a este pobre animal, manso y cobarde?
¿No sería mejor hacer alarde
de devorar a dañadoras fieras,
o ya que resistencia hallar no quieras,
cebar tus uñas y tu corvo pico
en el frío cadaver de un borrico?»
Cuando el Escarabajo así decía,
la Aguila con desprecio se reía,
y sin usar de mas atenta frase,
mata, trincha, devora, pilla y vase.
El pequeño animal así burlado
quiere verse vengado.
En la ocasión primera
vuela al nido del Aguila altanera,
halla solos los huevos y arrastrando,
uno por uno fuelos despeñando;
mas como nada alcanza
a dejar satisfecha una venganza,
cuantos huevos ponía en adelante
se los hizo tortilla en el instante.
La reina de las aves sin consuelo,
remontaba su vuelo,
a júpiter excelso humilde llega,
expone su dolor, pídele, ruega
remedie tanto mal. El dios propicio,
por un incomparable beneficio,
en su regazo hizo que pusiese
el Aguila sus huevos, y se fuese;
que a la vuelta, colmada de consuelos,
encontraría hermosos sus polluelos.
Supo el Escarabajo el caso todo:
astuto e ingenioso hace de modo
que una bola fabrica diestramente
de la materia en que continuamente
trabajando se halla,
cuyo nombre se sabe, aunque se calla,
y que, según yo pienso,
para los dioses no es muy buen incienso.
Carga con ella, vuela, y atrevido
pone su bola en el sagrado nido.
júpiter, que se vio con tal basura,
al punto sacudió su vestidura,
haciendo, al arrojar la albondiguilla,
con la bola y los huevos su tortilla.
Del trágico suceso noticiosa,
arrepentida el Aguila y llorosa
aprendió esa lección a mucho precio:
A nadie se le trate con desprecio,
como al Escarabajo,
porque al más miserable, vil y bajo,
para tomar venganza, sise irrita,
¿le faltará siquiera una bolita? 

Félix María de Samaniego



“El mérito aparente es digno de desprecio; la virtud solamente es del hombre el ornato verdadero.”

Félix María de Samaniego


"En casa de un cerrajero entró la Serpiente un día, y la insensata mordía en una Lima de acero. Díjole la Lima: "El mal, necia, será para ti; ¿Cómo has de hacer mella en mí, que hago polvos el metal?". Quien pretende sin razón al más fuerte derribar no consigue sino dar coces contra el aguijón."

Félix María de Samaniego
Fábulas morales



"En una humilde aldea el Jueves Santo la pasión predicaban y, entre tanto, los payos del lugar que la escuchaban a lo vivo la acción representaban, imitando los varios personajes en la figura, el gesto y los ropajes. Para el papel sagrado de nuestro Redentor crucificado eligieron un mozo bien fornido que, en la cruz extendido con una tuniquita en la cintura mostraba en lo restante su figura, a los tiernos oyentes, en pelota, para excitar su compasión devota."

Félix María de Samaniego
Fábulas morales


“Es de suma importancia tener en los trabajos tolerancia; pues la impaciencia en la contraria suerte es un mal más amargo que la muerte.”

Félix María de Samaniego



“Es el peor enemigo el que aparenta no poder causar daño, porque intenta, inspirando confianza, asegurar su golpe de venganza.”

Félix María de Samaniego



“¿Has cumplido con tu deber? Confía en el cielo que no te abandonará.”

Félix María de Samaniego


“No anheles impaciente el bien futuro;
mira que ni el presente está seguro.”

Félix María de Samaniego



La cigarra y la hormiga

Cantando la Cigarra
pasó el verano entero,
sin hacer provisiones
allA para el invierno;
los fríos la obligaron
a guardar el silencio
y a acogerse al abrigo
de su estrecho aposento.
Viose desproveída
del preciso sustento:
sin mosca, sin gusano,
sin trigo y sin centeno.
Habitaba la Hormiga
allí tabique en medio,
y con mil expresiones
de atención y respeto
la dijo: Doña Hormiga,
pues que en vuestro granero
sobran las provisiones
para vuestro alimento,
prestad alguna cosa
con que viva es te invierno
esta triste Cigarra,
que, alegre en otro tiempo,
nunca conoció el daño,
nunca supo tenierlo.
No dudéis en prestarme;
que fielmente prometo
pagaros con ganancias
por el nombre que tengo.
La codiciosa Hormiga
respondió con denuedo,
ocultando a la espalda
las llaves del granero:
¡Yo prestar lo que gano
con un trabajo inmenso!
Dime, pues, holgazana
¿qué has hecho en el buen tiempo?
Yo, dijo la Cigarra,
a todo pasajero
cantaba alegremente,
sin cesar ni un momento
¡Hola! ¿con que, cantabas
cuando yo andaba al remo
Pues ahora, que yo como,
baila pese a tu cuerpo.

Félix María de Samaniego



"La mozuela, que estaba embebecida cuando llegó este apuro, gozando una fortísima embestida, pensó un medio seguro para que la función no se dejase si a su galán la tía allí encontrase. Montó en él ensartada, tapándole su cuerpo y puesta en popa, mientras la tía de jeringa armada llegó a la cama, levantó la ropa por un ladito y, como mejor pudo, enfiló el ojo del rollizo escudo. En tanto que empujaba el caldo con cuidado, la sobrina gozosa respingaba sobre el cañón de su galán armado, y la vieja, notando el movimiento, la dijo: - ¿Ves como te dan contento las lavativas, y que no te asustan? ¡Apuesto a que te gustan! A lo cual la sobrina respondió: - ¡Ay! , Por un lado sí, por otro no."

Félix María de Samaniego
Fábulas morales



“La traición, aun soñada, es detestable.”

Félix María de Samaniego


Los huevos moles 

Compuso Juana un día
de huevos moles razonable fuente,
sin saberlo su tía,
que la hubiera reñido impertinente;
con ella se promete
obsequiar a Perico, un mozalbete
con quien la niña tuvo un cierto acaso.
Mas esto no es del cuento, al cuento paso.
Hecha la fuente, ya guardarla piensa
en lugar reservado;
en efecto, metiola en la despensa
y, dejando cerrado,
a la labor se vuelve muy serena.
Mas el diablo sutil que el mal ordena
desbarató de Juana el fino intento,
escogiendo un ratón por instrumento.
Esta vil criatura
por todo el aposento discurría
con tanta travesura
que agente de negocios parecía,
buscando diligente
manjar en que pudiera hincar el diente;
y, encontrando la fuente cara a cara,
para el feliz asalto se prepara.
Jamás el griego acometió al troyano,
el Campeador a Muza,
a Bayaceto el Tamorlán tirano,
ni en cruda escaramuza
con tanta fuerza el godo poderoso,
testigo de ello el cielo luminoso,
acometió a los vándalos y suevos,
como el ratón arremetió a los huevos.
Allí, sin temer daño,
trabado de palabra con la fuente,
la tripa de mal año
saca, como se dice vulgarmente,
sin que advirtiese que le estaba viendo
un enorme gatazo reverendo,
capón de hocico, si detrás castrado,
y de manchas el lomo remendado.
 El animal, que de su huésped mira
el descuido notable,
salta al vasar intrépido y se tira
al ratón miserable,
cual húsar bravo o capitán prusiano
 se tiran a un francés republicano,
siendo el final del temerario duelo
fuente, gato y ratón venir al suelo.
Al golpazo medrosa,
acude prestamente la sobrina
y, entrando presurosa,
la causa del estrépito examina;
y, viendo ya perdidos
los huevos de Perico apetecidos,
el llanto empaña sus hermosos soles,
 justas exequias de los huevos moles.
Mas volviendo a Perico, que ignorante
del catástrofe estaba,
y de Juanita la expresión amante
solícito esperaba,
cuando fue noticioso del suceso,
estuvo a pique de perder el seso,
en tanto grado que con rabia fiera
reconviene al ratón de esta manera:
«¿Por qué, monstruo malvado,
 el infernal hocico allí metiste?,
¿por qué a mi dueño amado
justo motivo de pesar le diste?,
¿ni cómo impunemente
pensabas asaltar la virgen fuente
 dejándonos en pena tan tirana
a mí sin plato, sin consuelo a Juana?
El cielo vengador, bestia disforme,
ejecute contigo,
en pena de delito tan enorme,
 un horrendo castigo:
persígante muchachos y criadas,
caigas en ratoneras bien armadas
y los vivientes de la tierra todos
te mortifiquen de distintos modos.
Píquente, pues, moscones,
garrapatas, ladillas y saltones
moscas, mosquitos, tábanos, polillas,
alguaciles arañas
con toda la caterva de alimañas,
y el brevísimo cínife ligero
de tu delito incauto trompetero.
Emboscadas de gatos te aprisionen,
te arañen y exterminen,
te persigan, te acosen, te arruinen
y nunca te perdonen;
en lazos corredizos, trampas, redes,
huevecida sacrílego te enredes
y sin poder parar en todo el mundo
ratón, Caín errante y vagabundo.
 Te muerdan, te maltraten,
te ahoguen, despedacen, mortifiquen,
te revienten, te maten,
te descoyunten y te sacrifiquen,
te ahorquen, te estropeen,
te despeñen, te arrastren, te aporreen,
te hieran, de desuellen, te mutilen,
chilles, rabies, te mueras, te aniquilen.
Con pena tan debida, tu insolencia
quedará castigada; 
yo contento y, en fin, por consecuencia
mi Juanilla vengada.
Mas, porque a todos sirva de escarmiento
el fin de tu goloso atrevimiento,
este epitafio en tu sepulcro escrito
conserve el ejemplar de tu delito:

Epitafio

Aquél cuya voraz hambre rabiosa
no perdonó jalea ni perada
en el vasar más alto reservada,
ni queso ni manteca ni otra cosa;
el que burló mil veces la famosa
vigilancia gatuna y sus celadas,
trampas y ratoneras celebradas,
hoy, ratón caminante, aquí reposa.
Suspende, pues, el paso y considera
cuán cara le costó su golosina
y el hacer que Juanita se afligiera.
Así enmendar tu vida determina,
advirtiendo qué pena tan severa
es el amor el juez quien la fulmina.

Félix María de Samaniego
(Parodia de «El murciélago alevoso» de Fray Diego T. González, escrita por el fabulista Félix María de Samaniego ) 



“Nada teme perder quien nada tiene.”

Félix María de Samaniego



"¡Oh, loca fantasía, qué palacios fabricas en el viento!"

Félix María de  Samaniego



“Prestad auxilio si queréis hallarlo.”

Félix María de Samaniego


"(...) Puede perdonárseme bastante por haber sido el primero en la nación que ha abierto el paso a esta carrera, en que he caminado sin guía, por no haber tenido a bien entrar en ella nuestros célebres poetas castellanos. Dichoso yo si logro que, con la ocasión de corregir mis defectos, dediquen ciertos genios poéticos sus tareas a cultivar éste y otros importantes ramos de instrucción y provecho. Mientras así no lo hagan, habremos de contentarnos con leer sus excelentes églogas, y sacar de sus dulcísimos versos casi tanta melodía como de la mejor música del divino haydn, aunque tal vez no mayor enseñanza ni utilidad."

Félix María de Samaniego
Fábulas morales


“Quien al poder se acoja de un malvado, será, en vez de feliz, un desdichado.”

Félix María de Samaniego



“Quien oye aduladores, nunca espere otro premio.”

Félix María de Samaniego


"Reveses de Fortuna 
 llamáis a las miserias; 
 ¿por qué, si son reveses 
 de la conducta necia?"

Félix María de Samaniego





“Si al evitar los riesgos la razón no nos guía, por huir de un tropiezo, damos mortal caída.”

Félix María de Samaniego



“Te juzgarán virtuoso si eres, aunque perverso, poderoso; y aunque bueno, por malo detestable cuando te miran pobre y miserable.”

Félix María de Samaniego



“Tenga paciencia quien se cree infelice; que aun en la situación más lamentable, es la vida del hombre siempre amable.”

Félix María de Samaniego


“Todo varón prudente, aconseja en el tiempo conveniente; que es hacer de la ciencia vano alarde dar el consejo cuando llega tarde.”

Félix María de Samaniego


"Un autor moderno, en su Tratado de educación, dice que en toda la colección de Lafontaine no conoce sino cinco o seis fábulas en que brilla con eminencia la sencillez pueril, y aun haciendo análisis de algunas de ellas, encuentra pasajes desproporcionados a la inteligencia de los niños. Esta crítica ha sido para mí una lección. Confesaré sinceramente que no he acertado a aprovecharme de ella, si en mi colección no se halla más de la mitad de fábulas que en la claridad y sencillez del estilo no pueda apostárselas a la prosa más trivial. Este me ha parecido el solo medio de acercarme al lenguaje en que debemos enseñar a los muchachos; pero ¿Quién tendrá bastante filosofía para acertar a ponerse en el lugar de éstos, y medir así los grados a que llega la comprensión de un niño?"

Félix María de Samaniego
Fábulas morales




“Yo venero tu sentir en esto de no seguir del enemigo el consejo.”

Félix María de Samaniego