Cualquier tiempo no consagrado al amor es tiempo perdido.”

Torcuato Tasso



Del sueño a la muerte hay un pequeñísimo trecho.”

Torcuato Tasso



“Donde el ocio es el amo, no brilla rayo de ingenio, no crece deseo de gloria y de inmortalidad, no aparece imagen ni simulacro, ni siquiera sombra o vestigio alguno de virtud.”

Torcuato Tasso



“El que vive no debe luchar con los muertos.”

Torcuato Tasso



“En la palabra de la mujer está la muerte; en su sonrisa, el infierno.”

Torcuato Tasso



"Instinto es de humanas mentes que lo que más se prohíbe, más se desea."

Torcuato Tasso



Jerusalén Liberada

A Armida quiero dar soberbia ayuda;
Y á vuestro parecer no contradice
El mío, si el intento no se muda;
Aunque en el mundo á veces variable,
Mudar de pensamiento es más estable.
Y si creéis también que no os convenga
Desechar el empeño y el contrato,
Y el valor de vuestro ánimo no venga
A conocer lo bueno y lo más grato;
A Dios no plegue que ora yo os detenga
Ni de lo prometido me recato;
Mas antes de mi imperio el freno leve
Os da larga la rienda como debe.
Qué vais ó que quedéis yo me contento,
Como de vuestro parecer dependa;
Mas de Dudon primero al regimiento
Por vuestra elección quiero que uno atienda;
Este los diez elija á su talento,
Sin que otro mayor número pretenda;
En esto me reservo el sumo cargo;
Hacer siervo el arbitrio no me alargo.

Torcuato Tasso


"La mujer es charlatana y mentirosa, quiere y no quiere: loco el hombre que se fíe de ella."

Torcuato Tasso


“Mi indeciso corazón dudoso.”

Torcuato Tasso


No hay más bello color para las mejillas de una mujer que el color con el que la vergüenza las tiñe.”

Torcuato Tasso


POEMA DEL SEÑOR TORQUATO TASSO AL SERENÍSIMO SEÑOR DON ALFONSO II  D'ESTE  DUQUE DE FERRARA

CANTO PRIMERO

1
Las armas piadosas canto, y al capitán
Que liberó el gran sepulcro de Cristo
Mucho obró con el magín y con la mano
Mucho sufrió por el glorioso aquisto.
En vano se opuso el infierno, en vano
Asia se armó y en Libia el pueblo mixto,
Dio favor el cielo bajo santo signo
Y a sus errantes camaradas reunió.

2
Oh musa, tú que de caducos laureles
No ciñes la frente, allá, en el Helicón,
Más allá en el cielo con beatos coros
Haces de estela inmortal aurea corona,
Inspira al pecho celestes ardores,
Aclara mi canto y también perdona
Si intento adornar en parte este canto
De muy otros deleites, y no del tuyo

3
Sabes, allá, do corre el mundo de versos,
Su dulzura el lisonjero Parnaso
Lo cierto condimenta en suaves versos
Y a los más esquivos ha persuadido.
Así el infante enfermo traga remedio,
Orlado el vaso de un licor muy suave,
Jugos muy amargos engañado bebe,
Mas de este engaño la vida recibe. (1)

4
Tú, magnánimo Alfonso que libraste
Del furor de fortuna y a puerto llevas
A mí, peregrino errante entre escollos,
Entre agitadas ondas casi absorto,
Estos papeles con regocijo recoge
Que casi como un voto a vos consagro.
Quizás un día mi presagiosa pluma
Ose decirte lo que aquí sugiere.

5
Y todo con razón, si un día ya en paz
El pueblo de Cristo hasta allí se vaya
En naves, corceles, y al fiero tracio
Quitada su bendita e injusta presa,
A tí te otorgue el cetro o, si te place,
El alto imperio del mar te conceda.
Émulo de Godofredo mis cármenes
Oye, y en tanto las armas apronta

6
Era el sexto año en que pasó al Oriente
El cristiano para tan alta empresa,
Caída ya Nicea y por astucia Antioquía
Que defendieran luego en las batallas
Libradas contra innumerables persas (2).
Tortosa también sitiada; y en la quietud
Del frío invierno el nuevo año esperaban.

7
Llegaba el fin del lluvioso invierno,
Que hizo a las armas cesar, lejos no era
Cuando de su alto solio el Padre Eterno
En la parte más pura del Cielo, lejos
De las estrellas y del bajo infierno,
Alto se halla en la estrellada esfera,
Los ojos fijar quiso en un solo punto;
Miró el mundo y cuanto allí se aduna.

8
Miró a todas las cosas y en Siria
Se fijó en los príncipes cristianos
Con ese mirar suyo que cala dentro
Los más profundos afectos humanos.
Vio que en Godofredo el deseo ardía
De echar de ciudad santa a los paganos,
Lo vio pleno de fe, celo; a toda mortal
Gloria, mando y honores así desprecia.

9
También a Balduino ingenio ambicioso
Que a humanas grandezas solo aspira.
Lo ve a Tancredi (3), sufrir desdeñoso
En tanto un vano amor lo martiriza.
A Boedemundo fundar un reino
En Antioquía con principios y leyes
Que intenta imponer, sabias costumbres
De arte como de culto al vero Numen.

10
Tanto se obstina en este pensamiento
Que otra empresa olvida y no recuerda;
Observa en Rinaldo ánimo guerrero
Que no se lleva bien con la quietud
Cómo arde en su interior la ambición,
No de oro o mando, arde de honor,
DE Güelfo (4) pendiente está de saber
Muy claros ejemplos de sus ancestros.

11
Luego que de estos y otros corazones
El rey del mundo calara sentires,
Llama a los angélicos esplendores.
Gabriel, entre primeros, es segundo
Y entre Dios y aquestos de los mejores
Intérprete fiel, jocundo mensajero,
Trae acá decretos del cielo y allá
Lleva ruego y celo de los mortales.

12
Dios a su nuncio: “ve a Godofredo
Y en mi nombre dile, por qué cesas,
Por qué ahora la guerra no se retoma
Y liberar la Jerusalen opresa.
Los jefes a consejo, mueve a los tardos,
Y se su capitán para la alta empresa;
Aquí te elijo y otros lo harán en tierra,
Ya sean tus camaradas o reclutas”.

13
Así habló y Gabriel así se dispone
Rápido a cumplir lo que le han dicho.
 De aire rodea a su invisible forma
 Y a los sentidos mortales somete.
 Miembros y aspecto humanos finge
 Más de celeste majestad compuesto;
 De edad confín entre joven y niño
 Y orna de oro sus blondas guedejas.

14
Alas blancas viste, en oro rematadas,
Infatigablemente ágiles, prestas,
Hiende vientos y nubes y sublime
Va sobre tierra y mar con aquestas.
Vestido así vuela a las alturas
De este mundo el celeste mensajero
Y hace pie en el monte del Líbano
Librándose a ello con acordes alas.

15
Luego fue hasta las playas de Tortosa
Yendo en precipitado vuelo bajo.
Surgía de nuevo el sol de entre las olas,
En parte ya fuera, pero aún del mar preso.
Allí dirigía sus preces matinales
Godofredo a Dios, como era costumbre,
Y a la par del sol, pero más luminoso,
El ángel apareció desde el Oriente.

16 
Dice: “Godofredo, es aquí oportuna
La estación que al guerrear espera
¿Por qué interponer demora alguna
A liberar la Jerusalén cautiva?
A los príncipes a consejo reúne ya
Apura a los más remisos a la lucha.
Dios por su caudillo te elige, y ellos
Seguirán a gusto lo que decidas.

17
“Dios mensajero me manda, revelo
Su pensar en mi nombre. Oh cuanta
Esperanza tiene de la victoria y celo
De la misión te fuera encomendada.”
Dijo y desapareció dentro del cielo
Hacia las partes excelsas y serenas.
Queda Godofredo entre esplandores,
Los ojos bajos y atónito en el corazón

18
Más luego se despabila y discurre
Qué vino, quién lo mandó y le fue dicho.
Si ya bramaba, ahora arde de furor
La guerra de que caudillo fue electo.
No por verse del cielo propuesto
Un aura de ambición le infló el pecho,
Su querer más en el querer se inflama
De su Señor, como favilla en llama.

19
Los heroicos camaradas que lejos
No estaban les invita a unírsele,
Carta sobre carta y mensaje tras otro
Siempre al consejo la plegaria unida
Que a un alma generosa alienta y une
Todo modo el hallar de manera
Eficaz la figura que adorna y agrada.

20
Vinieron caudillos, otros siguieron,
Boemundo fue de todos remiso.
Algunos de ellos plantó sus tiendas
Y entre Tortosa sus albergues tuvo.
La mayor parte del ejército se unió
(Glorioso senado) en un día solemne.
Aquí el pío Godofredo dio entre ellos
De rostro augusto y de sermón sonoro:

21
“¡Guerreros de Dios, restaurar el daño
Hecho a su fe el rey celeste nos elige
Que seguros entre armas y engaños
De la tierra y del mar pasaron felices
Si bien en pocos años tantas y tantas
Tierras tomamos y a nos sumisas,
Entre gentes vencidas, sojuzgadas
Plantado nuestras enseñas invictas.

22
“No dejamos dulces prendas y el nido
Nativo (si no yerran mis creencias),
Ni expuesto hemos la vida al mar infiel,
A los peligros de la guerra lejana,
A conquistar, al sonido breve de grito
Vulgar, solo una tierra bárbara.
Cosa tal sería estrecha, escaso premio,
Daño al alma la sangre derramada.

23 
“Más fue del pensar nuestro el diseño
Para sitiar los nobles muros de Sión
Y librar los cristianos de indigno yugo
De servidumbre desgraciada y dura
Fndando en Palestina un reino nuevo
Donde haya la piedad sede segura;
Ni se niegue al peregrino devoto
Adorar el sepulcro y cumplir su voto.

24
“Bien, hasta ahora dado el riesgo tanto
Es mucho lo hecho pero poco al honor,
Más nada al deseo, por donde llevemos
El ímpetu de estas armas a otro sitio.
De qué servirá haber recorrido Europa
Con tanto esfuerzo y puesto al Asia en llamas
Si con tantos movimientos su finalidad
Fue la de caer imperios y no fundarlos.

25
“No edifica imperios el que quiere
Sobre bases mundanas edificarlos,
Donde hay pocos paisanos y de nuestra
Fe, enemigos incontables pueblos paganos,
De donde ni de Grecia (5) ayuda esperar
Se puede, ni del Occidente ahora lejano.
Más bien moverá ruinas y será oprimido
De una tumba que cavará por su mano

26
“Turcos, persas, Antioquía, famosos
Magníficos de nombres y de cosas
Obra nuestra no, del Cielo dones
Fueron, como victorias maravillosas.
Si las torcemos de la meta elegidas
Para las que el donador dispuso, temo
Que nos prive de ellos y fábula seremos
Nuestros claros nombres para los pueblos.

27
“¡Ah ninguno de nos por Dios donados
Tales dones desperdicie en sus manos
Que a altos principios fueron ordenados
Para que obra siga y a su fin responda!
Ya los pasos están libres y expeditos,
Ora que la estación nos es propicia
¿No correr hasta la ciudad que es meta
De nuestra victoria? ¿Y quién lo impide?

28
“Príncipes yo protesto (y mis protestas
Oíra el mundo presente y el futuro.
Lo oyen en el Cielo aún los celestes)
El tiempo de la empresa es ya maduro
Más retarde y será menos oportuno.
Incertísimo pasa a ser quien mucho fía.
Me atrevo: si lento es nuestro curso
Ya Egipto ha socorrido al Palestino.” 

29  
Dijo esto y siguieron breves murmullos
Se levanta el ermitaño Piero (6)
Que tenía privado asiento en consejo
Y fue primer motor de tal empresa.
‘A lo que llama Godofredo aconsejo
Tomarlo como cierto y verdadero,
Evidente lo demostrara a largo
Que lo aprováis. A lo sumo agrego:

30
‘Si recojo discordias y vergüenzas
Sufridas por vosotros y encontrados
Pareceres, labores empezadas, lentas
En vez de seguirlas, no puedo hallar
Otra fuente originaria a las mismas
De litigios y cambios de parecer
A autoridad que en muchos y varios
Es librada a todos como pares.

31
Donde uno solo no impera, donde varios
Jueces reparten las penas y premios,
Donde son compartidas obras y oficios,
Seguro que ese gobierno será errante.
Ya, hagan un cuerpo de miembros amigos,
Haced un capo que enderece y frene
Dadle a uno solo el cetro y la potestad
Que de rey haga y sostenga la dignidad

32
Calló el anciano, ninguna idea o pecho
A Vos cerrados, aura santa, divo ardor,
Que inspiras al eremita sus dichos,
E imprimes al caballero en el cor,
Como ahogas en los otros las ansias
De mando de libertad y de honor.
Así los primeros Güelfo y Guillermo
En aclamar a Godofredo caudillo.

33
 Lo aprueban los demás, sólo a él toca
 Deliberar y mandar todos los otros,
 A los vencidos leyes a su grado,
 La guerra contra quien y donde desee.
 Los otros, pares, ahora a sus órdenes,
 Son ministros ahora de sus mandatos.
 Concluso esto vuela su fama y se espande
 Su honra entre las lenguas de los hombres.

34   
Se muestra a los soldados que lo miran
Con muy alto grado como lo han puesto,
 Recibe el saludo de los soldados
Y sus aplausos, rostro en paz, compuesto
 Recibir muestras de amor y respeto,
Dispone al día siguiente en un gran campo
Todos se muestren a él formando en campo.

35 
Ya en el oriente el sol retorna,
Sereno y luminoso como nunca
Cuando de sus rayos sale el nuevo día.
Bajo insignias cada guerrero armado
Se mostró lo más gallardo que pudo
Al piadoso Bouillon por el ancho prado.
Se había detenido, miraba desfilar
Distintos caballeros e infantes.

36
Mente, de años y de olvido enemiga,
De las cosas custodia y bienechora,
Valga tu razón para que recuerde
Del campo aquel cada caudillo y enseña,
Y resplandezca aquí su antigua fama
Gastada por años, hoy oscurecida.
Toma de sus tesoros y orna mi lengua
Para que toda edad sepa y no extinga.

37
Primero se le mostraron los francos
Nacidos todos en la isla de Francia,
Bello pago entre cuatro ríos bañado
Por Hugo, hermano del rey mandados
Primero, al morir Hugo (7) lises de oro
Llevó en pendón Clotario, capo egregio
A quien le falta solo nombre regio.

38
Miles de gravísima armadura
Y tantos los caballeros siguientes
 Iguales de disciplina y natura
De armas y de semblantes iguales.
Normandos todos que Roberto (8) cuida
Príncipe nato de su misma gente.
Luego dos pastores de pueblos, Ademar
Y Guillermo (9) despliegan sus escuadras.

39
Uno y otro a los consagrados oficios
Estuvieron y a los píos ministerios.
Más ahora el yelmo ciñe sus cabellos
Y ejercen el fiero uso de las armas.
De la ciudad de Orange y sus confines
Cuatrocientos hombres trajo el primero,
El segundo otros tantos de Puy ahora guía
Iguales en armas como avezados.

40
Baldovino manda a sus boloñeses
Y los de su hermano que éste cedió
Cuando fue nombrado capo de capos.
Les sigue a ellos el conde de Carnuti
Potente en consejos y amplio de mano,
Con él van cuatrocientos, y tres más
Con Baldovino y en sus sillas armados.

41
Güelfo ocupa el campamento vecino,
Hombre que a la fortuna iguala el mérito
Cuenta él a un genitor italiano,
De la casa d’Este largo parentezco.
Germania le da feudos y un cognomen
Y así a la casa Güelfa él sostiene.
Rige Carintia y entre Danubio y Rin
Cuanto los suecos poseen y conservan.

42
A esto que es un retazo materno
Sumó grandes y gloriosas conquistas.
Todos quienes lo siguen les divierte
Ir contra la muerte donde los lleva,
Ya habituados a pasar el invierno
En hostales y celebrar con festines.
Cinco mil fueron de la partida, ahora
Por los persas, tan solo un tercio quedan.

43
Seguía la gente cándida y rubia,
Entre francos, germanos y mar se halla,
Y en donde el Mosa y el Rin inundan (10),
Tierras de mieses y bestias feraces
Donde los isleños entre altas cimas
Del furor de oceáno se resguardan
No solo devora cosas y naves
Sino que engulle reinos y ciudades.

44
Los unos y otros son miles, y van
Bajo el mando del otro Roberto (11) .
La tropa de britanos, algo mayor,
Rige Guillermo, del rey hijo menor.
Son los anglos hábiles sagitarios
Con ellos hombres vecinos al Polo,
Gentes hirsutas de altas selvas, manda,
El límite del mundo: última Irlanda.

45
Luego Tancredi y nadie como él
(Salvo Rinaldo) para herir tan hábil
De tan buen parecer, gentil semblante,
Tan excelso e intrépido de corazón.
Sombra de culpa su fama oscurece
Solo debida a su locura de amor.
Nacido entre armas, de breve vista
Nutre de afanes y virtud conquista.

46
Es fama que fue en aquel día glorioso
Que los francos derrotaran al persa,
Luego que Tancredi al fin victorioso
Cansado de perseguir los fugitivos,
Buscó algo de refrigerio y reposo
A los flancos y a sus ardientes labios
Y dio, do le invitara el dulce estío,
Una fuente en un sitio verde y umbrío

47
Llega hasta él de improviso una doncella;
Toda, salvo su frente, apareció armada.
Una pagana y había llegado hasta allí
Por la misma razón, la de reposarse.
La mira y luego admira la belleza
Del semblante, se complace y arde.
¡Oh maravilla! Amor recién nacido
Ya vuela a lo alto y ya triunfa armado.

Torcuato Tasso (Sorrento, Italia, 1544-Roma, 1595)
Versión de Ángel Faretta
De "La Jerusalén liberada"

Notas del traductor:
1: motto de todo el método y concepto del barroco, endulzar las verdades amargas de la vida con la destilación poética. V. Mario Praz, passim.

2: Tasso emplea aquí el anacronismo poético de “persas” para referirse a los turcos en general, pues el poema se atiene a la situación de Europa hacia Lepanto, y no a la diégesis de la primera cruzada donde fueron los árabes los que se enfrentaron a los cristianos, pero para lograr una contaminatio con el comienzo épico e histórico de estos enfrentamientos, durante las llamadas “guerras médicas” disputadas entre los griegos unidos contra el imperio persa de Ciro y Jerjes.

3: nótese que este nombre será empleado irónicamente por Lampedusa en su personaje del sobrino del príncipe de Salina (Alain Delon en el film de Visconti) como emblema del poltrón, cobarde y retoño decadente de esta clase caballeresca. Y quien enuncia precisamente en ambas, film y novela, el dictum luego conocido como “gatopardismo” de “cambiar algo para que nada cambie”. Por cierto su “amada” se llama Angelica (Claudia Cardinale en el film) en par irónico con la heroína del Orlando furioso, de Ariosto.

4: refiere a Güelfo IV de Suevia, emparentado con la familia d’Este, que no fue a las Cruzadas sino hasta cuatro años después de los hechos registrados en la diégesis de este poema.

5: complejo atajo de Tasso, refiere a aquí por Grecia al imperio bizantino cuyo Basileus entonces (Alejo IV) tuvo una actitud dual con las tropas de los cruzados comandados por Godofredo de Bouillon.

6: Piero es “Pedro el ermitaño”, autor de una protocruzada, antes de la primera de 1066, luego pasa a ser leyenda y es más que posible que su aparición aquí sea de poética fantasmática que real-histórica.

7: Hugo el grande, Conde de Vermandois y hermano de Felipe I, fue también quien tuvo un encontronazo con Alejo IV que llevó a éste a tomarlo prisionero durante un tiempo. A ver: Bizancio temía que los cruzados o algunos de sus príncipes se apropiaran de parte del imperio romano de oriente, luego conocido en general como “bizantino”. Estas primeras disensiones de la cristiandad -que algunos toman, con cierta exageración, como preanuncios de los nacionalismos europeos-, estallarían cinco siglos después en el episodio conocido como Reforma o secesión protestante.

8: Robert de Guiscard o Roberto Guiscardo

9: Guillermo, obispo de Orange y Ademar, obispo de Puy. Ambos como bien dice Tasso, dejaron los hábitos para tomar las armas. Ademar también compuso ese poema conocido como “Salve Regina”; el que dice “en este valle de lágrimas”.

10: los flamencos.

11: el otro Roberto es Roberto II, conde de Flandes.



"¿Qué digo? ¿Acaso mi amor no está impreso en todos los objetos que me rodean? ¿No está escrito en mi frente, en mis ojos, en todas mis acciones? Mis palabras, mis suspiros, hasta mi mismo silencio, aquel silencio mudo tan largo, tan profundo, ¿no expresan vivamente los afectos de mi corazón? El aire, el aire testigo tanto tiempo de mis sentimientos, de mis votos, de mis suspiros; el aire, sí, herido tantas veces por mi voz lamentable, ha elevado sus tristes acentos hasta el lugar donde ella habita."

Torquato Tasso
Noches