“Cuando sueñas, la construcción del mundo es una risa de albañiles.”

Leopoldo Marechal



De la soledad

"Desatado de guerras,
oigo cantar mi viento.
Yo recogí mi corazón perdido
sobre la muchedumbre de las aguas.
Yo soy un desertor entre las huestes
que asaltaron el día.

Bellos como las armas relucen mis amigos:
desde los pechos al talón se visten
con el metal de la violencia.
Ellos imponen su color al mundo,
le arrojan la pedrada del boyero
y atizan el ardor de sus caballos,
para que no se duerma.

Como la espada cortan mis amigos:
bajo su peso tiemblan
las rodillas del día.

Mi corazón no tiene filos de segador:
yo no encendí banderas ni encabrité mi sombra.
No sé lanzarme, recogido y fuerte,
como la piedra del boyero.
¡Ay, negrean los días,
y es tangible su miel!
Sobre su tiempo bailan mis amigos.
¡Quién supiera bailar sobre las uvas,
ágil en la dureza,
bello como las armas!

Algo hay en mí que pesa de maduro,
grita su madurez, pide su muerte:
se derrumba, total, como la sombra
que nace del verdor.
Mi viento desaté sobre mi tierra,
volvióse contra mí toda mi llama:
podado con mi hierro, nutrido de cenizas
creció mi corazón hasta su otoño.
¡Ay, grosura de otoño
quiere ser mi congoja,
y dispersión de mar enriquecido!

Si a mi madura soledad entraras,
amiga, por el puente de las voces,
y pudieras, amigo, sofrenar tu caballo
debajo de mi sombra,
tal vez el manso día no cayese
doblando la rodilla
ni el mundo reclamara la piedra del boyero.
(Desierto está el camino de las voces,
sin freno los caballos.)

Una ciudad a mi costado nace:
su infancia es paralela de la mía y retoza
más allá de mi muerte.

Herreros musicales inventan la ciudad,
afirman su riñón, calzan su pie:
¡baila desnuda al son de sus martillos
la edad de los herreros!

Yel corazón de la ciudad se forja
con el puro metal de las mujeres,
y sobre los metales castigados
es bella y sin piedad esta mañana.

Pero los niños ríen de espaldas a la tierra
o en la margen del gozo:
conspiran bajo el sol de los herreros
para que tenga un alma la ciudad."

Leopoldo Marechal


Definiciones

Te propongo, con ánimo docente,
Varias definiciones de tu cuerpo.

La viajera: “Es un traje de turismo,
entre los muchos que ha de usar tu ser
cumpliendo su moción helicoidal”.

La tenebrosa: “Es el cajón de muerte
o el ataúd grosero en que tu alma
yace y espera su liberación”.

La hotelera: “Tu cuerpo es una casa
que has de habitar un día y una noche”.

La fabril: “Es un útil de trabajo,
una herramienta noble (martillo, escoplo, arado)
con que realiza el alma sus oficios terrestres”.

Sea un útil o un traje, sea chalet o féretro,
cuidarás ese poco de tierra necesaria.
Ni adores a tu cuerpo ni le des latigazos:
es un buey de ojos tristes, pero muy obediente
si no lo abruma el yugo, ni le sobra la alfalfa.



“El silencio es un buey que se arrodilla, fustigado de voces.”

Leopoldo Marechal



“Era el pueblo de Mayo quien sufría, no ya el rigor de un odio forastero, sino la vergonzosa tiranía del olvido, la incuria y el dinero. El mismo pueblo que ganara un día su libertad al filo del acero tanteaba el porvenir, y en su agonía le hablaban sólo el Río y el Pampero.”

Leopoldo Marechal


Horóscopo

«Es la noche -dijiste- pon tu espejo
debajo de la almohada al acostarte
y en él verás, si sueñas, el reflejo
de la mujer que nunca ha de olvidarte.»

Llegó la noche al fin. Bajo la almohada,
                         recordándote, amada,
puse el cristal revelador. De suerte
                         que soñé con la muerte.

Leopoldo Marechal



Ídolo

Alfarero sobre el tapiz de los días,
¿con qué barro modelé tu garganta de ídolo
y tus piernas que se tuercen como arroyos?

Mi pulgar afinó tu vientre
más liso que la piel de los tambores nupciales.
He puesto cuerdas al arco nuevo de tu sonrisa
y engarcé dos noches en el sitio de tus ojos...

¡Ídolo de los alfareros!
Yo se que redondeas el cántaro de la mañana
y lo pintas de sol
y lo llenas con una luz rota de pájaros.
Ídolo de los alfareros
que se sientan sobre el tapiz de los días...

He quemado a tu pie
la madera fragante de mi palabra.
El viento no deshojó todavía
un tulipán de música más bonito que tu nombre.

¡Haz que maduren los frutos
y que la lluvia deje su país de llanto,

ídolo de los alfareros
que se sientan sobre el tapiz de los días!

Si no mis odios bailarán
sobre la tierra de tu carne...

Leopoldo Marechal



"Ignoraba yo los efectos que la interpelación del navegante habría conseguido en los huéspedes incógnitos de la Casa Grande, a cuya intimidad yo no pertenecía de momento. En cambio, y durante cuarenta horas más, pude advertir cómo se adensaba en sus hombres externos la atmósfera de iracundo vacío que los envolvió, según dije, al finalizar el Primer Concilio del Banquete.
Y de pronto algo nuevo comenzó a bullir en la casa. Fue al principio un rumor elogioso de origen ignorado, que iba trenzándose a otros rumores igualmente felices y que los hombres de cocina dejaban caer en la oreja de los choferes y éstos en la de los mucamos y los peones de jardín. Esa gran ilusión tenía su nombre, y acaso no era más que un nombre: la Cuesta del Agua. Tras la sensación de oquedad que había dejado en las almas el discurso de Frobenius, la gente parecía entregarse a esa ilusión con el alivio del náufrago que se agarra de pronto a un barril flotante.
La Cuesta del Agua, según comprobé muy luego, tenía para todos la significación de un lugar geográfico, entendido como existente, pero dudoso en su verdadera ubicación. Lo que generalmente importaba era el carácter «edénico» asignado a la Cuesta por los rumores, y la noción de frescura dichosa que sugería inevitablemente. Lo que diversificaba esa noción era la obra personal de fantasía que todos y cada uno edificaban sobre tan débil soporte: por el momento, la Cuesta del Agua sólo tenía la endeble consistencia de un substrátum ofrecido a las arquitecturas de lo posible. Más tarde registré dos modificaciones que se introdujeron en tan vaga ilusión: según la primera (que se dio no bien los moradores afianzaron sus íntimas credulidades), la Cuesta del Agua ya no era un paraíso teórico regalado a los ensueños de la imaginación, sino una realidad tangible que podía merecerse y alcanzarse. Algún tiempo después una segunda modificación vino a complicar el dibujo: la Cuesta del Agua, si poseía una entidad concreta, no se daba ya como una fundación reciente que se pareciera, en cierto modo, a una colonia de vacaciones, sino como una heredad perdida y olvidada, en cuyo descubrimiento y restauración estarían trabajando ahora competentes arqueólogos.
Aquella novedad me sorprendió en circunstancias desventajosas: Bermúdez no salía del eclipse o encierro que me anunciara él mismo en su almuerzo final; también había desaparecido el doctor Frobenius, reclamado, según los choferes, por actividades externas. No me quedaban, pues, otros agentes informativos que los clowns, y los busqué un atardecer en las inmediaciones del gallinero: no estaban allí, pero en la choza, cuya puerta se veía cerrada, me pareció advertir los ecos de una gran actividad interior. Llamé a la puerta, y mi llamado resultó inútil. Entonces volví al chalet, que usufructuaba yo ahora exclusivamente, y en su living comedor tejí las deducciones que siguen."

Leopoldo Marechal
El banquete de Severo Arcángelo


“La guerra ya no es un arte: es una demolición.”

Leopoldo Marechal



“La historia no es una ciencia; es el arte de mostrar una cara limpia y esconder un culo siniestro.”

Leopoldo Marechal



“Lo esencial es romper el silencio, y el agua de los grandes mutismos.”

Leopoldo Marechal



“La patria es un dolor que aún no sabe su nombre.”

Leopoldo Marechal



“La patria es un dolor que nuestros ojos no aprenden a llorar.”

Leopoldo Marechal



“La patria es un peligro que florece.”

Leopoldo Marechal


"La primavera reía sobre las tumbas, cantaba en el buche de los pájaros, ardía en los retoños vegetales, proclamaba entre cruces y epitafios su jubilosa incredulidad acerca de la muerte. Y no había lágrimas en nuestros ojos ni pesadumbre alguna en nuestros corazones; porque dentro de aquel ataúd sencillo (cuatro tablitas frágiles) nos parecía llevar no la pesada carne de un hombre muerto, sino la materia leve de un poema concluido.
(…)
Lo más oneroso que hallo en Titania es su manía, ciertamente aborrecible, de subordinar las cosas del espíritu a las vagas, exquisitas e inefables titilaciones de su sensibilidad. No hay trozo de música, ni pensamiento metafísico, ni observación psicológica que no refiera ella inmediatamente a tal o cual manifestación de su gran simpático."

Leopoldo Marechal
Adán Buenosayres



Nocturno

En el gastado corazón del Tiempo
se clavan las agujas de todos los cuadrantes.

Hay un pavor de soles que naufragan sin ruido:
la noche se cansé de enterrar a sus mundos.

¡Llora por los relojes que no saben dormir!
Las campanas se niegan a morder el silencio.
Tras un rebaño do horas
gastaron sus colmillos de bronce las campanas...

¡Ahora comprendo el viaje de tus cosas!
El sol ya no quería romperse en tus banderas.
Para mullir tu fuga, en el camino,
se desplumaron todas las águilas del viento.
Tus pasos clavetean
un gran tapiz de lejanía...
Son pájaros furtivos tus recuerdos:
amaban grandes ríos arbolados de muerte.

¡Estuche de palabras
donde guardar el roto muñeco de los años!
Nuestras anclas no muerden el fondo de las horas.
Los péndulos cabeceantes
dibujan negativas en la noche.

¡Tierra que nunca se gastó en mis pasos!
¿Qué historia contaremos a los días?
¿Cómo arriar el velamen
de las mañanas, ávido remero?

¡Todo está bien, ya soy un poco dios
en esta soledad,
con este orgullo de hombre que ha tendido a las cosas
una ballesta de palabras!

Leopoldo Marechal



“¿Saben ustedes que durante una tormenta el león da la cara al viento para que su pelambre no se desordene? Yo hago lo mismo: doy la cara a todos los problemas: es la mejor manera de permanecer peinado.”

Leopoldo Marechal



“Ser poeta no es la mera función de lanzar al mundo criaturas poéticas: es una manera de vivir.”

Leopoldo Marechal



“Todo escritor, por el hecho de serlo, ya está comprometido: o comprometido en una religión, o comprometido en una ideología político-social, o comprometido en una traición a su pueblo, o comprometido en una indiferencia o sonambulismo individual, culpable o no culpable.”

Leopoldo Marechal



“Todo está bien, ya soy un poco dios en esta soledad, con este orgullo que ha tendido a las horas una ballesta de palabra.”

Leopoldo Marechal



“Un sabor eterno se nos ha prometido, y el alma lo recuerda.”

Leopoldo Marechal


¿Y más allá?

Un extraño viajero musitaba en la noche:

-Yo escalaré la cima; profanarán mis huellas
la nieve que cien siglos dejaron al pasar
y en lo alto, cara a cara, miraré las estrellas...
                        -¿Y más allá?

-Romperé la maraña de los bosques añejos,
violaré con mis manos toda virginidad
y veré nuevos mundos sobre los mundos viejos.
                         -¿Y más allá?

-Lucharé contra todo lo imposible; mi grito
será luz en el hondo silencio secular
y venceré en la lucha, porque soy de granito.
                         -¿Y más allá?

-No habrá un palmo de mundo que yo ignore; mis ojos
bajarán al abismo, subirán al azul
y, como dos palancas, romperán los cerrojos
del libro del Destino que agobia mi testuz.

Soy una imagen vaga, la sombra de un deseo;
pero hallaré algún día mi oculto manantial...
¡Entonces seré el Hombre que soñó Prometeo!
                          -¿Y más allá?

Leopoldo Marechal