"Consciente de que su vida estaba llegando a su fin, la última vez que estuvo en la ciudad sagrada de su fe Mahoma trató de inculcar sus doctrinas en lo más profundo del corazón y la mente de sus seguidores, para lo cual predicó a menudo en la Kaaba desde el púlpito o al aire libre, montado en su camello. “Prestad atención a mis palabras —decía—, porque no sé si, después de este año, volveremos a encontrarnos aquí. Devotos míos, no soy más que un hombre como vosotros; el ángel de la muerte puede aparecer en cualquier momento y, cuando me llame, debo acudir”."

Washington Irving
Tomada del libro Las enseñanzas secretas de todos los tiempos de Manly Palmer Hall, página 870


“Creen en toda clase de cosas maravillosas, están sujetos a éxtasis y visiones, frecuentemente observan extrañas ocurrencias, oyen melodías y voces del aire.”

Washington Irving


“Cuando una persona le dice a otra que se ve muy joven, debe tener la certeza de que se está envejeciendo.”

Washington Irving


“El amor jamás se pierde, si no es correspondido, retornará, suavizará y purificará el corazón.”

Washington Irving


“El corazón es una fuente de alegría que regala sonrisas a todo lo que hay en sus proximidades.”

Washington Irving


“El ídolo de hoy arrincona al héroe de ayer, y a la vez lo reemplaza por el héroe del mañana.”

Washington Irving


“El matrimonio es el tormento de uno, la felicidad de dos, los conflictos y la enemistad de tres.”

Washington Irving



"El omnipotente dinero, ese gran objeto mundial de devoción."

Washington Irving


“Había una elocuencia en el entusiasmo verdadero que no se ponía en duda.”

Washington Irving


“Hay algo sagrado en las lágrimas. No son señal de debilidad sino de poder. Son las mensajeras de una pena abrumadora y de un amor indescriptible.”

Washington Irving



"Hay dos clases de gente para quienes la vida es una fiesta continua: los muy ricos y los muy pobres. Unos, porque no carecen de nada; los otros, porque no tienen nada que hacer; pero no hay nadie que entienda mejor el arte de no hacer nada y de nada vivir, como las clases pobres de España. Una parte de ellos se debe al clima y lo demás al temperamento. Dadle a un español sombra en verano y sol en invierno, un poco de pan, ajo, aceite y garbanzos, una vieja capa parda y una guitarra y ruede el mundo como quiera.
(...)
«Allí me detuve para dirigir una última mirada sobre Granada. La colina en que me encontraba domina un maravilloso panorama de la ciudad, la vega y los montes que la rodean, y está situada en la parte del cuadrante opuesto a la Cuesta de las Lágrimas, famosa por el último Suspiro del Moro. Ahora podía comprender algo de los sentimientos experimentados por el pobre Boabdil cuando dio su adiós al paraíso que dejaba tras él y contempló el áspero y escarpado camino que lo conducía al destierro."

Washington Irving
Cuentos de la Alhambra


“He dormido perfectamente en la cama que, puedo afirmar, ha sido inventada exclusivamente para mí.”

Washington Irving


"Justo después de atardecer llegamos a Moguer. Esta pequeña ciudad, de momento aún conserva dicha categoría, está situada a una legua más o menos de Palos, de donde, según me han dicho, ha ido gradualmente absorbiendo o todos sus habitantes más importantes, de entre ellos a la familia de los Pinzones. Tan alejado está este pequeño lugar de la alborotada y bulliciosa ruta de los viajeros y tan falto de lo ostentación y de las vanaglorias de este mundo, que mi calesa, al tintinear ruidosamente por sus estrechas y mal pavimentadas calles, causó una gran sensación; los chiquillos corrían y gritaban a su lado, asombrados con los llamativos adornos de estambre y bronce, mirando con reverencia al importante visitante que llegaba en tan suntuoso vehículo. Me dirigí a la posada principal, cuyo propietario se encontraba a la puerta de la misma. Este hombre de tez clara, ojos azules y pelo rubio me pareció amabilísimo, y rápidamente se dispuso a hacer todo lo que estaba a su alcance para que yo me sintiera confortable. Solamente había una dificultad: en su establecimiento no había ni cama ni dormitorio. De hecho, aquello era únicamente una venta para muleros, los cuales acostumbran a dormir en el suelo con las mantas de las mulas como cama y los serones como almohada. La situación no era fácil al no existir otra posada mejor en la ciudad. Pocas personas son las que viajan por gusto o por curiosidad a estos lugares tan a tras mano de España, y aquéllos de cierta categoría que lo hacen, se hospedan por lo general en casas de particulares. Por mi parte he viajado lo suficiente por España como para haber llegado a la conclusión de que, después de todo, una cama no es un artículo de indispensable necesidad. Ya estaba a punto de reservarme un tranquilo rincón de la venta donde extender mi capa, cuando afortunadamente hizo su aparición la mujer del posadero. No podía tener una disposición mejor que la de su marido pero, ¡Dios bendiga a las mujeres!, ellas siempre saben cómo llevar a cabo sus propósitos.
En un momento quitaron unos trastos viejos de una pequeña habitación de dos por medio metro cuadrados, que servía de pasillo entre las cuadras y una especie de tienda-bar que había en la venta, y me aseguraron que iban a poner allí una cama para mí. De las deliberaciones que vi mantener a mi posadera con algunas de sus comadres vecinas, me di cuenta que la cama iba a ser una especie de obra comunal llevada a cabo con las aportaciones de todos a fin de acreditar el establecimiento. Tan pronto como me cambié de ropa, quise comenzar las investigaciones históricas motivo de mi viaje y pregunté por el domicilio de don Juan Hernández Pinzón. Mi servicial ventera se ofreció a llevarme y salí de la posada lleno de entusiasmo ante la idea de conocer a un descendiente directo de uno de los colaboradores de Colón.
Tras un corto paseo llegamos a una casa cuya apariencia era de lo más respetable, indicativo de una holgada, si no opulenta, situación económica. La puerta, como es habitual en los pueblos de España durante el verano, estaba completamente abierta. Entramos con el saludo o más bien con la llamada de costumbre: «Ave María». Una aseada criada andaluza nos contestó y, después de preguntarle por el dueño, nos condujo a través de un pequeño patio, situado en el centro de la casa y refrescado por una fuente rodeada de flores, a una terraza trasera también llena de flores, donde don Juan Hernández estaba sentado con su familia, al fresco y disfrutando de aquella serena tarde."

Washington Irving
Diario


“La edad es cuestión de sentimiento, no de años.”

Washington Irving



"La vida entera de una mujer es la historia de sus afectos."

Washington Irving


“Las grandes mentes tienen objetivos, las demás deseos.”

Washington Irving


“Las lágrimas transmiten con mayor elocuencia que mil estrofas juntas, un mensaje de dolor indecible, de profundo arrepentimiento o de amor inefable.”

Washington Irving


“Lo cierto es que el lugar continúa todavía bajo la influencia de alguna fuerza mágica, que domina las mentes de todos los habitantes, obligándolos a obrar como si se encontraran en una continua ensoñación.”

Washington Irving


"Los espíritus pequeños son domados y subyugados por el infortunio; pero los grandes saben librarse de la desgracia."

Washington Irving


"Otros escribirán desde la cabeza, pero él escribe desde el corazón, y el corazón siempre le entiende."


Washington Irving
La leyenda de Sleepy Hollow y otras historias



“Por mi parte he viajado lo suficiente por España como para haber llegado a la conclusión de que, después de todo, una cama no es un artículo de indispensable necesidad.”

Washington Irving



“Navidad es la temporada para encender el fuego de la hospitalidad en la sala, la llama genial de la caridad en el corazón.”

Washington Irving


“Un carácter agrio no se suaviza con los años; una lengua incisiva constituye el único instrumento afilado que se hace cada vez más cortante con el uso continuo.”

Washington Irving



"Su madre (la de Mahoma) no experimentó ningún dolor de parto. En el momento de su llegada al mundo, una luz celestial iluminó el terreno circundante y el recién nacido alzó los ojos al cielo y exclamó: «¡Dios es grande! ¡No hay más Dios que Dios y yo soy su profeta!». Nos aseguran que su advenimiento produjo inquietud en el cielo y en la tierra. El lago Sawa se redujo y volvió a sus fuentes secretas y dejó secas sus orillas: en cambio, el Tigris se desbordó e inundó las tierras vecinas. El palacio de Khosru, el rey de Persia, se sacudió sobre sus cimientos y varias de sus torres se desplomaron. […] Aquella misma noche portentosa, el fuego sagrado de Zaratustra, que, custodiado por los Magos. había ardido sin interrupción durante más de mil años, se apagó de repente y todos los ídolos del mundo cayeron."

Washington Irving
Tomada del libro Las enseñanzas secretas de todos los tiempos de Manly Palmer Hall, página 863


"Sus triunfos militares no fueron motivo de orgullo ni de vanagloria, como lo habrían sido de haberse obtenido con propósitos egoístas. En su época de mayor poder, mantuvo la misma sencillez de costumbres y de apariencias que en sus épocas de adversidad. […] Aquella renunciación perfecta a sí mismo —unida a una devoción aparentemente sincera— que encontramos en las diversas fases de su fortuna es lo que nos deja perplejos a la hora de hacer una valoración justa del carácter de Mahoma. […] Cuando daba vueltas en torno al lecho de muerte de su hijito Ibrahim, su conducta manifestaba resignación a la voluntad de Dios por debajo de su inmensa aflicción y lo consolaba la esperanza de reunirse pronto con su hijo en el Paraíso."

Washington Irving
Tomada del libro Las enseñanzas secretas de todos los tiempos de Manly Palmer Hall, página 873


"Un día, Tomás Walker, que había tenido que dirigirse a un lugar distante, cortó camino, creyendo ahorrarlo, a través del pantano. Como todos los atajos, estaba mal elegido. Los árboles crecían muy cerca los unos de los otros, alcanzando algunos los treinta metros de altura, debido a lo cual, en pleno día, debajo de ellos parecía de noche, y todas las lechuzas de la vecindad se refugiaban allí. Todo el terreno estaba lleno de baches, en parte cubiertos de bejucos y musgo, por lo que a menudo el viajero caía en un pozo de barro negro y pegadizo; se encontraban también charcos de aguas obscuras y estancadas, donde se refugiaban las ranas, los sapos y las serpientes acuáticas, y donde se pudrían los troncos de los árboles semisumergidos, que parecían caimanes tomando el sol.
Tomás seguía eligiendo cuidadosamente su camino a través de aquel bosque traicionero; saltando de un montón de troncos y raíces a otro, apoyando los pies en cualquier precario pero firme montón de tierra; otras veces se movía sigilosamente como un gato, a lo largo de troncos de árboles que yacían por tierra; de cuando en cuando le asustaban los gritos de los patos silvestres, que volaban sobre algún charco solitario.
Finalmente llegó a tierra firme, a un pedazo de tierra que tenía la forma de una península, que se internaba profundamente en el pantano. Allí se habían hecho fuertes los indios durante las guerras con los primeros colonos. Allí habían construido una especie de fuerte, que ellos consideraron inexpugnable y que utilizaron como refugio para sus mujeres e hijos. Nada quedaba de él, sino una parte de la empalizada, que gradualmente se hundía en el suelo, hasta quedar a su mismo nivel, en parte cubierto ya por los árboles del bosque, cuyo follaje claro se distinguía nítidamente del otro más oscuro de los del pantano.
Ya estaba bastante avanzada la tarde, cuando Tomás Walker llegó al viejo fuerte, donde se detuvo para descansar un rato. Cualquier otra persona hubiera sentido una cierta aversión a descansar allí, pues el común de las gentes tenía muy mala opinión del lugar, la que provenía de historias de los tiempos de las guerras con los indios; se aseguraba que los salvajes aparecían por allí y hacían sacrificios al Espíritu Malo. Sin embargo, Tomás Walker no era hombre que se preocupara de relatos de esa clase.
Durante algún tiempo se acostó en el tronco de un árbol caído, escuchó los cantos de los pájaros y con su bastón se dedicó a formar montones de barro. Mientras inconscientemente revolvía la tierra, su bastón tropezó con algo duro. Lo sacó de entre la tierra vegetal y observó con sorpresa que era un cráneo, en el cual estaba firmemente clavada un hacha india. El estado de arma demostraba que había pasado mucho tiempo desde que había recibido aquel golpe mortal. Era un triste recuerdo de las luchas feroces de que había sido testigo aquel último refugio de los aborígenes."

Washington Irving
El diablo y Tomas Walker


“Un padre puede darle la espalda a su hijo, hermanos y hermanas pueden convertirse en inveterados enemigos, los maridos pueden abandonar a sus esposas, pero el amor de una madre dura para siempre.”

Washington Irving


“Una de las mayores y más simples herramientas para aprender más es hacer cada día más.”

Washington Irving



"Una ensoñadora influencia parece poseer el país e invadir hasta la misma atmósfera. Algunos dicen que un doctor alemán embrujó el lugar, en los primeros días de la colonia; otros afirman que un viejo jefe indio celebraba aquí sus peculiares ceremonias, antes que estas tierras fueran descubiertas por Hendrick Hudson. Lo cierto es que el lugar continúa todavía bajo la influencia de alguna fuerza mágica, que domina las mentes de todos los habitantes, obligándolos a obrar como si se encontraran en una continua ensoñación. Creen en toda clase de cosas maravillosas, están sujetos a éxtasis y visiones, frecuentemente observan extrañas ocurrencias, oyen melodías y voces del aire. En toda la región abundan las leyendas locales, los lugares encantados y las supersticiones. Las estrellas fugaces y los meteoros aparecen con más frecuencia aquí que en ninguna otra parte del país; los monstruos parecen haber elegido este lugar como escenario favorito de sus reuniones. Sin embargo, el espíritu dominante que aparece en estas regiones encantadas es un jinete sin cabeza. Se dice que es el espíritu de un soldado de las tropas del gran duque de Hesse al que una bala de cañón le arrancó la cabeza, en una batalla sin nombre, durante una revolución; los campesinos lo ven siempre corriendo por las noches, como si viajara en alas del viento. Sus excursiones no se limitan al valle, sino que a veces se extienden por los caminos adyacentes, especialmente hasta cerca de una iglesia cercana. Algunos de los más fidedignos historiadores de estas regiones, que han coleccionado y examinado cuidadosamente las versiones acerca de este espectro, afirman que el cuerpo del soldado fue enterrado en la iglesia, que su espíritu vuelve a caballo al escenario de la batalla en busca de su cabeza y que la fantástica velocidad con que atraviesa el valle se debe a que ha perdido mucho tiempo y tiene que apresurarse para entrar en el cementerio antes de la aurora."

Washington Irving
Sleepy Hollow


"Una lengua incisiva es el único instrumento cortante que se afila con el uso constante."

Washington Irving


“Una palabra suave puede golpear rudamente.”

Washington Irving