"A los parias se les niega el agua, la tierra, el fuego, la sal, el pan, el arroz, la piedad de los fieles, la compañía de las gentes bien… Llevan en el pelo una pluma de cuervo y se anuncian con un grito para despejar la calle por donde avanzan. Penetran en las casas por una puerta excusada y se llevan las inmundicias. Transportan los cuerpos de los que mueren sin parientes, cargan con las carroñas en putrefacción y a veces se las comen."

Lanza del Vasto nacido Giuseppe Giovanni Luigi Maria Enrico Lanza di Trabia-Branciforte


"Aquel que va predicando la paz para el mundo y no la lleva dentro de sí es un impostor, y el mundo no se deja engañar."

Lanza del Vasto



"Arriesguemos un paso más en el camino de las certidumbres misteriosas: amo, luego Tú eres."

Lanza del Vasto


"Dentro de los fenómenos, hay uno del que no puedo dudar, del que no tengo derecho a dudar: es el rostro de mi semejante."

Lanza del Vasto



"El espíritu es el alma de la inteligencia, es decir su aspecto interior."

Lanza del Vasto



"El espíritu no se desarrolla en los vivos sin el sacrificio, sin el trabajo y el dolor de la prueba, sin el desapego ascético."

Lanza del Vasto



"El mito es más verdad que el hecho en bruto."

Lanza del Vasto



"En la guerra no es la paz que se desea: es la victoria, cosa muy distinta."

Lanza del Vasto


"Encuentra el camino más corto y sencillo entre la tierra, las manos y la boca."

Giuseppe Lanza del Vasto



"Es a través de la ficción que se llega a la verdad."

Lanza del Vasto



"Estrellas, parecéis diminutas y sois mundos. Yo soy pequeño y pienso."

Lanza del Vasto



"Fijar las relaciones definitivas del equilibrio infinito, construir sus formas en relación con una visión del infinito, tal es la actitud constante del espíritu."

Lanza del Vasto


"Irritar al enemigo, asustarlo, someterlo serían fracasos por igual para el no-violento; él no quiere ganar la batalla sino la paz, haciendo que se funda el corazón del enemigo."

Lanza del Vasto


"La concentración es lo contrario de la contracción."

Lanza del Vasto



"La conjura de los imbéciles, de los charlatanes y de los sabios ha tenido un éxito perfecto.

Esta conjura tenía por objeto esconder la verdad.

Unos y otros han servido a esta gran causa, cada uno según sus medios: los imbéciles por medio de la ignorancia, los charlatanes por medio de la mentira, los sabios mediante el secreto.

Los imbéciles no quieren que se descubra la verdad. Sospechan, instintivamente, que les molestaría. Si les fuera mostrada, apartarían la mirada; si se les pusiera en la mano, la dejarían caer; si se les forzara a mirarla cara a cara, gritarían horrorizados y correrían a esconderse bajo tierra.

Los charlatanes no quieren que se descubra la verdad, porque arruinaría sus artificios, impediría su provecho y mostraría su vergüenza.

Los Sabios que poseen la verdad no quieren que se descubra. Siempre la han tenido oculta por cuatro razones.

La primera: saben que Saber es poder y quieren apartar de él a los indignos. Porque el Saber en el indigno se vuelve malicia y el Poder, peligro público y plaga. Por esto, las reservas de conocimiento acumuladas durante milenios en los templos de Egipto permanecían inaccesibles a quien no había pasado por todos los grados de purificaciones y pruebas. Más tarde, los filósofos desconocidos, los nobles viajeros, los alquimistas, se transmitieron de la misma manera los restos de la misteriosa herencia, es decir, de boca a oreja o, más bien, por la presencia y el ejemplo, en símbolos y enigmas; siempre bajo el sello del secreto. Si vivieron en la intimidad de las formidables fuerzas de la naturaleza, se guardaron mucho de hacer partícipes de ellas a los atolondrados.

¡Oh, Sabios que sabéis callar! ¿Dónde estáis? Merecéis que todos los seres vivos os proclamen su gratitud, ¡oh, Sabios!

¡Oh, Sabios que sabéis callar!, ahora hemos aprendido el valor de vuestra prudencia, la grandeza de vuestra humildad, la profundidad de vuestra caridad.

Ahora que a los profanos se les ha ocurrido adquirir y propagar tanta ciencia como pueden, ahora que se vanaglorian de sus descubrimientos con el mismo celo que vosotros habéis puesto en esconder los vuestros, hemos visto su resultado.

Sin embargo, ¡cuán pequeña es su ciencia, exterior, superficial, precaria y limitada!, y ya vemos su resultado.

Así, han envenenado las fuentes, minado la tierra, salpicado el cielo, trastornado y pervertido a los pueblos, corrompido la paz, deshonrado la guerra, y han suministrado al hombre de la calle tantos instrumentos de destrucción y de opresión que toda la familia de los seres vivos se ve amenazada, mientras continúa el progreso de este chancro.

La segunda razón de los Sabios para mantener oculta la Verdad, es que conocer es una operación de vida y una manera de nacer. Y nada puede nacer fuera de una envoltura. Una envoltura de carne o de corteza, de tierra o de misterio. Si abrís una semilla, ya no germinará; si abrís un lagarto para ver lo que hay dentro, sólo encontraréis el resto del cadáver y no lo de dentro del lagarto, su interior se ha ido, ya que el lagarto está muerto. De igual modo, la ciencia abierta, propagada y vulgarizada es ciencia muerta y fruto de muerte. Es un desierto de arena y no un puñado de simiente. Al permanecer exterior no puede ser profundizada, sino sólo extendida, y la vida se le escapa. No puede conducir a la conciencia, que es nacimiento a uno mismo, ni a la vida interior. En cambio, el conocimiento de los Sabios es una gaya ciencia que tiene sabor de alegría y soplo de espíritu. Y como todo ser vivo, aunque sea una mosca, defiende su forma y rehusa exhibirse.

La tercera razón de los Sabios para mantener oculta la verdad es su respeto por la dignidad del conocimiento. Ellos saben que ésta es la vía real que lleva al Dios de verdad. Ella ha de conducir a la contemplación, a la admiración de la naturaleza y a la adoración del creador.

Debe aportar la luz a las almas, la exactitud a los pensamientos y la justicia a los actos. Debe dar salud y salvación. Los Sabios la han defendido tanto como han podido contra los hombres vulgares, por temor a que fuera apartada de su fin, desnaturalizada y envilecida, cosa que no han dejado de hacer los hombres vulgares desde que le pusieron la mano encima. Le han dado la vuelta utilizándola. Se han servido de ella en lugar de servirla. Estaba aquí para librarles de sus deseos y ellos la han uncido al yugo de sus tareas, la han forzado a aumentar sus posesiones. Estaba aquí para darles la conciencia y de ella han sacado la máquina. Han cogido el cáliz para hacerse una hucha y el crucifijo para hacerse una maza. Han enganchado la ciencia a sus motores, la han aprisionado en sus bombas. Pero, demasiado astutos, han caído en su propia trampa, dejándose atrapar por el engranaje de la máquina. Ahora, ella les roe poco a poco en tiempo de paz y los devora a grandes bocados en tiempo de guerra. Los Sabios han hecho todo lo posible por evitarlo.

La cuarta razón de los Sabios para mantener oculta la Verdad es que aman la Verdad, y no hay amor sin pudor, es decir, sin velo de belleza. He aquí por qué no quieren descubrirla sino revelarla, es decir, recubrirla de un velo luminoso. Por esto sólo han enseñado con parábolas, para que quienes tienen oídos para no oír permanezcan apartados; pero también para que quienes lo merecen aprendan los tonos y las claves de la música total. Pues sus alegorías, sus fábulas y sus blasones no explican el encadenamiento mecánico de las apariencias, sino las afinidades secretas y las analogías de las potencias y las virtudes, las correspondencias del número con el sonido, de las figuras con las leyes, del agua con la planta, con la mujer y con el alma, del fuego con el león, el hombre armado y el espíritu, de los astros con los ojos, las flores y los cristales de los metales y de las gemas, de la germinación del oro en las minas con la de la verdad en el corazón del hombre. En sus oscuros textos, donde las recetas del Gran Arte están salpicadas de advertencias piadosas, las solemnes sentencias de alabanzas y plegarias, lucen los hilos que tejen el manto del Rey de Reyes.

Al ocultar los Sabios su saber por escrúpulo, los charlatanes se aprovecharon para esconder su ignorancia bajo los mismos signos misteriosos. Los imbéciles los han confundido largo tiempo creyendo tanto en unos como en otros.

Ahora, a medio camino entre los charlatanes y los imbéciles, ha surgido una nueva especie que asegura el triunfo definitivo de la conjura.

Esta nueva especie es la de los universitarios y sabios oficiales, que el día de su advenimiento declararon nulo y sin valor el misterio filosofal, quimera la búsqueda de los antiguos maestros, juego de niños su ciencia, engañabobos su arte. Los imbéciles instruidos por los nuevos sabios, han confundido una vez más a los sabios con los charlatanes, pero esta vez para no creer ni en unos ni en otros.

Sólo creen en la ciencia de los recién llegados, quienes simplemente enseñan que la verdad está en su ciencia y que todo lo que no pueden descubrir ni demostrar no existe.

Ahora bien, no han enseñado, ni descubierto, ni demostrado nada acerca de la vida y de la muerte, del pecado y del juicio. Nada acerca del amor, del dolor y del rescate, acerca de la conducta del hombre y del destino del alma, acerca del sentido, la esencia y la salvación. A medida que descubren nuevas nebulosas o nuevos electrones, nuevas vitaminas o nuevos explosivos, se alejan y nos desvían de lo esencial. Y ahora la verdad está tan bien escondida que ya no se la busca.

Incluso estaría totalmente perdida si no sobrevivieran algunos sencillos de espíritu para quienes la verdad existe. No pueden resignarse a pensar que nadie la tenga o la haya tenido. Recorren el mundo interrogando a la gente, los astros y las hierbas, interrogando el gran libro de la naturaleza y hojeando los textos olvidados, interrogando su corazón y a Dios en la plegaria. Saben que no tienen la verdad, pero saben que ella es. Están tan hambrientos y sedientos de ella que saben seguirla por el rastro y reconocerla por el olor. Ante un hombre difamado, un acontecimiento absurdo, un grimorio ilegible, se paran en seco y exclaman:

¡Aquí está!

Ellos saborearán este libro. Para ellos ha sido escrito, aunque su hermandad sea poco numerosa.

Y tú, Cattiaux, amigo mío, ¿has encontrado la Piedra?

Sentado en la tienda donde pintas y meditas entre filtros y frascos, ¿has encontrado el carbunclo y la violeta?

Sentado entre tu mujer y tu gato, Cattiaux, amigo mío, ¿has encontrado el oro vivo y el elixir?

¿Has visitado el interior de la tierra y, rectificando, encontrado la joya oculta y la verdadera medicina?

No sé ni puedo decir si la substancia de los antiguos textos se oculta en estas páginas. Pero ¿cómo es que en ellas se encuentra su perfume? ¿En qué huevo y en qué alambique, Cattiaux, amigo mío, has destilado la esencia sutil que se llama el Perfume?

¿De dónde viene esta poesía que tiene por nombre Perfume de Verdad?"

Lanza del Vasto
Prefacio a la primera edición del «Mensaje Reencontrado» de Cattiaux




"La filosofía suprema es la doctrina de la Conciliación de los opuestos."

Lanza del Vasto



"La función del sueño es tal vez despertarnos de la realidad de las cosas."

Lanza del Vasto



"La guerra que estalla, es la guerra que se muestra; lo que llaman paz es la guerra que se esconde."

Lanza del Vasto


"La guerra santa es la no-violencia."

Lanza del Vasto


"La no-violencia apunta a la conciencia del adversario, a la exigencia de justicia que hay en él."

Lanza del Vasto



"La no-violencia no es ni un procedimiento, ni una receta, ni un sistema: es una manera de hacer que resulta de una manera de ser."

Lanza del Vasto



"La tierra está más abrumada por el peso del pecado que por el de la población."

Giuseppe Lanza del Vasto




"La verdad es la cosa más valiosa que existe, y el que la adquiere debe sufrir para conocer, sentir y saborear todo su precio."

Lanza del Vasto


"La verdad no es solamente un inteligible: es una inteligencia."

Lanza del Vasto



"Los pacíficos no son aquellos que se están quietos; los pacíficos son aquellos que hacen la paz en el sentido fuerte de la palabra hacer."

Lanza del Vasto



"Muy ingenuo aquel que piense que el Evangelista es ingenuo."

Lanza del Vasto


“Nadie puede arrebatarme mi alegría: me pertenece como el rojo al rubí.”

Giuseppe Lanza del Vasto


“No hemos gozado de nuestros placeres;
nuestros placeres han gozado de nosotros.
No hemos hecho penitencia;
nuestros dolores nos han castigado.
El tiempo no ha pasado;
nuestra vida ha pasado.”

Giuseppe Lanza del Vasto



"Piensas, dices, y eres. Bien, pues piénsate si puedes; o sino cállate, necio, hasta que puedas."

Lanza del Vasto



"Pienso y hablo, luego: existe alguien más."

Lanza del Vasto


"¿Qué es la belleza del compromiso? Es la renuncia a la obstinación para alcanzar la espera. ¿La belleza del compromiso? Es que algo se haga."

Lanza del Vasto



"Si alcanzas tu propio ser, estás en comunicación con el ser."

Lanza del Vasto


"Si lo haces por amor al fruto, sabe que todo fruto se pudre; si lo haces por complacer a los demás, sabe que toda flor se marchita. Pero si lo haces por amor al bien, tu acto permanecerá dentro del bien, desprendido de las cosas y de ti."

Lanza del Vasto


"Si quieres evitar la guerra, repara la paz."

Lanza del Vasto



"Todo aquello que no lleve la marca de la eternidad no es espíritu."

Lanza del Vasto


"Todos nuestros dones son deudas; temamos poseerlos si no somos capaces de hacer y de devolver."

Lanza del Vasto


“Una revolución necesita tiempo para instalarse.”

Giuseppe Lanza del Vasto