JUPITER  -  SATURNO
(Principio expansivo)           (Principio contractivo)


No es infrecuente un proceso depresivo como consecuencia de los efectos de Júpiter, al menos en una determinada categoría de personas. Ocurre de la siguiente manera: a veces cuando tenemos un tránsito de Júpiter esperamos, lo sepamos o no, que las cosas nos vayan maravillosamente, que seamos queridos, respetados, alabados, ensalzados, que consigamos de una manera espléndida algo que deseamos, etc. Es decir, en determinadas circunstancias, nuestra psique, falta de atención y afecto, se formula unas expectativas y se hace la ilusión de que todo le va a ir maravillosamente en la nueva relación, trabajo o cualesquiera otras circunstancias. No siempre ocurre esto así, sobre todo si antes no hemos hecho un trabajo para merecerlo, y esperamos cándidamente (infantilmente) que los hados se acuerden de nosotros como si fuéramos su hijo preferido. Naturalmente la consecuencia inmediata de una tal fantasía es la depresión subsiguiente tanto más fuerte cuanto más irreal haya sido la esperanza. Mucho más fuerte todavía si el efecto ha sido debido a Neptuno.
        Sólo podremos hacer este tipo de observaciones aparentemente contradictorias en nuestra labor astrológica cuando no demos por sentada la malignidad o benignidad absoluta de un factor astral tal como nos lo muestra la tradición y busquemos, erróneamente, la causa en el factor opuesto. Por otra parte, el punto de vista que adoptamos aquí, lógico en Astro-Psicología, es interno; es decir, no nos fijamos tanto en los efectos externos tal como los ve la astrología clásica, sino en los procesos psíquicos internos del individuo y sus mecanismos de compensación de sus desequilibrios, excesos o inhibiciones emocionales. Es decir, si una persona se suicida o tiene una depresión con un tránsito de Júpiter, la tendencia del astrólogo clásico es ir a buscar la posición y los efectos de Saturno y Plutón en ese momento y, si no se encuentra justificación en los mismos, inventar o recurrir a algún sistema que lo demuestre. Pero el conocimiento de la dinámica interna de la psique humana nos revela, por el contrario, unos mecanismos de compensación internos que no sospechábamos y que justifican la afirmación de que Júpiter es, a la postre, el causante primario del fenómeno contractivo. Es decir, un planeta que asignaríamos ciegamente al principio expansivo, puede, en determinadas circunstancias, provocar un efecto que pertenece al principio contractivo.
        De la misma manera ocurre con Saturno respecto al principio expansivo. Cuando tras una larga labor terminamos el trabajo emprendido o accedemos a un puesto de responsabilidad que nos satisface, nuestra psique muestra todos los síntomas de una expansión y complacencia que en modo alguno podemos atribuir a una contracción, sino todo lo contrario. Por otra parte incluso la actividad de Saturno y Capricornio, aun con ser característicamente lentas y meditadas, tienen algo del principio expansivo, pues en la medida en que construye un medio sobre el que el ser se afianzará y apoyará para posteriores logros, expande, aunque sea lentamente, sus posibilidades vitales y sociales /expansión postsaturnina). De la misma manera la construcción del propio ser a través de alguna técnica oriental (Zen, yoga...) u occidental (terapia psicológica) requiere mucho esfuerzo saturnino y sin embargo, los logros de estos sistemas, en tanto en cuanto proporcionan mayor plenitud y autosatisfacción al ser, responden a la expansividad del principio jupiteriano.
        Por el contrario la expansión típica jupiteriana puede ponerse al servicio de la contracción, pues muchas veces esta actitud expansiva implica una paralización del crecimiento psíquico, una huida de la responsabilidad ante la vida o la circunstancia del momento o, simplemente, una actitud complaciente y ¡pasiva! Ante los dones que nos ha tocado vivir. Si a una persona "bendecida" por Júpiter le llega un momento en la vida en que su protección desaparece, su hundimiento psíquico es brutal pues su complacencia le ha impedido la maduración y se siente impotente para hacer frente a mínimas responsabilidades. Externamente es una persona expansiva, pero internamente está ante circunstancias difíciles, de salir de su contracción (su depresión postjupiteriana) y hacer frente a la vida, entre otras cosas, porque no ha aprendido a hacerlo. Por otra parte no es infrecuente encontrar personas con cartas "excelentes", llenas de trígonos y buenos aspectos que se comportan de una manera tiránica y exigente como si tuviesen derecho por mandato divino a que todo se les diese hecho.

Sinesio Madrona Rodenas, pág. 330-332
El Desarrollo de la Conciencia





La formulación astrológica de los grandes principios duales, con que interpretamos la realidad diversas culturas y religiones, puede ser expresada en Astrología basándonos en dos de los planetas más significativos: Júpiter y Saturno. Se establecen así dos principios duales de naturaleza astrológica: el principio expansivo o jupiteriano y el principio contractivo o saturnino. Estos principio no coinciden, necesariamente, con todos los significados y efectos de Júpiter y Saturno en la carta natal. El efecto acomodaticio del influjo jupiteriano puede ser contractivo a la larga, al impedir la maduración humana ante las dificultades; asimismo el efecto lentamente acumulativo del esfuerzo saturnino es expansivo a la larga: amplía las posibilidades del individuo y le da la satisfacción (percibida expansivamente) del deber cumplido.

Sinesio Madrona Rodenas, pág. 345
El Desarrollo de la Conciencia



Saturno simboliza la conciencia autoritaria (el superyó de Freud) que es la voz de una autoridad internalizada, como la de los padres. El Estado, la religión, etc. "Internalizado" significa que el individuo ha tomado las reglas y prohibiciones de la autoridad como suyas propias y las obedece como si se estuviera obedeciendo a sí mismo; experimenta esta voz como su propia conciencia.
        Muy distinta de la conciencia autoritaria simbolizada por Saturno es la conciencia "humanística" representada por Júpiter. No es la voz internalizada de una autoridad a la que estamos deseosos de satisfacer y temerosos de degradar; es la voz de nuestra personalidad total que expresa las exigencias de la vida y el crecimiento. "Bueno" para la conciencia humanística y por tanto para Júpiter es todo lo que promete la vida; "malo" es todo lo que la detiene y la sofoca. La conciencia humanística (Júpiter) es la voz de nuestro yo que nos remite a nosotros mismo, para llegar a ser lo que potencialmente somos.


F. S.