A la sombra de las muchachas en flor

Quand vous serez bien vieille

Cuando seas muy vieja
y yo me haya muerto
descubrirás una tarde las horas
especiales
el aroma de los soles ponientes
lo profundo oscuro del aire
anochecido en las calles sin retorno
vagarás eternamente en busca del espejo
que devuelve instantes felices
–de azul el mar
en nuestra carne sol y deseo–
ante la muerte del tiempo en el cristal
oirás las músicas que nos drogaron
los ruidos cotidianos que nos resucitaban
deslices
de aguas de jabón hacia simas
terribles
cajas de música postales cerebrales
y en el espejo fijo el spot de nuestra vida
con dentaduras blancas y pieles doradas
jóvenes antiguos felices invencibles
mas no dejes que oscurezcan tus ojos
y el espejo extinga su realidad y tu deseo
porque te verías vieja y solitaria
con los ojos dormidos por la angustia
el viento
que se lleva las hojas de un otoño horroroso
cuando seas muy vieja
y yo me haya muerto
rompe espejos retratos recuerdos
ponte bragas de corista diadema de acanto
sal desnuda al balcón y méate en el mundo
antes que te fusilen las ventanas cerradas.

Manuel Vázquez Montalbán




"A veces suelo autocalificarme de conservador porque no he corregido mi visión del mundo desde que cumplí cincuenta años y decidí que ya era responsable de mi cara."

Manuel Vázquez Montalbán



“Acaso, hoy casi como ayer, ¿no se está utilizando el cansancio democrático, la náusea ante la nada, el desconcierto ante el desorden como aval de una nueva situación histórica de excepción que requiere un nuevo autoritarismo persuasivo, unificador de la ciudadanía en clientes y consumidores de un sistema, un mercado, una represión centralizada?”

Manuel Vázquez Montalbán



"Con los años, mi mujer ha adquirido rasgos de muchacha suavemente envejecida, en el supuesto de que se pueda envejecer suavemente. Mi mujer se pasa toda la tarde leyendo monografías históricas de Boston, concretamente hoy: Tipos populares de Boston, siglos XIX y XX y tricotando. Con la edad se ha vuelto costumbrista o quizá no pueda leerse otra cosa cuando haces compañía a un estrangulador seriamente enfermo, en una pequeña enfermería penitenciaria próxima a East Coker. Sobre la entrada un lema eliotiano: En mi comienzo está mi fin. También, como en el poema, ahora cae la luz a través del campo abierto, dejando oculta por las ramas la hundida vereda, oscurecida por la tarde. De vez en cuando mi mujer interrumpe la lectura para estallar en carcajadas y me hace partícipe de las causas de su hilaridad, la estrambótica tipología de Boston presente en la memoria colectiva, demostración clara de que el Boston estrambótico era tan consecutivo y cargado de sentido de la medida como el normal y sólo aceptaba la extranjería de los personajes como parco factor para la hilaridad. A los bostonianos lo que nos haría reír de verdad sería tirarnos pedos o que se los tiren los demás, pero nos reprimimos por buena crianza y jamás se ha visto a un bostoniano tirarse un pedo en público y mucho menos reírse si a alguien se le escapa. Por eso, tal vez, lo que nos provoca la risa franca puede ser considerado bastante estúpido por personas o pueblos sin el don de la medida. Las historias que, tan deliciosamente, mi mujer lee en voz alta, son aperturas para la alegría del espíritu: el italiano de la marmota, por ejemplo, un calabrés que siempre llevaba un sombrero de amplias alas, de copa puntiaguda, lleno de lazos, las piernas cubiertas por polainas de vendas, una corta capita y con este atuendo mixto de campesino y expedicionario garibaldino tocaba un organillo acompañado de una marmota domesticada que sabía bailar al son que le tocaban. ¿Gracioso? ¿Realmente gracioso? ¡Una marmota!… se repite una y otra vez esta mujer y se echa a reír… Trata de que la secunde… Hace quince años que no consigue hacerme reír pero sí sonreír entre estas mismas cuatro paredes, utilizando historias parecidas a las del italiano de la marmota. Por ejemplo: Nerón o el simpático de la patria, Rafaelito el de la manguera, el abuelo del Parque, el gendarme Sietepiernas, Sampablo el desgraciado, el hombre de los perros…, un hombre de piernas tan maltrechas que usaba muletas, siempre acompañado por tres o cuatro perros amaestrados que sabían andar sobre las patas traseras y pasaban por el aro… Se cuenta que en cierta ocasión enfermaron todos sus perros, a riesgo de morir, y él también se puso enfermo, hasta que los perros sanaron y sólo entonces el hombre de las piernas inútiles recuperó la salud."

Manuel Vázquez Montalbán
El estrangulador



"Con tan relativo bagaje mítico, el muchacho orientó su épica hacia las victorias que proporciona el desconcierto. Su épica civil era una garantía que actuaba como telón de fondo y sobre ella montaba el show «pour épater le marxiste». Inútil aclararlo: era un conato de contestación a la española, contradictorio en sí mismo por la pequeñez de la escena y la precaria disposición anímica de los actores. Una vez más, los españoles se adelantaban, en según qué aspectos, a la marcha de la Historia, con la complacencia avizor de la España eterna, que siempre ha sabido decidir el momento justo del ¡basta! y el retorno a los mejores tiempos del Cro-Magnon.
El muchacho penetró en el mundo de los profesionales de la cultura en pleno ensayo general. La Universidad acababa de parir las primeras promociones de profesionales formados en la lectura de Lefebvre, Lukács y Pratolini. Economistas asesores de entidades bancarias, aprendices de catedráticos, redactores de Diccionarios Enciclopédicos, vendedores de frigoríficos industriales. La selección de las especies condicionó la aparición de algunos capataces con un pie en las lecturas de su pasado y otro en la antesala del reformismo integrador. Desde la cómoda posición de espectador de escasas necesidades vitales, el muchacho echó leña al fuego de los hornos crematorios de prestigios escolares. Más de un Lenin potencial pereció en el incendio y de las cenizas brotaba el último donaire del cruel espectador, melena al viento, caballero en su scooter, con dos doncellas por banda y por doquier el pasmo de seres normativos indignados por aquel irresponsable ejercicio de la crítica, en un país donde todavía no se había establecido la braga-slip de caballero.
En situaciones de diferente sinceridad, el muchacho confesaba la imposibilidad de mantener aquel ritmo poético sine die. Como en las novelas o los relatos líricos, la irresponsabilidad racional del lenguaje podía convertirse en una pesada letanía de sofista. De vez en cuando hay que dejar de sonreír y, aunque sea por táctica, darse un golpe en el pecho, con cuidado. La duda de la propia duda era inviable, pero no su fingimiento. Y en definitiva la única máxima valedera era la que se resumía así: Sea usted relativista en todo aquello que no le importe.
Y conoció a una muchacha con pamela, larga boquilla y vértebras dúctiles, capaz de tararear la canción de Machín mientras bailaban y darle un beso en la boca en el transcurso de una conferencia de Umberto Eco. Nació el amor como una opción total y con su evidencia se presentó nuevamente la tentación del absoluto y de la afirmación. Alquilaron un piso. Lo pintaron azul-blanco, con manchas de color de flores de papel, loros colgantes, farolillos venecianos y muebles liquidados en desguaces de villas liberty. Se alimentaban a base de aguacates y steak-tartare; tomaban infusiones de yerbas regionales, especialmente té de roca y manzanilla. El escepticismo se revelaba en la mutua decisión de no tener hijos y en su defecto los suplieron con un pez negro japonés, un lirón y una tortuga miniatura que murió de sequedad, ahogada en un cajón de serrín."

Manuel Vázquez Montalbán
El muchacho del traje gris



“Cuando leo eso de que el pueblo español está maduro para la democracia, me subo por las paredes.”

Manuel Vázquez Montalbán
Los mares del sur, 1979


Cuando ya nadie sepa

"Cuando ya nadie sepa
el por qué de mi nombre
o de este mueble
ni por qué fue tan triste aquel doce de agosto
olvidadas crueldades sin origen
pequeñas cicatrices en alcohol
¿recuerdas?
fue en abril y te caíste en la fuente más hermosa de Praga

fotografías llenas de desconocidos
sin nadie que les avale

¿recuerdas?
es el primo Anselmo antes de morirse de arrepentimiento
había tenido el tifus en Larache
pero te llevó un día al Laberinto
fue en abril y te caíste en la fuente más hermosa de Praga

qué dije en mi primer entierro
quizás en aquel triste doce de agosto

¿recuerdas?
no, fue en abril y te caíste en la fuente más hermosa de Praga

te pusieron una chaqueta de hombre
el primo Anselmo envejeció mucho antes de morir de
arrepentimiento
por haberte dejado caer en la fuente más hermosa de Praga

tenía un gato de piedra
del que manaba el agua."


Manuel Vázquez Montalbán




"Digería Carvalho la respuesta cuando Biscuter señaló con un ademán algo que estaba ocurriendo a sus espaldas. Se dio la vuelta y en la puerta del zaguán estaba Malena, sola, desobedeciendo la consigna de que las mujeres deben siempre ir acompañadas o mejor no ir a aquel antro, pero no parecía la misma rubia frágil interesada en explicar el fatalismo autodestructivo de los pobladores de la Massada. Llevaba ropa deportiva y avanzaba con inesperada decisión hacia ellos, con el rostro hierático y los ojos graves. Apenas si aceptó la sonriente invitación de Biscuter para que se explicara y a cambio le explicarían su versión.
—No hay mucho tiempo que perder. Samuel Sumbulovich corre un grave riesgo.
La mujer atravesó con decisión, incluso mediante empujones, la perezosa tropa de buscones y salieron a la calle para ganar cuanto antes la garita."

Manuel Vázquez Montalbán
Milenio




 "duérmete
 antes de la hora fronteriza de las doce
 en que vuelvas a casa sin haber sido
 princesa de cuento, amante de novela,
 ni feliz."


Manuel Vázquez Montalbán
Fragmento de Poema XVIII



"El fútbol es la religión diseñada en el siglo XX más extendida del planeta."

Manuel Vázquez Montalbán





"En tiempos de crisis de certezas y dogmas, ¿qué sería de nosotros sin las metáforas y sin los vicios?"

Manuel Vázquez Montalbán





"La gran ventaja de ser viuda es que el muerto es el otro."


Manuel Vázquez Montalbán




"La nueva derecha se parece como una gota de agua a la derecha de siempre cuando le sale del alma que el desorden es peor que la injusticia."


Manuel Vázquez Montalbán




"La obsesión de Ebuka por la proteína europea se plasma en la simple enumeración de sus menús:
Entrantes:
Tripas de español y española (a partes iguales) al estilo del mondongo del barrio de Triana.
Riñones de ciudadano británico, a ser posible esposo consorte de especialista en urología.
Una pequeña ración de gense hutsepot, cazuela flamenca hecha con distintas carnes, con la excepción de carne de valón, regadas con jeneber frío.
Platos de fondo (optativos o no):
Solomillo de aduanero francés al foc-demi-cru de abadesa del Perigord.
Brochette de azafata griega aromatizada con salvia de la isla de Skorpios.
Salchichas blancas de carne molida de agente de cambio y bolsa de Munich con patatas criadas en las próximidades de cementerios de minorías étnicas.
Frikadeller, albóndigas compuestas de mezcla de ciudadanos daneses y noruegos (60% y 40%, respectivamente), fritas en mantequilla elaborada con leche de danesa o noruega, sin preferencias explícitas.
Irish stew de pescuezo de irlandés, con guarnición de cebada y hortalizas (aunque es casi seguro que esta guarnición fue incorporada por ingleses metropolitanos ricos, en un momento histórico difícil de determinar).
Hígado de portugués adobado con vino, vinagre, especias, cocido con tocino ahumado obtenido de la panceta de un portugués emigrante.
En cuanto al postre, impresionó mucho a la audiencia la morosa explicación de cómo había cocinado Ebuka el lattaiolo con leche de madres jóvenes florentinas, cáscara de limón, dos huevos enteros (de gallina, naturalmente), vainilla, yemas de media docena de huevos, dos cucharadas de harina, nuez moscada rallada, canela molida y azúcar lustrado, apenas cien gramos porque este plato puede ser peligroso para los diabéticos. No sólo los italianos presentes entre el público, lógica y directamente emocionados, sino también los españoles, aunque el horror en este caso fue totalmente comunitario, reaccionaron visceralmente ante lo que consideraban una agresión a la más profunda memoria de sus madres. Si el hombre, y algunas mujeres, al decir de Saint Exupery, pertenece "al país de su infancia", su paladar-patria se origina en el sabor de la lecha materna o en su defecto de cualquier sucedáneo Nestlé que se le aproxime. Pero no, Ebuka no había condimentado el lattaiolo a partir de cualquier leche concentrada, sino que había ordeñado, Dios sabe por qué procedimientos, a jóvenes madres florentinas que vagaban por Estrasburgo en busca de sus renombradas charcuterías y, sin que se conozcan ulteriores utilizaciones de las donantes, había hecho un uso sacrílego de aquella leche."

Manuel Vázquez Montalbán
El festín de Pierre Ebuka



"La pintura es un conocimiento ensimismado. No se limita a reproducir la realidad, sino a reordenarla según unas claves armónicas nuevas. Reordenar la realidad, ¿hay otra explicación para la filosofía? Algunos filósofos pretenden desvelarla. Demasiado empeño.
Basta con reordenarla. Nuestro territorio es la naturaleza, ahí debe instalarse la medida humana.
El humanismo, tanto se habla de humanismo y humanistas, no es otra cosa que resucitar el principio de que el hombre es la medida de todas las cosas. ¿Quién controla mejor la medida de las cosas que un contemplador por excelencia, el pintor? Por eso, y que me perdone su santidad, el pintor se parece tanto a Dios. Algunos exageran la nota.
Recientemente vi una Anunciación tan desajustada que el ángel más parecía que quería expulsar a la Virgen a bastonazos que anunciarle su estado de buena esperanza. La pintura es el arte superior, a pesar de que se diga que es mejor la poesía y tengan más prestigio los poetas que los pintores. Lo que la mente urde lo hacen las manos, aunque el cretino de Miguel Ángel, ese maleducado mozalbete, diga que no se pinta con las manos, sino con el cerebro. Quiere aparecer como un sabio, tener el estatus de un filólogo, y por eso ese advenedizo se ha puesto a escribir sonetos para ser considerado un "literato"."

Manuel Vázquez Montalbán
O César o nada




"La vanguardia no pasa por pretender delimitar la verdad, sino por no contarnos más mentiras los unos a los otros."

Manuel Vázquez Montalbán



“Los dioses se han marchado, nos queda la televisión.”

Manuel Vázquez Montalbán




“… mares de Praga
sangre de paso o de vuelta digo
recuerdos vuestros memoria vuestra
y al fin imposible el ayer y el mañana
mestizos de derrota propia y ajena…”


Manuel Vázquez Montalbán





“No. No hay verdades únicas, ni luchas finales, pero aún es posible orientarnos mediante las verdades posibles contra las no verdades evidentes y luchar contra ellas. Se puede ser parte de la verdad y no reconocerla. Pero es imposible contemplar el Mal y no reconocerlo. El Bien no existe, pero el Mal me parece o me temo que si.”


Manuel Vázquez Montalbán





"Para la inmensa mayoría de los seres humanos, terminada la educación General Básica, su consciencia va a depender del choque directo con lo real y de los medios de información."

Manuel Vázquez Montalbán



“… respetad las plantas
y los cuerpos donde el deseo se descansa
del infinito miedo a todos los olvidos.”


Manuel Vázquez Montalbán





"Se nos inculca que la inevitable conflictividad del futuro obedecerá preferentemente a choques de civilizaciones porque sería una digresión metafísica suponer que el mundo de mercado unificado pueda combatir por cuestiones materiales de clase."

Manuel Vázquez Montalbán



“Si aún queda una cierta capacidad de fijar criterios progresistas en la educación, que se aplique a introducir la enseñanza obligatoria de la descodificación mediática.”

Manuel Vázquez Montalbán



"Si cierro los ojos vuelve a ser la Myrna de hace veinte, diez años y cuando los abro sobrevive un instante el espejismo hasta que se impone el cuerpo abandonado y desprotegido de cualquier posibilidad de disimulo, desvalido como lo estaría el mío expuesto de manera parecida a la mirada implacable de la juventud. Y es esa mirada la que dedico a Myrna porque es la que conservo como un acto de rebeldía interior contra la otredad, la que me condena a asumir mis años y la trashumancia de condición académica, aunque el renombre me regale una entidad que normalmente abandona a los viejos hasta convertirlos en invisibles."

Manuel Vázquez Montalbán
Erec y Enide



Si se supiera

Si se supiera
lo que se presiente y no se dice
desde que Hiroshima
nos dejó sin habla
que la tercera guerra mundial
se ha declarado
que se muere
en los cuatro puntos cardinados
que crucifican la tierra en cruz gamada
lejos del parking amortizable
del supermercado de leches descremadas
de los lugares de vacaciones invernales
de las familias de hijos únicos
desplegables
lejos del Louvre y de la poesía tónica
lejos
muy lejos de la Plaza Roja y de la Casa Blanca
si se supiera
que a los vietnamitas del Líbano les abren en canal en Guatemala
más no se inventó el napalm para Le Bois de Boulogne
ni la violada de El Salvador será Miss Play Boy
en abril
aunque abril siga siendo el mes más cruel
en ésta guerra sólo se mata en los arrabales
el centro es ciudad abierta por mutuo acuerdo
entre el Bien y el Mal, mientras la ciencia
del alma calcula como calcular lo incalculable
por ejemplo
cuántos deben morir cada día en Etiopía
para que nos salga social
de pronto
la poesía.

Manuel Vázquez Montalbán



Si te perdieras

Si te perdieras
entre Júpiter y Urano
te arrancarías los ojos para no ver el miedo
del universo entero pendiente de no verte
pues si te vieran
las estrellas tendrían la conciencia de tragedia
tendrían conciencia
comprenderían su lógica ciega
inventarían la óptica
el póker
la ética
la estética
y el universo entero se iría a hacer puñetas.

Manuel Vázquez Montalbán




“… sólo a veces el verdugo se pudre
en las venecianas aguas de mi espejo roto…”


Manuel Vázquez Montalbán




"Subió de la despensa hasta la cocina una pulcra caja de cartón de la que sacó un electrodoméstico ambiguo que igual podría ser una picadora de carne o una destiladora portátil de ambrosía. Pero en realidad era una máquina de hacer pasta italiana, por el simple procedimiento de meterle harina y agua o huevo por un pasadizo de plástico transparente, poner el filtro según el tipo de pasta apetecida y esperar a que salieran las tiernas criaturas, y al adquirir la longitud deseada con un cuchillo bien afilado para irlas cortando y darles la belleza de la regularidad. Pasarse de agua o huevo podía significar una catástrofe y Carvalho comprobó la exactitud del medidor como si en ello fuera la salvación de un pueblo escogido. La máquina empezó a girar y a quejarse y cuando la pasta estuvo correctamente amasada, Carvalho retiró la compuerta de la esclusa y el glaciar de pasta pasó al pasillo de salida impulsado por un émbolo en espiral que la enfrento a la evidencia de filtro, a la fatalidad de la forma, sin respetar su voluntad de ser tagliatelle, spaghetti, lasagna, spaghettini o macarrones. Carvalho la esperaba con el cuchillo a punto y en cuanto los gusanillos tiernos alcanzaron la estatura de cuarenta centímetros los rebanó y cayeron agónicos en una fuente de duralex donde aún se permitieron algún retorcimiento antes de adquirir el rigor mortis que suelen tener todos los spaghettis tiernos o cocidos, a la espera del próximo genocidio perpetrado por Carvalho contra la cascada de gusanillos tenaces que volvía a salir de filtro prodigioso. El cuchillo en una mano y la otra palpando el montón de spaghettis que se iba formando, Carvalho experimentaba una emoción que él suponía similar a la de Dios cuando hizo evolucionar al rape y lo convirtió en el primate del que saldría el hombre. Harina y agua y el prodigio de una mutación infravalorada por la banalidad que el uso había otorgado a la palabra spaghetti, pero si estos maravillosos filamentos de textura mágica tuvieran un nombre alemán, griego o latino, los tres idiomas no banalizables, serían apreciados como se merecían y dispondrían de un lugar de honor en cualquier Museo del Hombre. Cubrió la pasta con un paño y salío al jardín en busca de las hojas de salvia fresca, indispensable para el saltimboca y de las de basilico que cultivaba en una maceta para los platos de pasta. La mata de basilico se estaba secando cumplido su ciclo vital, y Carvalho se despidió de ella hasta la próxima primavera. Mientras tanto utilizaría el basilico secado al sol y triturado. Empezó por guisar la saltimboca. Tajada de carne, hoja de salvia, loncha de jamón y un mondadientes para unir los tres elementos y así hasta catorce cuerpecitos entablillados que debían freirse instantes antes de sentarse a la mesa. Tampoco era laboriosa la preparación de los spaghettis. Picó cebolla, translúcida, rehogándola en mantequilla, aparto la sartén del fuego y vertió su contenido en un cuenco. Por separado batió nata líquida muy fría hasta espesarla y la fue añadiendo a la mantequilla y la cebolla. Luego picó el salmón en trocitos lo suficientemente grandes como para ser detectada su textura por la lengua y los mezcló con la salsa a la que finalmente añadió basilico trinchado. Ya estaba todo preparado a la espera de Fuster, que llegó cargado con sus regalos y señaló imperativamente la chimenea apagada, olisqueó el vino y puso la mesa mientras Carvalho buscaba en la biblioteca el libro que iba a servir de combustible base para la fogata. Eligió un libro de versos de Justo Jorge Padrón y un pequeño librito con dos piezas teatrales de Beckett, La última cinta y Acto sin palabras. Fuster examinó los libros antes de que Carvalho los desguazara y quemara."

Manuel Vázquez Montalbán
Los pájaros de Bangkok


“… temo morir de fe o de esperanza
y no constatar en el nuevo día
la desolación del tacto y la mirada…”


Manuel Vázquez Montalbán