Celebración mediterránea

"Dicen los maldicientes: ¡Qué poco le queda a Miguelito!
Fue rey -como tantos- de unas horas: Cinco o seis primaveras.
Poca cosa. El tiempo se lo lleva. ¿Quién recordará su edad maravillosa?

También yo tuve envidia de tu belleza pura. Y de tu alegre vida,
sobre todo, negada a la tragedia. Favorita del dios. Sin angustia ni sombra.
¡Qué hermoso verte riendo por las noches! Sábado o lunes: la vida es
                                                                                            perfecta.

Yo en ti pensé mi vida coronada. Pero un símbolo no vale a la vida.
Te imaginé en amor, en dicha, en compañía. Curándome
                                                                              la soledad inhabitada.

¡Qué vano fui! Tu corazón no tiene corazón. Eres el sol radiante a
                                                                                                                         mediodía.

No hagas caso de las malas lenguas. Tú eres solo presente,
sólo ahora. El tiempo en tu sonrisa se va por la cloaca.
Cuando sea viejo

de intención ya lo soy- pensaré en ti: Minuto de luz divina, entre la nada."

Luis Antonio de Villena



Dominio de la  noche

"El cabello se esparce suavemente en el lino,
como un mar que es el oro si despacio amanece.
Suavemente se pliegan las pestañas, y los
besos se duermen en los labios y respiran flores.

Ignora la cintura que es sagrada la mano
que recorre las piernas y sus bahías dulces,
la extensión marina del lino que se tuerce,
las playas invisibles de la espalda. Todo ignora.

Y otra mano se expande así, muy quedamente,
y al moverse, el impulso descubre más ocultas
dulzuras, Besos. Deseos. Amor. Ignoradas bahías.
Duérmese. Y yo miro dormir tu joven negligencia."

Luis Antonio de Villena



"El aire oreaba tu cabello, y fue sólo
pasar, apenas un minuto y ya dejarte."

Luis Antonio de Villena



“El suicidio es el desorden por no haber hallado algún tipo de felicidad.”

Luis Antonio de Villena
La felicidad y el suicidio, 2007





"El tono ligero junto a la imagen más seductora crean ese aire de despreocupación, de libertad, de belleza dispuesta y bohemia que quiere ser el poema.
Pero la parte más importante de la obra de Rimbaud la componen sin duda los dos últimos grandes poemas: Una temporada en el Infierno, y Las Iluminaciones. Prosa, versículo o verso corto, estamos en un cénit simbolista. Incluso en una consecuencia ya del simbolismo. Lautréamont, el surrealismo (Bretón decía Rimbaud es surrealista en la vida práctica y en todo) y la subversión están cerca. El poeta es visionario y vidente. Se introduce en el lenguaje. Prueba lo desconocido. La belleza ya no brota de una búsqueda consciente de armonía y ritmo como en la obra anterior (aunque en Rimbaud, ya vimos, entraba siempre el habla de la calle) sino del descenso (o ascensión) a todas las sensaciones, a todos los venenos, a todos los vinos. Las imágenes se atropellan y gritan. Saltan. La metáfora libresca se une al desgarrón de la palabra usadísima. Los colores se juntan y se repelen. Flotan las sinestesias. El poeta quiere sentirse plenamente. Hacer de su poesía vida. Palpar. Explorar lo que es la verdadera realidad humana. Ahora ya plenamente el texto se ha convertido en la libertad y el goce sentidos. En sí mismo —en palabras, en belleza, en gestos— el texto es expresión de una búsqueda, de una inquietud, de un placer mundano. Es cuerpo. Y su lectura cuestiona la actitud del lector. Este puede maniobrar y trabajar su propio sentir entre las imágenes y las sensaciones. Hasta ahí el texto es abierto. Pero antes de entrar —si no participa— es rechazado. Los poemas finales de Rimbaud son una caza y un encuentro. Cacería de algo que debe perseguirse siempre. Y encuentro de ese algo —del goce, de la libertad, de la búsqueda misma— en el texto. Un texto de una gran belleza, desenfrenada, inquieta, donde la imagen (y éste es un gran signo de poesía moderna) pierde la mera función ilustrativa o indicadora, para hacerse autónoma. En la palabra se juntan todos los sentidos, y no hay —decimos— mayor consecuencia o más alta puesta en práctica de la sinestesia (perfumes dulces, tactos verdes) de los simbolistas.
Esa fusión vida-poesía. Esa búsqueda de una realidad apasionada a través del poema, no cabe dentro del estrecho marco de la sociedad burguesa ni de sus consecuencias. El poeta es decididamente (y lo sabe) contracultural. El poeta se hace vidente por un largo, inmenso y razonado desarreglo de los sentidos. Todas las formas de amor, de sufrimientos, de locura; busca él mismo, agota en sí todos los venenos, para no guardar sino las quintaesencias. La poesía que surge de esto es, además de una rebelión, un logro.
Pero después Rimbaud se marcha. Viaja y hace comercio. No vuelve a escribir. ¿Por qué? Cualquier respuesta que demos a esta pregunta es —como su personaje— contracultural. Tal vez sentía que ya no podía escribir más. Que su voz se había callado. Tal vez buscaba nuevas realidades a través de un cambio del entorno material. Un más allá poético. Tal vez, en un camino que nos lo acercaría a Juan Ramón Jiménez, entendió que al final la poesía pura no debe escribirse. Que al final no hay palabras. Que éstas se incendian, se queman en el músculo. En cualquier caso Rimbaud no quiso seguir la profesión. Si ya había hecho su obra ¿a qué acomodarse a un grisáceo papel social? Si buscaba no era aquélla la sociedad en que podía encontrar. Si el poema es inefable, debe vivirse plenamente. El cuerpo debe lanzarse a todo. La respuesta en cualquier caso es rebelde, decíamos, contracultural."

Luis Antonio de Villena
La revolución cultural 



“Es curioso ver cómo a medida que las libertades teóricas aumentan, las libertades prácticas disminuyen.” 

Luis Antonio de Villena



“La aristocracia que me interesa es la de las personas que saben ser singulares; la de la sangra me aburre, es una reliquia del pasado.” 

Luis Antonio de Villena


Labios bellos, ámbar suave

Con sólo verte una vez, te otorgué un nombre;
para ti levanté una bella historia humana:
una casa entre árboles y amor a medianoche,
un deseo y un libro; las rosas del placer y la desidia.
Imaginé tu cuerpo tan dulce en el estío,
bañado entre las viñas, un beso furtivo
y aquella espera, no te vayas aún, aún es temprano.
Te llegué a ver totalmente a mi lado;
el aire oreaba tu cabello, y fue sólo pasar
apenas un minuto y ya dejarte.
Todo un amor, jazmín de un sólo instante:
Mas es grato saber que nos tuvo un deseo
y que no hubo ni presente ni pasado.

Luis Antonio de Villena



Los adolescentes saben

Los adolescentes saben
que una noche de luna tiene recuerdos negros,
que se descuelgan los ríos por escaleras de luz
y que una bombilla de cien vatios
se confunde en las doradas alcobas con la luna.
Saben que tiene la sangre un sabor muy amargo,
y les gusta afilar sus navajas de plata para sentir la sangre,
cómo sale despacio con su fluido lento
y cómo se seca luego sobre las uñas largas
con celajes de perla o de lentos y castigadísimos ocasos.
Que un cuerpo desnudo es una flor abierta,
y que a veces se muere por el olor de un pétalo.
Saben que es placentero con una cimitarra
amar las fauces suaves de la nieve en cenefas.
Y ver una y otra vez la sangre
manchando lentamente los residuos de organza.

Luis Antonio de Villena



"Todo deseo tiene un objeto y éste es siempre oscuro. No hay deseos inocentes."

Luis Antonio de Villena




“Uno de los fundamentos de la libertad consiste en poder hacer mal uso de ella.” 

Luis Antonio de Villena