"Educar no es hacer sino despertar personas y una persona se suscite por invocación, no se fabrica por domesticación."

Emmanuel Mounier


"El existente huye, pues, de todos los refugios donde se ha guarecido de los problemas que le ahogan. El refugio de los sistemas no ha sido el unico. La historia, la del universo, la de las ideas o la de los hombres, desempeña identico papel, porque ella nos da menos luz que una reflexion intensa sobre nuestra propia vida. Aun cuando solo se refiera al hombre, no manipula mas que resultados y hasta residuos de los resultados. Nada sabe de las intenciones que han dado a los actos su lozania y su significacion (...) Otra forma de sistema, apenas visible, es el que segregan en torno nuestro los usos y costumbres cotidianos. Kierkegaard lo designaba como el universo de lo inmediato. Para Heidegger es el mundo de la indiferencia y de la preocupacion. El primero subrayaba su caracter espontaneo e irreflexivo; el segundo, esta especie de sofocacion que ejerce sobre la vida profunda. Jaspers y Gabriel Marcel descubren la mascara seductora de evidencia por la que se impone como universo del es natural. Los objetos constituidos por el obstruyen por todas partes, con su familiaridad tranquilizadora, el misterio del ser; las ideas son obvias y rechazan las interrogaciones; la misma posibilidad de la extrañeza, motor de la inquietud espiritual, queda excluida. Para Sartre, es el mundo resignado y repugnante de los Farsantes, mundo cerrado, vacio, desolado. El universo ligero de los libertinos se ha hecho asfixiante.
Todos estos sistemas pedantes y pueriles, todas estas redes que se creen espirituales, sirven a un solo designio : vivir tranquilos. Como decia Peguy, son sistemas de tranquilidad que amamos por estar sentados sobre ellos. Obstaculos transitorios o duraderos contra el porvenir y sus peligros, lo desconocido y sus amenazas, la aventura y sus riesgos, todos conspiran en eliminar la angustia que emana ineroxablemente de las profundidades inquietantes del ser. La desconfianza hacia los sistemas de ideas va de la mano, en los filosofos existenciales, con la desconfianza hacia todos los aparatos que tratan de ahogar, de la misma manera, la espontaneidad y la inquietud de los existentes : Iglesias, Estados, partidos y ortodoxias diversas. Sin embargo, no se dejan caer por una pendiente anarquizante. Jaspers, por ejemplo, que ha llevado muy lejos la critica de los aparatos colectivos, ha demostrado paralelamente su absoluta necesidad como intermediarios entre lo singular y lo universal. No obstante, en este aspecto, todos los defensores de la existencia autentica se muestran atentamente vigilantes. Adheridos o fieles, no son comodos partidarios."

Emmanuel Mounier
Introducción a los Existencialismos



“El hombre de la diversión vive como expulsado de sí, confundido con el tumulto exterior: tal el hombre prisionero de sus apetitos, de sus funciones, de sus hábitos, de sus relaciones, del mundo que lo distrae. Vida inmediata, sin memoria, sin proyecto, sin dominio, es la definición misma de la exterioridad.” 

Emmanuel Mounier


"En este desierto, no pálido, sino grisáceo, donde se han hundido no con violencia, sino dulcemente, nuestras «felicidades» próximas o lejanas (Francisca, Châtenay, nuestra nueva vida común), siento ya reverdecer los primeros ramos del mañana desconocido, cuyo aspecto ignoramos, pero cuyo sentido conocemos desde ahora porque lo vivimos, cualquiera que sea su salida... Amábamos la felicidad y la deseábamos tanto más dulcemente cuanto que no era sólo felicidad (Esprit se mantiene como un extraño superviviente de manera absurda: ¿por qué? Por asimetría, para que mi reflexión no esté completamente segura). Sabemos que saldremos de esto más ricos. Quizás, además, con una especie de felicidad, quizás con «desgracia», no lo sabemos, pero más ricos. Y si llega la «felicidad», la curación de Francisca u otra cosa, la usaremos con menos vulgaridad...
Si un día publicara en Alcan un libro in octavo sobre «El espacio y el amor» pondría como tema general «El amor transkilométrico contra el amor milimétrico» o «Ensayo de síntesis sobre la utilidad de las variaciones de distancia entre los amantes. Contribución al problema de la comunidad». Habría además muchos otros capítulos: «Poder reductor de la promiscuidad» (Encuentro aquí de nuevo y curiosamente el hechizo de las familias más libres: tengo demasiado trabajo, demasiado «a las seis, en el Pont-Neuf» como para pensar en ello, pero siento que si no tuviera este trabajo tendría la impresión de un acto extraño, de romper un centenar de pequeñas relaciones en papel si, por azar, cogiera mi boina a las ocho de la tarde y dijera porque la fantasía me agarrara: «Espera, voy a dar una vuelta por las calles o por la actualidad...»).
No hay mejor cosa que la increencia para ser educados en esta mística del momento de felicidad absoluto. Y también las lecturas para novios cristianos y las toneladas de papel sobre «la educación de la pureza» (por el vacío). La diferencia está en que el ronroneo cristiano les impide después a la mayor parte de ellos desesperar abiertamente; son desesperados felices, la mueca más fea que puede haber en un rostro humano... Touchard me escribía el otro día que se debe educar a los niños en la idea de una vida cuyo tejido debe ser el sufrimiento, con algunas raras y preciosas alegrías. Más bien diría yo: en lugar de educarles para una vida normalmente feliz, que hay que cristianizar con algunas virtudes y trucos de cuaresma, prepararles para una vida de sufrimiento que debe ser incansablemente transformado en alegría, se logre o no... La buena música de Franck, no la parte fea de su obra, en la que ofrece a modo de suavidad primaria su lado de puerilidad pequeño-burguesa, bautizada con grandes golpes de tambor para hacer travesuras, sino la grande: las Variaciones, el Quinteto, la Sonata, la mejor de las Bienaventuranzas, esa «cuarta Bienaventuranza» en la que, sobre una modulación de un semitono, el tema de la muerte llega a ser un tema de serenidad triunfal; ése es su logro: la alegría mezclada con lágrimas; seamos pedantes: la alegría transcendente, inmanente al sufrimiento no reabsorbido."

Emmanuel Mounier
Cartas desde el dolor



"La persona no existe sino hacia los otros, no se conoce sino por los otros y no se encuentra sino en los otros."

Emmanuel Mounier