"Como era el hombre más orgulloso del mundo, adoptó la decisión que más convenía a su gloria y resolvió no dejar ver nada al público. Con esta idea, envió un gentilhombre con esta nota para la condesa:
El deseo de impedir el escándalo de mi vergüenza puede más en estos momentos que mi deseo de venganza; ya veré más tarde qué decido respecto a vuestro indigno destino; conducíos como si hubierais sido siempre lo que debíais ser.
La condesa recibió la nota con alegría; la consideró como su pena de muerte; y cuando vio que su marido consentía que dejara ver su embarazo, comprendió que la vergüenza es la más violenta de todas las pasiones: encontró una especie de tranquilidad al sentirse segura de morir y al ver su
reputación preservada; ya no pensó sino en prepararse para morir, y como era una persona en la que todos los sentimientos eran vivos, abrazó la virtud y la penitencia con el mismo ardor con que se había entregado a su pasión. Su alma se encontraba, por otra parte, desengañada y sumida
en la aflicción; no podía detener los ojos en ninguna cosa de esta vida sin que le resultara más ruda que la muerte misma, de tal forma que no veía remedio a su dolor sino por el final de su desgraciada existencia. Pasó algún tiempo en este estado, pareciendo más muerta que viva; finalmente, hacia el sexto mes de embarazo, su cuerpo sucumbió, una fiebre continuada la atrapó y dio a luz por la violencia de su mal; tuvo el consuelo de ver a su hijo vivo, de estar segura de
que no podía sobrevivir, y de que no le daría a su marido un heredero ilegítimo: ella misma expiró unos días después recibiendo la muerte con una alegría que nadie ha sentido jamás; encargó a su confesor que trasmitiera a su esposo la noticia de su muerte, le pidiera perdón en su nombre y le suplicara que olvidara su recuerdo, que sólo podía resultarle odioso."

Madame de La Fayette
La condesa de Tende 


"Las pasiones deben guiarnos, pero no dejarnos ciegos."

Madame de La Fayette


"Las vagas palabras de un hombre que nos gusta nos estremecen más que la declaración franca de otro que no nos importa."

Madame de la Fayette


"Le he dado, con mi falta, mejores medios para defenderse de mí que todos los que ella buscaba, tal vez inútilmente. Pierdo, a causa de mi imprudencia, la ventura y la gloria de ser amado por la más amable y la más estimable mujer del mundo; pero si hubiera perdido tal dicha sin causar perjuicio a esa mujer y sin producirme un dolor mortal, tendría, al menos, ese consuelo; en cambio, ahora siento más el daño que a ella hice que el me he hecho a mí mismo."

Madame de La Fayette
La princesa de Clèves