“A menudo un poeta se acusa y se calumnia,
exagera, por amor, su propio desamor,
exagera, para castigarse, su propia ingenuidad…”


Pier Paolo Pasolini



Abro a la mañana de un blanco lunes

"Abro a la mañana de un blanco lunes
la ventana, y la calle indiferente
roba entre su luz y sus rumores
mi presencia infrecuente entre las hojas.
Este moverme… en días totalmente
fuera del tiempo que parecía consagrado
a mí, sin regresos ni paradas,
espacio lleno todo de mi estado,
casi prolongación de la existencia
mía, de mi calor, del cuerpo mío…
y se ha truncado… Estoy en otro tiempo,
un tiempo que dispone sus mañanas
en esta calle que yo miro, ignoto,
en esta gente fruto de otra historia."


Pier Paolo Pasolini




Análisis tardío

"Sé bien, sé bien que estoy en el fondo de la fosa; 
que todo aquello que toco ya lo he tocado; 
que soy prisionero de un interés indecente; 
que cada convalecencia es una recaída; 
que las aguas están estancadas y todo tiene sabor a viejo; 
que también el humorismo forma parte del bloque inamovible; 
que no hago otra cosa que reducir lo nuevo a lo antiguo; 
que no intento todavía reconocer quién soy; 
que he perdido hasta la antigua paciencia de orfebre; 
que la vejez hace resaltar por impaciencia sólo las miserias; 
que no saldré nunca de aquí por más que sonría; 
que doy vueltas de un lado a otro por la tierra como una bestia enjaulada; 
que de tantas cuerdas que tengo he terminado por tirar de una sola; 
que me gusta embarrarme porque el barro es materia pobre y por lo tanto pura; 
que adoro la luz sólo si no ofrece esperanza."

Pier Paolo Pasolini
Versión de Hugo Beccacece



Anécdota de los viejos reyes

Caramba, se cantaba en D.,
soldados, oficiales, hombres de gobierno;
sobre el Mar del Norte brillaba un insólito día de sol;
tenía veinte años
y hacía poco era rey;
consideraba al rey de Dinamarca como mi padre -
o uno de ellos, porque de padres tenemos un ejército entero;
a los veinte años ellos te miran con indiferencia o con odio,
pero siempre con una insensata voluntad de enseñar -¿qué?
Ahora tengo la edad de ellos;
aquí F. ¡otra que cantos militares de alegría!
¡Otra que banquetes oficiales para hombres solos
que se emborrachan y se dan palmadas en la espalda!
Aquí se cantan extrañas antífonas;
y naturalmente están presentes, por derecho, curas y mujeres.
Tenía veinte años
y había matado al Monstruo,
había hecho
la del gran héroe, como son tantos jóvenes y no lo saben;
y por eso, grandes fiestas, grandes amores:
el mañana nos tocaba,
como si hubiera quien sabe cuántos otros Monstruos para matar;
no hubo más, como era natural;
el que había vencido en los bosques de D. fue un caso único;
pero no importa, nuestros pechos igual estaban llenos
de alegría y de certeza del futuro.
Y ahora estoy aquí, la vida se fue,
tengo la edad de aquel viejo carcamal del rey de Dinamarca
que me había llamado, lleno de dolor y ansia por su pueblo
(que creyese yo en esas cosas, está bien, ¡pero él, el viejo sabio!)
y escucho las fatales antífonas
que no se puede propiamente decir que sean alegres;
estoy muriendo,
pero no de muerte natural:
muero de heridas:
he matado de hecho (¡¡a mi edad!!) un nuevo Monstruo;
sí, piensen, en las forestas en torno a mi ciudad, a F.,
se ha presentado un Monstruo: un segundo caso único, es evidente:
lo enfrenté, como cuando tenía veinte años -
¿qué podía hacer?- ¡y logré dejarlo fuera de combate otra vez!
Increíble: pero la victoria no la gozo esta vuelta;
no se bebe, no hay francachela,
no se mira con los ojos ebrios un largo mañana;
ha sido una victoria infeliz:
aunque los Monstruos hayan sido dos, y dos las victorias,
¡un hombre no goza más que de una victoria en la vida!

Pier Paolo Pasolini

Cercana a los ojos

Cercana a los ojos y los cabellos sueltos
sobre la frente, tú, pequeña luz,
dispersa, enrojeces mi cuaderno.
De adolescente, en tu pálida llamarada,
ardía hasta la noche, y era extraño
escuchar al viento y a los grillos solitarios.
Entonces, en la olvidada habitación
dormían mis padres, y mi hermano,
inmóvil, descansaba tras un muro delgado.
¿Dónde está ahora, luz roja?
No hablas, sin embargo iluminas; y suspira
el grillo en el silencio de los campos.
Y mi madre se peina al espejo
de una manera antigua como tu luz,
pensando en su hijo ya sin vida."


Pier Paolo Pasolini





"Como entregados a una euforia inconsciente, él y sus amigos juegan sin proponerse ganar. La alegría es la del juego por el juego: aun los que no tienen la menor condición para jugar, se complacen en algunas fáciles proezas en las cuales consumen la mañana de su juventud."

Pier Paolo Pasolini


“Con la vida que hago corro peligro. Soy como alguien que está bajando al infierno. Pero cuando regrese, si regreso, habré visto muchas cosas y sobre todo nuevas.”

Pier Paolo Pasolini


“… ¡cuántas obligaciones me he inventado envejeciendo
para no ser libre!…”


Pier Paolo Pasolini





Danza de Narciso

"Estoy negro de amor,
ni ruiseñor ni muchacho,
todo entero como una flor
deseando sin deseo.

Me he levantado entre las violetas
mientras aclaraba
cantando un canto olvidado
en la noche serena.
Me dije: «¡Narciso!»,
y un espíritu
con mi rostro
oscurecía la hierba
al claro de sus rizos."


Pier Paolo Pasolini



"Desde la cúpula de San Pedro, detrás del Ponte Sisto, a la isla Tiberina, detrás del Ponte Garibaldi, el aire estaba tenso como una piel de tambor. En ese silencio, el Tíber, todo amarillo, discurría entre las altas murallas, que apestaban al sol a meadero, como si los detritus con que se había cargado más arriba pudieran llevar sus aguas siempre más lejos.
Los primeros que llegaron tras la partida, hacia las dos, de los seis o siete chupatintas que se habían quedado sin moverse en la gabarra, fueron los tipos con patillas de la Piazza Giudia. Luego se oyeron las ruidosas pandas chillonas del Trastevere que bajaban medio desnudos del Ponte Sisto, dispuestos siempre a arremeter contra el primero que apareciera. Tanto fuera, en aquel sitio pequeño y sucio; como dentro, en los vestuarios, el bar o en la gabarra flotante, la Ciriola se llenaba: un verdadero escaparate de carnicería... Una veintena de arrapiezos se agolpaban en el trampolín, y las primeras zambullidas comenzaron: carpas, piruetas y saltos mortales. iUn trampolín de apenas metro y medio! iY un chaval de seis años era capaz de tirarse de él! De vez en cuando, se paraba algún transeúnte para mirar desde lo alto del Ponte Sisto. Desde encima del muro de contención, un chaval sin dinero para bajar observaba, sentado a horcajadas sobre el parapeto acariciado por las ramas lloronas de los plátanos. La mayoría de los chicos estaban todavía en la arena o en la hierba escasa y quemada, al pie de la muralla.
-¡El primero de la cola! -gritó a todos los chicos tumbados allí un morenucho velludo. Sólo obedeció el Giboso, el espinazo hundido de través y que cayó como una masa en el agua amarillenta, las piernas separadas, golpeándose las nalgas; el resto, con un despreciativo chasquido de lengua, no tardó nada en gritar al morenucho que se largara de allí sin perder un minuto. Pero al cabo de un rato se levantaron y, blandos como franelas, se dirigieron a la cola contoneándose, delante de la gabarra flotante, hacia el sitio de tierra donde estaba el columpio, para mirar al Lordure que, con los pies clavados en la arena ardiente, enrojecido bajo las pesas, intentaba levantar un peso de cincuenta kilos, rodeado de un regimiento de chavales. En el trampolín sólo quedaban el pequeño Rizos, Marcelo, Agnolo y dos o tres más, sin hablar del perro, el ojito derecho de todos."

Pier Paolo Pasolini
Chavales del arroyo


"El ciclismo es el deporte más popular porque usted no paga el billete."

Pier Paolo Pasolini


"El esteticismo es inseparable de mi cultura. ¿Por qué privar a mi cultura de un elemento suyo aunque sea espurio, quizá, y superfluo? Ese elemento completa un todo."

Pier Paolo Pasolini



"El éxito no es nada. El éxito es la otra cara de la persecución."

Pier Paolo Pasolini


"El fútbol es la última representación sagrada de nuestro tiempo. (...) El fútbol es el espectáculo que ha sustituido al teatro."

Pier Paolo Pasolini



"El hecho de "tolerar" a alguien es lo mismo que "condenarle". La tolerancia es incluso una forma más refinada de condena. En realidad, al "tolerado" (...) se le dice que haga lo que quiera, que tiene todo el derecho del mundo a seguir su propia naturaleza, que su pertenencia a una minoría no significa para nada inferioridad, etcétera. Pero su "diversidad" - o mejor, su "culpa de ser diferente"- sigue siendo la misma tanto ante quien ha decidido tolerarla como ante quien ha decidido condenarla."

Pier Paolo Pasolini




“El hombre tiende a adormecerse en su propia normalidad, se olvida de reflexionar, pierde la costumbre de juzgarse, y ya no sabe siquiera quien es.”


Pier Paolo Pasolini



"El lenguaje del mundo es, en resumen, sustancialmente un espectáculo. (...) Las representaciones religiosas, los mimos, las danzas, los espectáculos teatrales pertenecen a estos tipos de lenguajes figurales y vivientes. También el cine."

Pier Paolo Pasolini



El llanto de la excavadora

I

Solo amar, solo conocer
cuenta, no el haber amado,
el haber conocido. Angustia

vivir de un consumado
amor. El alma no crece.
Y en el calor encantado

de la noche que plena aquí abajo
entre las curvas del río y las adormecidas
visiones de la ciudad de luces esparcidas,

retumba todavía de miles de vidas,
desamor, misterio y miseria
de los sentidos, me resultan enemigas

las formas del mundo, que hasta ayer
eran mi razón de existir.
Aburrido, cansado, vuelvo por negras

plazoletas de mercados, tristes
calles cercanas al puerto fluvial,
entre barracas y almacenes mezclados

en los últimos prados. Es mortal
el silencio: pero abajo, en el paseo Marconi,
en la estación de Trastevere, parece

todavía dulce la noche. A sus barrios,
a sus arrabales, vuelven en sus motos
ligeras - en mameluco o pantalones

de trabajo, pero impulsados de festivo ardor-
los jóvenes, con compañeros detrás,
riendo, sucios. Los últimos clientes

charlan de pie con voces altas
en la noche, aquí y allá, junto a las mesitas
de los locales aún brillantes y semivacíos.

Estupenda y mísera ciudad,
que me ha enseñado aquello que alegres y feroces
los hombres aprenden de chicos,

las pequeñas cosas en que la grandeza
de la vida en paz se descubre, como
ir duros y prontos en la muchedumbre

de las calles, dirigirse a otro hombre
sin temblar, no avergonzarse
de mirar el dinero contado

con torpes dedos por el mandadero
que suda contra las fachadas a la carrera
en un color eterno de verano;

a defenderme, a atacar, a tener
el mundo delante de los ojos y no
solo en el corazón, a entender

que pocos conocen las pasiones
en las que yo he vivido:
que no me son fraternos, y son

hermanos sin embargo, justo
en el tener pasiones de hombres,
que alegres, inconscientes, enteros

viven de experiencias
ignotas para mí. Estupenda y mísera
ciudad que me ha hecho tener

experiencia de aquella vida
ignota: hasta hacerme descubrir
aquello que, en cada uno, era el mundo.

Una luna moribunda en el silencio,
que de ella vive, blanquea entre violentos
ardores, míseramente en la tierra

muda la vida, con bellos paseos, viejas
callejuelas, sin dar luz encandila
y, en todo el mundo, la reflejan allá

arriba unos pocos calientes nubarrones.
Es la noche más bella del verano.
Trastevere, en un olor de paja

de viejo establo, de vacías
hosterías, no duerme todavía.
Las esquinas oscuras, las paredes plácidas,

resuenan de encantados rumores.
Hombres y muchachos vuelven a casa
-bajo festones de luz, ya sol-,

a sus callejones que obstruyen
oscuridad e inmundicia, con el paso blando
de aquellos que me invadían el alma

cuando realmente amaba, cuando
realmente quería entender.
Y, como entonces, desaparecen cantando.

II

Pobre como un gato del Coliseo,
vivía en un arrabal todo cal
y polvareda, lejos de la ciudad

y del campo, apretado cada día
en un omnibus agonizante:
y cada ida, cada regreso

era un calvario de sudor y de ansias.
Largas caminatas en una calina calurosa,
largos crepúsculos delante de papeles

amontonados sobre la mesa, calles de barro,
tapias, casillas bañadas de cal,
y sin marcos, con cortinas por puertas...

Pasan el aceitunero, el botellero,
viniendo de algún otro suburbio,
con la polvorienta mercancía que parece

fruto del robo, y una facha cruel
de jóvenes envejecidos por los vicios
de quien tiene una madre dura y hambrienta.

Renovado por el mundo nuevo,
libre - una llama, un aliento
que no sé decir, a la realidad

que humilde y sucia, confusa e inmensa,
hervía en la periferia meridional,
daba un sentido de serena piedad-.

Un alma en mí, que no era sólo mía,
un alma pequeña en ese mundo sin límite,
crecía, nutrida de la alegría

de quien amaba, aun sin ser amado.
Y todo se iluminaba de este amor.
Tal vez todavía de muchacho, heroicamente

y sin embargo maduro en la experiencia
que nacía a los pies de la historia.
Estaba en el centro del mundo en ese mundo

de suburbios tristes, beduinos,
de terrenos amarillos pulidos
siempre por un viento sin paz,

viniese del mar caliente de Fiumicino,
o del campo, donde se perdía
la ciudad entre los tugurios; en ese mundo

que sólo podía dominar,
cuadrado espectro amarillento
en la amarillenta neblina,

agujereado de miles de filas iguales
de ventanas enrejadas, la Penitenciaría
entre viejos campos y caseríos soporizados.

Los papeles y el polvo que la ciega
ventolera trajinaba de aquí para allá,
las pobres voces sin eco

de mujercitas venidas de los montes
Sabinos, del Adriático, y aquí
acampadas ahora con turbas

de enfermizos y duros chiquilines
estridentes con remeras rotas,
en grises, quemados calzoncillos,

los soles africanos, las lluvias febriles
que convertían en torrentes de barro
las calles, los micros en la terminal,

estacionados en su esquina
entre una última faja de hierba blanca
y algún ácido basural en llamas...

era el centro del mundo, y era
el centro de la historia mi amor
por aquello: y en esta

madurez que por ser naciente
era todavía amor, todo estaba
por volverse claro -¡era

claro!- Aquel barrio desnudo al viento,
no romano, no meridional,
no obrero, era la vida

en su luz más actual:
vida, y luz de la vida, plena
en el caos aún no proletario,

como lo quiere el rústico periódico
de la célula, la última
tapa del semanario: hueso

de la existencia cotidiana,
pura, por ser hasta demasiado
próxima, absoluta por ser

demasiado míseramente humana.


III

Y ahora regreso, rico de aquellos años
tan nuevos que no habría nunca pensado
que los sabría viejos en un alma

de ellos lejana, como de todo pasado.
Subo los paseos del Gianicolo, me paro
en un cruce liberty, en una larga arboleda,

en un pedazo de muro -ya al término
de la ciudad sobre la ondulada llanura
que se abre sobre el mar-. Y renace

en el alma -inerte y oscura
como la noche abandonada al perfume-
una simiente ya muy madura

par dar todavía fruto, en el cúmulo
de una vida que se ha vuelto cansada y amarga...
He aquí Villa Pamphili *, y en la luz

que tranquila reverbera
sobre los nuevos muros, la calle donde vivo.
Cerca de mi casa, sobre una hierba

reducida a una oscura baba,
un rastro sobre las zanjas recién excavadas,
en la toba -caída toda rabia

destructora-, rampante contra ralos edificios
y pedazos de cielo, inanimada,
una excavadora...

¿Qué pena me invade delante de estas herramientas
supinas, esparcidas aquí y allá en el fango,
delante de esta lona roja

que pende de un caballete, en la esquina
en la que la noche parece más triste?
¿Por qué, ante esta apagada mancha de sangre

mi consciencia tan ciegamente resiste,
se arrincona, casi por un obsesivo
remordimiento que toda, en el fondo, la acongoja?

¿Por qué dentro de mí este sentimiento
de jornadas para siempre inobservadas
que son como el muerto firmamento
en el que blanquea esta excavadora?

Me desvisto en una de las mil habitaciones
donde se duerme en la calle Fonteiana.
En todo puedes excavar, tiempo: esperanzas,

pasiones. Pero no sobre estas formas
puras de la vida... Se reduce
a ellas el hombre, cuando son rebasadas

experiencia y confianza
en el mundo... ¡Ah días de Rebibbia **
que yo creía perdidos en una luz
de necesidad, y ahora sé tan libres!

Junto al corazón, entonces, por díficiles
casos que lo habían desviado
del camino hacia un destino humano,

ganando en ardor la claridad
negada, y en ingenuidad
el negado equilibrio -a la claridad

al equilibrio llegaba todavía,
en esos días, la mente-. Y el ciego
duelo, signo de toda mi lucha

con el mundo, rechazaba, así,
adultas aunque inexpertas ideologías...
Se hacía, el mundo, sujeto

no tanto de misterio como de historia.
Se multiplicaba por mil la dicha
de conocerlo -como

cada hombre, humildemente, lo conoce-.
Marx o Gobetti, Gramsci o Croce,
estuvieron vivos en la viva experiencia.

Cambió la materia de un decenio de oscura
vocación, se me gastó en hacer claro aquello
que más parecía ser ideal figura

de una ideal generación;
en cada página, en cada línea
que escribí, en el exilio de Rebibbia,

tenía aquel fervor, aquella presunción,
aquella gratitud. Nuevo
en mi nueva condición

de viejo trabajo y de vieja miseria,
los pocos amigos que llegaban
a mí, en las mañanas o las noches

olvidadas sobre la Penitenciaría,
me vieron dentro de una luz viva:
afable, violento revolucionario
en el corazón y la lengua. Un hombre florecía.

V

Un poco de paz basta para revelar
dentro del corazón la angustia,
límpida, como el fondo del mar

en un día de sol. Reconoces,
sin probarlo, el mal
allí, en tu cama, pecho, muslos

y pies abandonados, cual
un crucificado -o cual Noé
ebrio, que sueña, ingenuamente ignaro

de la alegría de los hijos, que
sobre él, fuertes, puros, se divierten...
el día está ya sobre ti,

en el cuarto como un león durmiente.

¿En qué calles el corazón
se encuentra, pleno, perfecto aun en esta
mescolanza de beatitud y dolor?

Un poco de paz... Y en ti despierta
está la guerra, está Dios. Se distienden
apenas las pasiones, se cierra la fresca

herida apenas, que ya tú derrochas
el alma, que parecía gastada,
en acciones de sueño que no rinden

nada... Aquí estás, inflamado
de esperanza -que, viejo león
apestando a vodka, por su ofendida

Rusia, jura Krushev al mundo,
en tanto tú te das cuenta de que sueñas-.
Parecen arder en el feliz agosto

de paz, cada pasión tuya, cada
interior tormento,
cada ingenua vergüenza

de no estar -en sentimiento-
en el punto donde el mundo se renueva.
Más bien, ese nuevo soplo de viento

te empuja de nuevo adonde
todo viento cesa: y allí el tumor
que se recrea encuentra

el viejo crisol de amor,
el sentido, el espanto, la alegría.
Y en ese mismo sopor

está la luz... en la inconsciencia
de infante, de animal, de libertino ingenuo,
está la pureza... los más heroicos

furores en esa fuga, el más divino
sentimiento en ese bajo acto humano
consumado en el sueño matutino.


VI

En la resolana abandonada
del sol matutino -que ya vuelve
a arder, sobre los tinglados, sobre

armazones de hierro -desesperadas
vibraciones rascan el silencio
que perdidamente sabe a vieja leche,

a placitas vacías, a inocencia-.
Ya casi las siete, la vibración
crece con el sol. Pobre presencia

de una docena de ancianos operarios,
con los harapos y las remeras quemadas
de sudor, cuyas raras voces,

cuyas luchas contra los esparcidos
bloques de barro, las coladas de tierra,
parecen deshacerse en ese temblor.

Pero entre los estampidos tercos
de la máquina, que ciega parece,
ciega quiebra, ciega aferra,

como si no tuviera meta,
un alarido imprevisto, humano,
nace, y de a ratos se repite,

tan loco de dolor que, humano,
de pronto no parece y vuelve
a ser muerta estridencia. Después,

despacio renace en la luz violenta,
entre edificios ardientes, nuevos, iguales,
alarido que sólo en el último instante

puede lanzar alguien que muere
en este sol cruel que resplandece, ya
dulcificado por un poco de aire de mar...

Gritando está, desgarrada
por meses y años de matutinos
sudores -acompañada

por la muda cuadrilla de sus picapedreros-,
la vieja excavadora: pero, al lado, la fresca
excavación convulsa, o, en el breve confín

del horizonte del Novecientos,
todo el barrio... Es la ciudad,
sumergida en un claror de fiesta

-es el mundo-. Llora lo que tiene
fin y recomienza. Lo que era
área herbosa, abierto espacio y se hace

patio, blanco como cera,
cerrado en un decoro que es rencor;
lo que era casi una vieja feria

de frescos muros sesgados al sol,
y se vuelve nuevo aislamiento, bullente
en un orden que es apagado dolor.

Llora lo que cambia, aun
para hacerse mejor. La luz
del futuro no cesa de herirnos

ni un instante: está aquí, arde
en cada uno de nuestros actos cotidianos,
angustia aun en la confianza

que nos da vida, en el ímpetu gobettiano *
hacia estos obreros, que mudos alzan
en la barriada del otro frente humano

su rojo trapo de esperanza.

IV

Me aprieta contra su vieja pelambre
que perfuma a bosque, y me pone
el hocico con sus colmillos de verraco,

o errante oso de aliento de rosa,
sobre la boca: y a mi alrededor el cuarto
es un calvero, la colcha corroída

por los últimos sudores juveniles danza
como una nube de polen... Y de hecho
voy por un camino que avanza

entre los primeros prados primaverales,
desleídos en una luz de paraíso...
Transportado por la onda de los pasos,

esta que dejo a mis espaldas, leve y mísero,
no es la periferia de Roma: "¡Viva
México!" está escrito en cal o grabado

sobre ruinas de templos, tapias en las esquinas,
decrépitas, ligeras como hueso, en los confines
de un ardiente cielo sin un escalofrío.

He allí, en la cima de una colina
entre las ondulaciones, mezcladas con las nubes,
de una vieja cadena apenínica,

la ciudad, medio vacía, aunque es la hora
de la mañana en que van las mujeres
al mercado, o vespertina, que dora

a los chicos que corren hacia las madres
en los patios de la escuela.
De un gran silencio son las calles invadidas:

se pierden inconexos los empedrados,
viejos como el tiempo, grises como el tiempo,
y dos largos cordones de piedra

corren a lo largo, pulidos y apagados.
Alguien, en ese silencio, se mueve:
alguna vieja, algún muchachito

perdido en sus pequeños juegos, allá donde
los portales de un dulce Mil Quinientos
se abren serenos, o un abrevadero

con bestezuelas taraceadas nutre
sobre los bordes la pobre hierba,
en un cruce o rincón olvidado.

Se abre sobre la cima de la colina la yerma
plaza de la comuna, y entre casa
y casa, más allá de una tapia, y el verde

de un gran castaño, se ve
el espacio del valle: pero no el valle.
Un espacio que tremola celeste

o apenas pálido... Pero el paseo continúa,
más allá de esa familiar placita
suspendida del cielo apenínico:

se interna entre casas apretadas, desciende
un poco a mitad de la cuesta: y más abajo
-cuando las barrocas casitas merman-,

allí aparece el valle -y el desierto-.
Todavía algún paso más
hacia la curva, donde el camino

va entre desnudos campitos escarpados.
A la izquierda, contra la pendiente,
como si la iglesia se hubiese derrumbado,

se alza atestado de frescos, azules,
rojos, un ábside, cargado de volutas
a lo largo de las cerradas cicatrices

del temblor -del que solo ella,
la caparazón inmensa quedó intacta
para abrirse toda contra el cielo-.

Allí, pasando el valle, el desierto,
comienza a soplar un aire leve, desesperado,
que incendia de dulzura la piel...

Es como los olores que, desde los campos
bañados de frescura o desde las orillas de un río,
soplan sobre la ciudad en los primeros

días del buen tiempo: y tú
no los reconoces, y loco
casi de dolor, buscas entender

si son de fuego encendido sobre escarcha,
o bien de uvas o nísperos perdidos
en algún granero entibiado

por el sol de una estupenda mañana.
Yo grito de alegría, así herido,
en el fondo de los pulmones por el aire

que como una luz o una tibieza
respiro mirando todo el valle.

Pier Paolo Pasolini


El privilegio de pensar

¡Ah, reconcentrarse, y pensar!
Decirse, esto es, ahora pienso
sentado sobre el banco junto a la ventanilla amiga.
¡Puedo pensar! Quema los ojos, el rostro,
por la verriondez de Piazza Vittorio,
la mañana, y mísero, adhesivo,
mortifica el olor del carbón
la avidez de los sentidos: un dolor terrible
pesa en el corazón, así de nuevo vivo.

Bestia vestida de hombre
niño arrojado solo al mundo,
con su abrigo y sus cien liras,
heroico y ridículo me voy a trabajar,
yo también, para vivir... Poeta, es verdad,
pero mientras heme aquí en este tren,
cargado tristemente de empleados
como por broma, blanco de cansancio,
heme aquí sudando mi salario,
dignidad de mi falsa juventud,
miseria de quienes con humildad interna
y aspereza ostentada me defiendo...
¡Pero pienso! Pienso, en el rincón amigo,
en la íntegra mediahora del recorrido,
desde San Lorenzo a las Capannelle,
desde las Capannelle hasta el aeropuerto,
pensando, buscando infinitas lecciones
en un solo verso, en un trocito de verso.
¡Qué estupenda mañana! ¡A ninguna otra
igual! Ahora hijos de débil
neblina, ignorada detrás de los murallones
del acueducto, recubierto
de casitas pequeñas como perreras,
y calles arrojadas allá, abandonadas,
frecuentadas sólo por aquella pobre gente.
Ahora arrebatos de sol, sobre praderas de grutas
y cuevas, barroco natural, con verdes
extendidos por un Corot pordiosero: ahora soplos de oro
sobre las pistas donde con deliciosas grupas marrones
corren los caballos, montados por muchachos
que parecen aún más jóvenes, y no saben
cuánta luz en el mundo hay en torno a ellos.”

Pier Paolo Pasolini



"El uso obsesivo del campo y del contracampo, del primer plano opuesto a otro primer plano, la ausencia de planos sobre el hombro, la ausencia de personajes que salen y entran en el campo, la ausencia, sobre todo, de planos secuencia, son rasgos típicos de todas mis películas."

Pier Paolo Pasolini



"En toda mi vida jamás he ejercido una acción violenta, ni física, ni moral. No porque yo soy un fanático de la no-violencia. La cual, si es una forma de autocostricción ideológica, también es violencia. Nunca he ejercido en mi vida violencia alguna, ni física ni moral, simplemente porque he confiado en mi naturaleza, es decir en mi cultura..."

Pier Paolo Pasolini



"(...) Entonces el muchacho -siempre con aire maternal, protector, dulcemente irónico-, le baja un poco la falda, como para defender el pudor que ella ha olvidado y que se le ofrece por entero. Después le acaricia la cara. (...) Nada se opone a su amor: y el muchacho se tiende sobre el cuerpo de la mujer, prestándose a su deseo de ser poseída por él."

Pier Paolo Pasolini



“Espío con mi ojo alegre
el aliso de mi pecho amargo
y de mis rizos que brillan negligentes
en el sol de la orilla…”


Pier Paolo Pasolini



"Existe un obstáculo inicial que le impide, fatalmente, comprender y sobre todo admitir lo que ahora le sucede. Para poder ejercitar, realmente y con sentido de la realidad, su inteligencia, debería rehacerse de pies a cabeza. Es su clase social la que vive una vida verdadera en él. No es comprendiendo o admitiendo, sino sólo actuando, como podrá aprehender la realidad que le ha sido sustraída por su razón burguesa; Sólo actuando, como en sueños, o más bien, actuando antes de decidir."

Pier Paolo Pasolini



Fragmento epistolar, al muchacho Codignola


Querido muchacho, sí, claro, encontrémonos,
pero no esperes nada de este encuentro.
Si acaso, una nueva desilusión, un nuevo
vacío: de aquellos que hacen bien
a la dignidad narcisista, como un dolor.
A los cuarenta años yo estoy como a los diecisiete.
Frustrados, el de cuarenta y el de diecisiete
pueden, claro, encontrarse, balbuceando
ideas convergentes, sobre problemas
entre los que se abren dos décadas, toda una vida,
y que, sin embargo, aparentemente son los mismos.
Hasta que una palabra, salida de las gargantas inseguras,
aridecida de llanto y deseo de estar solos,
revela su irremediable diferencia.
Y, además, tendré que hacer de poeta
padre, y entonces me replegaré sobre la ironía,
que te incomodará: al ser el de cuarenta
más alegre y joven que el de diecisiete,
él, ya dueño de la vida.
Más allá de esta apariencia, de este aspecto,
no tengo nada que decirte.
Soy avaro, lo poco que poseo
me lo guardo apretado en el corazón diabólico.
Y los dos palmos de piel entre pómulo y mentón,
bajo la boca torcida a furia de sonrisas
de timidez, y los ojos que han perdido
su dulzura, como un higo agrio,
te parecerían el retrato
precisamente de esa madurez que te hace daño,
madurez no fraterna. ¿De qué puede servirte
un coetáneo, simplemente entristecido
en la delgadez que le devora la carne?
Cuanto ha dado ya lo ha dado, el resto
es árida piedad. 

Pier Paolo Pasolini



"Hay que decir, con todo, que mientras los intolerantes creen que la diferencia de los diferentes carece de explicación, y por lo tanto sólo merece odio, los tolerantes a menudo se preguntan, más o menos sinceramente, por las razones de esa "diferencia"."

Pier Paolo Pasolini



"Hay que inventar nuevas técnicas que sean irreconocibles, que no se parezcan a ninguna operación precedente, Para evitar así la puerilidad y el ridículo. Hay que construirse un mundo propio, con el cual no haya comparaciones posibles. Para el cual no existan medidas de juicio anteriores. Las medidas deben ser nuevas, como la técnica. Ninguno debe entender que el autor no vale nada, que es un ser anormal, inferior, que es como un gusano que se retuerce para sobrevivir. Ninguno debe pescarlo en falta de ingenuidad. Todo debe presentarse como perfecto, basado sobre reglas desconocidas y, por lo tanto, imposibles de juzgar."

Pier Paolo Pasolini





"He dicho varias veces como protesta, como total contestación, que habría querido renunciar a la nacionalidad italiana. Haciendo cine, en cierto sentido he renunciado a la lengua italiana, es decir, a mi nacionalidad. Pero hay otra verdad, tal vez más complicada y profunda: la lengua expresa la realidad a través de un sistema de signos. En cambio, un director de cine expresa la realidad a través de la realidad. Ésta es quizás la razón por la cual me gusta el cine y lo prefiero a la literatura, porque expresando la realidad como realidad, opero y vivo continuamente al nivel de la realidad."

Pier Paolo Pasolini


"La burguesía no es una clase social, es una enfermedad contagiosa."

Pier Paolo Pasolini



"La ideología consumista... En vez de llevar una bandera, se ponen ropas que son una bandera. Han cambiado algunos medios y algunos instrumentos externos, pero, en la práctica, es un empobrecimiento de la individualidad que se disfraza a través de su valorización."

Pier Paolo Pasolini


"La toma directa de la televisión es una paradigmática reproducción del presente, de algo que sucede."

Pier Paolo Pasolini



“La verdad no está en un sueño, sino en muchos sueños.”


Pier Paolo Pasolini




“La vida es un montón de insignificantes e irónicas ruinas.”

Pier Paolo Pasolini


“…la vida como apuesta para perder como señores,
os han impedido saber quiénes sois…”


Pier Paolo Pasolini



"La marca que ha dominado toda mi obra es este anhelo de vida, este sentimiento de exclusión, que no disminuye, sino que aumenta el amor a la vida."

Pier Paolo Pasolini



"(...) La responsabilidad de la televisión, en todo esto, es enorme. No solamente en cuanto "medio técnico", sino en cuanto instrumento del poder y poder en sí misma. No es sólo un lugar a través del cual pasan los mensajes, sino que es un centro elaborador de mensajes. Es el lugar donde se hace realidad una mentalidad que de otro modo no se sabría donde colocar. Es mediante el espíritu de la televisión que se manifiesta en concreto el espíritu del nuevo poder. No hay duda (se ve por los resultados) que la televisión es autoritaria y represiva como ningún medio de información en el mundo lo ha sido nunca."

Pier Paolo Pasolini


"Las cosas que parecen más justas y simples ¿No son, en definitiva, las que se revelan más oscuras y difíciles? ¿No es la vida misma, en su naturalidad, la que es misteriosa, y no sus complicaciones?"

Pier Paolo Pasolini




"Lo mejor de la vida es el pasado, el presente y el futuro."

Pier Paolo Pasolini


"Los conejos se han quedado sin hierba esta tarde, y tus labios robados besan la primera estrella..."

Pier Paolo Pasolini




“Me he levantado entre las violetas
mientras aclaraba
cantando un canto olvidado
en la noche serena…”


Pier Paolo Pasolini



"Mi obra está influenciada por el uso de actores no profesionales y por escenografías no reconstruidas en un teatro. Uso escenografías reales: cuando filmo, yo sólo recojo material. Entonces voy a cualquier lugar, elegido por mí, y recojo el material según la luz, según lo que hay ahí en ese momento. Cuando estás en medio de un paisaje hermoso con los personajes que te gustan, estás ávido."

Pier Paolo Pasolini




Muerte

"Vuelvo a ti, como vuelve
un emigrado a su país y lo redescubre:
he hecho fortuna (en el intelecto)
y soy feliz, tanto
como hace tiempo lo era, destituido por norma.
Una rabia negra de poesía en el pecho.
Una loca vejez de jovencito.
Antes tu alegría se confundía
con el terror, es verdad, y ahora
casi con otra alegría
lívida, árida: mi pasión decepcionada.
Ahora me das miedo de verdad,
porque estás de verdad cerca, incluida
en mi estado de rabia, de oscura
hambre, de ansia casi de criatura nueva."


Pier Paolo Pasolini


"No hay nada que obligue tanto a mirar las cosas como hacer una película. La mirada de un literato sobre un paisaje rural o urbano puede excluir una infinidad de cosas, recortando del conjunto sólo las que le emocionan o le son útiles. La mirada de un director de cine sobre ese mismo paisaje, en cambio, no puede dejar de tomar consciencia de todas las cosas que hay en él, casi inventariándolas."

Pier Paolo Pasolini



“No se percatan que la televisión, es tal vez aún peor que la escuela obligatoria.”

Pier Paolo Pasolini


"No se puede concebir ver y oír la realidad en su transcurrir más que desde un solo ángulo visual: y este ángulo visual siempre es el de un sujeto que ve y oye. Este sujeto es un sujeto de carne y hueso. Porque si nosotros en un film de acción también elegimos un punto de vista ideal y, por lo tanto, en cierto modo abstracto y no naturalista, desde el momento en que colocamos en ese punto de vista una cámara y un magnetófono, siempre resultará algo visto y oído por un sujeto de carne y hueso (es decir, con ojos y oídos)."

Pier Paolo Pasolini



"Para el que no se droga, quien se droga es alguien "diferente". Y como tal todos le niegan su humanidad, ya sea a través del odio racista que siempre suscitan los "diferentes", ya a través de la eventual comprensión o piedad. En las relaciones con el "diferente" intolerancia o tolerancia son lo mismo."

Pier Paolo Pasolini



"Para ser poetas, hay que tener mucho tiempo: horas y horas de soledad son el único modo para que se forme algo, que es fuerza, abandono, vicio, libertad, para dar estilo al caos."

Pier Paolo Pasolini






"¿Qué debemos hacer, mientras tanto? - ¿Qué debemos hacer? Ser coherentes con las propias ideas y tratar de hacer eso mínimo que uno puede. ¿Qué quieres hacer? -En definitiva... ¿Creer? -Incluso no creer. Basta que el no creer sea dinámico. Muchas veces uno que no cree y hace de este no creer una bandera, llega a algo. La verdadera realidad es que el hombre contemporáneo no cree y cree. -Pero Pasolini, ¿Cree o no cree? -Creo y no creo. Ésta es la respuesta."

Pier Paolo Pasolini


"¿Qué es la cultura de una nación? Corrientemente se cree, también por parte de las personas cultas, que es la cultura de los científicos, de los políticos, de los profesores, de los literatos, de los cineastas, etc. : es decir que es la cultura de la inteligencia. En cambio no es así. Y no es siquiera la cultura de las clases dominantes que, precisamente, a través de la lucha de clases, trata de imponerla al menos formalmente. No es finalmente tampoco la cultura de la clase dominada, es decir la cultura popular de los obreros y de los campesinos. La cultura de una nación es el conjunto de todas estas culturas de clases: es la media de ellas."
Pier Paolo Pasolini

"¿Quién era mi madre?
Me dejaba solo.
Ah madre… tu corazón,
noche y día, espectros, en tu corazón..."


Pier Paolo Pasolini





"¿Quieres decir que si este amor ha nacido es inútil volverse atrás, es inútil sentirlo como una pura y simple destrucción? ¿Que en cuanto al dolor de la separación yo podría encontrar a alguien que te reemplazara, y recrear en mí esos sentimientos de ridícula ternura y bestial pasividad nacidos hace tan poco e interrumpidos tan bruscamente?"

Pier Paolo Pasolini



"ROSAURA. — No tengo llave de la puerta.
¿Qué te crees, que soy libre?
¿Y crees que si fuese libre estaría aquí?
La puerta sólo puede abrirse y cerrarse
desde fuera, por si quieres saberlo.
PABLO. — ¡Pero es que quiero marcharme! ¡No quiero estar aquí con usted!
ROSAURA. — ¿Por qué? ¿Es que te doy miedo? ¿Te doy asco, eh?
PABLO. — Oh no, señora. Pero es que no quiero estar aquí con usted.
ROSAURA. — ¿Y si fuese más joven y más guapa?
PABLO. — Ahora que la miro, veo que es joven,
¡y guapa también!
ROSAURA. — ¿Joven? ¡Si podría ser tu madre! ¡Y cómo voy
a ser guapa, si me paso aquí el día entero,
como una perra bien atada a su perrera!
PABLO. — Para mí es usted joven y guapa: pero no quiero…
ROSAURA. — Lo sé, lo sé, ¡ya lo he entendido! ¡Pues mejor!
¡Mucho mejor para mí! Y además,
¿no dijiste que quieres pagarme de todos modos?
PABLO. — Sí, ¿cuánto le debo?
ROSAURA. — Mi precio es de diez pesetas.
PABLO. — Aquí están. Tome… Perdone…
ROSAURA. — Gracias. ¿Cuántos años tienes?
PABLO. — Hoy cumplo dieciséis.
ROSAURA. — Ah, es por eso entonces…
PABLO. — ¡Sí, esos cobardes! Pero cuando salga ¡se van a enterar!
ROSAURA. — ¿Qué piensas hacerles?
PABLO. — ¡Romperles la cara, a esos «miembros normales»!
ROSAURA. — ¿Por qué los llamas así?
PABLO. — No lo entenderías.
ROSAURA. — ¡No presumas, ahora! «No lo entenderías»…
¿Quién te has creído que eres?
PABLO. — ¡Uno como ellos, desde luego que no!
ROSAURA. — No está bien ser distinto de los demás.
PABLO. — ¡Todo lo contrario! Es hermoso: ¡y se van a enterar!
ROSAURA. — ¿Te trajeron aquí para… desvirgarte?
¿Nunca has estado con una mujer? ¡Ah! ¡Ah!
PABLO. — ¡Pschht! ¡Tengo todas las mujeres que quiera!
Diez veces más que ellos. Por eso
les da rabia, y me gastan estas bromas.
ROSAURA. — ¡Diez veces más que ellos! ¡Anda a contárselo a otra!
PABLO. — ¡No me tomes el pelo! Todas mis compañeras de colegio
están coladas por mí, y los otros chicos me tienen envidia.
ROSAURA. — Vamos a ver, señor Don Juan, ¿y por qué
todas tus compañeras de colegio
iban a estar enamoradas de ti?
PABLO. — Porque sí.
ROSAURA. — Veamos: ojitos castaños que no están mal.
Sabrosos. Mitad rabiosos y mitad dulces.
Nariz algo chatilla: no demasiado bonita,
pero de forma graciosa. Ni un solo pelo de barba, o apenas un velo sobre los labios. Y los labios de pececillo, con el labio superior carnoso
que sobresale hacia fuera. No pareces un señorito, ahora que te miro mejor…
Tienes cara de pobre, como los jovencitos
que tenemos aquí, en Can Mulet.
Sólo que tú te peinas un poco más serio.
Que pelillo tan bonito tienes: castaño dorado.
Bueno, sí, en fin, puede ser que tus compañeras estén coladas por ti. Pero habrá otros,
quizá mejores que tú… ¿Qué tal andas de entrepierna? ¡Ah ah!
PABLO. — ¡Es asunto mío!
ROSAURA. — ¡Te haces el digno y el ofendido, pero
te pones colorado como un crío de diez años!
PABLO. — Es que me haces cada pregunta."

Pier Paolo Pasolini
Calderón


"Sé bien, sé bien que estoy en el fondo de la fosa; que todo aquello que toco ya lo he tocado; que soy prisionero de un interés indecente; que cada convalecencia es una recaída; (...) Que adoro la luz sólo si no ofrece esperanza."

Pier Paolo Pasolini


"Si regresa el sol, si cae la tarde, si la noche tiene un sabor de noches futuras, si una siesta de lluvia parece regresar de tiempos demasiado amados y jamás poseídos del todo, ya no encuentro felicidad ni en gozar ni en sufrir por ello: ya no siento delante de mí toda la vida..."

Pier Paolo Pasolini




"Sólo porque estás muerto he podido hablarte como a un hombre,
de otra manera tus leyes me lo hubieran impedido."


Pier Paolo Pasolini


"Suponiendo que tuviésemos filmes rodados desde todos los ángulos visuales, ¿De qué dispondríamos? De una serie de planos-secuencia que reproducirían las cosas y las acciones reales de aquel momento, contemporáneamente vistas desde diferentes ángulos visuales: es decir, a través de una serie de tomas subjetivas. Por lo tanto, la toma subjetiva es el máximo límite realista de toda técnica audiovisual."
Pier Paolo Pasolini

“…Tan pronto
se distienden las pasiones, tan pronto se cierra
la fresca herida…”


Pier Paolo Pasolini




“…Tú eres, David, como un toro en un día de abril,
que de la mano de un muchacho que ríe
va dulce a la muerte…”


Pier Paolo Pasolini



“Un pájaro inaudito en la acequia
canta, y una infinidad —mis años—
evoca en la soledad…”


Pier Paolo Pasolini



"Un poeta usa la palabra "flor", ¿Pero de dónde la toma? La toma de nuestro lenguaje de hombres que comunicamos. La poesía no nos importa nada. Usamos la palabra "flor" porque sirve a nuestras relaciones humanas. En cambio, ¿En qué otro lenguaje se fundan las imágenes? Se fundan en las imágenes de los sueños y de la memoria. Al soñar y al recordar, rodamos pequeños films en nuestras cabezas. Entonces, el cine se basa en un lenguaje completamente irracional: los sueños, la memoria, y la realidad como hecho bruto. Una imagen es infinitamente más onírica que una palabra. En el fondo, cuando uno ha visto un film, le parece haber soñado"

Pier Paolo Pasolini



“Yo devoro mi existencia con un apetito insaciable. Cómo terminará todo esto, lo ignoro.”

Pier Paolo Pasolini


"Yo soy una violeta y un aliso, lo frío y lo tibio en la carne."

Pier Paolo Pasolini