1.  Sobre las alas del viento pongo mis saludos
cuando hacia mi amado sopla con el calor del día;
sólo pido que recuerde el día de su partida,
cuando hicimos un pacto de amor junto al manzano.

2.  Graciosa gacela, con tu hermosura me cautivaste,
cruelmente me esclavizaste en tu prisión.
Desde que la ausencia se interpuso entre nosotros
no he encontrado figura comprable a tu belleza.
Saboreo una roja manzana cuyo aroma es como
la fragancia de tu rostro y tu atavío;
tiene la misma forma de tus pechos y el color
de ese rubí que asoma a tus mejillas.

3.  La noche en que la joven gacela me descubrió
el sol de sus mejillas y el velo de su pelo,
rojizo cual rubí, cubriendo, sobre
sien de húmedo bedelio, su bella imagen,
se parecía al sol, que cuando despunta enrojece
las nubes del alba con su brillante llama.

4.  La cierva lava sus vestidos en las aguas
de mis lágrimas y los tiende al sol de su esplendor,
No precisa agua de manantiales, pues tiene mis ojos,
ni sol, con la belleza de su figura.

9.  ¿Qué te pasa, gacela, que no envías tus mensajeros
               al amado cuyo pecho rebosa de dolor por ti?
¿No sabes que el Destino no concede a tu amante
               más que escuchar el son de tus saludos?
Si la separación es más fuerte que nosotros,
               detente un poco, que pueda ver tu rostro.
No sé si entre mis costillas quedó preso
               mi corazón, o si partió tras de tus pasos.
¡En nombre del amor! Recuerda los días que me amabas
               como recuerdo yo las noches en que te deseaba.
Lo mismo que cruza tu imagen por mi sueño,
               desearía pasar yo por los tuyos.
Hay entre nosotros un mar de lágrimas con rugientes
               olas y no puedo llegar hasta ti,
mas si tus pasos se acercaran a cruzarlo,
               se henderían las aguas a las plantas de tus pies.
Si después de mi muerte llegara a mis oídos
               el tañir de campanillas doradas del borde de tu manto,
o preguntaras cómo le va a tu amigo, desde el sĕ '0l
               me interesaría por tu amor y bienestar.
Ahí tienes dos testigos de que vertiste la sangre
               de mi corazón: tus mejillas y tus labios;
¿cómo vas a negarlo, si dan ellos testimonio de
               mi sangre y de que tus manos la vertieron?
¿Por qué deseas mi muerte? ¡lo que yo quiero son
               años que sumar a los de tu vida!
Aunque robes mi sueño por las noches al amarte, ¿no
               daría yo el sopor de mis ojos a tus párpados?
Tu fuego lame las gotas de las lágrimas, y hasta
               corazones de piedra desgastarían tus sollozos;
yo he caído en el fuego de tu amor y las aguas de mi llanto, ¡ay
               de mi corazón por mis lágrimas y tus brasas!
Amargura y dulzor cercan mi corazón:
               la ponzoña de la ausencia y la miel de tus besos;
una vez que tus palabras como láminas lo aplanaran,
               tus manos lo cortaron en tiras.
Veo imagen de rubí sobre zafiros
               al contemplar tus labios y tus dientes.
El sol está en tu rostro, y a modo de noche despliegas
               sobre su fulgor la espesura de tus rizos.
Seda bordada es el vestido de tu cuerpo, pero
               la gracia y la hermosura recubren tus ojos;
las joyas de las doncellas son obra de artesano, mas
               esplendor y encanto son tus adornos.
El sol y la luna, la Osa y las Pléyades quisieran
               asemejarse a tus hermanos y hermanas;
jóvenes y doncellas desean, siendo libres,
               convertirse en siervos y esclavas tuyos.
De la fortuna del Destino sólo reclamaré mi parte
               el hilo de tus labios, el ceñidor de tu cintura;
mi panal y mi miel están entre tus labios,
               mi nardo y mi mirra entre tus dos pechos.
Te he puesto en mi mano derecha como un anillo;¡ojalá fuera yo
               un sello sobre tus brazos!
Olvidaría mi diestra y mi siniestra, cierva,
               si descuidara el amor de tus esponsales.
La ausencia amarga mi corazón al recordar
               el panal de miel de tus besos en mis labios.
Mi espíritu por tu perfume de mirra virgen yo daría;
               ¡quizás podría besar tu rostro a cambio de mi alma!
A las mujeres se honra con alabanzas, mas
               a ti deben su gloria tus mismas loas.
En el campo de las amadas, las gavillas del amor
               se postran ante las tuyas.
¡Ojalá pudiera yo vivir para recoger aromas
               y mirra de entre tus pasos!
No oigo tu voz, pero escucho en
               mi desgarrado corazón el ruido de tus pisadas.
Cuando cuentes a los vivientes víctimas
               de tu amor, el día que resuciten tus muertos, incluye
a mi alma para devolverla al cuerpo, pues cuando
               te fuiste, al partir tú salió en pos de ti.
Pregunta cómo le va a tu amado, cierva agraciada,
               si es el Destino el que hace tus preguntas.
¡Vuelve, y que nuestra Roca te haga regresar al lugar
de tus deseos ya la tierra de la que procedes!

19.  Labios de rubí con hileras de perlas,
                ojos como flechas aguzadas,
bellas mejillas cual rosas encarnadas,
                rostro sembrado de jardines del Edén,
moldeado sobre gentil tallo de bedelio,
                en tálamo fiel criado,
bien guardado; así son los males de su amor
                en el corazón del amante, enfermedad sin cura;
con fuego de pasión le sacia de amarguras,
                 le escancia al ausentarse veneno de serpiente.
Te conjuro, ¡príncipe de la belleza!
                 ¡mi preciosa gacela!: aleja los pesares
esta noche mía, con tu compañía reúne
                 un tropel de delicias para el pobre corazón doliente.

20.  ¡Con cuidado!, duro de corazón, blando de caderas,
                 trátame con cuidado y caeré sobre mi rostro.
Sólo mis ojos se han extraviado por tu causa,
                 mi corazón es puro, aunque no mis ojos.
Deja que los ojos recojan en tu semblante
                 rosas y lirios que juntos se sembraron.
Fuego tomaré de tus mejillas para apagar llama con llama;
                 cuando esté sediento, allí encontraré agua.
Chuparé tus labios rojos, ardientes como
                 brasas, y mis mandíbulas serán como tenazas.
Suspendida está mi vida de dos hilos de púrpura
                 escarlata, de los atardeceres mi muerte.
Hileras de mirra virgen recaman bordado de gala
                 como las tardes alrededor del mediodía.

21.  Trocaría mi vida por el viento que visita
                 a ese hombre que siente mis propios males como suyos.
¿Sabe cuando revolotea si va volando
                 sobre las aguas del Éufrates o sobre sus mejillas?
Le digo: "¿Has venido a enjugar mis penas?"
               y responde: "Mas bien a renovar sus jirones,
pues se alarga la separación de tu amigo,
                 y es muy fuerte su ausencia, igual que sus leones".
Le respondo: "Mas está lejos y cerca,
                 ¡mi vida toda depende de su vida!
Que viva y tenga paz en donde more,
                 y según su corazón se realicen sus deseos".

24.  Las copas sin vino son pesadas,
                son arcilla como las vasijas de barro,
mas al llenarlas de vino se hacen leves
                lo mismo que los cuerpos con las almas.

25.  Por ti elevaré cánticos mientras viva,
            y por tu mosto que apuran mis labios.
Llamo "hermano mío" al jarro que enviaste
            y de su boca gusto el mejor de mis regalos.
Hasta mis propios amigos me creen ebrio;
           por eso me preguntan: ¿cuánto tiempo?
Les respondo: ¿cómo tener ante mí bálsamo de Galaad
           y  no beberlo para curar mis males?
¿Cómo desdeñar un jarro todavía
           si mis años no llegan aún a veinticuatro?

Yehuda Haleví
De "Poemas de amor y vino"



63.  Los siervos del Destino sirven a los esclavos,
               sólo el que sirve a Dios es libre;
por eso, cuando piden los hombres su parte,
               "mi porción es el Señor" dice mi alma.

64.  Corro hacia la fuente de la vida verdadera,
               desprecio por eso la que es vana y vacía.
Sólo deseo vislumbrar el rostro de mi Rey:
               a Él ya nadie más temo y venero.
¡Ojalá pudiera Contemplarlo en sueños!
               Dormiría un sueño eterno sin despertar.
Si llegara a ver su rostro dentro de mi corazón,
               no querrían ya mis ojos mirar afuera.

65.  ¿Por qué confías en el Destino que no es veraz?
               ¡Ay, muy grande es mi fatiga y breve mi vida!
Aconseja el hombre a su prójimo evitar el pecado
               diciendo: "Procura que no te seduzca la pasión".
Mas cuando peca, dice: "¿Qué puede hacer el hombre?
               Creaturas y pasiones están en manos del Creador!".

69.  ¡Días de juventud! ¿ Qué hay entre nosotros?
               ¡qué bien hermoseáis al corazón las mentiras!
Ha aparecido en mi cabeza una decena
               que crecen blancos en lugar de negros.
Sois compañeros del hombre mientras vive,
               mas en el sĕ' ol no seréis sus amigos.
No podréis ya seguir engañándome,
               seducid a otros si queréis;
decís que si se obra así Dios perdonará
               la culpa manifiesta y el pecado oculto;
si tenéis razón y podéis hacerlo
               ¡borrad mi deuda de los libros!

70.  Corazón mío, ¿por qué persigues riquezas y fortuna?
               ¿por qué corres tras el torcido y perverso Destino?
Mira, a todo el que tira de los bordes de su manto
               termina resultándole una trampa.
La maldad del Destino es evidente, y tú
               aspiras a grandezas que no deberías buscar.

71. ¿Perseguirás la juventud pasados los cincuenta,
      estando ya tu vida presta a emprender el vuelo?
¿Huirás del servicio de Dios
      ávido de servir a los hombres?
¿Preferirás ir en pos de las gentes y renunciar
      a  Aquel a quien buscan los que le aman?

¿Sentirás pereza de avituallarte para tu camino?
      ¿venderás tu parte por un plato de lentejas?
¿No te sigue diciendo tu alma: ¡déjalo!,
      no hace reverdecer sus apetitos cada mes?
No sigas sus designios sino los de Dios,
      ¡aléjate de los cinco sentidos!

Hazte grato a tu Creador los días que te restan,
      que tan presto se pasan.
No quieras complacerle con corazón doblado,
      no vayas tras augurios.
Sé fuerte cual pantera para hacer su deseo,
      ágil como corzo, valiente cual león.

Yehuda Haleví
De "Reflexiones y Adivinanzas"


“¿Cómo he de hallar reposo tras tu partida? Al irte tú, mi corazón se fue contigo.”

Yehudah Ben Samuel Halevi


“¡De ti nunca se sacian los ojos!”

Yehuda Haleví



“Desde que la ausencia se interpuso entre nosotros no he encontrado figura comprable a tu belleza.”

Yehuda Haleví



“Hay entre nosotros un mar de lágrimas con rugientes olas y no puedo llegar hasta ti.”

Yehuda Haleví



“La ausencia amarga mi corazón al recordar el panal de miel de tus besos en mis labios.”


Yehuda Haleví


“Las copas sin vino son pesadas, son arcilla como las vasijas de barro, más al llenarlas de vino se hacen leves lo mismo que los cuerpos con las almas.”

Yehuda Haleví



“Lo mismo que cruza tu imagen por mi sueño, desearía pasar yo por los tuyos.”


Yehuda Haleví



“No precisa agua de manantiales, pues tiene mis ojos, ni sol, con la belleza de su figura.”

Yehuda Haleví



“Sé fuerte cual pantera para hacer su deseo, ágil como corzo, valiente cual león.”

Yehuda Haleví



“Si llegara a ver su rostro dentro de mi corazón, no querrían ya mis ojos mirar afuera.”

Yehuda Haleví



“Te abrazaré de noche, al anhelado crepúsculo, y mi dulzura será el fruto de tus labios.”

Yehuda Haleví



“¡Ven y deleitémonos con los amores, con néctar del paladar, pues mejores son tus caricias que el vino!”

Yehuda Haleví