“A medida que los conocimientos humanos han ido aumentando, también se ha vuelto evidente que todas las historias religiosas sobre cómo hemos llegado aquí son, sencillamente, falsas. Eso es, finalmente, lo que todas las religiones tienen en común. No lo entendieron bien. No hubo ni revolvimiento celestial, ni danza del Creador, ni vómito de galaxias, ni antepasados serpiente o canguro, ni Valhala, ni Olimpo, ni seis días de magia seguidos de uno de descanso. Falso, falso, falso.” 

Salman Rushdie



“A mi entender, la religión, incluso en su forma más sofisticada, infantiliza esencialmente nuestro yo ético al establecer unos árbitros morales infalibles y unos tentadores inmorales irredimibles por encima de nosotros; los padres eternos, buenos y malos, brillantes y oscuros, del reino sobrenatural.” 

Salman Rushdie


"Cada uno de esos soldados dementes que comete atrocidades lo hace en nombre del islam. Puede que sea una mutación, pero no deja de ser Islam."


Salman Rushdie
Tomado de la revista Filosofía hoy, número 38


"Con la muerte llega la sinceridad."

Salman Rushdie



“Crecí besando libros y pan... Desde que besé a una mujer, mis actividades con el pan y los libros perdieron interés.” 

Salman Rushdie


"Donde no hay credo no hay blasfemia."

Salman Rushdie


"El escritor, cara a cara, siempre decepciona."

Salman Rushdie


"El hábito, la anestesia de lo cotidiano, nos embota la vista."

Salman Rushdie



"El lenguaje es valor: es la habilidad para concebir un pensamiento, decirlo y, al decirlo, hacerlo realidad."

Salman Rushdie


“El lenguaje y la imaginación no pueden ser aprisionados.” 

Salman Rushdie

"El mundo es incoherente, que no se te olvide: está loco. Fantasmas, nazis, santos, todos viven al mismo tiempo; aquí la dicha idílica y, un poco más allá, el infierno. No puede haber lugar más embarullado."

Salman Rushdie




"El olvido es seguridad."

Salman Rushdie



"El segundo juicio contra el individuo con tres nombres se desarrolló en el Jardín de Hiran. Había sido capricho del emperador ponerle a su elefante preferido el nombre de hiran, «ciervo», y tal vez por eso, después de muchos años de noble servicio, el pobre animal se trastocó y tuvo que ser recluido, porque los nombres tenían poder, y cuando no se correspondían con aquello que designaban, adquirían una fuerza malévola. Ni siquiera cuando el elefante perdió la razón (y luego la vista), el emperador consintió en sacrificarlo. Lo conservaron y cuidaron en un lugar de honor, una cuadra especial con las paredes acolchadas para impedir que se lastimase en sus arranques de ira, y de vez en cuando lo sacaban, al arbitrio del emperador, para actuar en una doble función: como juez y verdugo.
Bien estaba que a un individuo que había falseado su nombre lo juzgase un elefante conducido a la demencia por el nombre que le habían puesto caprichosamente. Hiran, el elefante loco y ciego, se encontraba en el jardín del juicio y una gruesa soga enhebrada en el agujero de una roca enterrada en la hierba le impedía echarse a correr sin control. Barritaba y bramaba y coceaba y en su cabeza los colmillos refulgían como espadas. La corte se reunió para presenciar cómo acababa el hombre de los tres nombres, y también se dio acceso al público, con lo que fueron muchos los que asistieron al milagro. El hombre ya no llevaba las manos atadas a la espalda, aunque el propósito de su renovada libertad no era salvarlo, sino permitirle morir con mayor dignidad que un bulto. Pero él tendió la mano hacia el elefante, y todos los presentes vieron al elefante callar y serenarse por completo, y permitir al hombre acariciarlo; todos los presentes, los de alta y baja cuna, ahogaron una exclamación cuando el elefante, con ternura, enrolló la trompa en torno al prisionero y lo levantó. Todos vieron cómo el extranjero del cabello amarillo era acomodado igual que un príncipe sobre el amplio lomo de Hiran.
El emperador Akbar observó el milagro desde el pabellón de cinco plantas conocido como Panch Mahal, con el rajá Birbal a su lado, y ambos quedaron hondamente conmovidos por el suceso."

Salman Rushdie
La encantadora de Florencia



"En cuanto dices que un sistema de ideas es sagrado, sea éste un sistema de creencias religiosas o una ideología laica; en cuanto declaras que un conjunto de ideas es inmune a la crítica, la sátira, la burla o el desprecio, la libertad de conciencia se vuelve imposible."

Salman Rushdie
Tomada del libro La mente parasitaria de Gad Saad, página 64



"(…) Es privilegio y maldición de los hijos de la medianoche ser a la vez dueños y víctimas de su tiempo, renunciar a la intimidad y ser absorbidos por el remolino aniquilador de las muchedumbres, incapaces de vivir o morir en paz."

Salman Rushdie




"(...) Hacía mejores las cosas. Te mostraba el camino. No era parte del problema. Resolvía cosas."

Salman Rushdie


"Hay algo radical en el humor, algo que no acepta el mundo como es y puede jugar con él. Y las personas autoritarias siempre lo detestan, el humor es algo que la autoridad no puede soportar.”

Salman Rushdie


"Hay una diferencia absoluta entre la práctica privada del islam de millones de personas en el mundo y el islam político. Se han convertido en dos cosas totalmente distintas -más o menos practicantes- que repudian lo que está pasando, del mismo modo que lo hacen los no musulmanes. Porque si la mayor parte de los seres humanos es decente, la mayor parte de los musulmanes está también compuesta por personas decentes."

Salman Rushdie

Tomado de la revista Filosofía hoy, número 38


"La extensión de un movimiento fascistoide y militarizado que usa al Islam como envoltorio es muy peligrosa. Aun así, decir que eso no es el Islam es equivocarse de pleno."

Salman Rushdie
Tomado de la revista Filosofía hoy, número 38

"La idea de que se pueda construir cualquier tipo de sociedad libre donde nunca se pueda ofender o insultar a la gente, o donde exista el derecho a recurrir a la ley para que la defienda de las ofensas e insultos, es absurda."

Salman Rushdie
Tomada del libro La mente parasitaria de Gad Saad, página 64



"La intolerancia no es sólo una cuestión de poder."

Salman Rushdie


“La libertad es ese espacio donde puede reinar la contradicción, es un debate infinito. No es en sí la respuesta a la pregunta sobre la moral, sino la conversación sobre esa pregunta.”

Salman Rushdie


"La medianoche tiene muchos hijos; la descendencia de la independencia no fue toda humana. Violencia, corrupción, pobreza, generales, caos, codicia, pimenteros... Tuve que ir al exilio para aprender que los hijos de la medianoche eran más variados de lo que yo -incluso yo- había soñado."

Salman Rushdie



"La paranoia es requisito para la supervivencia del exiliado."

Salman Rushdie



"La realidad es una cuestión de perspectiva; cuanto más se aleja uno del pasado, tanto más concreto y plausible parece... Pero, a medida que uno se acerca al presente, parece, inevitablemente, cada vez más increíble."

Salman Rushdie



“La revolución en que cada uno de nosotros tendría su pequeña seis mil millonésima parte; de una vez por todas podríamos negarnos a dejar que los sacerdotes y las ficciones, en cuyo nombre afirman hablar, sean los policías de nuestras libertades y nuestra conducta. De una vez por todas, podría devolver las historias a los libros, devolver los libros a los estantes e interpretar el mundo sin dogmas ni complicaciones. Imagina que el cielo no existe, mi querido seis mil millones, y de inmediato verás el cielo abierto.”

Salman Rushdie


"La vida es furia, pensó él. La furia -sexual, edípica, política, mágica, brutal nos empuja a nuestras alturas más nobles y a nuestras profundidades más bajas. De la furia vienen la creación, la inspiración, la originalidad, la pasión, pero también la violencia, el dolor, la pura destrucción sin miedo, el dar y recibir golpes de los que nunca nos recuperamos. Las Furias nos persiguen; Shiva danza, su furiosa danza para crear y también para destruir. ¡Pero olvídate de los dioses! Sara despotricando contra él representaba al espíritu humano en su forma más pura y menos socializada. Eso es lo que somos, lo que nos civilizamos para disfrazar: el aterrador animal humano que llevamos dentro, el exaltado, trascendente, autodestructivo y desenfrenado señor de la creación."

Salman Rushdie


"La vida hiere a los vivos."

Salman Rushdie



"Las cosas que importan en nuestras vidas suceden en nuestra ausencia." 

Salman Rushdie



"Las grandes caídas cambian a la gente."

Salman Rushdie



"Lo que se da mejor en el calor: la fantasía; la insensatez, la lujuria."

Salman Rushdie

“Me resulta difícil abrazar la voz que carece de humor. Hay grandes escritores cuyo trabajo no tiene humor y me parecen difíciles."

Salman Rushdie


"Nadie renuncia a la tierra sin pelear."

Salman Rushdie




"No hay imperio absoluto ni victoria completa."

Salman Rushdie



"No necesito la idea de Dios para explicar el mundo en que vivo."

Salman Rushdie


"Nunca me consideré un escritor preocupado por la religión, hasta que una religión empezó a perseguirme."

Salman Rushdie



"Por extraño que parezca, por si seis mil millones no fuéramos bastantes, con casi toda seguridad te sugerirán que la respuesta a la pregunta de nuestro origen exige que creas en la existencia de un ser distinto, invisible, inefable, que se encuentra «en algún lugar, allá arriba»; un creador omnipotente a quien nosotros, pobres seres limitados, somos incapaces de percibir, y mucho menos comprender. Es decir, te animarán encarecidamente a imaginar un cielo, habitado por un dios, como mínimo."

Salman Rushdie


"¿Por qué borrar lo excepcional solo para que lo distinguido pareciese mejor de lo que era?"

Salman Rushdie


"¿Qué clase de regalo de Navidad le pediría Jesús a Santa Claus?"

Salman Rushdie


"Si lo viejo se resiste a morir, lo nuevo no podrá nacer."

Salman Rushdie


"Si me pidieran que dijera una oración fiable sobre la religión, diría que estoy en contra de ella."

Salman Rushdie


"Siempre me pareció que contar cuentos es también una especie de malabarismo (... ). Mantienes en el aire un montón de relatos diferentes y los haces girar, y si eres bueno no se te cae ninguno. O sea que hacer juegos malabares puede ser un poco como contar cuentos."

Salman Rushdie


“(...) tengo la teoría de que los resentimientos que engendramos
los mohajirs (exilados, refugiados) tienen algo que ver con nuestra
conquista de la fuerza de la gravedad. Hemos realizado el acto con el que
todos los hombres soñaban antiguamente, lo que hacía que envidiaran a
los pájaros; es decir, hemos volado. (...) para explicar por qué quedamos
unidos al lugar de nuestro nacimiento pretendemos ser árboles y
hablamos de raíces. Mirad bajo vuestros pies. No encontraréis
excrecencias nudosas que atraviesen las suelas. Las raíces, pienso a
veces, son un mito conservador para mantenernos en nuestro sitio. (...) la
ciencia moderna no acepta la antipertenencia... imaginaos que la ICI o la
Ciba Geigy o la Pfizer o la Roche o incluso, supongo, la NASA nos
vinieran con una píldora antigravitatoria. (...) los usuarios de la píldora
se despegarían del suelo y flotarían en el aire hasta perderse en las
nubes. Habría que diseñar trajes de vuelos especiales. Y, cuando pasaran
los efectos de la píldora uno, sencillamente, descendería con suavidad
otra vez al suelo, pero en un lugar diferente, a causa de las velocidades
de los vientos dominantes y de la rotación del planeta. (...) la píldora nos
convertiría a todos en inmigrantes. Flotaríamos elevándonos,
utilizaríamos nuestros motores para colocarnos en la latitud adecuada y
dejaríamos que el planeta, al girar, hiciera el resto. (...) ¿Qué es lo mejor
de los pueblos emigrantes y de las naciones escindidas? Yo creo que su
esperanza. (...) ¿Y qué es lo peor? Es lo vacío del equipaje.”

Salman Rushdie





“Todas las ideas, incluso las sagradas, deben adaptarse a nuevas realidades.” 

Salman Rushdie


"Todo tiene una forma, si se busca. No es posible escapar a la forma."

Salman Rushdie



"Todos los verdaderos creyentes tienen buenas razones para no creer en ningún dios excepto el propio -adujo Birbal-, y son ellos por tanto quienes, entre todos, me dan las razones para no creer en ninguno."

Salman Rushdie


"Un hombre no tiene raíces, tiene pies."

Salman Rushdie



"Un pueblo que se ha mantenido convencido de su grandeza y su invulnerabilidad, que ha optado por creer en tal mito, a despecho de la evidencia, es un pueblo que está sumido en el sueño, o en la locura."

Salman Rushdie
Los versos satánicos



"Verdad es lo que la mayoría ve como verdad, pero la mayoría también puede cambiar de opinión a lo largo de la historia." 

Salman Rushdie


"Vina, a la que venían hasta los extraños, siguiendo su estrella, esperando ser redimidos por su voz, por sus ojos grandes y húmedos, por su contacto. ¿Cómo era posible que una mujer tan explosiva, incluso amoral, pudiera ser considerada un emblema, un ideal, por más de la mitad de la población del mundo? Porque no era un ángel, dejadme que os lo diga, pero intentad decírselo a Don Angel. Tal vez sea una suerte que no naciera cristiana ni trataran de hacer de ella una santa. Nuestra Señora de los Estadios, nuestra virgen del ruedo, mostrando sus cicatrices a las masas como Alejandro Magno enardeciendo a los soldados para la guerra; nuestra Antivirgen borracha, sangrando lágrimas rojas por los ojos y música ardiente por la garganta. A medida que dejamos la religión, nuestro antiguo opiáceo, se producen síntomas de abstinencia, muchos efectos secundarios del género apsárico. El hábito de adorar no se pierde fácilmente. En los museos, las salas de íconos están abarrotadas. Siempre preferimos nuestras figuras icónicas lastimadas, acribilladas de flechas o crucificadas cabeza abajo; las necesitamos despellejadas y desnudas, queremos ver cómo su belleza se desmorona lentamente y observar su dolor narcisista. No las adoramos a pesar de sus defectos sino por sus defectos, venerando sus debilidades, su mezquindad, sus matrimonios fracasados, su uso indebido de sustancias, su rencor. Mirándonos en el espejo de Vina, y perdonándola, nos perdonábamos también a nosotros mismos. Ella nos redimía de nuestros pecados."

Salman Rushdie
El suelo bajo sus pies


"Y entonces mi padre cogió un viejo maletín de cuero con la palabra HEIDELBERG pirograbada en su base, porque había decidido que, como ella estaba muy agotada, sería mejor que le hiciera un reconocimiento médico detenido. Mientras abría el maletín, su hija empezó a llorar.
(Y así estamos. Padma: ha llegado el momento.)
Diez minutos más tarde, la larga temporada de silencio acabó para siempre cuando mi abuelo salió rugiendo del cuarto de la enferma. Vociferó llamando a su esposa, a sus hijas, a sus hijos. Tenía buenos pulmones y el ruido llegó hasta Nadir Khan en el sótano. No le debió de ser difícil adivinar a qué se debía el alboroto.
La familia se congregó en el salón en torno a la radiogramola, debajo de las fotografías eternas. Aziz llevó a Mumtaz a la habitación y la dejó en un sofá. Tenía una expresión terrible en el rostro. ¿Podéis imaginaros cómo debían de estar sus narices por dentro? Porque tenía que soltar una bomba: su hija, después de dos años de matrimonio, era todavía virgen.
Habían pasado tres años desde que la Reverenda Madre habló por última vez. -Hija, ¿es cierto eso? -El silencio, que había colgado por los rincones de la casa como una telaraña desgarrada, se disipó por fin; pero Mumtaz se limitó a asentir: sí. Cierto.
Entonces habló. Dijo que amaba a su esposo y que la otra cosa terminaría por llegar. Él era un hombre bueno y, cuando pudieran tener hijos, seguro que podría hacer la cosa. Dijo que un matrimonio no debía depender de la cosa, eso era lo que ella había pensado, y por eso no había querido mencionarlo, y que su padre no hacía bien al decírselo a gritos a todo el mundo, como había hecho. Hubiera dicho más cosas; pero entonces la Reverenda Madre estalló.
Tres años de palabras salieron de ella a borbotones (aunque su cuerpo, dilatado por la exigencia de almacenarlas, no se redujo). Mi abuelo permaneció muy quieto junto a la Telefunken, mientras la tormenta descargaba sobre él. ¿De quién había sido la idea? ¿De quién el estúpido plan disparatado, como se llame, de admitir en la casa a aquel cobarde que no era siquiera un hombre? ¿De qué se quedara aquí, como se llame, libre como un pájaro, con alimento y cobijo durante tres años, qué te importaban los días sin carne, como se llame, qué sabías tú del costo del arroz? ¿Quién era el inútil, como se llame, sí, el inútil de pelo blanco que había permitido aquel matrimonio inicuo? ¿Quién había metido a su hija en la, como se llame, cama de aquel bergante? ¿Quién tenía la cabeza llena de toda clase de puñeteras cosas, incomprensibles y estúpidas, como se llame, quién tenía el cerebro tan reblandecido por estrafalarias ideas extranjeras que era capaz de inducir a su hija a un matrimonio tan antinatural? ¿Quién se había pasado la vida ofendiendo a Dios, como se llame, y sobre qué cabeza caía ahora el castigo? ¿Quién había traído la desgracia sobre la casa…? estuvo metiéndose con mi abuelo durante una hora y diecinueve minutos y, para cuando acabó, las nubes se habían quedado sin agua y la casa estaba llena de charcos. Y, antes de que la Reverenda Madre terminase, su hija menor Emerald hizo algo muy extraño.
Las manos de Emerald se alzaron a ambos lados de su cara, cerradas en puños, pero con los índices extendidos. Los índices penetraron en sus orejas y parecieron levantar a Emerald de su silla, hasta que se puso a correr, con los dedos taponándole los oídos, a correr -¡A TODA MECHA!- sin su dupatta, por las calles, atravesando los charcos de agua, pasando por delante de la parada de rickshaws, de la tienda de pan donde los viejos acababan de salir, cautelosamente, al aire fresco, limpio, de-después-de-la-lluvia, y su velocidad asombró a los golfillos, que estaban a punto de tomar la salida, esperando para comenzar su juego de esquivar los chorros de betel, porque nadie estaba acostumbrado a ver a una señorita, y mucho menos a una de las Teen Batti, corriendo sola y enloquecida por las calles empapadas de lluvia, con los dedos en los oídos y sin dupatta por los hombros. Hoy en día, las ciudades están llenas de señoritas sin dupatta, modernas y a la moda; pero entonces los viejos chasquearon la lengua apesadumbrados, porque una mujer sin dupatta era una mujer sin honor y ¿por qué había decidido Emerald Bibi dejarse el honor en casa? Los viejos estaban desconcertados, pero Emerald lo sabía. Había visto, clara y frescamente en el aire de después de la lluvia, que la fuente de los problemas de su familia era aquel gordito cobarde (sí, Padma) que vivía bajo tierra. Si pudiera deshacerse de él, todo el mundo volvería a ser feliz… Emerald corrió sin detenerse hasta el distrito del Acantonamiento. El Cantt, donde estaba estacionado el ejército; ¡donde estaría el Mayor Zulfikar! Quebrantando su juramento, mi tía llegó a la oficina del Mayor.
Zulfikar es un nombre famoso entre los musulmanes. Era el nombre de la espada de dos puntas que llevaba Alí, el sobrino del profeta Mahoma. Un arma como el mundo no había conocido jamás.
Ah, sí: algo más estaba sucediendo ese día en el mundo. Estaban dejando caer sobre gentes amarillas en el Japón un arma como el mundo no había conocido jamás. Sin embargo, en Agra, Emerald utilizó su propia arma secreta. Era un arma patizamba, pequeña, de cabeza plana; la nariz casi le tropezaba con la barbilla; soñaba con una gran casa moderna y un baño con fontanería empotrada, al lado mismo de la cama."

Salman Rushdie
Hijos de la medianoche



"Y de suerte que actuemos en un drama en que el pasado sea el prólogo y la acción la ejecutemos vos y yo.
La tempestad, William Shakespeare.
El día que recibió las pruebas encuadernadas de Los versos satánicos lo visitó en su casa de St. Peter’s Street una periodista a quien consideraba amiga, Madhu Jain, de India Today. Cuando ella vio la gruesa portada azul oscuro con el enorme título en rojo, mostró un gran entusiasmo y le suplicó que le diera un ejemplar para poder leerlo mientras estaba de vacaciones en Inglaterra con su marido. Y en cuanto lo leyó, le pidió que le permitiera entrevistarlo y publicar un fragmento en India Today. Una vez más, él accedió. Después, durante muchos años, pensó en la publicación de ese fragmento como la cerilla que prendió el fuego. Y sin duda la revista puso de relieve lo que acabó viéndose como los aspectos «controvertidos» del libro, utilizando el titular «Un ataque inequívoco contra el integrismo religioso», que fue la primera de las innumerables descripciones imprecisas del contenido del libro, y atribuyéndole, en otro titular, unas palabras textuales -«Mi tema es el fanatismo»-, que tergiversó aún más la obra. La última frase del artículo, «Los versos satánicos desencadenará por fuerza una avalancha de protestas...», era una invitación abierta al inicio de tales protestas. El artículo fue leído por el parlamentario indio y conservador islámico Syed Shahabuddin, que reaccionó escribiendo una «carta abierta» titulada «Señor Rushdie, ha hecho usted esto con premeditación satánica», y ahí se desencadenó todo. La manera más eficaz de atacar un libro es demonizar al autor, convertirlo en una criatura con motivos viles e intenciones malévolas. El «Satán Rushdy» que después exhibirían por las calles de todo el mundo los manifestantes indignados, ahorcado en forma de monigote con una lengua roja colgándole y vestido con un burdo esmoquin, estaba creándose: nacido en la India, como el Rushdie auténtico. Esa era la primera proposición de la agresión: que cualquiera que escribiese un libro con la palabra «satánico» en el título debía de ser también satánico. Como muchas falsas proposiciones que florecieron en la incipiente Era de la Información (o desinformación), se hizo verdad a fuerza de la repetición. Di una mentira sobre un hombre una vez y mucha gente no te creerá. Dila un millón de veces y es a ese hombre a quien ya no creerán.
Con el paso del tiempo llegó el perdón. Releyendo el artículo de India Today muchos años después, en una época más tranquila, pudo conceder que el artículo era más justo de lo que el titular de la revista daba a entender, más equilibrado que su última frase. Aquellos que deseaban ofenderse se habrían ofendido de todos modos. Aquellos que querían inflamarse habrían encontrado la chispa necesaria. Tal vez el acto más dañino de la revista fue, incumpliendo la tradicional prohibición en prensa, sacar a la luz su artículo nueve días antes de la publicación del libro, en un momento en que no había llegado a la India ni un solo ejemplar. Esto dio rienda suelta al señor Shahabuddin y su aliado, otro parlamentario de la oposición llamado Jurshid Alam Khan. Ellos podían decir lo que les viniera en gana acerca del libro, y nadie podía defenderlo porque no podía leerse. Un hombre que había leído un ejemplar de prepublicación, el periodista Jushwant Singh, exigió su prohibición en un artículo de The Illustrated Weekly of India como medida para prevenir conflictos. Se convirtió así, pues, en el primer miembro del pequeño grupo de escritores internacionales incorporados al lobby de la censura. Jushwant Singh afirmó más tarde que Viking le había pedido consejo, y él había advertido al autor y la editorial de las consecuencias de la publicación. El autor no tuvo noticia de dicha advertencia. Si alguna vez se hizo, él no la recibió.
Para decepción suya, el ataque a su persona no se limitó a los detractores musulmanes. En el recién creado periódico británico Independent, el escritor Mark Lawson citó a un coetáneo anónimo de Cambridge que lo calificó de «pomposo» y que, como «chico de colegio público», se sentía «distanciado de él por su educación». Con lo que el innombrado le echaba en cara sus desdichados años en Rugby. Otro «amigo íntimo», también anónimo, «entendía» por qué él ofrecía una imagen «hosca y arrogante». Y había más: era «esquizofrénico», estaba «totalmente chiflado», ¡corregía a las personas que pronunciaban mal su nombre!, y -lo peor de todo- una vez le quitó el taxi al señor Lawson y dejó al periodista allí plantado. Estas eran cosas insignificantes, reflejaban estrechez de miras, y hubo mucho más de lo mismo en otras partes, en otros periódicos. «Amigos íntimos a menudo admiten que en realidad él no es una persona agradable», escribió Bryan Appleyard en The Sunday Times. «Rushdie es de un egotismo descomunal.» (¿Qué clase de «amigos íntimos» hablaban así de sus amigos? Solo los anónimos desenterrados por articulistas.) Aunque en la «vida normal» todo ello habría sido doloroso, nada habría importado demasiado. Pero en el gran conflicto que siguió, la idea de que no era un hombre muy agradable resultaría muy dañina."

Salman Rushdie
Memorias de Joseph Anton