"Ámame como quiere su ambrosía en el jardín la flor; como ama de su voz la melodía festivo ruiseñor."

Ricardo Palma Soriano


"Bello es ver en la llanura una palmera piramidal; más, mujer, en tu hermosura todo es más regio, ¡todo es triunfal!"

Ricardo Palma Soriano




"¡Bendita seas, patria de valientes, y que el porvenir te reserve horas más felices que las que forman tu presente!"

Ricardo Palma Soriano




"Cumple con la gratitud del peregrino, no olvidar nunca la fuente que apagó su sed, la palmera que le brindó frescor y sombra, y el dulce oasis donde vio abrirse un horizonte a su esperanza."

Ricardo Palma Soriano



"De las flores, la violeta; de los emblemas, la cruz; de las naciones, mi tierra; y de las mujeres, tú."

Ricardo Palma Soriano




"¿Dices que no se siente la despedida? ¡Ay! Di al que te lo dijo que se despida."

Ricardo Palma Soriano



"El deber no es el éxito, es la lucha."

Ricardo Palma Soriano


"En cierto pueblo del norte existía, allá por los años de 1850, una acaudalada jamona ya con derecho al goce de cesantía en los altares de Venus, la cual jamona era el non plus ultra de la avaricia; se llamaba Doña Gila y era, en su conversación, hembra más cócora o fastidiosa que una cama colonizada por chinches.
Uno de sus vecinos, Don Casimiro Piñateli, joven agricultor, que poseía un pequeño fundo rústico colindante con terrenos de los que era propietaria Doña Gila, propuso a ésta comprárselos si los valorizaba en precio módico.
Esas cinco hectáreas de campo -dijo la jamona-, no puedo vendérselas en menos de dos mil pesos.
Señora -contestó el prepotente-, me asusta usted con esa suma, pues a duras penas puedo disponer de quinientos pesos para comprarlas.
Que por eso no se quede -replicó con amabilidad Doña Gila-, pues siendo usted, como me consta, un hombre de bien, me pagará el resto en especies, cuando y como pueda, que plata es lo que plata vale. ¿No tiene usted quesos que parecen mantequilla?
Sí, señora.
Pues recibo. ¿No tiene usted chanchos de ceba?
Sí, señora.
Pues recibo. ¿No tiene usted siquiera un par de buenos caballos?
Aquí le faltó la paciencia a don Casimiro que, como eximio jinete, vivía muy encariñado con sus bucéfalos, y mirando con sorna a la vieja, le dijo:
¿Y no quisiera usted, doña Gila, la pinga del Libertador?
Y la jamona, que como mujer no era ya colchonable, considerando que tal vez se trataba de una alhaja u objeto codiciable, contestó sin inmutarse: Dándomela a buen precio, también recibo la pinga."

Ricardo Palma
La pinga del libertador




"En el fondo la tradición no es más que una de las formas que podía revestir la historia pero sin los escollos de ésta. Cumple a la historia narrar los sucesos secamente, sin recurrir a las galas de la fantasía. Menos estrechos y peligrosos son los limites de la tradición. A ella, sobre una pequeña base de verdad le es licito edificar un castillo."

Ricardo Palma Soriano




"En el libro de tu historia en ser yo, flor de las flores, página hermosa de amores tengo empeño."

Ricardo Palma



"Era la época del faldellín, moda aristocrática que de Francia pasó a España y luego a Indias, moda apropiada para esconder o disimular redondeces de barriga. En Lima, la moda se exageró un tantico (como en nuestros tiempos sucedió con la crinolina), pues muchas de las empingorotadas y elegantes limeñas, dieron por remate al ruedo del faldellín un círculo de mimbres o cañitas; así el busto parecía descansar sobre pirámide de ancha base, o sobre una canasta. No era por entonces, como lo es ahora, el Cabildo o Ayuntamiento muy cuidadoso de la policía o aseo de las calles, y el vecindario arrojaba sin pizca de escrúpulo, en las aceras, cáscaras de plátano, de chirimoya y otras inmundicias; nadie estaba libre de un resbalón. Muy de veinticinco alfileres y muy echada para atrás, salía una mañana de la misa de diez, en Santo Domingo, gentilísima dama limeña y, sin fijarse en que sobre la losa había esparcidas unas hojas del tamal serrano, puso sobre ellas la remonona botina, resbaIó de firme y dio, con su gallardo cuerpo, en el suelo. Toda mujer, cuando cae de veras, cae de espalda, como si el peso de la ropa no le consintiera caer de bruces, o hacia adelante. La madama de nuestro relato no había de ser la excepción de la regla y, en la caída, vínosele sobre el pecho la parte delantera del faldellín junto con la camisa, quedando a espectación pública y gratuita, el ombligo y sus alrededores. El espectáculo fue para aIquilar ojos y relamerse los labios. !Líbrenos San Expedito de presenciarlo! Un marquesito, muy currutaco, acudió presuroso a favorecer a la caída, principiando por bajar el subversivo faIdelIín, para que volviera a cubrir el vientre y todo lo demás, que no sin embeleso contemplara el joven; el suyo fue peor que el suplicio de Tántalo. Puesta en pie la maltrecha dama, dijo a su amparador:
--Muchas gracias, caballero. --Y luego, imaginando ella referirse al descuido de la autoridad en la limpieza de las calles, añadió: --¿Ha visto usted cosa igual...?
Probablemente el marquesito no se dio cuenta del propósito de crítica a la policía que encarnaba la frase de la dama, pues refiriéndola a aquello, a la cosa, en fin, que por el momento halagaba a su lujuria, contestó:
--Lo que es cosa igual, precisamente igual, pudiera ser que no; pero parecidas, con vello de más o de menos y hasta pelonas, crea usted, señora mía, que he visto algunas."

Ricardo Palma
La cosa de la mujer, de Tradiciones en salsa verde



"Es preciso no estar en sus cabales para que un hombre aspire ser poeta; Pero, en fin es sencilla la receta. Forme usted líneas de medida iguales, y luego en fila las coloca juntas poniendo consonantes en las puntas. ¿Y en el medio? ¿En el medio? ¡Ese es el cuento! Hay que poner talento."

Ricardo Palma Soriano




"Hablemos y escribamos en americano; es decir en lenguaje para el que creamos las voces que estimemos apropiadas a nuestra manera de ser social, a nuestras instituciones democráticas."

Ricardo Palma Soriano



"Morena del alma mía; morena, por tu querer pasaría yo la mar en barquito de papel."

Ricardo Palma Soriano


“La razón…, destello divino que distingue al racional del bruto.”

Ricardo Palma Soriano



“Los amigos se parecen a las navajas de barba: sale una buena entre diez.”

Ricardo Palma Soriano




"¡Quién me diera, flor divina, ser la gota peregrina del ligero rocío matinal, que ha vivido un sólo instante acariciada y amante, entre la sonrisa loca de tu boca de coral!"

Ricardo Palma Soriano



"Siempre es grato elevar nuestro pensamiento a los días de la infancia, esa edad de ilusiones color de rosa, en que libres de toda zozobra sobre el mañana, creemos que el mundo no se extiende más allá de nuestros juguetes y del espacio que abarcan nuestros ojos."

Ricardo Palma Soriano



"Siempre vives, alma mía, en mis recuerdos de amor, como el perfume en la flor."

Ricardo Palma Soriano