"Cosa difícil es hacer concordar la extensión con la profundidad. Algunos [hombres] no tienen ojos sino para el espectáculo del mundo. Necesitan que éste se renueve indefinidamente ante su mirada. Admiran sin cansarse su variedad y novedad, aunque no sosteniendo con él sino un contacto superficial. Les basta que conserve despierta su curiosidad y pueble de imágenes su espíritu, siempre huyendo de la soledad.
Hay otros que permanecen siempre en el mismo lugar. Repasan incesantemente los mismos pensamientos; profundizan indefinidamente el terreno en que nacieron y al que se mantienen atados. Se apartan de las superficies iluminadas por el sol y regadas por la lluvia, buscando allí donde se hallan una fuente subterránea donde poder beber. ¡Qué difícil es y cuán deseable sería poder reunir extensión y profundidad, seguir todos los caminos en los que la vida nos compromete, sin alejarnos nunca del punto en el que ella brota!
Algunos hombres son por sí mismos como fuentes de las que siempre manan nuevas riquezas; los más, en cambio, son como canales que llevan del uno al otro riquezas que ellos no han producido. Vemos espíritus nómadas y otros que son agricultores de su propio suelo.
De ahí que "haya una diversidad de gracias, pero el Espíritu es el mismo, una diversidad de ministerios, pero el Señor es el mismo. Hay también diversidad de operaciones, pero es el mismo Dios el que opera en todos".
Todos los seres reciben la misma luz, pero todos la acogen de diversos modos."

Louis Lavelle
El error de Narciso


"La conciencia del tiempo, bajo su forma más pura, es el aburrimiento, es decir, la conciencia de un intervalo que nada atraviesa o que nada puede llenar."

Louis Lavelle


"La teoría del tiempo ha estado siempre comprometida por el paralelismo que se ha querido establecer entre espacio y tiempo, al igual que entre el mundo externo y el mundo interno, en circunstancias que ellos no están al mismo nivel en la existencia, que necesariamente hay que subordinar uno al otro y definir al tiempo como el medio por el cual nos damos a nosotros mismos un ser por participación, en tanto que el espacio es el medio por el cual ponemos en relación con nosotros todo el ser que nos sobrepasa y que no puede descubrírsenos sino bajo la forma de una representación y de una apariencia.
No hay, sin embargo, y hablando con propiedad, una representación del tiempo. Bien lo vemos en la dificultad que sentimos cuando nos preguntamos si es una intuición o un concepto. La distinción que tan bien se aplicaba a todo objeto, según fuera aprehendido en su realidad propiamente individual o en ese carácter que tiene en común con todos los objetos de su especie, encuentra dificultades propias en lo que concierne al tiempo, que jamás puede ser pensado como un objeto, sino sólo como la actividad del sujeto captada en su ejercicio puro. Ahora bien, Kant no creía que una actividad como ésa pudiese ser de por sí objeto de alguna intuición, ni tampoco de conciencia alguna. No lograba, por lo tanto, hablar de una "intuición pura" del tiempo sino en virtud de cierta paradoja, ya que no era posible para él que hubiera otra intuición que las intuiciones sensibles. Pero el acto generador del tiempo en una conciencia particular que lo piensa y que a la vez lo engendra ¿no será para ésta el objeto de una intuición, por lo menos si es verdad que -en sentido riguroso- no hay más intuición que en el pleno sentido de la palabra si no es una iluminación sin objeto? La intuición ¿no será la de una operación del espíritu -imposible de distinguir de la conciencia que éste tiene de ella-, siendo que la conciencia de esa operación con un objeto cualquiera es siempre precaria e inadecuada? El tiempo, entonces, es una intuición, dado que él es esa misma operación en el acto de realizarse. En verdad, es un individuo quien la realiza, pero supone condiciones generales que la hacen posible y que son las mismas para todos los individuos. Éstas [condiciones] son las que constituyen lo que podríamos llamar el concepto del tiempo. Lo que de puro hay en la intuición kantiana del tiempo es, sin duda, marca del concepto, por cuanto éste acaba de investirse en la intuición individual. Esta preocupación por reunir concepto e intuición no está ausente de la doctrina, si se piensa que al hacer del tiempo una intuición pura, Kant no pudo renunciar tampoco a hacer de ella la condición de toda intuición empírica y, en consecuencia, la forma necesaria de toda experiencia posible. Pero una afirmación como ésta sólo era efecto de una inducción o de la impotencia de la imaginación para obtener una representación figurada del tiempo. Hemos intentado, por el contrario, derivar la universalidad del tiempo de las mismas condiciones de la participación y de esa actualización de una posibilidad por la que cada ser se hace él mismo lo que es. No hay, entonces, ninguna dificultad para hacer del tiempo un concepto universal que recibe una realización intuitiva en la experiencia concreta de cada conciencia."

Louis Lavelle
Acerca del tiempo y la eternidad