"El dinero puede traer algo de felicidad. Pero en algún momento solo trae más dinero."

Neil Simon



"El mal genio es lo que nos mete en líos. El orgullo es lo que nos mantienen en ellos."

Neil Simon


"FÉLIX.— (Va hacia la mesita donde está el teléfono y limpia el ceni­cero de allí.) Lo único que intento es mantener la casa un poco decente para poder vivir, pero no imaginé que eso te irritase tanto.
ÓSCAR.— Lo único que pretendo es tener el derecho de decidir cuándo hay que dar Ajax a mi baño... Creo que no es tanto...
FÉLIX.— (Deja el trapo con que estaba limpiando, así como el cacha­rro en donde ha vaciado los ceniceros y se sienta en el sofá con cara compungida.) Me estaba preguntando cuanto tiempo tardaría.
ÓSCAR.— ¿Cuánto tiempo tardaría el qué?
FÉLIX.— El que te sacara de quicio.
ÓSCAR.— Yo no he dicho que me saques de quicio.
FÉLIX.— ¿Qué más da? Has dicho que te irritaba.
ÓSCAR.— Tú has sido quien ha dicho que me irritabas, no yo.
FÉLIX.- ¿No? Entonces, ¿qué has dicho?
ÓSCAR.— ¡No sé lo que he dicho pero... ¿qué importa?
FÉLIX.— No, sí importa, simplemente trataba de repetir lo que creí que habías dicho.
ÓSCAR.— (Acercándose a la puerta de la cocina.) ¿Y no puedes echar una cana al aire mientras consigues el divorcio?
FÉLIX.— No... tampoco es eso... La verdad es que no me siento con ganas... No sé cómo explicarlo...
OSCAR.- ¡Inténtalo!
FÉLIX.— (Se acerca a la puerta con un plato y la esponja llena de ja­bón.) Hace muy poco tiempo que estoy separado... necesito acostumbrarme. (Vuelve a fregar.)
ÓSCAR.— Oye, no tenemos tiempo que perder. (Paseando con grandes zancadas entra y sale constantemente a través de las puertas de abanico de la cocina.) Además, ¿qué te estoy pidiendo? Simplemente que salgamos a cenar con un par de chicas...
FÉLIX.— (En la cocina.) ¿Y por qué me necesitas? ¿No puedes ir tú solo?
ÓSCAR.— Porque quizás me apetezca venir luego aquí, o imagínate si entramos y te encontramos fregando los platos o las ventanas o sacudiendo las alfombras. Van a creer que somos maricas. (Se sienta.)
FÉLIX.— (Asomando la cabeza por la cocina.) No te preocupes. Tomaré una pastilla y me iré a dormir. (Vuelve a desaparecer.)
ÓSCAR.— ¿Para qué dormir solo cuando puedes hacerlo acompa­ñado?
FÉLIX.— (Sale con un spray que lleva en alto y empieza a echarlo por toda la habitación. Deja el spray sobre el bar y lleva a la cocina el trapo y las colillas. Los mete en el fregadero y empieza a limpiar la nevera. Coloca una especie de canapé pequeño en su sitio y se sienta, a punto de llorar.) Pero ¿a quién voy a llamar? La única chica soltera que conozco es mi secretaria y no le caigo bien.
ÓSCAR.— (Se pone de pie de un salto y se acerca a él.) ¡Eso déjamelo a mí! Hay dos inglesas que viven en este mismo edificio... son dos hermanas. La una es viuda y la otra divorciada... Son muy simpá­ticas.
FÉLIX.- ¿Cómo lo sabes?
ÓSCAR.— Me quedé una vez encerrado en el ascensor con ellas. (Corre hacia la mesita donde está el teléfono. Abre la guía en el suelo y se arrodilla para mirar el número.) Siempre quise llamarlas pero no sabía a cuál de las dos invitar. Ahora es la situación perfecta.
FELIX.- ¿Cómo son?
ÓSCAR.— No te preocupes. La tuya es muy guapa.
FÉLIX.— No estoy preocupado... ¿Cuál es la mía?
ÓSCAR.— La divorciada. (Mirando la guía.)
FÉLIX— (Acercándose a OSCAR) ¿Y por qué la divorciada?
ÓSCAR.— ¡A mí me da igual! ¿Prefieres la viuda? (Hace un círculo con un lápiz alrededor del número.)
FÉLIX.— (Vuelve a sentarse en el sofá.) No, tampoco quiero la viuda... yo solo me sacrifico por ti.
ÓSCAR.— Bueno, escoge la que quieras. Cuando entren por esa puerta, señalas la que más te guste. (Arranca la hoja de la guía y va corriendo a la estantería y cuelga la hoja.) Yo lo único que quiero es divertirme.
FÉLIX.— Está bien... está bien...
ÓSCAR.— (Sentándose junto a FÉLIX.) No digas: «está bien». Quiero que me prometas que vas a divertirte, Félix, por favor, es muy importante. Prométemelo.
FÉLIX— (Afirmando con la cabeza.) Lo prometo. OSCAR.-Otra vez.
FÉLIX.— ¡Lo prometo!
ÓSCAR.— Y nada de apuntar lo que nos cueste el taxi, ¿eh?
FÉLIX.- Nada de apuntar...
ÓSCAR.— ¡Ah, tampoco se llama ninguna de las dos Carol! Una es Gwendoline y la otra Cecilia.
FÉLIX.— Ninguna se llama Carol.
ÓSCAR.— Y nada de lloros ni bursitis, ni suspiros, ni caras tristes...
FÉLIX.— Tendré la sonrisa en los labios de siete a doce.
ÓSCAR.— Y, fundamentalmente, prohibido hablar del pasado. Solo del presente.
FÉLIX.- Y del futuro.
ÓSCAR.— ¡Este es el nuevo Félix que quería ver! (Se levanta y em­pieza a pensar.) ¡Vamos a pasar una noche estupenda!... ¡Por cierto!, ¿dónde te apetece ir?
FÉLIX.- ¿A qué?
ÓSCAR.— A cenar... ¿Dónde vamos a cenar?
FÉLIX.— ¿Piensas que vayamos los cuatro a un restaurante? ¡Ni ha­blar! ¡Nos costaría una fortuna!
ÓSCAR.— Bueno, ahorraremos en la lavandería... Esta semana yo me lavaré los calcetines.
FÉLIX.— Pero eso es tirar el dinero y no podemos permitirnos esos lujos.
ÓSCAR.— Pero tenemos que comer.
FÉLIX.— (Hacia ÓSCAR.) Comeremos aquí.
OSCAR.- ¿Aquí?
FÉLIX.— Sí, aquí y nos ahorraremos más de cien dólares haciendo yo la cena. (Se va al sofá y se sienta.)
ÓSCAR.— ¿Qué clase de movida es ésta? Te pasarás toda la noche en la cocina.
FÉLIX.— No, prepararé todo por la tarde... Una vez que estén hechas las patatas, tendré todo el tiempo del mundo. (Va hacia el teléfono.)
ÓSCAR.— (Dando paseos por la habitación.) ¿A dónde vas?
FÉLIX.— A que me digan la receta del puré de castañas... A las chicas les encantará. (Marca.)
OSCAR.- ¿A quién llamas?
FÉLIX.— A Caroline... le sale de maravilla."

Neil Simon
La extraña pareja 


"La vida puede ser un viaje duro. La gente muere, hay enfermedades, momentos buenos y pésimos. En esas situaciones, cuenta más nuestra relación que la banda. Hemos aprendido a mantener aunque sea un pelín de nosotros fuera del grupo."

Simon Alexander Neil
De la entrevista en el periódico El país


"No te arriesgas por ti mismo sino que lo haces por alguien a quien amas, cuando acaece el tiempo en el que no tienes elección. De modo que hay un hombre en el condado de Nueva York al que le debo la friolera de nueve mil dólares. Podría trabajar y ahorrar durante cuatro años más pero jamás llegaría a reunir esa cifra. Él exige su dinero este año. Con respecto a su crédito, te diré algo. Envió unas flores por el funeral, sin ningún tipo de cargo adicional en mi factura. Es imposible que pueda pagarle. ¿Qué hará? ¿Matarme? Si decidiera hacerlo, no sólo perdería su dinero sino que, probablemente, se vería obligado a costear las flores de mi funeral. Necesitaba un milagro y el milagro sucedió. Sobrevino la guerra entre nosotros, los japoneses y los alemanes. Y si mi madre no hubiera venido a este país hace unos treinta y cinco años, yo podría haber luchado en aquella contienda. No creo que estén rearmando a los judíos allá ahora mismo. Déjame decirte algo más. Realmente siento que amo a este país. Porque acogieron y agasajaron a los judíos, a los irlandeses, a los italianos y a todos los demás. Recuérdalo siempre. Hay muchos alemanes en este país luchando por América, pero en cambio no hay americanos luchando por Alemania. Odio esta guerra y que Dios me perdone por decir esto, pero me va a salvar la vida. Hay trabajos accesibles para mí que antes, en otras circunstancias, no serían más que un absurdo sueño. Conseguí un trabajo en una empresa que vende chatarra. Pensé incluso que tú habías tirado a la basura algo con lo que ahora ellos edifican barcos y sin tener en realidad la menor idea de lo que estoy haciendo, sí que me es posible pagar la suma de nueve mil dólares en menos de un año. No digas nada hasta que termine. Las fábricas a las que me refiero están en el Sur. Georgia, Kentucky, Louisiana, Texas, incluso Nuevo México. Supongo que tendría que estar fuera alrededor de diez meses, viéndome obligado a vivir en trenes, autobuses, hoteles y cualquier lugar en el que pudiera encontrar una habitación. Todo volvería a la normalidad en menos de un año. Así que ahora he de preguntaros dónde viviríais vosotros mientras yo estoy fuera?"

Neil Simon
Perdidos en Yonkers