"Afortunadamente había entre las gentes que iban a la feria una guisandera, la cual llevaba consigo una enorme cacerola de hierro y una gran provisión de carne de tocino fresca. Al instante improvisó con cañas de maíz una tienda, y bajo la tienda un puesto de comida. No necesitaba comprar leña, porque el Tisza arrastraba consigo bastante. En cuanto a vino, lo había en la taberna del vado; verdad es que era bastante mediano; pero cuando no hay otra cosa, toda parece bueno. Por otra parte, el húngaro, cuando se pone en camino, siempre lleva consigo una bota y un saquete con provisiones.
El zapatero de Debrecen y el curtidor de Balmazujvaros eran ya antiguos conocidos, y el botonero suele ser compadre de todo el mundo; el tendero estaba sentado en una mesa separada —se considera más que los demás porque lleva un jubón de adornos rojos— pero de tiempo en tiempo se mezclaba igualmente en la conversación. Más tarde también un chalán se unió con ellos; pero debía permanecer en pie, porque tenía la nariz curvada, es decir, era un judío. Pero, en cambio, cuando el vaquero se aproximó a ellos le hicieron en seguida sitio, porque ante un vaquero hasta las gentes de la ciudad experimentan respeto. Los dos vaqueros moravos se quedaron fuera con las bestias.
Aún podían entonces hablar cómodamente, porque no estaba allí la Pundor, pues cuando esta joven llegase nadie podría meter baza. Pero su carricoche debía haberse retrasado en alguna hospitalaria taberna del camino; venía en el cochecillo de su cuñado el carpintero.
Éste llevaba al mercado baúles húngaros, adornados de tulipanes, y la Pundor proporcionaba a las gentes jabones y velas de sebo. Cuando entró el vaquero en la sala, estaba de tal modo llena de humo y de vapor, que apenas si se podía distinguir a las personas."

Mór Jókai
La rosa amarilla


“La más importante y peligrosa gran potencia del mundo es el encanto de la mujer.”

Mór Jókai

"Nunca vi ojos tan maravillosos, y eso que los he visto muy hermosos en mi vida. Podría escribir todo un tratado de astronomía. Pero los ojos de aquella mujer cambiaban cada vez que había alguna mudanza en el mundo de los sentimientos y pasiones. Por esos los llamo los ojos de ibón. ¿Cómo son los ojos de ibón? Vistos desde la cima de una montaña son de color verde claro; la mitad de ellos yace a la sombra de los árboles de la vertiente de esa montaña, la otra mitad nos refleja la claridad del sol: son como una risa fresca y alegre. Otras veces, cuando el ábrego hace sobre ellos ligeras arrugas, toman un color verde oscuro, después moreno y más tarde negro: reflejan el color de las nubes, y sus rayos no parecen salir de dentro. Cuando se extiende la obscuridad de la noche, en su negro espejo lucen innumerables estrellas; de vez en vez se vislumbra sobre las aguas un resplandor, un ave deja allí una estela de plata: es el paraíso de extremo a extremo. Por entre las cimas de las dos montañas sala la luna llena: de pronto dichos ojos de ibón se vuelven de oro fundido; delante de ellos revolotean nieblas blancas y transparentes que adoptan las formas de toda clase de fantasmas; las olas comienzan a bailar sin motivo alguno; en medio del ibón surgen grandes anillos luminosos que parecen perseguirse unos a otros; luego desaparece la luna tras los peñascales, y todo el ibón toma un hermoso color azul."

Mór Jókai
La de los ojos de ibón