"Al ser Dios un principio luminoso que reside en medio del fuego más etéreo, siempre permanece invisible a los ojos de aquellos que no se elevan por encima de la vida material: en este sentido, la visión de cuerpos transparentes, como el cristal, el mármol de Paros e incluso el marfil, recuerda la idea de la luz divina, como la visión del oro despierta la idea de pureza, porque el oro no se puede mancillar. Algunos han pensado que una piedra negra simbolizaba la invisibilidad de la esencia divina. Para expresar la razón suprema, la Divinidad se representaba con forma humana y hermosa, porque Dios es la fuente de la belleza; con diferentes edades y en diversas actitudes, sentada o de pie, de un sexo u otro, como una virgen o un joven, un esposo o una novia, para que se pudieran marcar todos los tonos y los matices. Por consiguiente, todo lo luminoso se atribuía a los dioses; la esfera y todo lo que es esférico, al universo, al sol y la luna y en ocasiones a la Fortuna y la Esperanza: el círculo y todas las figuras circulares, a la eternidad: a los movimientos celestes, a los círculos y las zonas de los cielos; la sección de los círculos, a las fases de la luna, y las pirámides y los obeliscos, al principio ígneo y, a través de este, a los dioses del cielo. Un cono expresa el sol; un cilindro, la tierra; el falo y el triángulo (símbolo de la matriz) designan la generación."

Porfirio


“(...) Aunque todos los lobos y buitres aprueben la consumisión de carne, estaremos en desacuerdo con ellos, en tanto el hombre se mantenga incólume por naturaleza y se abstenga de procurarse placeres a costa del perjuicio de otros."

Porfirio



"Con el auxilio directo de aquellos malvados demonios es como se llevan a cabo las hechicerías… Estas últimas son el resultado de las operaciones de aquéllos, y los hombres que causan daño a sus semejantes, por medio de hechizos, rinden, en general, grandes honores a dichos demonios malvados y, especialmente, a su jefe. Estos espíritus pasan el tiempo engañándonos con multitud de prodigios estúpidos y falaces ilusiones. Su ambición es ser considerados como dioses, y su caudillo pretende que se le reconozca como el supremo dios."

Porfirio
Tratado Sobre los demonios buenos y los malos
Tomada del libro Aberraciones psíquicas del sexo de Mario Roso de Luna, página 93





"El alma de las gentes perversas tiene, aun después de la muerte, cierto apego a su cuerpo y una afinidad hacia él proporcionada a la violencia con que se quebrantó su unión. Por eso nosotros, cuando desarrollamos ciertas facultades, podemos ver a muchos espíritus cernerse, poseídos de desesperación, en torno de sus restos terrenales y hasta buscar anhelantes los pútridos despojos de otros cuerpos, y, sobré todo, la sangre recientemente derramada, la que, por un momento, parece comunicarles algunas de las facultades de la vida."


Porfirio



El alma se liga al cuerpo cuando se liga a las pasiones del cuerpo; se desprende del cuerpo, apartándose de las pasiones humanas.

Porfirio


"En primer lugar, el fundamento y base de la purificación estriba en conocerse a si mismo, en saber el hombre que es un alma ligada a un ser ajeno a ella y de esencia diferente de la suya. Ya que esta uno convencido de esta verdad, ha de recogerse en si mismo, desprendiéndose del cuerpo y emancipándose completamente de sus pasiones. El que se sirve con demasiada frecuencia de sus sentidos, bien que lo haga sin poner en ello apego ni deleite, se ve, empero, distraído por el cuidado del cuerpo, y es encadenado a éste por la sensibilidad. Los dolores y los placeres producidos por los objeto sensibles ejercen sobre el alma una gran influencia y le inspiran inclinación respecto del cuerpo. Importa quitar al alma semejante disposición. “Con esa mira, el alma no concederá al cuerpo sino aquellos deleites que le son necesarios, que sirven para curarle de sus sufrimientos, para aliviarle de sus fatigas, para impedirle que llegue a ser importuno. Libraráse el alma de los dolores; si esa liberación no esta en su mano, sobrellevará pacientemente el dolor y lo disminuirá al no consentir en compartirlo. Mitigará la cólera cuanto sea posible; tratara, inclusive, de suprimirla por entero, y si no puede lograr esto, a lo menos en nada participara de ella por su voluntad, dejando a otra naturaleza (a la naturaleza animal) el arrebato irreflexivo, y, sobre esto, reduciendo y debilitando los movimientos involuntarios en la mayor medida posible. Será inaccesible al temor, pues que ya nada tiene que temer, y también en este orden reprimirá todo movimiento brusco; no dará oídos al temor, como no se trate de una advertencia de la naturaleza ante la proximidad de un peligro. No deseará absolutamente nada vergonzoso; en el beber y en el comer no buscará sino la satisfacción de una necesidad, a la que, empero, permanecerá extraña. En cuanto a los deleites del amor, ni aun involuntariamente gozará de ellos; a lo menos, no excederá de los impulsos de la imaginación que tiene su teatro en los sueños. En el hombre purificado, la parte intelectual del alma se hallará pura de todas estas pasiones. Querrá, inclusive, que la parte que siente las pasiones irracionales del cuerpo las perciba sin ser agitada por ella ni abandonarse a su influjo; de esta manera, si la misma parte irracional llega a sentir emociones, estas serán prestamente calmadas por la presencia de la razón. No habrá, pues, lucha cuando el hombre haya progresado en la purificación. Bastará con que la razón este presente; el principio inferior la respetará hasta el punto de airarse contra sí mismo y reprocharse su propia debilidad, si llega a sentir alguna agitación que pueda turbar el reposo de su señor.” En tanto que el alma experimenta aun pasiones, aunque esas pasiones sean moderadas, tiene que hacer todavía nuevos progresos para llegar a ser impasible. Solo cuando ha cesado por completo de compartir las pasiones del cuerpo es realmente impasible. Lo que permitía a la pasión agitarse era, en efecto, que la razón le dejaba las riendas sueltas, debido a su propia inclinación."

Porfirio
Principios de la teoría de los inteligibles



"La otra (razón) más divina y que no se parece a ninguna popular, por la que admiré tu disposición natural para la recta filosofía (porque) no creí conveniente que tú. que has sido privada de mi amado amigo, quedaras carente de un compañero y de un protector prudente y preocupado por tu bienestar, y porque ahuyenté a todos los que en su pretensión estaban a punto de insultarte, soporté, por una parte, sus absurdas injurias y, por otra, sufrí con dignidad sus maquinaciones; y habiéndote liberado de todo aquel que intenta ser tu dueño, me reintegré a mi propio carácter, haciendo partícipe de mi filosofía a la que me acompaña y mostrándole una razón para la vida. Pues, quién otro podría ser para mí el más fiel testigo sino tú misma, ante la que me avergonzaría apartando o escondiendo mis responsabilidades, mas no contra la verdad, y no te recordara sinceramente de principio a fin, a ti que has honrado principalmente la verdad y por ella has considerado el matrimonio como un hallazgo, todo lo que hemos hecho en relación con ella y por ella.
Así pues, permitiéndome mis asuntos pasar la mayor parte del tiempo aquí mismo, por (esta) facultad yo podría, como (se saca) de las fuentes que están cerca, sacar para ti agua más abundante y también fresca de los arroyos, y no desear lo que de la dote pudiera obtener a favor de lo útil, pero también afrontar el ofrecerte, a ti que has descansado muy fácilmente por medio de esta facultad, el bienestar. Pero llamándome el asunto de los griegos y urgiéndome los dioses, sería imposible que ciertamente tú los obedecieras, aún cuando estás muy dedicada a tal séquito de hijas. Pero he pensado que arrojarlas así, sin ti, entre hombres funestos, sería una acción de imprudencia e igualmente de injusticia. Pero, obligado a permanecer aquí y teniendo presente la esperanza de encontrarte de nuevo, te aconsejaría verosímilmente que preservando a cambio lo que se te ha dado en los diez meses que habitaste conmigo, que no pierdas hasta lo que ya tienes, por el ansia y el deseo de más. En efecto, me preocupa, conforme a mis posibilidades, el recuperar(te) nuevamente cuanto antes."

Porfirio
Carta a Marcela



"Mira ahora si Platón no parece dar a entender esto, que el Uno que está más allá de la sustancia y del ente, no sea ni ente, ni sustancia, ni actividad, sino que más bien actúe y sea Él mismo puro obrar; en consecuencia Él mismo sería el Ser que es antes del Ente; participando de este Ser por tanto, el Segundo Uno posee un Ser derivado, y esto es el ‘participar del ente’. Se sigue, por tanto, que el Ser es doble: el primero preexiste al Ente, el segundo es aquel que es producido por el Uno que es más allá; y el Uno es en absoluto él mismo Ser, de algún modo es la Idea del Ente; el Segundo Uno ha sido generado participando de este Ser, y a él está unido el ser segundo que procede del Ser primero."

Porfirio
Comentario al Parménides XII, 22-35


"·Oh, Sol soberano y todos vosotros, dioses, que dais vida a los hombres, recibidme y llevadme a convivir con los dioses eternos, porque siempre, mientras he vivido en esta época, he adorado piadosamente a las divinidades que me indicaron mis padres y asimismo siempre he honrado a los que engendraron mi cuerpo. Y, con respecto a los demás hombres, jamás he dado muerte a ninguno ni he estafado a nadie que me hubiese entregado algo ni he cometido ninguna otra atrocidad. Por consiguiente, si a lo largo de mi vida he actuado de forma errónea —he comido o bebido cosas que la ley prohíbe comer o beber—, no he errado por mí mismo, sino a través de estos."

Porfirio
Sobre la abstinencia
Tomada del libro Las enseñanzas secretas de todos los tiempos de Manly Palmer Hall, página 180


"Siendo el primer dios incorpóreo, inmóvil, indivisible, no estando contenido en cosa alguna, ni dependiendo en sí mismo, de ningún elemento externo necesita, como se ha dicho. Por la misma razón el alma del mundo, al tener una dimensión triple n y la facultad de moverse por si misma, goza de una predisposición natural para optar por moverse de una manera bella y ordenada y mover el cuerpo del mundo de acuerdo con las mejores razones. Contiene y envuelve el cuerpo en sí misma, aunque sea incorpórea y no participe de pasión alguna. Respecto a los demás dioses (el mundo, los dioses fijos y los errantes), dioses visibles, por lo demás, por constar de alma y cuerpo, hay que demostrarles nuestro agradecimiento del modo que se ha dicho mediante sacrificios de seres inanimados. Nos resta, además, la multitud de divinidades invisibles, a los que Platón, de un modo indistinto, ha llamado «dérnones»-. Entre ellos, unos reciben su nombre de los hombres y obtienen en cada pueblo honores iguales a los dioses y el resto del culto; otros, en su mayor parte, no reciben nombre alguno, sino que en aldeas y en algunas ciudades reciben, por obra de algunas personas, un nombre y un culto obscuros. El resto de la multitud se denomina comúnmente con el nombre de démones, y respecto a todos ellos existe el convencimiento de que pueden causar daño, si se irritan por un desprecio y por no recibir el culto fijado por la ley, y, por el contrario, pueden otorgar un beneficio si se les propicia con votos, súplicas, sacrificios y las prácticas cultuales que ellos conllevan.
Resultando confusa la idea que de ellos se tiene, hasta el punto de caer en un gran descrédito, necesario se hace diferenciar su naturaleza de un modo racional. Quizá es necesario, dicen, desvelar el origen del error existente entre los hombres sobre el tema. Hay que establecer, pues, una distinción. Todas las almas que se originan del alma universal administran grandes espacios de las regiones sublunares, apoyándose en su soporte neumático, al que dominan gracias a la razón, y hay que considerar que ellas son los démones buenos, por gestionarlo todo en beneficio de sus administrados, ya se encarguen de determinados animales, ya de las cosechas que se le hayan encomendado, ya de otros fenómenos que a éstas contribuyen, como las lluvias, los aires moderados, el buen tiempo, ya de otros aspectos que a éste colaboran, como las temperaturas de las estaciones del
año, ya, en fin, tengan que ver con las artes, bien se trate de las artes liberales, de la educación en general, de la medicina, de la gimnasia o de cualquier otra disciplina parecida. Es imposible, en efecto, que éstos nos procuren ayudas, por un lado, y que sean causantes de maldad, por otro, en los mismos seres. Entre éstos hay que contar también a los transportadores, como dice Platón, que anuncian a los dioses los actos de los hombres y a los hombres los de los dioses», y elevan nuestras plegarias ante los dioses, como ante unos jueces, manifestándonos, a su vez, mediante los oráculos, los consejos y advertencias de aquéllos. Por otra parte, todas las almas que no dominan su corriente contigua de aire, sino que en su mayor parte son dominadas por ella, son ajetreadas y zarandeadas en exceso por este mismo motivo, cada vez que los arrebatos y los deseos de la corriente de aire toman impulso. Estas almas también son dérnones, pero con todo merecimiento pueden recibir el nombre de malvados."

Porfirio
Sobre la abstinencia